José Agustín Ortiz Pinchetti
El futuro del PRI
Si nos atenemos a la estadística electoral, tendríamos que aceptar que el sistema político está dividido en tres fuerzas y no en dos como sostenemos algunos. El PRI tiene gobernadores en 17 estados, controla mil municipios, 18 congresos locales y es un poder efectivo en el Senado y en la Cámara de Diputados.
Esta visión es estática y muy superficial. Con una visión dinámica nos daremos cuenta que las cosas son muy distintas: en la última década el PRI no ha dejado de perder poder, influencia y prestigio. No ha surgido un solo líder importante de sus filas. El último candidato a la Presidencia tenía una imagen y un desempeño deplorables. Hoy el viejo gran partido (VGP) opera dividido y carece de rumbo. Lo más significativo: es incapaz de ser oposición.
Es probable que la incapacidad del PRI para renovarse provenga de su propia cultura interior. Estaban acostumbrados a disciplinarse frente al poder. Cuando han perdido el eje presidencial han tendido a buscar complicidades con Fox y con el PAN, que son sus enemigos históricos. Las corrientes predominantes del VGP han abandonado el reformismo que explicó en parte la larga vigencia.
Un amigo priísta me describía con ánimo desabrido la situación en que está el PRI, resquebrajado por lo menos en tres segmentos. Un grupo de líderes desprestigiados y corruptos intentan quedarse con el control institucional, con "la franquicia", es decir, con el dinero fiscal y posiciones para negociar sus intereses privados. Otro se apresura a buscar una coalición con Calderón-PAN-Yunque-Gordillo-empresarios, etcétera, para evitar la ignominia de caer al helado infierno de quienes están fuera del presupuesto. Otro fragmento, en el que coinciden la mayoría de las bases priístas, es que han quedado a la deriva. Con amargura ven que el partido no podrá desempeñar una tarea como verdadero opositor. Ven con débil interés el surgimiento del Frente Amplio Progresista y las propuestas de AMLO.
El PRI no se ha portado como oposición ni se portará en el futuro. Aunque los priístas estuvieron plenamente conscientes de las trapacerías de Fox y sus asociados para imponer a Calderón, se apresuraron a reconocerlo y a pedir y dar garantías de "colaboración". Pero lo hicieron en forma más o menos individual o por grupos, no como una unidad. La teoría del "gobierno de la coalición" es una fachada que se disolverá en la furiosa disputa de los aliados del PAN.
El trágico conflicto de Oaxaca ha demostrado no sólo la incapacidad del gobierno de Fox, sino la rigidez del PRI. Ulises Ruiz es plenamente ilegítimo porque llegó al poder mediante un fraude y porque ha demostrado prepotencia salvaje, ineptitud en el ejercicio de su cargo. Sin embargo, los priístas lo han defendido con ferocidad. No por sus propios méritos, sino por lo que representa: la garantía de la impunidad de los gobernadores priístas y la posible supervivencia en los distintos estados, no del PRI, sino de los grupos que encabezan.
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