Agustín Basave es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford. Su libro más reciente es Mexicanidad y esquizofrenia (Océano, 2010); actualmente es Director de Posgrado de la Universidad Iberoamericana.
09 de febrero de 2012
Se impuso la sensatez. Al elegir a Josefina Vázquez Mota, el PAN decidió darse la candidatura más competitiva posible y se ahorró la ingrata tarea de explicar a la opinión pública por qué perdió quien llevaba una enorme ventaja en todas las encuestas. Pero ahora viene lo bueno. Si bien la contienda interna le permitió monopolizar por un tiempo los reflectores mediáticos, la disputa se tornó tan ríspida que acaso no pase un análisis costo-beneficio. La rudeza innecesaria de Ernesto Cordero —en el Supertazón le habrían dado varios castigos de 15 yardas— dejó fisuras adentro, reflejó una rijosidad que puede ahuyentar a los electores de afuera y dio municiones que Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador usarán contra ella. Y es que la democracia intrapartidista es mejor que el dedazo, pero es peligroso ir de la urbanidad aburrida al encono pirotécnico.
¿Cuáles son los pros y contras de JVM? Es inteligente y tiene experiencia y tablas, y ser mujer le dará más ventajas que desventajas porque será una competidora incómoda para EPN y AMLO y podrá contrarrestar los prejuicios machistas dando signos de firmeza de mando. Además, ha tendido puentes con dirigentes priístas y perredistas y con diversos sectores de la sociedad civil, lo cual no será un recurso menor. Lo que le perjudicará es su herencia. No es seguro que vaya a recibir la aprobación del Presidente ni que los misiles antipriístas de la PGR den en el blanco o la beneficien a ella y sí lo es que resentirá su desgaste, tanto por las condiciones microeconómicas como por la inseguridad. El temor y el enojo provocados por la violencia que desgarra al país, especialmente, será un arma de dos filos que puede cortarla.
A querer o no, JVM será la candidata del statu quo. Su discurso de panista no calderonista la sitúa en una posición intermedia que complicará su “marca” electoral. Tendrá enfrente a dos rivales que se han granjeado parte del voto blando posicionándose en el imaginario colectivo: EPN se vende como la opción de la eficacia y el cambio de la gobernabilidad y AMLO se presenta como la alternativa justiciera y el cambio radical. A JVM no le será fácil adoptar como identidad el cambio con continuidad porque en cierto modo ese espacio ya lo ocupa EPN y porque, aunque asumir que las masas sólo votan por una cara bonita es subestimarlas, creer que procesan bien las sutilezas es sobrevalorarlas. Quedan muchos indecisos por convencer, y JVM tiene que proyectar una imagen llana y sin ambigüedades y una idea fuerza atractiva para la sociedad.
Ahora bien, si bien el problema de la ambivalencia hacia el Presidente no se da con el PAN, no le conviene apoyarse demasiado en un partido que no está en su mejor momento. Por un lado, la admirable brega de eternidad por la democracia pareció ir en sentido contrario en el 2006 y en estas primarias. Por otro, el poder ha manchado el emblema de honradez que le legaron sus viejos dirigentes y hoy no es ajeno a la corrupción; casos como el del alcalde corrupto pero popular al que prefirieron perdonar con tal de conservar su base social lo hacen vulnerable. De hecho, el razonamiento que mucha gente esgrime para explicar su intención de voto de cara a la elección de julio es que los gobiernos panistas han demostrado que todos los partidos se corrompen pero que el PRI es más eficaz para corromper. Desde luego, esto no quiere decir que sea necesario que actúe como panista vergonzante, lo cual le restaría credibilidad. No hay que olvidar que pese a estar desgastado, el panismo actual acaba de reivindicar la tradición libertaria del panismo histórico: por si quedaban dudas de la victoria de FCH sobre el precandidato favorito de Vicente Fox, ahora JVM ha derrotado al delfín de FCH.
¿Cuál será entonces la marca que distinga a JVM de sus adversarios? ¿Le sería provechoso sustentar su campaña en el contraste con el PRI recordando su pasado autoritario y corrupto en una contienda que no está polarizada y con un padrón con tantos jóvenes a quienes eso no les dice nada? ¿Entusiasmaría a los switchers que le arrebatara a EPN el apadrinamiento de las reformas “modernizadoras” —la energética, la laboral— y mostrarse como la abanderada del progreso, o que priorizara la educación, o que con los antecedentes de FCH prometiera inversiones y proclamarse la presidente del empleo? Quizá no le quede más remedio que sucumbir a las presiones que la orillan a asumir como estandarte, si no la defensa a ultranza de la guerra calderonista contra el crimen como lo habría hecho Cordero, sí el tema de la seguridad, así sea con una estrategia diferente. Los riesgos están claros: por un lado, los matices pueden pasar desapercibidos; por otro, el apoyo de los electores atemorizados puede ser menor que el rechazo de los enojados e incluso de los esperanzados.
Será interesante observar los movimientos en el tablero del PAN. La desventura de la modernidad democrática hará que, aunque la agenda sea amplia y se hable de mucho, los candidatos queden estereotipados. JVM no la tiene fácil, pero si encuentra y logra arraigar el mejor estereotipo tendrá con qué triunfar.
@abasave
Director de Posgrado de la Universidad Iberoamericana
. . .