Víctor M. Toledo
La historia reciente del país ha sido, desde la perspectiva democrática, de trampas, fraudes y manipulaciones. Una fórmula recurrentemente utilizada por las elites del poder ha sido la diseminación masiva de falsedades, convencidas de que una mentira divulgada miles de veces termina por volverse una verdad. Este fue el principio utilizado por el nazismo y otros regímenes totalitarios y aún hoy es usado, pero a una escala mucho mayor, a través de los poderosos medios de comunicación de masas. En México esta práctica persiste, dado los monopolios que existen en la televisión y la radio. Por ejemplo, la mancuerna Televisa y Tv Azteca puede manipular, burda o sutilmente, la mente de millones de mexicanos. Basta una noticia sesgada, una frase sacada de contexto o una imagen trucada para impactar a millones de votantes. Por fortuna, la palabra precisa es podían, pues hoy ha aparecido un pequeño David capaz de doblegar a esos emporios: las redes sociales (RS).
Politólogos como César Cancino hacen notar la diferencia nítida que existe entre estos dos ámbitos de la comunicación moderna. Mientras que que emiten Tv y Radio es unidireccional, vertical, del medio al receptor, sin posibilidad alguna de interacción o diálogo, las RS conectan simultáneamente a miles de personas de manera horizontal, desde sus propios intereses y necesidades, y sin mayor límite que su creatividad.