- El gobernador informó que solamente se trató de un altercado
- Asesinan en Chihuahua a un escolta de José Reyes Baeza
- Dos más resultaron heridos; hubo 26 ejecuciones en cinco estados
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MEXICO EL PAIS DE "ERES CULPABLE HASTA QUE DEMUESTRES LO CONTRARIO"Notimex
...CHIVOS TODO EL TIEMPO, ASESINATOS CADA VEZ PEORES, CRIMINALIZAN LA LEGITIMA PROTESTA DEL CIUDADANO...
ALGUNA VEZ ¿NOS DIRÁN LA VERDAD? ¿ALGUNA VEZ VEREMOS JUSTICIA? PORQUE NO BUSCAN A LOS DELINCUENTES DENTRO DEL GOBIERNO CALDERONISTA.
¿LA INEPTITUD TOTAL DE CALDERON O INTENTA ACABAR A COMO DE LUGAR CON EL ESTADO?.
En Brasil aprendió el portugués y se nacionalizó brasileña, sin dejar de pensar jamás en México. Cuando regresó hace poco menos de un lustro con un contrato bajo el brazo como directora comercial corporativa de Telefónica Móvil, que preside el archienemigo de Slim, Francisco Gil, dijo que su retorno era para saldar cuentas pendientes, que nunca aclaró cuáles eran.
Doña Purificación no es una mujer de equipaje ligero. Tras pasar por la Libre de Derecho –su otro compañero de generación es Javier Lozano, secretario de Trabajo-, se fue a un posgrado a la Escuela de Leyes de Harvard, de la cual saltó a trabajar al sector privado y especializarse en privatizaciones. Participó en la de una cementera en Cuba, la primera de su tipo en el régimen de Fidel Castro, y ayudó con lo mismo a Violeta Chamorro en Nicaragua. En Brasil participó activamente en la privatización de la industria de las telecomunicaciones, que dio paso a que Embratel, la empresa estatal brasileña, terminara en manos de Slim. Ella volvió a cambiar de trabajo.
Los rivales de Slim siempre la buscaron por ser una mujer de pelea. "Nunca he podido quedarme quieta", le dijo a una reportera de la revista Mujer Ejecutiva en marzo de 2006. "Soy curiosa, me atraen los desafíos, me apasiona aprender". Su biografía, de bailarina de ballet, de gimnasta olímpica, pintora y arquitecta en ciernes, así lo demuestran. Pero las telecomunicaciones corrían por sus venas. Su paso por el Servicio Postal Mexicano en el gobierno de Calderón siempre se pensó con carácter temporal. Ahí le ayudó al presidente a reinventar los correos y a su proselitismo político. Pero sus ambiciones y las aparentes promesas de Calderón eran para cargos superiores. Comunicaciones y Tranportes parecía el destino natural.
Cuando llegó a la Subsecretaría, el propio Téllez trató de eliminar las especulaciones. No llega por su relación con el presidente, declaró, sino por sus conocimientos. Pero lo que no sabía era que Purificación Carpinteyro había comenzado a investigarlo e intrigarlo con Calderón desde antes de ser su subalterna. Estuvo a punto de lograrlo, pero el manejo de Téllez durante la tragedia de Juan Camilo Mouriño abortó el proceso. En choques permanentes, ella se alió con los enemigos del secretario incrustados en el sector de las telecomunicaciones para destruirlo. Lo intentó durante una cerrada reunión de gabinete en la cual le quiso entregar al presidente una serie de grabaciones de origen sospechoso sobre presuntas irregularidades de Téllez. Ni siquiera su cercano amigo pudo aguantar esa osadía, y en esa reunión Calderón decidió el destino de Purificación.
La falta de un buen trabajo político que colocara bálsamo sobre las heridas, impidió que las cosas llegaran a buen puerto. Las grabaciones terminaron en la prensa, y días después aparecieron los audios. Téllez y la Secretaría de Comunicaciones presentaron una denuncia en la PGR para determinar quién o quiénes eran los responsables en ese caso de espionaje y por el uso de materiales obtenidos ilegalmente. Las sospechas caen sobre la guerrera Purificación.
Ella se ha defendido, pero por primera vez, en las entrevistas que ha dado, utiliza una ironía que apenas si esconde el nerviosismo. Se pasó una vez más en la agresividad. En vísperas de entregar las grabaciones a la prensa, su esposo le dijo que lo pensara dos veces, que no actuara con tanta víscera, que se tranquilizara. Ella dijo que no, que actuaría de inmediato y que se vengaría de Téllez. Ganó el primer round, pero hacia la mitad de esta pelea, el rendimiento empieza a ser decreciente.
La zona triqui: un lugar funesto SARA LOVERA MÉXICO, D.F., 19 de febrero (apro).- En la zona Triqui de Oaxaca, se vive un estado de violencia insoportable. Los hechos, los datos, los relatos y la historia de vida de las mujeres indígenas, nos hacen imaginar que eso no es posible en un estado de derecho y podríamos pensar que no existe sino que se trata de una novela macabra. Esto ocurre en el siglo XXI, de plena globalización; en el 60 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, cuando concluyó el siglo calificado de las mujeres y en el que se nombran con cinismo incontrastable, todos los derechos de las mujeres, época donde se habla de restitución de la deuda histórica con los habitantes de los pueblos originales. A pesar de la tecnología de los instrumentos de comunicación de masas, las triquis están borradas, invisibles, negadas. Nada sucede. Ninguna autoridad acude, resuelve, investiga o intenta hacer justicia. Es increíble, por duro y cierto. Sólo en los primeros 11 meses de 2008, de acuerdo con la "cifra oficial" del procurador del estado, Evencio Nicolás Martínez Ramírez, 55 mujeres fueron asesinadas en Oaxaca, 11 de ellas triquis; aunque las hay humilladas sexualmente agredidas y otras desaparecidas. Ello a pesar de un documental de cientos de cuartillas escritas por la periodista Soledad Jarquín, y las denuncias sustentadas de organismos civiles de mujeres y de Derechos Humanos. El fin de semana leí en los ojos de Emelia Ortiz, una narración funesta: cansancio y desencanto. "No hay justicia", nos dijo el pasado 14 de febrero, año y medio después en que ella, su tía y las mujeres de las comunidades triquis han tocado todas las puertas, todas, para que se investigue la desaparición de Daniela y Virginia Ortiz Ramírez sucedida el sábado 5 de julio de 2007. Es curioso, fue Emelia, prima de Daniela y Virginia, habitante en la ciudad de Oaxaca de la casa de estudiantes triquis, quien quiso celebrar lo que llamó fecha oficial de la amistad, para atisbar su esperanza. Mientras departía, y nos convidaba de una comida tradicional de su pueblo, una forma de explicarse la solidaridad de mujeres mestizas que están unidas a la búsqueda de sus primas, esta joven, tierna, sensible e inteligente, narraba cómo, desde que nació, vive en un contexto de violencia, que sólo se explica por la encarnizada lucha de un poder que ella, nos dijo, no entiende. Estaban otras mujeres. Esta vez no llegó Antonia, la madre de las dos jovencitas desparecidas, porque en la región siguen, como es cotidiano, balaceras, amenazas y persecuciones. Por eso, Antonia Cruz Ramírez no pudo viajar al festejo que, con todo, es una manifestación de vida. Vi en los ojos de Emelia, a pesar de todo, la ilusión de que alguna autoridad investigue, también su deseo de que haya algún resultado a las notas periodísticas, a las quejas interpuestas, sobre los hechos, los datos, los relatos, la tremenda realidad que su generación y la de su tía, experimentan. Lo que advertí, fue simplemente abominable. Como lo es el asesinato contra mujeres cotidiano. El de Ciudad Juárez, el de Michoacán o el de Chimalhuacán, Estado de México, hasta ahora irresolubles por un sistema de justicia inoperante, plagado de corrupción, calificado de inaceptable por los organismos internacionales de Derechos Humanos. En la zona Triqui la desgracia de las mujeres se acumula. Desde 1979, en que entró el ejército y la comunidad se dividió por razones poco claras, los hombres de la misma tierra se enfrentan sistemáticamente. Las autoridades aducen hoy, casi 30 años después, que por eso no pueden investigar ni perseguir a los delincuentes. En realidad, se trata de la falta de políticas para encontrar puntos de acuerdo entre los pueblos enfrentados, originando que las pugnas continúen inopinadamente. Como continúan las violaciones sexuales a las mujeres, emigraciones forzadas y asesinatos, como los de Felicitas Martínez y Teresa Bautista, locutoras de Radio Copala, en abril de 2008. Las mujeres recuerdan, anotan, han vivido todo: pérdidas materiales, la quema de sus viviendas, el robo de ganado y sus cosechas miserables, despojos, actos de tortura, secuestro y asesinatos de líderes y personas que simpatizaban con tal o cual grupo. La lista de agravios es muy larga. No puede relatarse en este texto, Emelia Ortiz los conoce, los ha vivido y contado, lo mismo de los hombres enfrentados, como de integrantes del ejército, a cada agravio se han levantado denuncias. Pero nada sucede y muchas mujeres ya no quieren denunciar porque dicen que sólo exponen sus casos, salen en la prensa, la comunidad las señala, pero de sus agresores nada. Virginia, maestra rural de 20 años, salió de su casa el 5 de julio de 2007, acompañada de su hermana Daniela, de 14 años, para recoger sus cosas de la comunidad de San Marcos Xinicuesta, puesto que había conseguido que la asignaran a otra escuela cerca de Rastrojo, su comunidad. Se dirigió en taxi a Putla, donde las vieron por última vez. La desaparición fue denunciada tres días después. No obstante el procurador no actuó. Declaró que el conflicto político en la zona, le impedía "exponer a sus hombres". Han pasado 19 meses. Como ya pasaron tres décadas de las primeras denuncias que presentaron mujeres triquis ante las entonces autoridades. Esto me recuerda Acteal, la guerra sucia, me recuerda Ciudad Juárez, me recuerda a los niños abusados por Marcial Maciel, me recuerda que en este país no importan ni los niños, ni los indígenas, ni las mujeres. Me indigna. Comentarios: saralovera@yahoo.com.mx |
¿QUE TIENE DE MALO EL VINO? HAY VINOS MUY BUENOS A BUEN PRECIO, CON REPORTEROS ASI, NO SE CRECE
(asi es la derecha)
Para los que pidieron el archivo del 2007, los tamales oaxaqueños ugaldeños grabado por Jorge Arvizu El Tata. Buen Provecho ARDAN PRIANISTAS...