Con siete palabras Alejandro Encinas cierra la elección interna
Doble anuncio: el rescate del PRD y los combates que vienen
Renace el debate partido-movimiento versus partido institucionalizadoArturo CanoAmpliar la imagen Alejandro Encinas, en el hotel donde realizó una conferencia de prensa para anunciar su rechazo a la secretaría general del PRD y convocar a simpatizantes y compañeros a construir un movimiento con la finalidad de dar la lucha desde dentro para recuperar el partido de “quienes se han enquistado en su burocracia” Foto: José Carlo González
“No les vamos a dejar el partido”. Con siete palabras cierra Alejandro Encinas uno de los pasajes más horrendos del drama sin final que fue la elección interna del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
“No voy a cambiar”, ha dicho poco antes, y se ha ganado los aplausos de los asistentes, líderes de las corrientes, legisladores, cuadros medios del partido, la crema y nata de Izquierda Unida, el frente que lo llevó de candidato.
“No les vamos a dejar el partido a quienes se han enquistado en su burocracia”. Encinas recuerda que el registro del PRD proviene del registro del extinto Partido Comunista. Lo dice quizá para subrayar que su adversario en la contienda interna más prolongada del perredismo, Jesús Ortega, proviene del paraestatal Partido Socialista de los Trabajadores.
“En las escisiones rompen los grupos minoritarios y nosotros somos mayoría”, sigue Encinas.
Quizá abajo, en la franja de las bases perredistas muy encanijadas desde la resolución del tribunal electoral. Porque en el Consejo Nacional, en las direcciones estatales, mayoría son Nueva Izquierda y sus aliados, el blanco de la batalla a la que Encinas convoca: la lucha desde dentro para “recuperar” el PRD.
Hay gestos de aprobación entre los asistentes cuando el ex jefe de Gobierno hace su recorrido por los principios y la ética de la izquierda.
Encinas relata el “intenso debate” de los días recientes y la ardua tarea que ha emprendido y seguirá “para que nadie se vaya del PRD y demos la lucha por defender y recuperar nuestra casa”.
Ese debate fue de la mano de la decisión de aceptar o no ocupar la secretaría general. Una parte de los dirigentes, explica Encinas, le insistió que aceptara, porque, en ese cargo, sería “referente de unidad” y una suerte de presidente paralelo del partido. Otra parte le decía que su aceptación equivaldría a convalidar una elección desaseada y la intromisión del régimen en la vida interna del PRD.
Muchas caras mudan a serias o francamente molestas cuando Encinas anuncia que no aceptará la secretaría general.
“No nos ganaron… No puedo permitir que se premie la impunidad”, cierra Encinas.
Tras la resolución del tribunal, Encinas consultó a los jefes de los grupos que lo apoyaron. Todos, con excepción de Mario Saucedo, de los Cívicos, dijeron que debía aceptar la secretaría general.
“Era convalidar a los chuchos”, dice Saucedo, al finalizar la conferencia de prensa de Encinas.
En las reuniones, los jefes de los grupos le dieron a Encinas el mismo argumento que él expresa hoy: no podemos dejarle el partido a Nueva Izquierda. Sólo que según ellos pasaba porque Encinas, pese a su reiterado y larguísimo enfrentamiento con Jesús Ortega, aceptara la segunda posición.
No hubo la misma claridad, según versiones de dirigentes de Izquierda Unida, en las oficinas de Andrés Manuel López Obrador: “Fue ambiguo, le dejó a Encinas la decisión”, dice uno de los líderes.
De ahí vienen las caras largas de muchos. “¿Un movimiento? ¡Esto es un partido y la lucha interna debe darse desde posiciones de poder”, suelta Juan Manuel Ávila.
Saucedo es de los despreocupados: “La conducción va a estar en otro lado”.
Y el senador Ricardo Monreal de los pesimistas: “Les salió baratísimo a los chuchos, nos quedamos a cambio de nada”.
En todo caso, la “lucha de posiciones” no esperó el “posicionamiento” de Encinas. Desde hace semanas, los jefes de los grupos sacan cuentas y pujan por las carteras del comité nacional, otros órganos de dirección y, sobre todo, las candidaturas de 2009.
El achique de Ortega
Apenas acaba Encinas, los reporteros son informados de que Jesús Ortega los espera en sus oficinas. Dura más la espera que el “posicionamiento” de Ortega, quien además divide su conferencia en dos partes: a lo recién dicho por Encinas, y a la invitación de Beatriz Paredes, dirigente nacional del PRI, para hacer una alianza con los perredistas.
Antes que referirse a la decisión de Encinas de no acompañarlo en la dirigencia del PRD, Ortega se congratula de que “ni él ni nadie haya adoptado la decisión de separarse del PRD”. Olvida Ortega las renuncias que ya se publican en los diarios y las que circulan en Internet.
Igual ofrece poner todo su esfuerzo en “hacer funcionar los órganos colectivos de decisión”. “Nos pondremos de acuerdo”, adelanta, en referencia a quien acaba de anunciar la creación de un “Movimiento para la Renovación y el Rescate del PRD”.
Y luego, Ortega da lectura a una carta donde propone a Beatriz Paredes “y otras fuerzas”, un acuerdo nacional para el desarrollo económico y la seguridad.
Quizá olvidando que hace pocas semanas el PRI se proclamó socialdemócrata, Ortega dice que tal acuerdo no significa candidaturas comunes. “Electoralmente, el PRD va a caminar sólo con fuerzas claramente identificadas con la izquierda.”
Aprovechando el viaje del disenso en Izquierda Unida, Ortega dice que coincide con dirigentes de esa expresión en “que esa hubiera sido una solución mejor”. No fue mejor en 1999, cuando Ortega dejó en manos de Jesús Zambrano la secretaría general, tras haber perdido en segunda vuelta con Amalia García.
Encinas prefiere anunciar un movimiento interno sobre cinco ejes: hacer política y fijar posición sobre los temas nacionales; promover la formación política de los militantes; ejercer plenamente los derechos partidarios en todos los espacios del partido; actuar dentro y fuera del PRD trabajando en los movimientos sociales, para forjar un frente de izquierda; y consolidar una estructura territorial nacional propia.
En la estrategia del achique inmediato, Jesús Ortega le da la bienvenida a lo que ve como “una nueva corriente”.
Una corrientota, en todo caso, que dependerá en mucho de las jugadas de las corrientes agrupadas en Izquierda Unida y de su relación con el movimiento que encabeza López Obrador. Así lo dice explícitamente Encinas, cuyo discurso remite a una antigua discusión perredista: el partido-movimiento versus el partido “institucionalizado”.
Es el episodio nuevo de una vieja historia, de un viejo pleito ahora camino a 2009, la estación intermedia hacia la elección presidencial.
- Los ejes del movimiento encinista
Alma E. MuñozAlejandro Encinas dio a conocer que el movimiento nacional por la renovación del PRD, que definió como la expresión partidaria más cercana con el movimiento en defensa del petróleo, la economía popular y la soberanía nacional, que encabeza Andrés Manuel López Obrador, se sustentará en cinco ejes fundamentales.
–Hacer política y fijar posición sobre los temas nacionales, impulsando iniciativas de acción al respecto.
–Promover la formación política de militantes perredistas con el propósito de permitir su desarrollo para asumir responsabilidades y competir en condiciones de equidad por los cuadros de dirección y las candidaturas partidarias, para contar con representantes populares calificados, que rindan cuentas de su gestión pública y sean leales a los principios, al programa y a las causas que reivindican al PRD.
Incluye que el PRD transparente el manejo de sus finanzas y las prerrogativas públicas que recibe para lograr que los recursos se destinen a fortalecer al partido y a su desarrollo y no a ninguna de sus corrientes.
—Ejercer plenamente los derechos partidarios de los militantes en todos los espacios del PRD, para defender un proyecto político desde la izquierda y evitar cualquier desviación ideológica.
–Actuar dentro y fuera del PRD trabajando en los movimientos sociales del país y promoviendo la creación de un frente nacional de las izquierdas y fuerzas democráticas que permita construir una nueva mayoría, la cual tendrá como finalidad hacer frente a la derecha representada por PAN y PRI, para evitar más desastres mayores en lo económico, lo político y en la convivencia social.
–Consolidar una estructura territorial nacional propia que, dentro del marco estatutario, haga valer y garantice el derecho de todos los miembros del partido. Esto implica erradicar la militancia corporativa, tener elecciones limpias de dirigentes y candidatos, garantizar la afiliación individual y no mediante los grupos internos, así como eliminar prácticas que desplacen la toma de decisiones fuera del ámbito institucional.
La intención del movimiento que propuso Encinas es atender los problemas de pobreza, inequidad y seguridad de la población, contribuyendo desde la lucha política y la resistencia popular.
- Renuncia a la secretaría general, no al partido, aclara
- Vamos a rescatar al PRD de la burocracia: Encinas
- Se opone a avalar que el gobierno de facto imponga a la dirigencia
- Convoca a la creación de un movimiento nacional por la renovación
Alma E. Muñoz
Ampliar la imagen Alejandro Encinas Rodríguez, durante la conferencia de prensa en que anunció su renuncia a la secretaría general del PRD Foto: José Carlo González
Alejandro Encinas informó que no renuncia al Partido de la Revolución Democrática (PRD) pero sí a ser secretario general bajo la presidencia nacional de Jesús Ortega Martínez. Renuncio, dijo, porque no puedo caer en la simulación ni esconder la basura debajo del tapete, ni tampoco puedo avalar que el “gobierno de facto” y el Estado quisieran “imponer” una dirección en nuestro partido.
“No quiero ser cómplice de los que cometieron tropelías e irregularidades (en los comicios del 16 de marzo)” y “no puedo permitir que de nueva cuenta se premie a los delincuentes electorales, ni que en mi partido, al igual que en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), sea más rentable violar la ley que cumplirla y se premie la impunidad y la ilegalidad”, sostuvo.
Convocó a conformar un movimiento nacional por la renovación del partido, paralelo al movimiento en defensa del petróleo, de la economía popular y la soberanía nacional. Que tenga como base, afirmó, superar los “graves defectos y vicios que desvirtuaron los mejores propósitos” del origen del partido y que permita rescatar al PRD como instrumento de lucha al servicio de las causas del pueblo mexicano.
“¡No voy a cambiar!”
Al dar a conocer el rumbo que seguirá su carrera política, Encinas se asumió como hombre de izquierda, congruente con lo que piensa y lo que hace. “Y seguiré actuando así aunque, como ha sucedido en ocasiones anteriores, ello lesione posiciones personales o afecte mi carrera política. ¡No voy a cambiar!”
Por eso, sostuvo, tomé tres decisiones: la primera, “no nos vamos del PRD, porque es nuestro partido, resultado de la lucha de muchas generaciones de izquierda, y que recoge las mejores tradiciones de las luchas por la transformación del país”.
Y no nos vamos, agregó, porque sería deslealtad y una enorme irresponsabilidad abandonar el proyecto por el que lucharon y ofrendaron su vida más de 600 compañeros. Además, resaltó, por corresponsabilidad con los gobiernos que encabezamos y porque “sabemos que nuestra salida dañaría su gestión y futuro”. En particular señaló al Gobierno del Distrito Federal, “con cuyos habitantes tengo, en lo personal, un compromiso y una responsabilidad especial”.
Pero tampoco nos vamos, continuó el ex jefe de Gobierno capitalino, “porque no les vamos a dejar el partido a quienes se han enquistado en su burocracia. Porque somos mayoría y porque lejos de abandonar la trinchera vamos a dar la pelea desde dentro para rescatar el proyecto político, los principios y los valores que nos dieron origen”.
Sólo que somos una mayoría “poco organizada, que ha actuado en el ámbito territorial de manera desarticulada”, admitió Encinas, y por eso tomamos la segunda decisión: crear el movimiento nacional por la renovación del partido, con lo cual se cierra –como confirmó después en entrevista— el ciclo electoral de Izquierda Unida.
Con esto busca impulsar un amplio frente de militantes, simpatizantes, dirigentes, personalidades de expresiones políticas diversas, con la finalidad de recuperar los principios y objetivos que dieron origen al PRD, así como fortalecer las tareas del movimiento social frente a la derecha, particularmente el PRI y el PAN.
Ofreció que este movimiento tendrá un funcionamiento democrático, con espacios de discusión y toma de decisiones colectivas, donde no tendrán cabida prácticas clientelares ni corporativas, pero sobre todo “con autonomía del poder público y de los poderes fácticos, y (que) erradique todo tipo de intervención gubernamental en los asuntos internos del partido”.
Durante su exposición ante medios de comunicación e integrantes del bloque que lo postuló a la presidencia nacional del PRD, Encinas recordó que antes de decidir la renuncia a la secretaría general del partido, consultó con gente de izquierda, sobre todo militantes perredistas, mediante mensajes telefónicos, correos electrónicos, de manera personal, en reuniones privadas o en la calle, qué hacer después de que el TEPJF otorgó la presidencia perredista a Jesús Ortega.
Y después de un intenso debate, en el cual ha “costado mucho trabajo convencer a muchos compañeros que no se vayan del partido”, decidió renunciar al cargo, consciente de que esa decisión no daría satisfacción a todos, pero “está apegada plenamente a mis convicciones”.
Así, anunció, renunció a la secretaría general por dos cuestiones fundamentales: porque “no nos ganaron la presidencia nacional del partido”. Y no hablo de Nueva Izquierda y sus aliados, aclaró, sino del “gobierno de facto y el Estado, quien ha querido imponer una dirección en nuestro partido”, y yo “no puedo avalar una decisión del Estado en la conducción” del PRD. Porque entiendo que “éste es un golpe del Estado autoritario e intolerante que busca mermarnos, dividirnos” y que nos considera un “peligro para su proyecto de derecha autoritario y excluyente”.
Pidió comprensión a sus compañeros, porque “no puedo hacer como que no hubiera pasado nada. Eso (el fallo del tribunal) ha dañado muchísimo a nuestro partido y yo no puedo caer en la simulación, no puedo esconder la basura debajo del tapete”. Estoy convencido, dijo, que la absoluta mayoría de los miembros del PRD actuamos con dignidad, entereza y limpieza en la elección.
Recordó que hubo quienes de manera honesta, desinteresada y legítima le pidieron que aceptara la secretaría general, “argumentando que permitiría no solamente que existieran dos presidencias, sino que mantendríamos un liderazgo que haría contrapeso y facilitaría nuestra organización, nuestra cohesión y una convicción distinta en el partido”. Aunque también hubo quienes nos plantearon que no la aceptáramos, porque sería “convalidar en mucho todo el proceso electoral” interno.
Rechazo al fraude en casa
Encinas, al principio de su exposición, hizo un repaso de lo ocurrido en los comicios del 16 de marzo pasado, donde prevalecieron “prácticas heredadas del viejo sistema que antes combatíamos: el clientelismo, el corporativismo, acuerdos poco claros con las distintas formas de poder e incluso el fraude en casa, que se pretende justificar con la premisa de que el fin justifica los medios”.
Reiteró que la intervención del TEPJF fue una decisión de “carácter político que se estuvo administrando hasta la resolución de la reforma energética”, y señaló que en la problemática interna también pesó la “incapacidad” de los órganos electorales y de la dirección del propio PRD. Específicamente se refirió a que la Comisión Nacional de Garantías validó actas de casillas no instaladas en Chiapas, Oaxaca, Veracruz y otros estados; contabilizó votos fabricados, actas falsificadas, y “llegó al extremo de sustituir los proyectos de resolución que fueron enviados al tribunal electoral para su calificación”.
El ex funcionario capitalino afirmó que el PRD debe “abrirse” al conjunto de la sociedad y establecer alianzas electorales a partir de coincidencias políticas y programas comunes que permitan acuerdos duraderos y avances democráticos. “Poco o nada sirven las alianzas que ven al partido como una franquicia o con organizaciones o personajes que dañan la imagen del partido, con quienes no existe más coincidencia que la circunstancia”.