- Frente a la alerta sanitaria, la SEP ya olvidó a los niños
- No les ha explicado en lenguaje sencillo qué ocurre: sicóloga
- El bombardeo informativo les genera sentimiento de desprotección
- No les ha explicado en lenguaje sencillo qué ocurre: sicóloga
- Frente a la alerta sanitaria, la SEP ya olvidó a los niños
- El bombardeo informativo les genera sentimiento de desprotección
Rosa Elvira Vargas
Hace más de una semana que los niños no van a la escuela. Desde entonces se han visto obligados a permanecer recluidos en sus casas, expuestos a la información excesiva, pero al mismo tiempo incomprensible, sobre el brote de influenza A/H1N1 que se transmite por la televisión. Además, la Secretaría de Educación Pública (SEP), más allá de las disposiciones administrativas, no ha salido a explicarles en lenguaje sencillo qué está pasando ni a darles alternativas. Todo ello ha tenido como efecto inmediato un sentimiento de desprotección emocional y angustia, precisamente en el sector al cual las autoridades de salud anuncian como su principal objeto de cuidado: los niños. La sicóloga Patricia Robles, especialista en atención de niños y adolescentes, explica: Las mentiras piadosas, como decirles que no está pasando nada o que todo es un invento del gobierno, no contribuyen a hacer que ellos se sientan protegidos. Tampoco ayuda llamar al asunto periodo vacacional, pues lo que sí saben es que existe riesgo para ellos y sus familias. Así, edulcorar o disfrazarles la realidad, abunda la especialista, sólo refleja ante los niños la verdadera angustia de sus padres, porque salvo los muy pequeñitos es evidente que todos han estado atentos a la información y saben lo que está pasando. Tampoco sirve recurrir al argumento de las vacaciones, porque cuando realmente las tienen pueden visitar a sus amigos, ir al parque, al cine. En suma, socializar. Sus papás planean ir a otros lados para estar juntos, y nada de ello ocurre ahora”.
Hace más de una semana que los niños no van a la escuela. Desde entonces se han visto obligados a permanecer recluidos en sus casas, expuestos a la información excesiva, pero al mismo tiempo incomprensible, sobre el brote de influenza A/H1N1 que se transmite por la televisión. Además, la Secretaría de Educación Pública (SEP), más allá de las disposiciones administrativas, no ha salido a explicarles en lenguaje sencillo qué está pasando ni a darles alternativas. Todo ello ha tenido como efecto inmediato un sentimiento de desprotección emocional y angustia, precisamente en el sector al cual las autoridades de salud anuncian como su principal objeto de cuidado: los niños. La sicóloga Patricia Robles, especialista en atención de niños y adolescentes, explica: Las mentiras piadosas, como decirles que no está pasando nada o que todo es un invento del gobierno, no contribuyen a hacer que ellos se sientan protegidos. Tampoco ayuda llamar al asunto periodo vacacional, pues lo que sí saben es que existe riesgo para ellos y sus familias. Así, edulcorar o disfrazarles la realidad, abunda la especialista, sólo refleja ante los niños la verdadera angustia de sus padres, porque salvo los muy pequeñitos es evidente que todos han estado atentos a la información y saben lo que está pasando. Tampoco sirve recurrir al argumento de las vacaciones, porque cuando realmente las tienen pueden visitar a sus amigos, ir al parque, al cine. En suma, socializar. Sus papás planean ir a otros lados para estar juntos, y nada de ello ocurre ahora”.
Ningún periodo de tranquilidad
Por el contrario, añade, éste no es un periodo de tranquilidad, porque todos deben estar pendientes de cómo evoluciona la emergencia sanitaria. Tan no lo es, que muchos no están haciendo nada. No aprovechan, como sugiere el gobierno, para arreglar la casa y otras cosas, porque el impacto ha sido muy fuerte, y ante el temor de que ocurra algo se inmovilizan. Los medios, lamenta Patricia Robles, han entrevistado en esta crisis a todo tipo de especialistas: neumólogos, infectólogos, entre otros, pero no a quienes están en el ámbito de la salud mental. Como si la subjetividad en todo esto estuviera anulada desde el primer día. Eso se advierte, puntualiza, en las preguntas que hace la gente. Si los niños pueden ir a visitar a los abuelos, si alguien puede besar a su esposa o tener encuentros sexuales con ella. En todo eso entra la subjetividad, y hay especialistas para abordarlo. Para los niños el impacto es muy fuerte al impedirles, como se hace, el contacto humano, pero tampoco les ofrecen opciones frente a la necesidad de permanecer en la casa. Lo que es muy interesante en esta coyuntura es que no se ha planteado a la sociedad qué hacer sin lo que está acostumbrada, como ir al cine, a los restaurantes, etcétera. En suma, en estos 10 días los niños se han visto muy limitados, inclusive más que los adultos. Para ellos, el lugar de convivencia social más importante es la escuela, y cuando no están en horario de clases pues están la casa y la comunidad, pero ahora ni siquiera eso, porque también les han dicho que hay riesgos ahí. Ante ello, Patricia Robles recomienda que una vez que pase la crisis debe darse seguimiento al caso. Que los chicos puedan hablar, como se hizo cuando ocurrió el terremoto de 1985, porque al tratarse de algo inédito que encara la sociedad los expertos deben colaborar, estimular el contacto humano y, al mismo tiempo, promover la protección y la salud. Hoy, la socialización se da en el supermercado. Los niños corren con el carrito, pero al mismo tiempo es muy fuerte ver que se hacen a un lado cuando alguien les pasa cerca. Les da miedo, apunta. Previene sobre la posibilidad de que el cierre de escuelas se prolongue hasta la semana entrante. Si eso ocurre, las autoridades educativas deben dar respuestas a los niños. Aunque sea algo inédito, eso ya debería haberse planteado. Hay que dar alternativas para atender a los chicos, porque no pueden seguir encerrados en sus casas sin hacer nada. Es lamentable que hasta ahora la SEP no haya aparecido para ofrecer salidas pedagógicas frente a esta situación, concluyó.
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