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jueves, 25 de octubre de 2007

Guadalupe Loaeza : La insumisa

La insumisa
gloaeza@yahoo.com
Guadalupe Loaeza
Ella no tiene un proyecto político como el de Hillary Clinton, no tiene una ambición descomunal como la de Martita, ni es tan sumisa como Betty Ford.
Como bien dice Bruno Jeudy, colaborador del periódico Le Monde: “Esta vez nadie podrá cambiar su decisión. Ni el presidente de la República. Cécilia , la insumisa, se inclinó por la ruptura”. En efecto, la primera dama de Francia fue la primera en decirle a su marido: “ya basta”. La primera en dejarlo junto con el poder. La primera en renunciar a todos los privilegios del Élysée. Y la primera en confesar que está enamorada de alguien más. El 12 de noviembre Cécilia festejará sus 50 años totalmente liberada de todo el protocolo y todos los compromisos que tiene toda esposa del presidente de la República francesa. Por fin ha recuperado el apetito; ya no tendrá que vestirse en Prada, ya podrá ponerse sus jeans y hacer jogging en Nueva York. De hecho desde la primavera del 2005 Cécilia ya había mandado algunas señales al decir que le daba flojera ser first lady y que era políticamente incorrecta. Como hija de un padre ruso y de una madre española, ¡cuántas veces se ufanó de no llevar ni una sola gota de sangre francesa en las venas! Todo el mundo sabía que Cécilia era la única parte non négociable del “preciso”. Todo el mundo sabía que era una extraña relación a la que la opinión pública tenía que acostumbrarse. Todo el mundo sabía que Cécilia no había votado por Nicolas Sarkozy en la segunda vuelta. Y todo el mundo sabía que después de la primera separación que tuvieron en mayo del 2005 se habían vuelto a unir para nunca más separarse. Pero lo que no todo el mundo sabía era que Cécilia ya no quería “tragar camote”, que ya estaba hasta la coronilla y que se trataba de una verdadera insumisa. Ella no tiene un proyecto político como el de Hillary Clinton, no tiene una ambición descomunal como la de Martita, ni es tan sumisa como Betty Ford.

Como el 80% de los franceses, Cécilia y Nicolas se casaron bajo el régimen de bienes mancomunados. En este caso el patrimonio es dividido entre los dos. No obstante, sólo los bienes de Nicolas, que fueron adquiridos antes de su matrimonio, no serán compartidos con Cécilia. Lo que le pertenecía antes de haberse casado con ella quedará como de su propiedad, explica el maître Laurence Mayer, abogado especialista en asuntos familiares. Lo mismo sucedería con Cécilia Sarkozy, ella conservará lo que poseía antes de casarse con Nicolas, es decir antes del 23 de octubre de 1996. Cuando Sarkozy fue elegido en mayo pasado presidente de la República en su declaración patrimonial reportó más de 2 millones de euros. Por lo tanto a Cécilia le correspondería, un millón.

Una vez que leí toda la prensa francesa a propósito de este divorcio presidencial eminente, sobre todo la entrevista que le hiciera Valérie Toranian de la revista Elle a la todavía Mme. Sarkozy, nos permitimos reunir varias declaraciones de Cécilia para hacer con ellas un largo monólogo. Citarlas cada una por separado resultarían muy reiterativas. Escuchemos, pues, la voz sincera de una mujer ciertamente insumisa:

“Sepan de una vez por todas que la vida pública no me corresponde, no me corresponde desde lo más profundo de mi ser. Soy una persona que le gusta estar a la sombra, le gusta vivir con serenidad y tranquilidad. No obstante, siempre supe que tenía un marido que era un hombre público y a pesar de todo lo acompañé a lo largo de 20 años, dos décadas que no fueron nada fáciles y en cuyos años siempre fui su sombra. Pero valió la pena. Juntos dimos la batalla y juntos llegamos a nuestro objetivo, porque Nicolas es un hombre de Estado, un hombre capaz de hacerle mucho bien a Francia y a los franceses. Ahora, intentaré de vivir muy discretamente, en la sombra, como a mí me gusta vivir. Después de haber encontrado a otro hombre y de haberme enamorado de él, cuando me fui quizá un poco precipitadamente en el 2005, regresé con Nicolas porque pensé que podía volver a construir nuestra relación; tratamos todo, yo lo intenté todo lo que pude: me comportaba correctamente, durante un año traté de comprometerme, de involucrarme personalmente, pero había días que resultaba sumamente difícil; comencé a faltar a las ceremonias nacionales e internacionales. Así como no voté por Nicolas en la segunda vuelta en la campaña presidencial el 6 de mayo, me fui demasiado pronto de la reunión del G-8 que se llevó a cabo en Heiligendamm, Alemania, el 6 de junio. Fue cuando los dos nos dimos cuenta que ya no era posible tratar de aparentar. Siempre he pensado en mi familia y ciertamente no por cálculo. Nicolas y yo nunca nos mentimos. Ambos tratamos, hasta las últimas consecuencias, de salvar nuestra pareja. Nunca le mentí, ni pretendí jugar el papel de la esposa perfecta. No me lo hubiera permitido. A lo mejor no soy como las demás primeras damas, pero a mí lo que me hace falta es ir al supermercado con mi hijo Louis. Respecto a mi decisión, también me preocupaba la reacción de mis dos hijas mayores, Judith y Jeanne-Marie. Pero ellas ya son grandes. Nicolas siempre será su padrastro. Curiosamente Louis, el único hijo que tuve con Nicolas, reaccionó lo mejor posible, es un niño que tiene necesidad de estar siempre muy rodeado de cariño, pero sobre todo, de tener, como cualquier niño, un hogar tranquilo. Pienso ocuparme mucho de él. A Nicolas le deseo que encuentre la serenidad, le deseo que sea feliz y que aporte mucho a nuestro país. Honestamente yo ya no le aportaba mucho, ya no le aportaba ni serenidad, ni mucho menos tranquilidad. Tiene derecho a ser feliz, lo merece. Y yo, si no estoy bien anímicamente, ya no puedo hacerlo feliz. A la primera persona en quien pensé al tomar mi decisión de separarme de Nicolas, fue en mi madre. Así como se hubiera puesto feliz de saberlo presidente, igualmente me hubiera apoyado en mi decisión. Mi madre tenía un carácter ejemplar, ella siempre nos educó con la verdad. Nos educó con dignidad. Constantemente nos decía: ‘En la vida hay que mantenerse derechos, muy derechitos; así, con nobleza; hay que actuar con la verdad frente a los demás’. Pienso que ahora mi madre me diría: ‘Cécilia, estoy muy orgullosa de ti porque actuaste con honestidad, estando de acuerdo contigo misma’”.

Me temo que mujeres así de valientes y de honestas como Cécilia ya no existen. Estoy segura que con los años su hijo, el pequeño Louis, un día también le dirá: “Siempre he estado muy orgulloso de ti, mamá”.

gloaeza@yahoo.com
Kikka Roja

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