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domingo, 13 de agosto de 2006

Discurso, Resistencia y Movilizaciones

Pide AMLO movilizarse si gana Calderón.
El tabasqueño pidió a sus simpatizantes llevar la movilización a sus últimas consecuencias.
Grupo Reforma Ciudad de México (13 agosto 2006).- El candidato de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, adelantó este domingo que no levantarán los campamentos que mantienen en el Zócalo y en Reforma y llamó a sus simpatizantes a movilizarse ante un eventual triunfo del candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón. Por ello, adelantó cuatro acciones a llevar a cabo de consumarse, dijo, la imposición del candidato de la derecha:
1.- Movilización al lugar en donde se pretenda entregar la constancia de mayoría a Felipe Calderón.
2.- Movilización para estar presentes el 1 de septiembre, fecha del VI Informe Presidencial de Vicente Fox.
3.- Celebración del aniversario de la Independencia en el Zócalo capitalino, la noche del 15 de septiembre.
4.- Organización de una Convención Nacional Democrática con representantes de todos los pueblos del País para determinar el rumbo de la resistencia civil, el 16 de septiembre. Así, a pregunta expresa del abanderado del sol azteca, sus simpatizantes aceptaron las medidas de movilización propuestas por él."De algo ya estamos seguros, aqui ya hay una decisión tomada de ante mano, esa decision es el sentir de todos. Va en dirección de que no vamos a permitir la imposición. El objetivo de nuestro movimiento es salvar la democracia", destacó. Además, López Obrador llamó a defender cinco objetivos en nombre de la democracia:
1.- "Combatiremos la pobreza y la desigualdad en nuestro país. Es insoportable que una minoría rapaz lo tenga todo.
2.- "Defenderemos el patrimonio de la nación, no permitiremos la privatización bajo ninguna modalidad de electricidad, petróleo, educación y seguridad pública.
3.- "Haremos valer el derecho público a la información. La tarea de los medios de comunicación es de interés público y deben garantizar espacios a todas las manifestacions sociales y políticas de nuestro País. Así como brindar información veraz y oportuna.
4.- "Enfrentaremos la corrupción y la impunidad. El gobierno no puede signifcar privilegios y corrupción, tiene que castigarse a quienes comentan abusos desde el poder.
5.- "Llevaramos a cabo una renovación tajante de la instituciones, todas las instituciones civiles, no permitiremos que las garantías se sigan pisoteando. Porque las instituciones se encuentran secuestradas a los designios de una camarilla". Y agregó que para lograrlo, la principal fuerza del movimiento que encabeza será la movilización ciudadana y el apoyo y respaldo al pueblo. El perredista felicitó a sus seguidores y a él mismo por formar parte de un movimiento que "está dando una lección democrática nuestro País y al mundo".


Se extiende a septiembre la movilización ciudadana
La primera, el día que se diera constancia de mayoría a Calderón
Llama AMLO a combatir la pobreza, impedir las privatizaciones de energéticos, hacer valer el derecho a la información y una renovación tajante de las instituciones
ANDREA BECERRIL
Aquí nos quedamos: Andrés Manuel López Obrador
En un Zócalo pintado ayer nuevamente de amarillo, Andrés Manuel López Obrador puso a consideración de sus miles de simpatizantes otras movilizaciones masivas que se extenderán, por lo pronto, hasta el 16 de septiembre en caso de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) avale ''el fraude'' del 2 de julio y ''se consume la imposición'' de Felipe Calderón. La primera movilización será el día en que eventualmente se entregue la constancia de mayoría al ''candidato de la derecha'', y habrá otra protesta multitudinaria el primero de septiembre, fuera de San Lázaro, cuando el ''traidor a la democracia, Vicente Fox'', rinda su último informe de gobierno. La multitud aprobó esas medidas de resistencia civil, al igual que celebrar ahí, frente a Palacio Nacional, las fiestas de Independencia el próximo 15 de septiembre, y un día después -fecha en que se desarrolla el tradicional desfile militar- mantener también ocupada la Plaza de la Constitución con la Convención Nacional Democrática. Estamos preparados para resistir ''¡Ni un paso atrás, ni un paso atrás!'', fue el grito que se convirtió en un coro inmenso, cuando el tabasqueño preguntó si mantendrán el megaplantón que va del Zócalo a Paseo de la Reforma, y que lleva ya 15 días. ''Con toda seguridad podemos decir que estamos preparados para resistir el tiempo que sea necesario, que podríamos estar aquí por años.'' En su mensaje, López Obrador recordó a los magistrados del TEPJF que tienen la oportunidad y el desafío de ''tomar una decisión pensando en México'' porque, de su lado, está decidido a no aceptar un gobierno ilegal y un presidente espurio. ''Hay que actuar y hablar con la verdad. Hubo fraude y el tribunal tiene en sus manos la salida: transparentar la elección''. Lo que el TEPJF decida ''definirá la profundidad y el rumbo de nuestro movimiento'', recalcó el candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos, mientras los ciudadanos de todo el país que desde hace 15 días acampan del Zócalo a la fuente de Petróleos no dejaban de corear consignas contra el fraude. Definió luego: ''Si la voluntad popular es eliminada por el interés y el capricho de los ricos y los poderosos'', ese movimiento popular impulsará las transformaciones que necesita el país, y citó cinco acciones prioritarias: combatir la pobreza y la desigualdad; impedir la privatización de los energéticos; hacer valer el derecho a la información, ya que los medios son de interés público y deben ser objetivos; combatir la corrupción, y ''una renovación tajante'' de las instituciones. ''Que se lea y que se escuche bien: ya no permitiremos que la libertad, la justicia y la democracia estén a expensas de instituciones dominadas por intereses creados y administradas por hombres y mujeres sin integridad ni decoro.'' Concluyó su intervención con una frase: ''Líder no va a faltar'', y el compromiso de que seguirá en esta lucha ''hasta sus últimas consecuencias''.

A continuación, el discurso íntegro de Andrés Manuel López Obrador.

Amigas, amigos:

Me da, como siempre, mucho gusto estar con ustedes. Me comprometí ayer con ciudadanos, mujeres, hombres, con gente de Chiapas, a que les iba a dar un saludo de parte de todos ellos y estoy cumpliendo. Allá en Chiapas estuvimos en la región del Soconusco; allá todos están pendientes, están atentos, están de pie y en lucha por la justicia y por la democracia. Muchas gracias a todas, a todos ustedes, a familias enteras, a la gente mayor, jóvenes, niños, a todos los aquí presentes. Es para mí un honor compartir esta plaza con mexicanas y mexicanos conscientes y dignos, que luchan por un México mejor, más justo y más democrático. El candidato de la coalición Por el Bien de Todos, ayer en el Zócalo Foto Carlos Ramos Mamahua Mi sincero reconocimiento a todos por el esfuerzo y el sacrificio que han hecho para sostener y fortalecer nuestro movimiento, para mantener viva esta lucha, esta resistencia a pesar de todo, a pesar de las inclemencias del tiempo, de la lluvia, del frío, de todas las incomodidades. Gracias por su entrega desinteresada. Ayer que estuve en Chiapas, cuando saludaba a la gente fue constante el que me expresaran que no me dejara, que no nos dejáramos, y yo les digo a los compañeros de Chiapas, a mujeres y hombres, que no nos vamos a dejar ni nos vamos a rajar. La resistencia civil pacífica que iniciamos hace unas semanas, hace 15 días, está dando una lección democrática a nuestro país y al mundo; está demostrando en los hechos que se pueden defender los derechos sin violencia, pero con firmeza y decisión. Me siento orgulloso de ser parte de este movimiento, de compartir con ustedes, amigas y amigos, convicciones y esperanzas. Hemos cumplido, como dije, 15 días desde que decidimos quedarnos en asamblea permanente y acampar en el centro de la ciudad para hacer valer nuestra sencilla demanda de que se cuenten todos los votos; la demanda, la consigna de voto por voto, casilla por casilla, y dejar de esta manera a salvo la democracia. Han sido días intensos de movilizaciones, de las manifestaciones más grandes de la historia de nuestro país, de jornadas de amplia participación ciudadana; la más decidida y constante que hayamos visto en los últimos tiempos en México. Todas nuestras acciones de resistencia civil pacífica se han llevado a cabo sin incidentes. No se ha maltratado ni agredido a nadie. No se ha dañado ningún monumento, ningún edificio. Al contrario, hemos dado ejemplo de organización, de disciplina y de limpieza. Hemos logrado construir una hermosa convivencia ciudadana en calles y plazas, hemos ejercido nuestro derecho constitucional con imaginación y con inteligencia. Como parte de nuestra resistencia civil se echó a andar la autorganización y la solidaridad de los ciudadanos. En particular, muchos hombres y mujeres inteligentes y sensibles, parte de lo mejor de nuestro país, han impulsado un movimiento cultural que ha hecho de la música, de la pintura, de la palabra, del baile, de la fiesta y de la alegría, parte de nuestra resistencia. Hoy en la ciudad de México se respira una cultura democrática, con la participación colectiva y el rechazo a las conductas corruptas heredadas del sistema autoritario. La esencia de nuestro movimiento es la tolerancia y el respeto a las diferencias, la promoción de la diversidad y la defensa de un proyecto incluyente de nación, de un México para todos. Hemos demostrado la decisión y la capacidad de organización de nuestro pueblo. Con toda seguridad podemos decir que estamos preparados para resistir el tiempo que sea necesario, que podríamos estar aquí por años, si así lo ameritan las circunstancias. Aún nos falta decidir qué acciones específicas adoptaremos de acuerdo con el tiempo y las circunstancias. Pero de algo estamos seguros: aquí ya hay una decisión tomada de antemano. Esa decisión, que es el sentir de todas y de todos, va en dirección de que no vamos a permitir la imposición. El objetivo de nuestro movimiento es salvar la democracia y hacer valer la Constitución Política mexicana, que en su artículo 41 establece que la soberanía popular, base de nuestras instituciones, se expresa a través de elecciones libres y auténticas en las que deben regir los principios de certeza, legalidad, equidad, imparcialidad y transparencia. Y si no se respeta el voto ciudadano, se están socavando las bases democráticas de la República y se está violando la Constitución. Pero el pueblo ha dicho: ¡Hasta aquí! ¡Se acabó la República simulada! ¡Nunca más la violación a los principios que garantizan el interés general, el interés del pueblo! ¡Nunca más instituciones dominadas por el poder y el dinero! ¡Nunca más aceptaremos el engaño y la mentira como forma de gobierno! ¡Nunca más permitiremos que se instaure un gobierno ilegal e ilegítimo en nuestro país! Aquí y ahora comenzará, está comenzando, una etapa nueva de la vida pública de México. Con el apoyo y la decisión de la gente, con el poder soberano del pueblo, llevaremos a cabo, con ese poder ciudadano, los cambios y las transformaciones que necesita el país. Básicamente tenemos que pensar en cinco objetivos: 1. Combatiremos la pobreza y la monstruosa desigualdad imperante en nuestro país. Ya es insoportable que una minoría rapaz lo tenga todo, mientras la mayoría de los mexicanos carece hasta de lo más elemental e indispensable. Además, sin justicia no habrá garantías de seguridad ni tranquilidad para nadie. Tampoco habrá paz social. La paz es fruto de la justicia. 2. Defenderemos el patrimonio de la nación. No permitiremos que sigan enajenando los bienes nacionales. No permitiremos la privatización, bajo ninguna modalidad, de la industria eléctrica, del petróleo, de la educación pública, de la seguridad social y de los recursos naturales. 3. Haremos valer el derecho público a la información. La apertura de los medios de comunicación ha sido una conquista de los mexicanos. No permitiremos un retroceso. La tarea de los medios de comunicación es de interés público y, por tanto, los medios de comunicación deben garantizar espacios a todas las expresiones sociales, culturales y políticas de México. Entre sus obligaciones sociales está la de brindar información veraz y objetiva a la población, que sirva de base para que ésta participe de manera consciente y libre en la toma de decisiones y en la vida nacional. 4. Enfrentaremos la corrupción y la impunidad. No aceptamos, rechazamos totalmente, el Estado patrimonialista. El gobierno no puede seguir siendo un comité al servicio de una minoría. Ejercer el gobierno no puede significar privilegios ni corrupción. Tiene que castigarse a quienes cometen abusos desde el poder y despojan de su patrimonio a los mexicanos. 5. Llevaremos a cabo una renovación tajante de las instituciones. Renovaremos las instituciones, todas las instituciones civiles. No permitiremos que los principios constitucionales y las garantías individuales se sigan pisoteando, porque las instituciones encargadas de proteger estos derechos se encuentran secuestradas y sometidas a los designios de una camarilla. Ya no estamos dispuestos a permitir que la política hacendaria y fiscal se aplique sólo en beneficio de banqueros y de traficantes de influencias. Ya no estamos dispuestos a permitir que la Suprema Corte esté al servicio de potentados y se proteja a delincuentes de cuello blanco. Amigas y amigos: En esencia, se trata de hacer a un lado la República simulada, de hacer a un lado la farsa, se trata de pasar al terreno de las transformaciones profundas que México requiere. En otras palabras, con la decisión del tribunal electoral se definirá la profundidad y el rumbo de nuestro movimiento. Siempre hemos sostenido que nuestro propósito es el de fortalecer las instituciones democráticas. Pero que se lea y que se escuche bien: ya no permitiremos que la libertad, la justicia y la democracia estén a expensas de instituciones dominadas por intereses creados y administradas por hombres y mujeres sin integridad ni decoro. Para remediar todos estos males que aquejan a la nación, para cambiar esta historia de oprobio y de sometimiento, nuestro principal recurso, nuestra principal fuerza es y seguirá siendo la movilización ciudadana, el apoyo, el respaldo del pueblo. Es muy sencillo de explicar: si la voluntad popular es eliminada por el interés o el capricho de los ricos y poderosos, se hace imprescindible luchar por la renovación nacional y por la refundación de las instituciones. En este marco, les propongo, por lo pronto, porque habrá otras medidas, de manera concreta que, si se consuma la imposición, llevemos a cabo lo siguiente: 1. Que nos movilicemos y estemos presentes en el lugar que sea, cuando se pretenda entregar la constancia de presidente electo al candidato de la derecha. 2. Que nos movilicemos para estar presentes también el día primero de septiembre, fecha del informe presidencial de ese traidor a la democracia que es Vicente Fox. 3. Que la noche del 15 de septiembre celebremos aquí el grito de Independencia. 4. Les propongo que al día siguiente de esa fecha histórica, el 16 de septiembre, llevemos a cabo aquí una Convención Nacional Democrática, con representantes de todos los pueblos del país, para decidir en definitiva el papel que asumiremos en la vida pública de México. Ahora bien, conviene, aunque se trate de lo específico, argumentar una vez más el por qué no aceptamos la imposición. No aceptamos la imposición porque, como es de dominio público, estas elecciones no fueron ni limpias ni equitativas ni libres. No fueron elecciones libres porque se usó al gobierno federal y los recursos públicos para comprar votos y se condicionaron los beneficios de los programas sociales a cambio de sufragios para el partido de la derecha. No hubo elecciones equitativas porque Vicente Fox utilizó la institución presidencial para beneficiar al candidato del PAN y para estar constantemente atacándonos. Miren hasta dónde ha llegado el descaro y el cinismo: hace unos días hubo una encerrona de los diputados del PAN y allá estuvo, en un día (hábil) de semana, el Presidente con helicóptero oficial, con el Estado Mayor, utilizando todos los recursos públicos. Eso no corresponde a la actitud de un hombre de Estado, de un estadista. El Presidente se ha comportado como jefe de grupo, como jefe de camarilla, como jefe de partido, no ha estado a la altura de la institución presidencial. Estas elecciones no fueron libres ni limpias porque el Consejo Coordinador Empresarial, que por cierto se ha quedado callado, ha guardado un silencio cómplice después de lo que provocó esa cúpula, violó la ley de manera flagrante al intervenir de forma descarada en contra nuestra. No hubo equidad en la contienda electoral del 2 de julio porque en los medios de comunicación se desató una guerra sucia como nunca se había visto en el país. Ayer que visité Chiapas, están repitiendo exactamente lo mismo. Se fue un equipo, de estos inmorales, corruptos, y ya instalaron un sistema para estar hablando por teléfono en las ciudades de allá, supuestamente haciendo encuestas, pero diciendo que si la gente no sabe que el candidato de la coalición, Juan Sabines, dejó endeudado el ayuntamiento de Tuxtla; que si no sabe la gente que el candidato a gobernador de la coalición es un peligro para Chiapas. Las mismas estrategias. Es decir, estamos ante una situación deplorable de extrema inmoralidad. Si la política es un imperativo ético, lo que están haciendo es exactamente lo contrario a lo que significa y representa este noble oficio de la política. No hubo equidad ni limpieza electoral porque el IFE actuó, como lo sabemos todos, de manera facciosa. Los consejeros ciudadanos fueron nombrados por el candidato de la derecha y por Elba Esther Gordillo, emblema del viejo régimen y, desde luego, actuaron bajo sus condiciones. El Instituto Federal Electoral, que debió actuar como juez, como árbitro, se plegó, se subordinó por entero a los intereses del partido de la derecha y su candidato. No hubo equidad en la contienda porque el Partido Acción Nacional y el gobierno gastaron a manos llenas, rebasando los topes legales de los gastos de campaña. No hubo limpieza ni certeza en los resultados porque se manipuló el sistema de cómputo, se alteraron las actas de escrutinio y de las casillas y se introdujeron votos ilegales. No aceptamos la imposición porque a pesar de que demandamos el recuento de todos los votos, el tribunal se ha negado a que se limpie la elección y a que haya transparencia. Baste decir que, aun en el recuento parcial ordenado por los magistrados, se hicieron evidentes grandes y graves irregularidades, como aquí lo acaba de expresar Horacio Duarte. Por ejemplo, quedó de manifiesto que el Instituto Federal Electoral violó la ley al abrir paquetes electorales los días previos al recuento, sin mandato judicial ni autorización del tribunal. El recuento parcial de casillas demostró que en el conteo distrital, hasta lo que se lleva ahora, el PAN recibió ilegalmente miles de votos de más y a nosotros se nos quitaron sufragios. Aunque nuestros adversarios afirmen que estas irregularidades no afectan el resultado final, hay indicios suficientes de un manejo doloso y fraudulento en todo el país. Por eso seguimos demandando el recuento total. Pero lo más grave es que en los paquetes recontados se encontraron 126 mil boletas de más o de menos. En el primer caso, como aquí se dijo, hay 45 mil boletas que rebasan el número de las que recibieron los funcionarios de casilla. Otras 80 mil boletas simplemente desaparecieron sin explicación alguna. Yo creo que todos tenemos claro lo que esto significa: 45 mil boletas de más, es decir, que muy probablemente se introdujeron en forma ilegal a las urnas, lo que se conoce en el argot de la delincuencia electoral como taqueo. Además, 80 mil boletas que desaparecieron, es decir, que no están en las urnas. Se puede argumentar, como ya hemos escuchado, que los que van a votar, en este caso 80 mil, en una muestra muy pequeña, en vez de introducir la boleta se la llevaron de recuerdo para su casa; es decir, son coleccionistas de boletas. Estamos hablando de una muestra pequeña de 80 mil. Si esto se lleva a lo nacional estaríamos hablando de alrededor de 900 mil o de un millón de papeletas. Esto es algo totalmente inaceptable. Quisiera yo que el tribunal explicara por qué se dan estos casos. Desde luego, nosotros tenemos ya nuestro punto de vista. Nosotros sostenemos que la elección no fue limpia y que se manejaron las boletas de acuerdo con el interés y la conveniencia del partido de la derecha. Es una realidad que se ha querido ocultar y soslayar. He venido observando cómo en los medios de comunicación, con honrosas excepciones, se elude este asunto, se hacen de la vista gorda. La cantaleta es que en el recuento no ha habido alteraciones suficientes. Uno, dos votos de más, de menos, es el coro, es lo que se está repitiendo, pero no se habla de este asunto que es fundamental. Con todos estos elementos, si el tribunal electoral, como dijo Horacio Duarte, aplica la ley, tendrían que anularse muchas de las casillas en las que persisten esas irregularidades. Si así fuera, el resultado cambiaría y tendrían que reconocer nuestro triunfo en la Presidencia. El tribunal tiene la oportunidad y el desafío de tomar una decisión que, no exagero en decirlo, va a resultar de trascendencia histórica, en un sentido o en otro. Este año 2006 va a convertirse en un parteaguas en la historia nacional. Todavía el tribunal puede actuar pensando en México, pensando en las instituciones, pensando en fortalecer las instituciones democráticas. Todavía el tribunal tiene tiempo, tienen tiempo los magistrados para rectificar y hacer valer la voluntad popular expresada el 2 de julio. Por nuestra parte, insisto, nuestra decisión ya está tomada: no permitiremos la imposición. No aceptaremos un gobierno ilegítimo y a un presidente espurio. No permitiremos que se viole la Constitución ni se pisotee la decisión de los ciudadanos. Así, después del balance que hemos hecho sobre este momento, pongo a consideración de esta asamblea, puntualmente, lo siguiente: Les pregunto a todos, a todas: ¿luchamos contra la imposición hasta las últimas consecuencias para dejar a salvo la democracia? Pregunto a ustedes; vamos a pensarlo antes de contestar: ¿vamos a aceptar a un presidente ilegítimo en nuestro país? También quiero que piensen lo que voy a plantear: ¿nos vamos a quedar el tiempo que sea necesario en los campamentos? ¿Nos vamos a quedar el tiempo que sea necesario? ¿Nos vamos a movilizar al lugar donde, en su caso, se dé la constancia de mayoría al presidente espurio? ¿Vamos a estar presentes y vamos a convocar para congregarnos el primero de septiembre, el día del informe en San Lázaro? ¿Celebramos aquí, en el Zócalo, en esta plaza pública y en las principales plazas públicas de todo el país, el Grito de Independencia? ¿Llevaremos a cabo, el 16 de septiembre, la Convención Nacional Democrática para tomar decisiones definitivas de mediano y de largo plazos? Para este propósito, con el apoyo de los dirigentes de los partidos de la coalición y de las organizaciones ciudadanas, vamos a empezar a convocar a todos los pueblos de México para congregarnos aquí, si se da la imposición, desde el día 15 en la noche y participar en la Convención Nacional Democrática el día 16 de septiembre. También pregunto a ustedes: ¿continuaremos con la resistencia civil pacífica? Gracias por su respuesta. Una vez, en una entrevista de televisión, un periodista me preguntaba, me emplazaba a que yo dijera hasta dónde íbamos a llegar, y la respuesta que le di fue que hasta donde quisiera el pueblo de México. Vamos a llegar hasta donde ustedes lo quieran y lo decidan. Yo voy a estar siempre con ustedes. Gracias por su apoyo, por su respaldo. Gracias por su respuesta para luchar por la democracia. Hoy, como todos estos días, estamos tomando decisiones importantes. Desde esta plaza dejamos constancia de nuestro mensaje a la nación en favor del respeto a la voluntad popular, base de la República y de las instituciones que de ella emanan. No podemos permitir que se engañe al país, a esta noble nación. No lo merecemos. Por eso hay que actuar y hablar con la verdad. Hubo fraude y el tribunal tiene en sus manos la salida: transparentar la elección y dejar que surja la verdad como único veredicto legal posible. Amigas y amigos: Tengan la certeza de que esta lucha no será en vano, de que estamos cumpliendo con nuestro deber, como lo hicieron otros mexicanos, mujeres y hombres, en otros momentos de la historia, para que nuestra nación, para eso es nuestra lucha, para que nuestra nación florezca y sea verdaderamente libre. Es la hora de defender la democracia y nuestra casa grande, que es la patria. Siempre el pueblo de México va a tener la última palabra. Les digo que estoy orgulloso de ustedes. Son gente excepcional, noble y decidida, dispuesta a defender los derechos y el futuro de todos. Gracias de todo corazón. Gracias por la entrega a esta noble causa. Gracias por su generosidad, por la solidaridad de la población que ha hecho posible nuestra resistencia. Gracias por la comprensión de quienes se ven afectados, pero saben que esta lucha es por todos. Gracias por ser y pensar como somos. Vamos a resistir todas las embestidas y todas las adversidades, porque tenemos principios, porque tenemos ideales, porque estamos defendiendo una causa justa. Tengan la seguridad de que no los voy a traicionar. Líder no va a faltar. Seguiré adelante hasta las últimas consecuencias. No estamos solos, porque estamos juntos, porque somos millones, juntos, forjando el porvenir de nuestra patria.
Muchas gracias, amigas y amigos.

Radio Resistencia y TV por Internet

Desde Milan Italia se transmite con enlaces hasta Oaxaca, Radio universidad de plano esta resguardada por la PFP. Retransmitiendo programas grabados de los compañeros de radio Universidad. IXTLAN, BOICOTERO, SOFIA, TIGRE son los incansables radio resistentes.
link pagina web
Radio Resistencia el sonido de la cuarta república
http://www.internet-radio.org.uk/

link directo
http://radio.internet-radio.org.uk:9000/hector.m3u

link
http://www.myspace.com/radioresistencia




RADIO BEMBA
http://www.radiobembafm.org

RADIO AMLO
http://www.radioamlo.org

TELEVISION
http://www.wwitv.com/television/index.html

POR QUE NO QUEREMOS A LA LEY TELEVISA:

• POR PRIVAR DE FRECUENCIAS A LOS MEDIOS DE SERVICIO SOCIAL COMO LOS MEDIOS PÚBLICOS Y COMUNITARIOS • POR REGALARLES CON COSTO A LA NACIÓN CERCA DE 25, OOO MILLONES DE DÓLARES A LOS CONCESIONARIOS PARA UTILIZAR EL ESPECTRO RADIOELÉCTRICO PARA FINES COMERCIALES EN MATERIA DE TELECOMUNICACIONES


• POR QUE ACADÉMICOS, SINDICATOS, COMUNICADORES, PERIODISTAS Y ORGANIZACIONES SOCIALES LA RECHAZAN • POR QUE NO QUEREMOS UN SOLO TIPO DE MEDIOS REHENES DEL RAIGTING Y EL DINERO • POR QUE NO QUEREMOS SEGUIR TRANSFIRIENDO EL 80% DE LOS FONDOS DE CAMPAÑAS POLÍTICAS A TELEVISA Y TV AZTECA • POR QUE SUS PROMOTORES HAN REHUIDO AL DEBATE • POR QUE EL PAN Y EL PRI HAN PACTADO CON TELEVISA PARA QUE SUS SENADORES APRUEBEN LA LEY A CAMBIO DE PROMOCIÓN DE SUS CAMPAÑAS • POR QUE CREEMOS EN LA DEMOCRATIZACIÓN DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN • POR QUE EL ESPECTRO RADIOELÉCTRICO ES DE TODOS LOS MEXICANOS Y NO SOLO DE LOS QUE PUEDEN PAGA MAS POR UNA CONCESIÓN • El Estado Mexicano se ha comprometido internacionalmente, de acuerdo con el artículo 19, fracción 2. del Pacto Internacionalde Derechos Civiles y Políticos, y con el artículo 13, fracción 2. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pactode San José), a: a) Respetar y garantizar el derecho de toda persona a buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin Consideración de fronteras. b) No restringir el derecho a la libertad de expresión por vías o medios indirectos.


POR ESO NO QUEREMOS LA LEY TELEVISA.
COMUNICADORES DE DESIERTO AC
ASOCIACION MUNDIAL DE RADIOS COMUNITARIAS
POR ESO NO QUEREMOS LA LEY TELEVISA


HOY no pude ir a la asamblea por motivos de una gripa fulminante de ultima hora, pero eso no me detiene para seguir buscando informacion alterna, por supuesto que no me perdi el discurso. Aqui les traigo los links por donde lo escuche. Ya se empiezan a notar fisicamente las medidas de resistencia, Ayer hablaron de parte de seguros Banamex, le dije que NO gracias y punto, el individuo insistió: Alguna razon en especial, me preguntó. Le respondí que si, NO NOS GUSTA NADA QUE VENGA DEL PAN Y DE BANAMEX, el empleado bancario no podia creer lo que sus oidos escucharon, enmudeció, nomás sonrió incredulo y le colgue. Somos muchos en resistencia, lo pueden comprobar escuchando las quejas y chillidos de los empresarios y seremos más.

Resistencia Civil Hoy

Henry David Thoreau
Del deber de la desobediencia civil

Pero junto con ese asceta casi convertido en santo que describe con poesía y acuciosidad la diversidad de fenómenos del bosque en íntima comunión con la naturaleza, existe otro Thoreau, el original pensador y revolucionario que prefirió la cárcel a pagar impuestos que consideraba injustos, que denunció la ignominiosa guerra de 1847 contra México y que estableció el principio de que "bajo un gobierno que encarcela a alguien injustamente, el lugar indicado para el justo es también la prisión"

Hernán Lara Zavala
Acepto de todo corazón la máxima: "El mejor gobierno es el que gobierna menos", y me gustaría verlo puesto en práctica de un modo más rápido y sistemático. Pero al cumplirla resulta, y así también lo creo, que "el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto" y, cuando los hombres estén preparados para él, ése será el tipo de gobierno que tendrán. Un gobierno es, en el mejor de los casos, un mal recurso, pero la mayoría de los gobiernos son, a menudo, y todos, en cierta medida, un inconveniente. Las objeciones que se han hecho a un ejército permanente (que son muchas, de peso, y merecen tenerse en cuenta), pueden imputarse al gobierno como institución. El ejército permanente es sólo un brazo de ese gobierno. El gobierno por sí mismo, que no es más que el medio elegido por el pueblo para ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de originar abusos y perjuicios antes de que el pueblo pueda intervenir. El ejemplo lo tenemos en la actual guerra con México, obra de relativamente pocas personas que se valen del gobierno establecido como de un instrumento, a pesar de que el pueblo no habría autorizado esta medida. Este gobierno de Estados Unidos, ¿qué es sino una tradición, aunque muy reciente por cierto, que lucha por proyectarse hacia la posteridad sin deterioro, pese a ir perdiendo parte de su integridad a cada instante? No tiene ni la vitalidad ni la fuerza de un solo hombre, ya que un solo hombre puede plegarlo a su voluntad. Es una especie de fusil de madera para el pueblo mismo. Sin embargo, no es por ello menos necesario; el pueblo ha de tener alguna que otra complicada maquinaria y oír así su idea de gobierno. De este modo los gobiernos evidencian cuán fácilmente se puede instrumentalizar a los hombres, o pueden ellos instrumentalizar al gobierno en beneficio propio. Excelente, debemos reconocerlo. Tan es así que este gobierno por sí mismo nunca promovió empresa alguna y en cambio sí mostró cierta tendencia a extralimitarse en sus funciones. Esto no hace que el país sea libre. Esto no consolida al Oeste. Esto no educa. El propio temperamento del pueblo estadunidense es el que ha conquistado todos sus logros hasta hoy y hubiera conseguido muchos más si el gobierno no se hubiera interpuesto a menudo en su camino. Y es que el gobierno es un mero recurso por el cual los hombres intentan vivir en paz; y, como ya hemos dicho, es más ventajoso el que menos interfiere en la vida de los gobernados. Si no fuera porque el comercio y los negocios parecen rebotar como el caucho, jamás lograrían salvar los obstáculos que los legisladores les interponen continuamente y, si tuviéramos que juzgar a estos hombres únicamente por las repercusiones de sus actos y no por sus intenciones, merecerían ser castigados y tratados como a los delincuentes que ponen obstáculos en las vías del ferrocarril. Pero, para hablar con sentido práctico y como ciudadano, a diferencia de los que se autodenominan contrarios a la existencia de un gobierno, solicito, no que desaparezca el gobierno, sino un mejor gobierno de inmediato. Dejemos que cada hombre manifieste qué tipo de gobierno tendría su confianza y ése sería un primer paso en su consecución. Después de todo, la auténtica razón por la cual, una vez que el poder está en manos del pueblo, la mayoría acceda al gobierno y se mantenga en él por un largo periodo, no es porque esa mayoría posea la verdad ni porque la minoría lo considere más justo, sino porque físicamente son los más fuertes. Pero un gobierno en el que la mayoría decida en todos los temas no puede funcionar con justicia, al menos tal como entienden los hombres la justicia. ¿Acaso no puede existir un gobierno donde la mayoría no decida virtualmente lo que está bien o mal, sino que sea la conciencia quien lo haga?, ¿donde la mayoría decida sólo en aquellos temas en los cuales sea aplicable la norma de conveniencia? ¿Debe el ciudadano someter su conciencia al legislador por un solo instante, aunque sea en la mínima medida? Entonces, ¿para qué tiene cada hombre su conciencia? Creo que deberíamos ser hombres primero y ciudadanos después. Lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que crea justo. Se ha dicho, y con razón, que una sociedad mercantil no tiene conciencia; pero una sociedad formada por hombres con conciencia es una sociedad con conciencia. La ley nunca hizo a los hombres más justos y, debido al respeto que les infunde, aún los bien intencionados se convierten a diario en agentes de la injusticia. Una consecuencia natural y muy frecuente del respeto indebido a la ley es que uno puede ver una fila de soldados rasos, artilleros, todos marchando con un orden admirable por colinas y valles hacia el frente de batalla en contra de su voluntad, ¡sí!, contra su conciencia y su sentido común, lo que hace que la marcha sea más ardua y se les sobrecoja corazón. No dudan que están involucrados en una empresa infame; todos ellos son partidarios de la paz. Entonces, ¿qué son: hombres o, por el contrario, pequeños fuertes y polvorines móviles al servicio de cualquier mando militar sin escrúpulos? Visítese un arsenal y obsérvese a un infante de marina, eso es lo que puede hacer a un hombre el gobierno estadunidense, o lo que podría hacer un hechicero: una mera sombra y remedo de humanidad; en apariencia es un hombre vivo y erguido, pero mejor diríamos que está enterrado bajo las armas con honores fúnebres y bien podría decirse: "No se oían tambores, ni himnos funerarios cuando llevamos su cadáver rápidamente al baluarte; ningún soldado disparó salvas de despedida sobre la tumba en que enterramos a nuestro héroe." De este modo la masa sirve al Estado, no como hombres sino básicamente como máquinas, con sus cuerpos. Ellos forman el ejército constituido y la milicia, los carceleros, la policía, los ayudantes del alguacil, etcétera. En la mayoría de los casos no ejercitan la libertad ni la crítica ni el sentido moral sino que se igualan a la madera, a la tierra y a las piedras, e inclusive se podrían fabricar hombres de madera que hicieran el mismo servicio. Tales individuos no infunden más respeto que los hombres de paja o los terrones de arcilla. No tiene más valor que los caballos y los perros, y sin embargo se les considera, en general, buenos ciudadanos. Otros, como muchos legisladores, políticos, abogados, clérigos y funcionarios, sirven al Estado fundamentalmente con sus cabezas y, como casi nunca hacen distinciones morales, son capaces de servir tanto al diablo, sin pretenderlo, como a Dios. Unos pocos, como los héroes, los patriotas, los mártires, los reformadores en un sentido amplio, y los hombres sirven al Estado además con sus conciencias y, por tanto, las más de las veces se enfrentan a él y, a menudo, se les trata como enemigos. Un hombre prudente sólo será útil como hombre, y no aceptará ser "arcilla" y "tapar un agujero para detener al viento", sino que dejará esa tarea a los otros:
"Soy de estirpe demasiado elevadapara convertirme en esclavo,en un subalterno sometido a tutela,en un servidor dócil, en instrumentode cualquier Estado soberano del mundo."
Al que se entrega por completo a los demás se le toma por inútil y egoísta; pero al que se entrega sólo en parte, se le considera benefactor y filántropo. ¿Cómo le corresponde actuar a un hombre frente al gobierno estadunidense hoy? Le respondo que no podemos asociarnos con él y mantener nuestra dignidad. No puedo reconocer, ni por un instante, que esa organización política sea mi gobierno y al mismo tiempo el gobierno de los esclavos. Todos los hombres reconocen el derecho a la revolución, es decir, el derecho a negar su obediencia y a oponerse al gobierno cuando su tiranía o su ineficiencia sean desmesuradas e insoportables. Pero la mayoría afirma que ese no es el caso actual, aunque sí fue el caso, dicen, en la revolución de 1775. Si alguien me dijera que aquel fue un mal gobierno porque gravó ciertas mercancías extranjeras llegadas a sus puertos, seguramente no me hubiera inmutado, puesto que puedo vivir sin ellas. Toda máquina experimenta fricción, pero es probable que se trate de un mal menor y contrarreste otros males. En ese caso, sería un gran error mover un dedo para evitarlo. Pero cuando la fricción se convierte en su propio fin, y la opresión y el robo están organizados, les digo: "hagamos desaparecer esa máquina". En otras palabras, cuando una sexta parte de la población de una nación que se ha comprometido a ser refugio de la libertad está esclavizada, y todo un país está injustamente subyugado y conquistado por un ejército extranjero y sometido a la ley militar, creo que ha llegado el tiempo de que los hombre honrados se rebelen y se subleven. Y este deber es tanto más urgente por cuanto que el país así ultrajado no es el nuestro, sino que el nuestro es el invasor.
Paley, reconocida autoridad en temas morales, en un capítulo sobre "Deber de obediencia al gobierno civil", reduce toda obligación ciudadana al grado de conveniencia (William Paley, 1743-1805. La obra a la que alude Thoreau es Principios de filosofía moral y política), y aclara: "…mientras el interés de la sociedad entera lo requiera, es decir, mientras la institución del gobierno no se pueda cambiar o rechazar sin inconvenientes públicos, es la voluntad de Dios que se obedezca a ese gobierno, pero no más allá (…) Admitido este principio, la justicia de cada caso específico de rebelión se reduce a calcular por un lado la proporción de peligro y de daño y, por el otro, la probabilidad y costo de corregirlo." A continuación nos dice, que cada hombre debe juzgar por sí mismo. Pero parece que Paley nunca contempló aquellos casos en los que la regla de conveniencia no es aplicable, es decir, cuando un pueblo, o un solo individuo, debe hacer justicia, cueste lo que cueste. Si le he arrebatado injustamente una tabla al hombre que se ahoga, debo devolvérsela aunque yo me ahogue. Esto, según Paley, sería inconveniente. Aquel que salve su vida en tal forma, la perderá. Este pueblo debe dejar de tener esclavos y de luchar contra México, aunque le cueste su propia existencia como pueblo. Por experiencia propia, muchas naciones están de acuerdo con Paley, pero, ¿acaso alguien cree que Massachusetts está haciendo lo correcto en la crisis actual? "Un Estado prostituido: una mujerzuela a cuyo traje plateado, se le lleva la cola, pero cuya alma se arrastra por el fango." En la práctica, quienes se oponen a una reforma en Massachusetts no son cien políticos del Sur, sino cien mil comerciantes y granjeros del Norte, quienes están más interesados en el comercio y la agricultura que en el género humano y no están dispuestos a hacer justicia ni a los esclavos ni a México, cueste lo que cueste. Yo no me enfrento con enemigos lejanos, sino con los que cerca de casa cooperan con ellos y los apoyan, y sin los cuales estos últimos serían inofensivos. Estamos acostumbrados a decir que las masas no están preparadas, pero el progreso es lento, porque la minoría no es mejor o más prudente que la mayoría. Lo más importante no es que una mayoría sea tan buena como usted, sino que exista cierta bondad absoluta en algún sitio para que sea levadura para la masa. Miles de personas que se oponen, en teoría, a la esclavitud y la guerra, pero de hecho no hacen nada por acabar con ellas; miles que se consideran hijos de Washington y Franklin, se sientan con las manos en los bolsillos y dicen que no saben qué hacer, y no hacen nada; miles inclusive posponen la cuestión de la libertad por la cuestión del libre comercio y leen muy tranquilos las cotizaciones y las noticias sobre el frente de México, después de la cena, y hasta se quedan dormidos sobre ambos. ¿Cuál es el valor de un hombre honrado y de un patriota hoy? Dudan y se lamentan y en ocasiones redactan escritos, pero no hacen nada serio, convincente y eficaz. Esperan, con la mejor disposición, a que otros remedien el mal para poder dejar de lamentarse. Como mucho, depositan un simple voto y hacen un leve signo de aprobación y una aclamación a la justicia al pasar por su lado. Por cada hombre virtuoso hay novecientos noventa y nueve que alardean de serlo, y es más fácil tratar con el auténtico poseedor de alguna cosa que con los que pretenden tenerla. Las votaciones son una suerte de juego, como las damas o el backgammon, con un ligero tinte moral; un jugar con lo justo y lo injusto, con cuestiones morales y, desde luego, incluyen apuestas. No se apuesta sobre el carácter de los votantes. Quizá deposito el voto que creo más acertado, pero no estoy realmente convencido de que eso deba prevalecer. Estoy dispuesto a dejarlo en manos de la mayoría. Su obligación, por tanto, nunca excede el nivel de lo conveniente. Aún votar por lo justo es no hacer nada por ello. Es tan sólo expresar débilmente el deseo de que la justicia debiera prevalecer. Un hombre prudente no dejará lo justo a merced del azar, ni deseará que prevalezca frente al poder de la mayoría. Hay muy poca virtud en la acción de las masas. Cuando la mayoría vote al fin por la abolición de la esclavitud, será porque le es indiferente la esclavitud o porque sea tan escasa que no merezca la pena mantenerla. Para entonces ellos serán los únicos esclavos. Sólo puede acelerar la abolición de la esclavitud el voto de aquel que afianza su propia libertad con ese sufragio. He oído decir que se va a celebrar una convención en Baltimore, o en algún otro sitio para la elección de un candidato a la Presidencia, y que está formada fundamentalmente por directores de periódicos y políticos profesionales, y me pregunto: ¿Qué puede importarle al hombre independiente, inteligente y respetable la decisión que tomen? ¿Es que no podemos contar con la ventaja de la prudencia y la honradez de este último? ¿No podemos esperar que también haya votos independientes? ¿Acaso no hay infinidad de hombres en este país que no asisten a esas convenciones? Pero no: yo pienso que el hombre respetable como tal ya se ha escabullido de su puesto, y desespera de su país, cuando es su país el que tiene más razones para desesperar de él. Inmediatamente acepta a uno de los candidatos elegidos de esa manera como el único disponible, demostrando que es él quien está disponible para cualquier propósito del demagogo. Su voto no tiene más valor que el de cualquier extranjero sin principios o el de cualquier empleadillo nativo que haya sido comprado. ¡Loado sea el hombre auténtico que, como dice mi vecino, "no se doblega!" Nuestras estadísticas son falsas. la población está inflada. ¿Cuántos hombres hay por cada 250 mil hectáreas en este país? Apenas uno. ¿No ofrece Estados Unidos ningún aliciente para que los hombres se asienten aquí? El estadunidense ha degenerado en un tipo conformista, un ser que se reconoce por el desarrollo de su sentido gregario, una ausencia manifiesta de inteligencia y una seguridad desenfadada, cuyo primer y básico interés en el mundo es ver que los asilos se conserven en buenas condiciones, y antes se ha puesto su vestimenta en toda regla y ha ido a recabar fondos para mantener a las viudas y huérfanos que pueda haber; en fin, en alguien que se permite vivir sólo con la ayuda de la Compañía de Seguros Mutuos que se ha comprometido a enterrarlo decentemente. Por supuesto, no es un deber del hombre dedicarse a la erradicación del mal, por monstruoso que sea. Puede tener, como le es lícito, otras inquietudes entre manos. Pero sí es su deber, al menos, lavarse las manos para limpiar ese mal. Y si no se preocupa más de él, que por lo menos, en la práctica, tampoco le dé su apoyo. Si me entrego a otros fines y consideraciones, antes de dedicarme a ellos debo, como mínimo, asegurarme de que no estoy pisando a otros hombres. Ante todo, debo permitir que también los demás puedan realizar sus propósitos. ¡Fíjense que gran inconsistencia se tolera! He oído decir a algunos conciudadanos: "me gustaría que me ordenaran participar en la represión de una rebelión de esclavos o marchar hacia México; veríamos si lo hago". Y, sin embargo, ellos mismos han enviado a un sustituto, directamente con su obediencia, e indirectamente con su dinero. Al soldado que se niega a luchar en una guerra injusta le aplauden aquellos que aceptan mantener al gobierno injusto que la emprende; le aplauden aquellos cuyos actos y autoridad él desprecia y desdeña, como si el Estado fuera un penitente que contratase a uno para que se fustigase por sus pecados, pero que no considerase la posibilidad de dejar de pecar ni un instante. Así, con el pretexto del orden y del gobierno civil se nos hace honrar y alabar nuestra propia vileza. Tras el primer sonrojo por pecar surge la indiferencia, y lo inmoral se convierte, por así decirlo, en amoral, y no del todo innecesario en la vida que nos hemos forjado. El error más extendido y mayor exige la virtud más desinteresada para sostenerse. El ligero reproche, al que la virtud del patriota es susceptible a menudo, es aquel en el que incurren fácilmente los hombres honrados. Los que, sin estar de acuerdo con la naturaleza y las medidas de un gobierno, le entregan su lealtad y su apoyo y son, sin duda, sus seguidores más conscientes y, por tanto, suelen ser el mayor obstáculo para su reforma. Algunos están interpelando al estado de Massachussets para que disuelva la Unión y olvide los requerimientos del presidente. ¿Por qué no la disuelven por su cuenta (la unión entre ellos mismos y el estado) y se niegan a pagar sus impuestos al Tesoro? ¿No están en la misma situación con respecto al estado, que el estado con respecto a la Unión? ¿Acaso las razones que han evitado que el estado se enfrentara con la Unión no han sido las mismas que han evitado que ellos se enfrentaran al estado? ¿Cómo puede estar satisfecho un hombre por el mero hecho de tener una opinión y quedarse tranquilo con ella? ¿Puede haber alguna satisfacción en ello, si su opinión es que está siendo ofendido? Si su vecino le estafa así sea un solo dólar, no queda satisfecho con saber que lo ha estafado, con decirlo, ni siquiera exigiéndole que le restituya lo que le pertenece; sino que inmediatamente usted toma medidas concretas para recuperarlo y se asegura que no lo vuelva a estafar jamás. La acción que surge de los principios, de la percepción y la realización de lo justo, cambia las cosas y las relaciones; es esencialmente revolucionaria y no concuerda en nada con el pasado. No sólo divide estados e iglesias, divide familias e inclusive divide al individuo, separando en él lo diabólico de lo divino. Existen leyes injustas: ¿nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las transgrediremos desde ahora mismo? Bajo un gobierno como el nuestro actualmente, muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría para cambiarlas. Creen que si opusieran resistencia el remedio sería peor que la enfermedad. Pero eso es culpa del propio gobierno. ¿Por qué no se ocupa de prever y procurar reformas? ¿Por qué no aprecia el valor de esa minoría prudente? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no anima a sus ciudadanos a estar alerta y señalar los errores para mejorar su acción? ¿Por qué tenemos siempre que crucificar a Cristo y excomulgar a Copérnico y a Lutero y declarar rebeldes a Washington y a Franklin? Se pensaría que una negación deliberada y práctica de su autoridad es la única ofensa que el gobierno no contempla; si no, ¿por qué no ha asignado un castigo definitivo, adecuado y proporcionado? Si un hombre sin recursos se niega sólo una vez a pagar nueve monedas al Estado, se le encarcela (sin que ninguna ley de que yo tenga noticia lo limite) por un periodo indeterminado que se fija según el arbitrio de quienes lo metieron allí; pero si hubiera robado noventa veces nueve monedas al Estado, en seguida se le dejaría en libertad. Si la injusticia forma parte de la fricción necesaria de la máquina del gobierno, déjenla así, déjenla. Quizá desaparezca con el tiempo; lo que sí es cierto es que la máquina acabará por romperse. Si la injusticia tiene un resorte, una polea, un cable o una manivela exclusivamente para ella, entonces tal vez deban ustedes considerar si el remedio no será peor que la enfermedad; pero si es de tal naturaleza que los obliga a ser agentes de la injusticia, entonces les digo, quebranten la ley. Que su vida sea un freno que detenga la máquina. Lo que tengo que hacer es asegurarme de que no me presto a hacer el daño que yo mismo condeno. En cuanto a adoptar los medios que el Estado aporta para remediar el mal, yo no conozco tales medios. Requieren demasiado tiempo y se invertiría toda la vida en ello. Tengo otros asuntos que atender. No vine al mundo para hacer de él un buen sitio para vivir, sino a vivir en él, sea bueno o malo. Un hombre no tiene que hacerlo todo, sino algo, y debido a que no puede hacerlo todo, no es necesario que haga algo mal. No es asunto mío interpelar al gobierno o a la Asamblea Legislativa, como tampoco el de ellos interpelarme a mí; y si no quieren escuchar mis peticiones, ¿qué debo hacer? En este caso el Estado no ha previsto ninguna salida, su Constitución es la culpable. Esto puede parecer duro y obstinado e intransigente, pero a quien se ha de tratar con mayor consideración y amabilidad es únicamente al espíritu que lo aprecie o lo merezca. Sucede, pues, que todo cambio es para mejorar, como el nacer y el morir que producen cambios en nuestro cuerpo. No vacilo en afirmar que aquellos que se autodenominan abolicionistas deberían retirar inmediatamente su apoyo personal y económico al gobierno de Massachusetts, y no esperar a constituir una mayoría, antes de tolerar que la injusticia impere sobre ellos. Creo que es suficiente con que tengan a Dios de su parte, sin esperar más. Un hombre con mayor razón que sus conciudadanos ya constituye una mayoría de uno.
Tan sólo una vez al año me enfrento directamente, cara a cara, con este gobierno estadunidense o su representante, el gobierno del estado, en la persona de su recaudador de impuestos. Es la única situación en la que un hombre de mi posición inevitablemente se encuentra con él, y él entonces dice claramente: "Reconóceme. Y el modo más simple y efectivo, y hasta el único posible de intentar, en el actual estado de cosas, es expresarle mi poca satisfacción y mi poco amor por él, es rechazarlo. Mi convecino civil, el recaudador de impuestos, es el único hombre con el que tengo que tratar, puesto que, después de todo, yo peleo con hombres y no con papeles, y él ha elegido voluntariamente ser un agente del gobierno. ¿Cómo va a conocer su identidad y su cometido como funcionario del gobierno, o como hombre, si no lo obligan a decidir si ha de tratarme a mí que soy su vecino a quien respeta, como buen vecino y hombre honrado, o como a un maniaco que altera la paz? Después veríamos si puede saltarse ese sentimiento de buena vecindad sin recurrir a pensamientos o palabras más duros e irrespetuosos de acuerdo con esa actuación. Estoy seguro de que si mil, si cien, si diez hombres que pudiese nombrar, si solamente diez hombres honrados, inclusive si un hombre honrado en este estado de Massachusetts, dejase en libertad a sus esclavos y rompiera su asociación con el gobierno nacional y fuera por ello encerrado en la cárcel del condado, esto significaría la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. Lo que importa no es que el comienzo sea pequeño; lo que se hace bien una vez, queda bien hecho para siempre. Pero nos gusta más hablar de ello: decimos que esa es nuestra misión. La reforma cuenta con docenas de periódicos en su favor, pero ni con un solo hombre. Si mi estimado vecino, el embajador del Estado, que va a dedicar su tiempo a solucionar la cuestión de los derechos humanos en la Cámara del Consejo, en vez de sentirse amenazado por las prisiones de Carolina tuviera que ocuparse del prisionero de Massachusetts, el prisionero de ese estado que está tan ansioso por endilgarle el pecado de la esclavitud a su hermano (aunque, por ahora, sólo ha descubierto un acto de falta de hospitalidad para fundamentar su querella contra él), la legislatura no desestimaría considerar el tema por completo en el invierno próximo. Bajo un gobierno que encarcela a alguien injustamente, el lugar que debe ocupar un hombre justo es también la prisión. Hoy, el lugar apropiado, el único sitio que Massachusetts ofrece a sus espíritus más libres y menos sumisos, son sus prisiones: se les encarcela y se les aparta del estado por acción de éste, del mismo modo que ellos habían hecho ya por sus propios principios. Ahí es donde el esclavo negro fugitivo, el prisionero mexicano en libertad condicional y el indio que viene a interceder por los daños infligidos a su raza deberían encontrarlos: en ese lugar separado, pero más libre y honorable, donde el Estado sitúa a los que no están con él, sino en su contra, donde el hombre libre puede permanecer con honor. Si alguien piensa que su influencia se perdería allí, que su voz dejaría de afligir el oído del Estado y que ya no sería visto como el enemigo dentro de sus murallas, no sabe cuanto más fuerte es la verdad que el error, cuánto más elocuente y eficiente puede ser combatir la injusticia cuando se ha sufrido en carne propia. Deposite su voto, no sólo una papeleta, sino toda su influencia. Una minoría es impotente mientras se aviene a la voluntad de la mayoría: en ese caso ni siquiera es una minoría. Pero cuando se opone con todas sus fuerzas es imparable. Si la alternativa es encarcelar a los justos o renunciar a la esclavitud y a la guerra, el Estado no dudará en elegir. Si mil hombres dejaran de pagar impuestos este año, tal medida no sería ni violenta ni cruel, mientras que si los pagan, se habilita al Estado para que cometa actos de violencia y derrame la sangre de los inocentes. Esta es la definición de una revolución pacífica, si es que tal cosa es posible. Si el recaudador de impuestos o cualquier otro funcionario público me preguntara –como así ha sucedido: "Y entonces, qué hago?", mi respuesta sería: "Si de verdad quiere hacer algo, renuncie al cargo". Una vez que el súbdito se ha negado a someterse y el funcionario renuncia a su cargo, la revolución se ha logrado. ¿Acaso no hay también un tipo de derramamiento de sangre cuando se hiere la conciencia? Por esa herida brotan la auténtica humanidad e inmortalidad de un ser humano y su hemorragia le ocasiona una muerte interminable. Ya veo correr esos ríos de sangre. Hasta ahora me he referido al encarcelamiento del objetor y no a la incautación de sus bienes, aunque ambos sirven al mismo propósito, porque aquellos que afirman la justicia más pura, y por tanto son los más peligrosos para un Estado corrompido, no suelen haber dedicado mucho tiempo a acumular riquezas. A ellos, el Estado les presta un servicio relativamente pequeño y el mínimo impuesto suele parecerles exagerado, particularmente si se ven obligados a pagarlo con el sudor de su frente. Si hubiera alguien que viviese sin hacer uso del dinero en absoluto, el Estado mismo dudaría en reclamárselo. Pero los ricos (y no se trata de hacer comparaciones odiosas) están siempre vendidos a la institución que los hace ricos. En estricto sentido, a mayor riqueza, menos virtud, porque el dinero vincula al hombre con sus bienes y le permite obtenerlos y, desde luego, la obtención de ese dinero no constituye ninguna gran virtud. El dinero acalla muchas preguntas que de otra manera el hombre tendría que contestar, mientras que la nueva pregunta que se le plantea es la difícil pero superflua de cómo gastarlo. De este modo, sus principios morales se derrumban a sus pies. Las oportunidades de una vida plena disminuyen en la misma proporción en que se incrementan lo que se ha dado en llamar "medios de fortuna". Lo mejor que el rico puede hacer en favor de su cultura es procurar llevar a cabo aquellos planes en que pensaba cuando era pobre. Cristo respondió a los fariseos en una situación semejante: "Muestren el dinero del tributo", dijo, y uno sacó un céntimo del bolsillo. Si usan moneda acuñada con la efigie del César, y él la ha valorado y hecho circular, y si son ustedes ciudadanos del Estado y disfrutan con agrado de las ventajas del gobierno del César, entonces devuélvanle algo de lo que le pertenece cuando se los reclame. "Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Y los fariseos se quedaron como estaban, sin saber qué era de quién, porque no querían saberlo.
Cuando hablo con el más independiente de mis conciudadanos, me doy cuenta de que, diga lo que diga acerca de la magnitud y seriedad de un problema y su interés por la tranquilidad pública, en última instancia no puede prescindir del gobierno actual y teme las consecuencias que la desobediencia pudiera acarrear a sus bienes y a su familia. Por mi parte, no me gustaría pensar que algún día voy a depender de la protección del Estado. Si rechazo la autoridad del Estado cuando éste me presenta la cuenta de los impuestos, pronto se apoderará de lo mío y gastará mis bienes y me acosará indefinidamente a mí y a mis hijos. Esto es doloroso. Esto hace que al hombre le sea imposible vivir honestamente y al mismo tiempo con comodidad en la vida material. No merece la pena acumular bienes; con toda seguridad se los volverían a llevar. Es mejor emplearse o establecerse en alguna granja y cultivar una pequeña cosecha y consumirla cuanto antes. Hay que vivir independientemente sin depender más que de uno mismo, siempre dispuesto y preparado para volver a empezar y sin involucrarse en muchos negocios. Un hombre puede enriquecerse hasta en Turquía si se comporta como un buen súbdito del gobierno turco. Decía Confucio: "Si un Estado es gobernado por los dictados de la razón, la pobreza y la miseria provocan vergüenza; si un Estado no es gobernado siguiendo la razón, las riquezas y los honores provocan vergüenza". No: mientras no necesite que Massachusetts me socorra en algún lejano puerto del Sur, donde mi libertad corra peligro, o mientras me dedique sólo a adquirir una granja por medios pacíficos en mi propio país, podré permitirme el lujo de negarle lealtad a Massachusetts, y su derecho sobre mi vida y mis bienes. Además, me cuesta menos trabajo desobedecer al Estado, que obedecerle. Si hiciera esto último, me sentiría menos digno. Hace algunos años, el Estado me instó en nombre de la Iglesia a que pagara cierta suma para la manutención del clérigo, a cuyos oficios solía asistir mi padre, pero yo no. "Pague –se me dijo– o será encarcelado". Me negué a pagar, pero lamentablemente, otra persona consideró apropiado hacerlo por mí. No entendía por qué el maestro de escuela tenía que contribuir con sus impuestos para el sostenimiento del clérigo, y no el clérigo para sostener al maestro; dado que además yo no era maestro del Estado y me sostenía por suscripción popular. No veía por qué la escuela carecía del derecho a recibir dinero de los impuestos del Estado, mientras que la Iglesia sí lo tenía. De todos modos, ante el requerimiento de los concejales, me avine a redactar una declaración en los siguientes términos: "Sepan todos por la presente, que yo, Henry Thoreau, no deseo ser considerado miembro de ninguna sociedad legalmente constituida a la cual yo mismo no me haya unido". El Estado, sabiendo de este modo que no deseaba ser considerado miembro de esa Iglesia, no ha vuelto a reclamarme aquel impuesto, aunque mantuvo su exigencia inicial por aquella sola vez. Si hubiese sabido entonces cómo se llamaban, me habría borrado de todas las sociedades de las que jamás me hice miembro, pero no sabía dónde conseguir la lista completa.
Desde hace seis años no he pagado el impuesto de empadronamiento. Por ello me encarcelaron una vez durante una noche, y mientras contemplaba los muros de piedra sólida, de sesenta u ochenta centímetros de espesor, la puerta de hierro y madera de treinta centímetros de grosor y la reja de hierro por la que se filtraba la luz, no pude menos que sentirme impresionado por la estupidez de aquella institución que me trataba como si fuera mera carne, sangre y huesos que encerrar. Me admiraba que alguien pudiera concluir que ese era el mejor uso que el Estado podía hacer de mí y no hubiera pensado en beneficiarse con mis servicios de algún otro modo. Me parecía que si un muro de piedra me separaba de mis conciudadanos, había otro más difícil de trepar o perforar para que ellos consiguieran ser tan libres como yo. No me sentí confinado ni un solo instante y los muros se me antojaban enormes derroches de piedra y cemento. Me sentía como si yo hubiera sido el único ciudadano que había pagado mis impuestos. Sencillamente no sabían cómo tratarme y se comportaban como personas mal educadas. Lo mismo cuando alababan que cuando amenazaban cometían una estupidez, ya que pensaban que mi deseo era saltar al otro lado del muro. No podía hacer otra cosa sino sonreír al ver con qué esfuerzo me cerraban la puerta, mientras mis pensamientos, sin obstáculo ni impedimento, eran realmente lo único peligroso allí. Como no podían llegar a mi espíritu, resolvieron castigar mi cuerpo, como hacen los niños que, cuando no pueden alcanzar a la persona que les fastidia, maltratan a su perro. Yo veía al Estado como a un necio, como a una viuda que temiese por sus cubiertos de plata, y que no supiese distinguir a sus amigos de sus enemigos. Perdí todo el respeto que aún le tenía y le tuve lástima. El Estado nunca se enfrenta voluntariamente con la conciencia intelectual o moral de un hombre sino con su cuerpo, con sus sentidos. Carece de honradez y de inteligencia, por lo que recurre a la simple fuerza física. Yo no nací para ser forzado. Seguiré mi propio camino. Ya veremos quién es el más fuerte. ¿Qué fuerza tiene una multitud? Sólo pueden obligarme aquellos que obedecen a una ley superior a la mía. Me obligan a ser como ellos. Yo no escucho que a los hombres los obliguen las masas a vivir de tal o cual manera. ¿Qué vida sería ésa? Cuando un gobierno me dice: "La bolsa o la vida", ¿por qué voy a apresurarme a darle mi dinero? Puede que se halle en apuros y no sepa qué hacer: lo siento mucho; debe salvarse a sí mismo, como hago yo. No vale la pena lloriquear. Yo no soy el responsable del buen funcionamiento de la maquinaria de la sociedad. No soy hijo del maquinista. Sólo veo que cuando una bellota o una castaña caen juntas, una no permanece inerte para dejar espacio a la otra, sino que ambas obedecen sus propias leyes y germinan y crecen y florecen lo mejor que pueden, hasta que una, quizá, ensombrece y destruye a la otra. Si una planta no puede vivir de acuerdo con la naturaleza, muere; lo mismo le ocurre al hombre. La noche en prisión fue una novedad interesante. Cuando entré, los prisioneros, en mangas de camisa, disfrutaban charlando y tomando el fresco de la noche. Pero el carcelero dijo: "Vamos muchachos, es hora de encerrarlos", entonces se dispersaron y oí el sonido de sus pasos volviendo a sus oscuros aposentos. El carcelero me presentó a mi compañero de celda como "un individuo de primera e inteligente". Cuando cerraron la puerta me indicó dónde colgar mi sombrero y me contó cómo se las arreglaba uno allí dentro. Blanqueaban las celdas una vez al mes y ésta, al menos, era la más blanca, más sencillamente amueblada y probablemente la más limpia de la ciudad. Mi compañero se interesó inmediatamente por mí: quería saber de dónde era y porqué me habían encerrado. Cuando se lo dije le pregunté a su vez por qué estaba allí, dando por supuesto que se trataba de un hombre honrado y, tal como está el mundo, creo que lo era. "Pues me acusan –dijo– de quemar un granero, pero no lo hice". Según pude averiguar, probablemente había ido a dormir la borrachera, y al fumar ahí su pipa el granero se incendió. Tenía fama de ser inteligente, llevaba tres meses esperando el juicio, y tendría que esperar otro tanto aún; pero se había adaptado y aceptaba su situación, puesto que lo alimentaban gratis y lo trataban bien. El miraba por una ventana y yo por la otra, y me di cuenta de que si uno permanecía allí mucho tiempo, su quehacer principal consistiría en mirar por la ventana. Muy pronto había leído todos los panfletos que se habían ido dejando allí y examiné por dónde se habían fugado otros presos y dónde habían aserrado una reja, y también escuché anécdotas sobre varios ocupantes de aquella celda. Descubrí que inclusive había historias y chismes que jamás salían de los muros de la prisión. Probablemente sea ésta la única casa en la ciudad donde se escriben versos que luego se copian aunque no lleguen a publicarse. Me enseñaron una larga lista de versos escritos por varios jóvenes a los que habían descubierto cuando querían fugarse, y los cantaban para vengarse. Le saqué a mi compañero de celda toda la información que pude, temiendo no volver a verlo nunca más; luego me indicó cuál era mi cama y se alejó para apagar la vela. Pernoctar allí esa noche fue como viajar a un país remoto que nunca había esperado visitar. Me parecía que nunca antes había escuchado las campanas del reloj del ayuntamiento ni los ruidos nocturnos de la ciudad, y es que dormíamos con las ventanas abiertas por dentro de la reja. Era como contemplar mi ciudad natal a la luz del Medievo y nuestro Concord convertido en un Rin, con visiones de caballeros y castillos desfilando ante mí. Eran las voces de mis vecinos deambulando por las calles. Fui el espectador y oyente involuntario de todo lo dicho y hecho en la posada vecina: una nueva y extraña experiencia. Me proporcionó un conocimiento de primera mano de mi ciudad natal. Estaba absolutamente dentro de ella. Nunca hasta entonces había visto sus instituciones. Esta es una de sus instituciones más peculiares, pues se trata de un condado. Empecé a comprender de verdad a sus habitantes.
Por la mañana nos pasaron el desayuno por un hueco de la puerta en pequeñas latas ovaladas que contenían medio litro de chocolate con pan negro y una cuchara metálica. Cuando volvieron por los cacharros incurrí en la novatada de devolver el pan que me había sobrado, pero mi compañero lo agarró y me dijo que debía guardarlo para la comida o la cena. Enseguida lo dejaron salir a segar heno en un campo cercano, al que iba cada día y del que no regresaba hasta el mediodía; así que se despidió diciendo que no sabía si nos volveríamos a ver. Cuando salí de la prisión –porque alguien intervino y pagó mis impuestos– no observé que se hubieran producido grandes cambios en el exterior, como los que encuentra el que se marcha joven y regresa ya de viejo. Sin embargo, sí aprecié un cierto cambio en la escena: en la ciudad, en el estado y en el país; un cambio mayor que el debido al mero paso del tiempo. El estado en el que vivía se me presentaba con mayor nitidez. Vi hasta qué punto podía confiar como vecinos o amigos en las personas entre quienes había vivido, que su amistad era de poco fiar, que no se proponían hacer el bien. Eran de una raza distinta a la mía por sus prejuicios y supersticiones, como los chinos y los malayos, que en sus sacrificios por la humanidad no se arriesgan ni ellos y tampoco sus bienes. Después de todo, no eran tan nobles y trataban al ladrón como éste los había tratado a ellos, y esperaban salvar sus almas mediante la observancia de ciertas costumbres y unas cuantas oraciones, y por seguir una senda particularmente recta e inútil. Puede que esta crítica a mis vecinos parezca severa, puesto que muchos de ellos ni siquiera son conscientes de que en su ciudad existe una institución como la cárcel. Antes era costumbre en la ciudad que cuando un deudor pobre salía de la cárcel, sus conocidos lo saludaban, mirando a través de los dedos entrecruzados, para representar los barrotes de la cárcel: "¿Cómo le va?" Mis vecinos no hicieron eso, sino que primero me miraron a mí y luego se miraban unos a otros, como si hubiera vuelto de un largo viaje. Me arrestaron cuando iba al zapatero a recoger un zapato que me había arreglado. Cuando me soltaron, a la mañana siguiente, procedí a cumplir el mandado, y tras ponerme el zapato arreglado me uní a un grupo que iba a recoger bayas y que me esperaba para que les hiciese de guía, y en media hora (pues aparejé mi caballo con rapidez) estaba en medio de un campo de bayas en lo alto de una colina, a tres kilómetros de distancia, y el Estado ya no se veía por ninguna parte. Esta es la historia completa de "Mis prisiones". Nunca me he negado a pagar el impuesto de carreteras, porque quiero ser tan buen vecino como mal súbdito, y respecto del mantenimiento de las escuelas, estoy contribuyendo ahora a la educación de mis compatriotas. No me niego a pagar los impuestos por alguna razón en especial, simplemente deseo negarle mi lealtad al Estado, retirarme y permanecer al margen. Aunque pudiera saberlo, no me interesa saber el destino de mi dinero, inclusive si se comprara con él un rifle a un hombre para que le dispare a otro –el dinero es inocente–, pero me interesaría conocer las consecuencias que tendría mi lealtad. A mi modo, en silencio, le declaro la guerra al Estado, aunque todavía haré uso de él y le sacaré todo el provecho que pueda, como suele hacerse en estos casos. Si otros, por simpatía con el Estado, pagan los impuestos que yo me niego a pagar, están haciendo lo mismo que hicieron por sí mismos, es decir, están llevando la injusticia más allá todavía de lo que exige el Estado. Si los pagan por un equivocado interés en la persona afectada, para preservar sus bienes o evitar que vaya a la cárcel, es porque no han considerado con sensatez hasta qué punto sus sentimientos personales interfieren con el bien público. Esta es mi posición en estos momentos. Pero en tales casos hay que estar muy en guardia para evitar actuar llevado por la obstinación o por un indebido respeto a la opinión de los demás. Lo que hay que comprender es que actuando así se está haciendo lo que uno debe y lo que corresponde a ese momento. A veces pienso que estas personas tienen buenas intenciones, pero son ignorantes; serían mejores si entendieran todo esto. ¿Por qué obligar a los vecinos al esfuerzo de tratarlo a uno en contra de sus propias inclinaciones? Sin embargo, creo que ésta no es razón suficiente para que yo actúe de la misma manera o permita que otros sufran calamidades mucho mayores. Y luego, me digo: cuando millones de hombres, sin agresividad, sin mala intención, sin sentimientos de ningún tipo, piden sólo unas monedas, y no existe la posibilidad –según su manera de ser–, de retirar o alterar tal demanda, ni la posibilidad, por parte de quien recibe la petición, de ayudar a otros millones, ¿por qué tendría que exponerse a esa aplastante fuerza bruta? No nos oponemos al frío y al hambre, a los vientos y a las olas con tanta obstinación, sino que te sometes resignadamente a ésas y a otras muchas penalidades semejantes. Usted no pone las manos al fuego. Pero exactamente en la misma proporción en que considero que ésta no es completamente una fuerza bruta, sino que es en parte una fuerza humana, y creo que tengo que ver con esos millones, que son relaciones con millones de hombres, y no simples animales o cosas inanimadas, veo que esa apelación es posible, en primer lugar, y de modo inmediato, de ellos hacia su Creador; y, en segundo lugar, de ellos hacia sí mismos. Pero si deliberadamente meto las manos al fuego, no hay apelación posible ni al fuego, ni al Creador del fuego, y sólo yo sería responsable por las consecuencias. Si pudiera convencerme de que tengo algún derecho a sentirme satisfecho de los hombres tal como son, y tratarlos en consecuencia, y no, en cierto sentido, según mi convicción y mi esperanza de cómo ellos y yo deberíamos ser, entonces, como un buen musulmán y fatalista me las arreglaría para quedarme tranquilo con las cosas tal como son, y diría que eso es la voluntad de Dios. Y, sobre todo, hay una diferencia entre resistir a esto o a una fuerza animal o natural: al resistir a esto consigo algún efecto, pero no puedo esperar cambiar, como Orfeo, la naturaleza de las rocas, los árboles y las bestias. No tengo interés en discutir con ningún hombre o nación. No deseo ser puntilloso y establecer distinciones sutiles; ni tampoco presentarme como el mejor de mis conciudadanos. Lo que busco, en cambio, es una excusa para dar mi conformidad a las leyes de este país. Estoy totalmente dispuesto a someterme a ellas. De hecho, siempre tengo razones para dudar de mi postura y cada año, cuando pasa el recaudador de impuestos, me dispongo a revisar las leyes y la situación de ambos gobiernos, el federal y el del estado, así como la opinión del pueblo en busca de un pretexto para dar esa conformidad. Debemos interesarnos por nuestro país como si fuera nuestro padre, y si en algún momento nos negamos a honrarle con nuestro amor o nuestro esfuerzo, debemos, sin embargo, respetarlo y educar nuestro espíritu en cuestiones de conciencia y religión, y no en deseos de poder ni de beneficio propio. Creo que el Estado pronto podrá evitarme toda esta preocupación, y entonces no seré más patriota que mis conciudadanos. Desde cierto punto de vista, la Constitución, con todos sus fallos, es muy buena; las leyes y los tribunales son muy respetables; inclusive el gobierno federal y el del estado son, en muchos sentidos, admirables y originales; algo por lo que debemos estar agradecidos, tal como mucha gente los ha descrito. Pero si elevamos un poco nuestra perspectiva, en realidad no serían más como los he descrito yo, y si nos elevamos aún más, ¿quién sabe lo que son o si merece la pena observarlos o pensar en ellos? De todos modos, el gobierno no es algo que me preocupe demasiado, y pienso en él lo menos que puedo. No son muchas las ocasiones en que me afecta directamente, ni siquiera en este mundo en que vivimos. Si un hombre piensa con libertad, sueña con libertad e imagina con libertad, nunca le va a parecer lo que es aquello que no es, y ni los gobernantes ni los reformadores ineptos podrán en realidad coaccionarle. Sé que la mayoría de los hombres piensan de distinto modo, pero son aquellos que se dedican profesionalmente al estudio de estos temas u otros semejantes, los que más me preocupan; los estadistas y legisladores, que se hayan tan plenamente integrados en las instituciones que jamás las pueden contemplar con actitud clara y crítica. Hablan de cambiar la sociedad, pero no se sienten cómodos fuera de ella. Puede que se trate de hombres de cierta experiencia y criterio, y sin lugar a dudas han inventado soluciones ingeniosas e inclusive útiles, por lo que sinceramente les damos las gracias; pero todo su talento y su utilidad se encuentran dentro de límites muy estrechos. Suelen olvidar que el mundo no está gobernado por la política ni la conveniencia. Webster (Daniel Webster, 1782-1852, destacado político estadunidense de mediados del siglo XIX) jamás ve más allá del gobierno y, por tanto, no puede hablar de él con autoridad. Sus palabras las consideran válidas aquellos legisladores que no contemplan la necesidad de una reforma social en el gobierno actual; pero a los inteligentes y a los que legislan con idea de futuro les parece que ni siquiera vislumbra el problema. Conozco a unos cuantos que con sus serenos y sabios argumentos sobre este tema pondrían de manifiesto cuán limitada es la capacidad de Webster para la reflexión y la apertura a nuevas ideas. Y, sin embargo, si lo comparamos con el pobre quehacer de los reformistas y el aún más pobre ingenio y elocuencia de los políticos en general, sus palabras resultarían ser las más sensatas y válidas, y damos gracias al cielo porque existen. En comparación con los otros, él es siempre fuerte, original y sobre todo, práctico. Con todo, su mayor cualidad no es la sabiduría sino la prudencia. Lo que el abogado llama verdad no es la auténtica Verdad sino la coherencia o una conveniencia coherente. La Verdad está siempre en armonía consigo misma y no se preocupa, al menos básicamente, de poner en relieve la justicia que pueda ser consistente con el mal. Bien merece ser llamado, como ha ocurrido, el Defensor de la Constitución; los únicos golpes que ha dado, han sido siempre defensivos. No es un líder sino un seguidor. Sus líderes son los hombres de 1787. "Nunca me he esforzado –dice–, y nunca pienso esforzarme; jamás he aprobado un esfuerzo y no pienso hacerlo ahora, para alterar el acuerdo original por el cual los diferentes estados llegaron a constituirse en la Unión". Respecto al hecho de que la Constitución sancione la existencia de la esclavitud, dice: "Dado que forma parte del contrato original, dejémoslo como está". Pese a su especial agudeza y habilidad, es incapaz de extraer un hecho y sacarlo de sus meras implicaciones políticas, para contemplarlo de una manera exclusivamente intelectual –por ejemplo, lo que tocaría hacer a un hombre hoy en Estados Unidos en relación con el problema de la esclavitud– sino que más bien se aventura o se ve llevado a dar una respuesta tan descabellada como la siguiente, mientras anuncia que habla en términos absolutos y a título personal –y, ¿qué nuevo sistema de valores sociales podríamos deducir de ahí?: "El modo en que el gobierno de esos estados donde existe la esclavitud haya de regularla, es asunto suyo, responsabilidad suya ante sus electores, ante las leyes generales de lo que es apropiado, de la humanidad y de la justicia y ante Dios. Las asociaciones que pueden formarse en otros lugares surgidas de un sentimiento de humanidad o de otras causas, no tienen nada que ver con esta cuestión. Nunca han recibido mi apoyo y nunca lo tendrán." Quienes no conocen otras fuentes de verdad más puras, quienes no han seguido su curso hasta sus orígenes están, y con razón, del lado de la Biblia y la Constitución, y beben de ellas con reverencia y humildad. Pero aquellos que van más allá y buscan el origen del agua que se vierte gota a gota sobre el lago o el estanque, se ciñen los lomos y siguen su peregrinaje en busca del manantial. No ha habido en Estados Unidos ni un solo hombre con genio para legislar. Son escasos en la historia del mundo. Hay centenares de oradores, políticos y hombres elocuentes, pero el orados capaz de resolver los acuciantes problemas de hoy, aún no ha abierto la boca. Nos gusta la elocuencia por sí misma y no porque sea portadora de ninguna verdad o porque inspire cierto heroísmo. Nuestros legisladores aún no han aprendido el valor relativo que encierran el libre comercio y la libertad, la unión y la rectitud hacia la nación. Carecen de genio o talento para cuestiones relativamente sencillas, como son los impuestos y las finanzas, el comercio, la industria y la agricultura. Si nos dejáramos guiar por la ingeniosa verborrea de los legisladores del Congreso, sin que la oportuna experiencia del pueblo y sus protestas concretas los corrigieran, Estados Unidos pronto dejaría de conservar su rango entre las naciones. El Nuevo Testamento se escribió hace mil ochocientos años –aunque tal vez no debería referirme a ello– y, sin embargo, ¿dónde está el legislador con sabiduría y talento suficiente como para aprovechar la luz que de él dimana y aplicarla sobre la ciencia legislativa? La autoridad del gobierno, aún aquella a la que estoy dispuesto a someterme –pues obedeceré a los que saben y pueden hacer las cosas mejor que yo, y en ciertos casos, hasta a los que ni saben ni pueden– es todavía muy impura. Para ser estrictamente justa habrá de contar con la aprobación y el consenso de los gobernados. No puede ejercer más derecho sobre mi persona y propiedad que el que yo le conceda. El progreso desde una monarquía absoluta a otra limitada en su poder, y desde esta última hasta una democracia, es un progreso hacia el verdadero respeto por el individuo. Incluso el filósofo chino fue lo suficientemente sabio como para considerar que el individuo es la base del imperio. Una democracia, tal como la entendemos, ¿es el último logro posible en materia de gobierno? ¿No es posible dar un paso adelante hacia el reconocimiento y la organización de los derechos del hombre? Jamás habrá un Estado realmente libre y culto hasta que no reconozca al individuo como un poder superior e independiente, del que se derivan su propio poder y autoridad y lo trate en consecuencia. Me complazco imaginándome un Estado que por fin sea justo con todos los hombres y trate a cada individuo con el respeto de un amigo. Que no juzgue contrario a su propia estabilidad el que haya personas que vivan fuera de él, sin interferir con él ni acogerse a él, tan sólo cumpliendo con sus deberes de vecinos y amigos. Un Estado que diera este fruto y permitiera a sus ciudadanos desligarse de él al lograr la madurez, prepararía el camino para otro Estado más perfecto y glorioso, pero todavía no lo he vislumbrado por ninguna parte.
Edición de texto: Andrés Ruiz

Mauricio Schoijet

De la historia y significado
de la desobediencia civil
El 20 de agosto, el periódico Reforma publicó dos artículos, uno de Isabel Turrent, y el otro, de Mario Melgar Adalid, funcionario de la unam. La primera pretende deslegitimar a la resistencia civil encabezada por Andrés Manuel López Obrador, negando que tenga relación alguna con la que encabezó Mohandas Gandhi en India, en el período que va desde 1918 hasta la independencia de ese país en 1947. El segundo, aunque le reconoce algún mérito a López Obrador por "su compromiso y entrega a su causa", reproduce las ilusiones de la burguesía trasnacionalizada sobre una solución suave a la crisis política, y presenta una versión minimizada del movimiento dirigido por Martin Luther King contra la discriminación racial en Estados Unidos, en la década de 1960. Además, la profesora cae en la pedantería al acusar a López Obrador de ignorante y egocéntrico, en lo que concuerda con los académicos de la burguesía que enfatizan supuestos aspectos de la personalidad de los dirigentes para esquivar el análisis de fuerzas sociales. ¿De veras le consta que Martin Luther King leyó todo lo que supuestamente debía leer sobre Gandhi, o que lo que supone que no leyó López Obrador tiene mucha importancia para el caso? Turrent sólo le reconoce un paralelismo en los supuestos errores del indio, lo que es una manera falsa de plantear el problema, porque el punto esencial está en si un movimiento social puede caracterizarse principalmente por sus errores y no por sus objetivos y su táctica. Hay una coincidencia esencial que consiste en que Gandhi y King encabezaron acciones ilegales que desafiaban a instituciones legales pero ilegítimas, y que López Obrador hace lo mismo, exponiendo en los tres casos a sus seguidores a la violencia gubernamental. Seguramente Gandhi y King cometieron errores, y creo que también López Obrador, pero lo que la profesora parece no advertir es que en los movimientos sociales es normal que los haya, y que los de Gandhi y de King no deslegitimaron sus acciones. Parece pertinente mencionar que el segundo era totalmente consciente de haberlos cometido. Escribió que "todos sabíamos que los retrocesos formarían parte de la labor que nos traíamos entre manos. No existe teoría de la táctica alguna que sea tan buena que se pueda ganar la lucha revolucionaria […] simplemente apretando una fila de botones […], los seres humanos deben cometer errores y aprender de ellos, cometer más errores y volver a aprender […] los únicos maestros son el tiempo y la acción". (Citado por Doug Mc Adam en Los movimientos sociales: una perspectiva comparada, Istmo, 1999, subrayados en el original.) El punto central de la crítica de Turrent está en la falta de espíritu conciliador en López Obrador, que Gandhi sí habría tenido. López Obrador debería negociar con los fraudulentos la posibilidad de elecciones limpias en algún futuro. Turrent se quedó corta, ya que no sólo fue Gandhi un conciliador con el imperialismo británico, fue durante veinte años un agente activo de éste, y sólo en sus últimos años lo enfrentó de una manera intransigente. Después de estudiar en Inglaterra, vivió en Sudáfrica, que era una colonia británica que contaba con una importante población de origen indio, y que era víctima de la discriminación racial. En 1899 estalló la guerra anglo-boer, en que el imperialismo británico liquidó las Repúblicas independientes de Transvaal y Orange de los afrikaners blancos de origen holandés. Gandhi organizó un cuerpo indio de voluntarios auxiliares médicos del ejército imperialista, en que él mismo participó. Regresó a India en 1915, cuando ya había estallado la primera guerra mundial, y llamó a los indios a apoyar a Gran Bretaña y a incorporarse al ejército británico. <>Sólo hasta 1918 comenzó Gandhi su lucha contra la dominación imperialista. En efecto, mostró su espíritu negociador al participar en una conferencia sobre el futuro de India convocada por las autoridades británicas en Londres, en 1931, que no sirvió para nada. Turrent defiende al imperialismo británico, porque la represión que costó miles de muertos y que encarceló a cien mil indios no afectó la libertad de prensa, una forma de disculpar el salvajismo colonialista en nombre de los altos valores de la democracia. También critica a Gandhi por haber continuado su movimiento en 1942, cuando Gran Bretaña estaba en guerra con Japón. Estaba totalmente en su derecho, y la posición que tuvo en ese momento puede considerarse como una reversión de la que mostró durante la primera guerra mundial; y era totalmente correcta, porque desde el punto de vista de India no era justo que sus habitantes dieran su sangre para apoyar la continuación de la dominación británica. No por casualidad Turrent critica a Gandhi, cuando hubiera debido criticar a los británicos que aun en esas circunstancias tan difíciles continuaban aferrándose al colonialismo, negándose a otorgar la independencia inmediata a India. Melgar Adalid sostiene que la violación de derechos de terceros es una "salvajada", y que "el costo que deberá pagarse será muy alto", aparentemente dando por sentado que el pan, Calderón y la gran burguesía no tienen por qué pagar nada. Trata de blanquear a los fraudulentos; por supuesto que no hubo fraude, los problemas se deben "al encono político" (¿caído del cielo?); a "la novatez" de las instituciones, por supuesto que no a la persistencia de prácticas arraigadas durante muchas décadas y a la supuestamente casual "incapacidad del Estado para conducir los procesos políticos". Sugiere que la protesta se irá extinguiendo y las cosas irán tendiendo a la "normalidad", o sea que muestra una incapacidad radical para entender que el desafío a las instituciones, dentro del contexto de un enorme descontento de decenas de millones, podría tener el potencial para terminar con Calderón o cualquier otra solución espúrea que el "partido" del "orden" pretenda imponer. Evoca posibilidades que podrían resultar inoperantes, como la de que este "partido" podría llamar a no pagar impuestos, lo que seguramente no impresionaría a los que protestan; o la de destituir al Jefe de Gobierno del df, lo que probablemente no legitimaría una eventual represión.
La dimensión del conflicto estadunidense es reducida por Melgar Adalid a un aspecto menor, el del apoyo del poder judicial a las acciones del movimiento. Olvida lo esencial: que por medio de acciones ilegales masivas, que tuvieron que aguantar una represión brutal, el movimiento de Martin Luther King convenció al gobierno de Kennedy, inicialmente renuente a definirse a favor de los negros y cómplice de los racistas, que tenía mucho que perder, tanto en términos de imagen a nivel internacional como de influencia del Partido Demócrata sobre las masas; y que ese cambio de posición del gobierno fue decisivo para acabar con la segregación racial.
Las posibles ilusiones de Melgar Adalid son probablemente reflejo de la soberbia y el cinismo de la gran burguesía mexicana y de sus operadores políticos, que creen poder seguir con las prácticas fraudulentas que seguramente operaron desde que hubo elecciones en México, sin convencerse de que el país ha cambiado lo suficiente como para que resulten peligrosas. La lucha contra el fraude se inscribe en la gran lucha de los pueblos de América Latina contra el neoliberalismo y por la democracia, cuyos puntos más altos fueron la liquidación, mediante grandes rebeliones populares, de los gobiernos de De la Rúa en Argentina, en 2001, y de Sánchez de Lozada, en Bolivia, en 2003. La situación de Oaxaca podría prefigurar acontecimientos a nivel nacional, y Felipe Calderón y la fuerza social que trata de imponerlo harían bien en reflexionar sobre la forma en que terminaron los gobiernos mencionados. Martín Luther King retó a las autoridades racistas a reprimir las manifestaciones contra el racismo, como López Obrador está respondiendo a la agresión de las instituciones viciadas contra el pueblo, desafiando al "partido" del "orden" a reprimir a los que defienden la democracia. Se vale que el pueblo agredido por instituciones que han perdido legitimidad perturbe actividades escolares, políticas y fiestas patrias, si se está dispuesto a pagar el precio. Se vale hacerles pagar por la campaña sucia y por el fraude. Así como la acción de masas acabó con un aspecto inicuo, es decir, con el racismo de la democracia institucionalizada en Estados Unidos, la legítima resistencia popular podría conquistar la democracia real que hace falta.

ASTILLERO
MÉTODOS DE PERSUASIÓN Y DE LUCHA NO VIOLENTA

Fuente: Gene Sharp, The politics of nonviolent action (3 vols.). Porter Sargent, Boston, 1973.

Los activistas de la lucha pacífica tienen todo un arsenal de "armas no violentas" a su disposición. A continuación figuran 198 de ellas, clasificadas en tres grandes categorías: persuasión y protesta no violenta, desobediencia (social, económica y política) e intervención no violenta. En el volumen dos del libro "The politics of nonviolent action", de Gene Sharp, se describen y se muestran algunos ejemplos históricos de cada uno de estos métodos.

Declaraciones formales

1. Alocuciones públicas
2. Cartas de rechazo o de apoyo
3. Declaraciones por parte de organizaciones e instituciones (declaración de los sacerdotes en la Francia de Vichy contra la deportación de judíos)
4. Declaraciones públicas firmadas
5. Declaraciones de acusación y de revelación de intenciones
6. Peticiones en grupo o en masa

Comunicación dirigida a públicos más amplios

7. Eslóganes, caricaturas y símbolos (grupo judío Baum en Berlín, 1941-42)
8. Banderas, carteles y otros medios de comunicación visual
9. Octavillas, folletos y libros
10. Periódicos y revistas
11. Grabaciones, radio y televisión
12. Escritura aérea y terrestre

Representaciones en grupo

13. Delegaciones
14. Premios satíricos
15. Grupos de presión
16. Montar guardias con piquetes
17. Elecciones satíricas

Actos públicos simbólicos

18. Exhibición de banderas y de colores simbólicos (bandera republicana en España)
19. Uso de símbolos en la vestimenta (uso voluntario de estrellas judías amarillas durante la Segunda Guerra Mundial en señal de solidaridad)
20. Oración y ritos
21. Reparto de objetos simbólicos (ratas, basura, etc.)
22. Desnudos de protesta
23. Destrucción de bienes propios (té en la Norteamérica colonial)
24. Luces simbólicas (velas, etc.)
25. Exhibición de retratos
26. Pintadas de protesta
27. Uso de signos y nombres nuevos (uso de la denominación "Polonia" en 1942)
28. Sonidos simbólicos
29. Reclamaciones simbólicas (plantación de semillas para reclamar territorios)
30. Gestos groseros

Presiones sobre los individuos

31. "Perseguir" a las autoridades
32. Burlarse de las autoridades
33. Confraternización (ganarse a las personas con una estrategia amistosa deliberada)
34. Vigilias

Representaciones dramáticas y musicales

35. Bromas y sketches satíricos
36. Representaciones teatrales y musicales
37. Cantar

Procesiones

38. Marchas
39. Desfiles (marchas organizadas en señal de protesta)
40. Procesiones religiosas
41. Peregrinaciones (Gandhi en 1947)
42. Desfiles motorizados

Homenajes a fallecidos

43. Luto político
44. Funerales satíricos (p. ej., de la "Libertad")
45. Manifestaciones en funerales
46. Homenajes en el lugar de enterramiento

Asambleas públicas

47. Asambleas de protesta o de apoyo
48. Reuniones de protesta
49. Reuniones de protesta camufladas ("banquetes" políticos en Rusia, 1904-1905)
50. Seminarios

Retiradas y renuncias

51. Abandonar la reunión
52. Guardar silencio
53. Renuncia a honores
54. Darse la vuelta

MÉTODOS DE DESOBEDIENCIA SOCIAL

Exclusión de personas

55. Boicot social
56. Boicot social selectivo
57. Inactividad al estilo Lisístrata (en "Lisístrata" de Aristófanes, las mujeres juraron no mantener relaciones sexuales con sus maridos hasta que éstos no pusieran fin a la guerra)
58. Excomunión
59. Interdicto religioso (excomunión aplicable a una zona o distrito)

No colaboración en acontecimientos, tradiciones e Instituciones

60. Suspensión de actos sociales y deportivos
61. Boicot de asuntos sociales
62. Huelga de estudiantes
63. Desobediencia social (confraternización con los parias en la India)
64. Retirada de instituciones sociales

Retirada del sistema social

65. Quedarse en casa
66. Desobediencia personal total
67. "Huida" de trabajadores
68. Proporcionar asilo con connotaciones religiosas
69. Desaparición colectiva
70. Emigración de protesta (hijrat)

MÉTODOS DE DESOBEDIENCIA ECONÓMICA: BOICOTS ECONÓMICOS

Acciones por parte de los consumidores

71. Boicot de los consumidores
72. Negarse a consumir productos boicoteados
73. Política de austeridad
74. Impago de rentas
75. Negarse a alquilar
76. Boicot nacional de consumidores
77. Boicot internacional de consumidores

Acciones por parte de trabajadores y de productores

78. Boicot de trabajadores
79. Boicot de productores

Acciones por parte de intermediarios

80. Boicot de proveedores y de distribuidores

Acciones por parte de propietarios y directivos

81. Boicot de intermediarios
82. Negarse a alquilar o a vender propiedades
83. Cierre patronal
84. Rechazo de ayuda sectorial
85. "Huelga general" de comerciantes

Acciones por parte de propietarios de recursos financieros

86. Retirada de depósitos bancarios
87. Negarse a pagar tarifas, efectos y pagos sobre valoraciones
88. Negarse a pagar deudas o intereses
89. Retirada de fondos y de créditos
90. Rechazo de impuestos
91. Rechazo de dinero procedente del gobierno

Acciones por parte de los gobiernos

92. Embargo dentro del país
93. Listas negras de intermediarios
94. Embargo de los vendedores a otros países
95. Embargo de los compradores a otros países
96. Embargo comercial internacional

MÉTODOS DE DESOBEDIENCIA ECONÓMICA: HUELGA

Huelgas simbólicas

97. Huelga de protesta
98. Huelga sin previo aviso (huelga relámpago)

Huelgas agrícolas

99. Huelga de campesinos
100. Huelga de trabajadores agrícolas

Huelgas de grupos especiales

101. Rechazo de trabajos forzosos
102. Huelgas de presos
103. Huelgas de oficios (p. ej., de costureras)
104. Huelgas profesionales (asalariados o autónomos)

Huelgas sectoriales normales

105. Huelga en el centro de trabajo
106. Huelga sectorial
107. Huelgas de solidaridad (prohibidas durante el régimen de M. Thatcher)

Huelgas restringidas

108. Huelga al detalle (dejar de trabajar o marcharse de uno en uno)
109. Huelga "paragolpes" (cada vez en una empresa distinta)
110. Huelga de trabajo lento
111. Huelga de celo
112. Huelga de bajas por enfermedad
113. Huelga por dimisión
114. Huelga limitada (p. ej., negarse a trabajar fuera de las ocho horas diarias)
115. Huelga selectiva

Huelgas multisectoriales

116. Huelga generalizada (sin llegar a participar la mayoría de los sectores económicos)
117. Huelga general

Combinaciones de huelga y de cierre económico

118. Hartal (suspensión de la actividad económica en señal de protesta política, India)
119. Paralización económica (todo el mundo)

MÉTODOS DE DESOBEDIENCIA POLÍTICA

Rechazo de la autoridad

120. Interrupción o retirada del apoyo
121. Negarse a mostrar apoyo en público
122. Libros y alocuciones en favor de la resistencia

Desobediencia ciudadana hacia el gobierno

123. Boicot de los órganos legislativos
124. Boicot de elecciones
125. Boicot de empleos y cargos públicos
126. Boicot de departamentos, agencias y otros organismos gubernamentales
127. Retirada de las instituciones educativas gubernamentales
128. Boicot a organizaciones respaldadas por el gobierno
129. Negarse a colaborar con los agentes de la autoridad
130. Retirada de carteles y distintivos propios
131. Rechazo de nombramientos
132. Negarse a disolver las instituciones existentes

Alternativas a la obediencia ciudadana

133. Mostrarse reacio y tardar en cumplir las normas (p. ej., pago de impuestos)
134. Desobediencia cuando no existe supervisión directa
135. Desobediencia popular
136. Desobediencia camuflada
137. Negarse a disolver una asamblea o reunión
138. Sentada
139. No colaborar en reclutamientos y deportaciones
140. Ocultarse, huir y usar identidades falsas
141. Desobediencia civil de las leyes "ilegales" (p. ej., al pago del impuesto sobre la sal en la India colonial)

Acciones por parte de los gobiernos

142. Negarse selectivamente a proporcionar ayudas gubernamentales
143. Bloqueo de líneas de mando e información
144. Obstaculización y obstrucción (científicos involucrados en la investigación atómica en la Alemania nazi)
145. No colaboración administrativa en general
146. No cooperación judicial
147. Ineficacia deliberada y no cooperación selectiva por parte de los agentes de la autoridad
148. Levantamiento militar

Acciones gubernamentales a escala nacional

149. Evasivas y retrasos cuasilegales
150. No colaboración por parte de ciertos departamentos gubernamentales

Acciones gubernamentales a escala internacional

151. Cambio de representaciones diplomáticas y de otros tipos
152. Retraso y cancelación de encuentros diplomáticos
153. Retirada del reconocimiento diplomático
154. Ruptura de relaciones diplomáticas
155. Retirada de organismos internacionales
156. Negarse a pertenecer a organismos internacionales
157. Expulsión de organizaciones internacionales (la Liga de Naciones expulsó a la URSS tras atacar Finlandia en 1939)

MÉTODOS DE INTERVENCIÓN NO VIOLENTA

Intervención psicológica

158. Autoexposición a los elementos
159. Ayuno:
a) Ayuno de presión moral (San Patricio para un trato mejor a los esclavos)
b) Huelga de hambre (incluso llegando a la muerte)
c) Ayuno satyagrah (Gandhi, llegar a la autoconsciencia a través del sacrificio)
160. Juicio inverso (los defensores piden cuentas a fiscales y autoridades)
161. Acoso no violento

Intervención física

162. Ocupación con sentada
163. Ocupación de pie
164. Entrar en medios de transporte público
165. Adentrarse en el agua (por ejemplo, en una playa)
166. Dar vueltas en grupo
167. Ocupación rezando
168. Incursión no violenta
169. Incursiones aéreas no violentas (p. ej., lanzando octavillas)
170. Invasión no violenta
171. Interposición no violenta (con el cuerpo)
172. Obstrucción no violenta (usando el cuerpo como barrera física)
173. Ocupación no violenta

Intervención social

174. Establecimiento de nuevas pautas sociales (mezcla social saltándose las barreras)
175. Sobrecarga de instalaciones
176. Enlentecimiento de negocios legales
177. Entrar en un lugar hablando
178. Representación teatral tipo guerrilla
179. Instituciones sociales alternativas
180. Sistema de comunicación alternativo (p. ej., periódicos alternativos)

Intervención económica

181. Huelga inversa (acudir a trabajar)
182. Encierro en el lugar de trabajo
183. Apropiación no violenta de terrenos
184. Quebrantamiento de bloqueos (Berlín durante la guerra fría)
185. Falsificación con fines políticos
186. Comprar recursos para impedir que otros accedan a ellos
187. Aprehensión de bienes
188. Dumping (venta deliberada por debajo del precio de coste)
189. Compra selectiva
190. Mercados alternativos
191. Medios de transporte alternativos
192. Instituciones económicas alternativas

Intervención política

193. Sobrecarga de los sistemas administrativos (exceso de cumplimiento de la legalidad por parte de los ciudadanos en protesta por la intervención de EE.UU. en Vietnam)
194. Divulgación de la identidad de agentes secretos
195. Búsqueda activa de encarcelamiento
196. Desobediencia civil a leyes "neutras"
197. Trabajo sin colaboración
198. Doble soberanía y gobierno paralelo (Irlanda, 1919)

http://espanol.geocities.com/intisand/manual_de_desobediencia_civil.pdf

Manual de Consenso:

http://espanol.geocities.com/intisand/Consenso.pdf

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