Los límites del neoliberalismo (I)
ENRIQUE SEMO
13 DE ABRIL DE 2012 ·
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El periodo que hoy vivimos no está suspendido en el limbo sin pasado y sin futuro. Es difícil entenderlo sin relacionarlo con nuestra historia o intentar hacer una prognosis sobre su futuro. Al contrario, tiene antecedentes muy claros. Lo podemos definir recurriendo al concepto de Gramsci de revolución pasiva o revolución desde arriba, que aplicada a un país dependiente como el nuestro se transformaría en modernización pasiva o modernización desde arriba. Esta forma de cambio social y económico designa el intento autoritario de un hombre fuerte, dictador o rey, apoyado en una burocracia dominante y sectores de la clase hegemónica, que pretende introducir en un país atrasado las reformas necesarias para ponerlo al nivel de los países desarrollados, sin consultar al pueblo, obligándolo a cargar con los costos de las reformas y recurriendo en todos los casos necesarios a la represión o la cooptación.
Quizás el mejor ejemplo de revolución pasiva sea la de Bismarck (1815-1904), genial político que llevó a la Alemania atrasada a transformarse en un gran imperio cuya constitución se firmó en el París ocupado por las tropas alemanas; en una gran potencia industrial que rápidamente disputó la hegemonía mundial a Inglaterra y a las otras potencias. Pero esta revolución pasiva fue exitosa –desde el punto de vista de los objetivos de Bismarck y los círculos junker– y, como lo veremos más adelante, nuestras modernizaciones pasivas no.
ENRIQUE SEMO
13 DE ABRIL DE 2012 ·
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El periodo que hoy vivimos no está suspendido en el limbo sin pasado y sin futuro. Es difícil entenderlo sin relacionarlo con nuestra historia o intentar hacer una prognosis sobre su futuro. Al contrario, tiene antecedentes muy claros. Lo podemos definir recurriendo al concepto de Gramsci de revolución pasiva o revolución desde arriba, que aplicada a un país dependiente como el nuestro se transformaría en modernización pasiva o modernización desde arriba. Esta forma de cambio social y económico designa el intento autoritario de un hombre fuerte, dictador o rey, apoyado en una burocracia dominante y sectores de la clase hegemónica, que pretende introducir en un país atrasado las reformas necesarias para ponerlo al nivel de los países desarrollados, sin consultar al pueblo, obligándolo a cargar con los costos de las reformas y recurriendo en todos los casos necesarios a la represión o la cooptación.
Quizás el mejor ejemplo de revolución pasiva sea la de Bismarck (1815-1904), genial político que llevó a la Alemania atrasada a transformarse en un gran imperio cuya constitución se firmó en el París ocupado por las tropas alemanas; en una gran potencia industrial que rápidamente disputó la hegemonía mundial a Inglaterra y a las otras potencias. Pero esta revolución pasiva fue exitosa –desde el punto de vista de los objetivos de Bismarck y los círculos junker– y, como lo veremos más adelante, nuestras modernizaciones pasivas no.