Raymundo Riva Palacio
Purificación (Carpinteyro)
Domingo, 22 de Febrero de 2009
La polémica Carpinteyro ingresó a la vida pública por la puerta grande del gobierno de Felipe Calderón, con quien ha sostenido una muy cercana amistad desde que fueron compañeros de generación en la Escuela Libre de Derecho hace poco más de 20 años y se titularon con laureles académicos. Calderón la hizo directora del Servicio Postal Mexicano, pero se comportaba siempre como la reina de la administración, sobrada, prepotente y agresiva. De ahí fue enviada hace menos de cinco meses a la Subsecretaría de Comunicaciones y Transportes, que pensó era la antesala del principal despacho, y se dedicó a disputar el poder a su jefe Luis Téllez.
Enfrentarse a los poderosos es casi su definición. Hace una década, cuando era alta ejecutiva de Iusacell y presidía la Comisión de Telecomunicaciones de la Cámara Nacional de la Industria de la Tecnología, se enfrentó al propietario de Telmex, Carlos Slim, quien presionó y logró que la expulsaran de la Comisión. Se fue a Estados Unidos a trabajar con la empresa telefónica Bell, y después con MCI, que la hizo responsable de toda América Latina, por lo que se estableció en Brasil.
Sus amigos afirman que Purificación Carpinteyro siempre se dijo exiliada por Slim, a quien responsabilizaba de estar viviendo fuera del país, aunque en los últimos meses limó esas viejas asperezas.
En Brasil aprendió el portugués y se nacionalizó brasileña, sin dejar de pensar jamás en México. Cuando regresó hace poco menos de un lustro con un contrato bajo el brazo como directora comercial corporativa de Telefónica Móvil, que preside el archienemigo de Slim, Francisco Gil, dijo que su retorno era para saldar cuentas pendientes, que nunca aclaró cuáles eran.
Doña Purificación no es una mujer de equipaje ligero. Tras pasar por la Libre de Derecho –su otro compañero de generación es Javier Lozano, secretario de Trabajo-, se fue a un posgrado a la Escuela de Leyes de Harvard, de la cual saltó a trabajar al sector privado y especializarse en privatizaciones. Participó en la de una cementera en Cuba, la primera de su tipo en el régimen de Fidel Castro, y ayudó con lo mismo a Violeta Chamorro en Nicaragua. En Brasil participó activamente en la privatización de la industria de las telecomunicaciones, que dio paso a que Embratel, la empresa estatal brasileña, terminara en manos de Slim. Ella volvió a cambiar de trabajo.
Los rivales de Slim siempre la buscaron por ser una mujer de pelea. "Nunca he podido quedarme quieta", le dijo a una reportera de la revista Mujer Ejecutiva en marzo de 2006. "Soy curiosa, me atraen los desafíos, me apasiona aprender". Su biografía, de bailarina de ballet, de gimnasta olímpica, pintora y arquitecta en ciernes, así lo demuestran. Pero las telecomunicaciones corrían por sus venas. Su paso por el Servicio Postal Mexicano en el gobierno de Calderón siempre se pensó con carácter temporal. Ahí le ayudó al presidente a reinventar los correos y a su proselitismo político. Pero sus ambiciones y las aparentes promesas de Calderón eran para cargos superiores. Comunicaciones y Tranportes parecía el destino natural.
Cuando llegó a la Subsecretaría, el propio Téllez trató de eliminar las especulaciones. No llega por su relación con el presidente, declaró, sino por sus conocimientos. Pero lo que no sabía era que Purificación Carpinteyro había comenzado a investigarlo e intrigarlo con Calderón desde antes de ser su subalterna. Estuvo a punto de lograrlo, pero el manejo de Téllez durante la tragedia de Juan Camilo Mouriño abortó el proceso. En choques permanentes, ella se alió con los enemigos del secretario incrustados en el sector de las telecomunicaciones para destruirlo. Lo intentó durante una cerrada reunión de gabinete en la cual le quiso entregar al presidente una serie de grabaciones de origen sospechoso sobre presuntas irregularidades de Téllez. Ni siquiera su cercano amigo pudo aguantar esa osadía, y en esa reunión Calderón decidió el destino de Purificación.
La falta de un buen trabajo político que colocara bálsamo sobre las heridas, impidió que las cosas llegaran a buen puerto. Las grabaciones terminaron en la prensa, y días después aparecieron los audios. Téllez y la Secretaría de Comunicaciones presentaron una denuncia en la PGR para determinar quién o quiénes eran los responsables en ese caso de espionaje y por el uso de materiales obtenidos ilegalmente. Las sospechas caen sobre la guerrera Purificación.
Ella se ha defendido, pero por primera vez, en las entrevistas que ha dado, utiliza una ironía que apenas si esconde el nerviosismo. Se pasó una vez más en la agresividad. En vísperas de entregar las grabaciones a la prensa, su esposo le dijo que lo pensara dos veces, que no actuara con tanta víscera, que se tranquilizara. Ella dijo que no, que actuaría de inmediato y que se vengaría de Téllez. Ganó el primer round, pero hacia la mitad de esta pelea, el rendimiento empieza a ser decreciente.
kikka-roja.blogspot.com/
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