Viraje en Francia
La victoria del socialista François Hollande en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas ayer en Francia trasciende con mucho las fronteras de ese país, y adquiere, en la presente circunstancia de crisis sin fondo y ajustes salvajes impuestos a las poblaciones del viejo continente un significado alentador. El primer hecho destacable del resultado comicial es que la ciudadanía francesa ha votado, en forma mayoritaria, por una propuesta distinta a la receta que la Unión Europea –bajo la influencia directa de la canciller alemana, Angela Merkel– ha venido imponiendo en Grecia, Italia, España y otros países: austeridad, recesión, destrucción de derechos, demolición de los servicios de educación, salud y vivienda. “La austeridad –ha dicho Hollande– no puede ser una condena”, y esa frase resume la clave principal de su victoria.
La victoria del socialista François Hollande en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas ayer en Francia trasciende con mucho las fronteras de ese país, y adquiere, en la presente circunstancia de crisis sin fondo y ajustes salvajes impuestos a las poblaciones del viejo continente un significado alentador. El primer hecho destacable del resultado comicial es que la ciudadanía francesa ha votado, en forma mayoritaria, por una propuesta distinta a la receta que la Unión Europea –bajo la influencia directa de la canciller alemana, Angela Merkel– ha venido imponiendo en Grecia, Italia, España y otros países: austeridad, recesión, destrucción de derechos, demolición de los servicios de educación, salud y vivienda. “La austeridad –ha dicho Hollande– no puede ser una condena”, y esa frase resume la clave principal de su victoria.