“Le pedí a Dios no enfermarme, pero si es su voluntad, adelante”, señaló Jéssica Prado Entrala, de 30 años de edad, quien junto con su esposo y sus tres hijos pasa la cuarentena en su vivienda de la unidad El Reloj, ubicada en la zona oriente de este municipio
NO PUEDE SER QUE QUE SE ENSAÑEN CON LA GENTE HUMILDE, SI TUVIERAN DINERO, ESTARIAN DE REGRESO A SUS ACTIVIDADES, SIN DISCRIMINACION.El Universal
LIBRE DEL VIRUS ¡¡ esa cosa se va¡¡
el virus sobrevive 2 horas en superficie, lo aniquila los rayos del sol
Quieren matar el espiritu de los mexicanos. PINCHES PANISTAS
Miércoles 13 de mayo de 2009
juan.barrera@eluniversal.com.mx
TULTITLÁN, Méx.— “Le pedí a Dios no enfermarme, pero si es su voluntad, adelante”, señaló Jéssica Prado Entrala, de 30 años de edad, quien junto con su esposo y sus tres hijos pasa la cuarentena en su vivienda de la unidad El Reloj, ubicada en la zona oriente de este municipio. El 26 de abril su hijo mayor, Héctor Ramos Prado, de 17 años, enfermó de influenza AH1N1 y posteriormente le confirmaron que ella y su hijo Maximiliano, de 10 años, también estaban contagiados. Su esposo Héctor Ramos Galicia, de 38 años, y su hijo Marco Polo, de nueve años, son portadores del virus, pero no están enfermos. En un mueble de la sala están acomodadas cuatro botellitas de fosfato de oseltamivir, que “sabe muy feo”. El matrimonio y los dos niños deben tomarlo durante cinco días, pues el joven Héctor concluyó su tratamiento y esperan resultados de análisis para saber si ya está libre del virus. Hasta la unidad El Reloj llegaron Elsa Rodríguez Valenzuela y su esposo Gilberto Chávez Hernández, del DF, quienes protegidos con guantes de látex y cubrebocas llevaron alimentos, detergentes, cloro y otros productos luego de enterarse a través de EL UNIVERSAL de los problemas que enfrenta el matrimonio por la cuarentena y por no tener recursos económicos. “Lo más importante es esto, no sólo de pan vive el hombre”, destacó Elsa al ofrecer una Biblia. Tanto ella como Gilberto pertenecen a una Iglesia cristiana, cuyos integrantes cooperaron para llevar la ayuda. Otras personas también apoyaron económicamente y con alimentos a Jéssica y su familia, que por falta de dinero no habían podido comprar los medicamentos que les recetaron, sobre todo unas vitaminas para Héctor, quien permanece dormido en su habitación la mayor parte del tiempo. Jéssica destacó que muchas personas creen que el virus AH1N1 es mentira, “pero yo no iba a jugar con algo tan preciado como mis hijos. Los invito a que nos visiten y constaten que realmente estamos enfermos”. Jéssica acudió ayer al Hospital Naval Militar, en donde su familia es atendida, pues tenía severos dolores en todo el cuerpo. Relató que la situación que enfrentan se aligeró un poco debido a que lectores de EL UNIVERSAL depositaron mil 300 pesos a su cuenta bancaria, número 62-9015159-8, de HSBC, y llevaron hasta su domicilio garrafones de agua potable y alimentos. También compañeros de trabajo de su esposo aportaron mil 500 pesos. A pesar de su aislamiento, la familia Ramos Prado recibe algunas visitas, como la madre de Jéssica, quien lleva algo de comer a los niños, o un vendedor que ofreció una cura para la influenza a precio de 5 mil pesos, o la novia y los amigos del joven Héctor.