Carlos Fernández-Vega
La educación, problema endémico en el continente
Escaso desempeño en escuelas y estudiantes de todos los niveles sociales
Aferrados a que la "mejor ruta" para el desarrollo y el combate a la pobreza es la reducción del gasto educativo, los gerenciales gobiernos latinoamericanos el mexicano entre ellos cosechan, convencidos que lo hacen de maravilla, lo sembrado por años. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha divulgado un detallado análisis sobre educación, ciencia y tecnología en América Latina y el Caribe, el cual reprueba a la mayoría de las gerencias regionales, disfrazadas de gobiernos, en esas tres asignaturas. Pocos, muy pocos (obvio es que el mexicano no se cuenta en esta segunda categoría) las libraron, aunque más de milagro que de panzazo, con todo y el apoyo retórico que el propio BID (cual maestro barco) les confiere. Distancias abismales reporta la región entre los recursos canalizados y los resultados obtenidos, si se les compara con los países más desarrollados del planeta, e incluso con naciones europeas en similares condiciones. El siguiente es un breve paseo por los resultados del citado análisis. La calidad en la educación es un problema endémico en toda América Latina y el Caribe. Lejos de estar confinado a estudiantes del extremo más bajo de las escalas socioeconómicas, el reducido desempeño aflige a escuelas y niños de todos los niveles de ingresos.
Resultados de PISA muestran que los mejores (y más ricos) participantes de América Latina que intervinieron en las pruebas de 2002 y 2003 puntuaron muy por debajo de los mejores participantes de otras regiones. Por ejemplo, en Brasil y México, más de 50 por ciento de los estudiantes tiene problemas de lectura, o en la ejecución de tareas obvias o rutinarias; esta cifra crece hasta alrededor de 70 por ciento en el caso de matemáticas. Cifras comparables para la OCDE son 20 por ciento para lectura y 25 por ciento para matemáticas. En Uruguay, el de mejor desempeño de la región, sólo 15 por ciento de los estudiantes se desempeña a niveles competitivos internacionales en lectura; sólo el 10 por ciento lo hace en matemáticas.
Los porcentajes para la OCDE son de alrededor del doble para lectura y casi cuatro veces más para matemáticas. Gran parte de la explicación del bajo desempeño de la región puede encontrarse en la estructura de la prueba y en temas tratados en otros lados. PISA pone a prueba a quinceañeros, sin tomar en cuenta si están en el grado correspondiente o no. Así, registra el (sub) desempeño de repetidores pasados de edad, un tema de mayor trascendencia en América Latina que en la OCDE (por ejemplo un quinceañero en sexto grado de primaria). El efecto de la pobreza en el acceso a la educación y el logro educativo frustra el efecto de otras variables comúnmente incluidas en las funciones de producción de la educación. Dicho simplemente, la pobreza engendra pobre desempeño educativo.
Los niños pobres, independientemente de su género, raza, etnia o lugar de residencia, tienden a empezar tarde la escuela, repetir su grado, desertar y puntuar pobremente en las pruebas. Su probabilidad de terminar la escuela primaria es baja, y cae aún más para entrar a, y terminar, niveles subsiguientes de educación. América Latina y el Caribe proveen un elocuente ejemplo del impacto de la situación socioeconómica en la educación. Aunque, cuando se mide contra los estándares internacionales, los tristes resultados de aprendizaje no están limitados a los pobres de la región, los resultados de PISA hallaron mayor inequidad relacionada con el ingreso en los puntajes en lectura en América Latina que en cualquier otro país, con las excepciones de Portugal y Estados Unidos. Los puntajes en matemáticas nos narran un cuento ligeramente distinto. La dispersión de los puntajes en México parece menor que en el promedio de la OCDE y (similar a los resultados encontrados en lectura) menos que los observados en Estados Unidos. En contraste con la mayoría de los países de la OCDE, donde se puede observar mayor variación en aprendizaje dentro de las escuelas, la variación en el aprendizaje en América Latina refleja ampliamente las diferencias entre escuelas, que mayormente se deben a brechas en talento y motivación entre estudiantes, a la efectividad de los maestros, o al origen socioeconómico del cuerpo estudiantil dentro de una escuela.
Estos factores influyen en el aprendizaje en todas las escuelas de forma muy parecida, suavizando el desempeño a través del sistema educativo del que se trate. Lo contrario es verdad en América Latina. La variación en el aprendizaje se origina en las diferencias en inversiones, infraestructura y recursos (humanos y financieros) entre escuelas. Así, los resultados producidos por los sistemas educativos a través de la región tienden a estar estratificados por el ingreso, localidad y otros factores exógenos, en mayor grado que en la mayoría de los países de alto ingreso. Un aumento en el promedio de años de educación implica mayor acceso a la educación a todos los niveles y para todas las poblaciones. De esta manera, el progreso que la región ha hecho, en términos de aumentar el promedio de años de escolaridad se refleja en una más equitativa distribución de la educación dentro de sus sociedades. En el transcurso de los 40 años entre 1960 y 2000, la región redujo su coeficiente Gini de educación (por reducción entiéndase 0.08), pero las desigualdades de ingresos han aumentado. Un elemento de la ecuación de cobertura y desempeño es el nivel de gasto por estudiante que, dependiendo del país, está actualmente en el rango anual de 150 a mil 700 dólares en América Latina y el Caribe, comparado con 4 mil 100, promedio, en la OCDE.
Las rebanadas del pastel: El nuevo año arranca normal, sin variaciones, es decir, con una catarata de aumentos en los precios, aderezados con melosos discursos para que "vivamos mejor". Por cierto, los mayores incrementos se dan, como siempre, en los productos de la canasta básica, y los menores en los salarios.
La educación, problema endémico en el continente
Escaso desempeño en escuelas y estudiantes de todos los niveles sociales
Aferrados a que la "mejor ruta" para el desarrollo y el combate a la pobreza es la reducción del gasto educativo, los gerenciales gobiernos latinoamericanos el mexicano entre ellos cosechan, convencidos que lo hacen de maravilla, lo sembrado por años. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha divulgado un detallado análisis sobre educación, ciencia y tecnología en América Latina y el Caribe, el cual reprueba a la mayoría de las gerencias regionales, disfrazadas de gobiernos, en esas tres asignaturas. Pocos, muy pocos (obvio es que el mexicano no se cuenta en esta segunda categoría) las libraron, aunque más de milagro que de panzazo, con todo y el apoyo retórico que el propio BID (cual maestro barco) les confiere. Distancias abismales reporta la región entre los recursos canalizados y los resultados obtenidos, si se les compara con los países más desarrollados del planeta, e incluso con naciones europeas en similares condiciones. El siguiente es un breve paseo por los resultados del citado análisis. La calidad en la educación es un problema endémico en toda América Latina y el Caribe. Lejos de estar confinado a estudiantes del extremo más bajo de las escalas socioeconómicas, el reducido desempeño aflige a escuelas y niños de todos los niveles de ingresos.
Resultados de PISA muestran que los mejores (y más ricos) participantes de América Latina que intervinieron en las pruebas de 2002 y 2003 puntuaron muy por debajo de los mejores participantes de otras regiones. Por ejemplo, en Brasil y México, más de 50 por ciento de los estudiantes tiene problemas de lectura, o en la ejecución de tareas obvias o rutinarias; esta cifra crece hasta alrededor de 70 por ciento en el caso de matemáticas. Cifras comparables para la OCDE son 20 por ciento para lectura y 25 por ciento para matemáticas. En Uruguay, el de mejor desempeño de la región, sólo 15 por ciento de los estudiantes se desempeña a niveles competitivos internacionales en lectura; sólo el 10 por ciento lo hace en matemáticas.
Los porcentajes para la OCDE son de alrededor del doble para lectura y casi cuatro veces más para matemáticas. Gran parte de la explicación del bajo desempeño de la región puede encontrarse en la estructura de la prueba y en temas tratados en otros lados. PISA pone a prueba a quinceañeros, sin tomar en cuenta si están en el grado correspondiente o no. Así, registra el (sub) desempeño de repetidores pasados de edad, un tema de mayor trascendencia en América Latina que en la OCDE (por ejemplo un quinceañero en sexto grado de primaria). El efecto de la pobreza en el acceso a la educación y el logro educativo frustra el efecto de otras variables comúnmente incluidas en las funciones de producción de la educación. Dicho simplemente, la pobreza engendra pobre desempeño educativo.
Los niños pobres, independientemente de su género, raza, etnia o lugar de residencia, tienden a empezar tarde la escuela, repetir su grado, desertar y puntuar pobremente en las pruebas. Su probabilidad de terminar la escuela primaria es baja, y cae aún más para entrar a, y terminar, niveles subsiguientes de educación. América Latina y el Caribe proveen un elocuente ejemplo del impacto de la situación socioeconómica en la educación. Aunque, cuando se mide contra los estándares internacionales, los tristes resultados de aprendizaje no están limitados a los pobres de la región, los resultados de PISA hallaron mayor inequidad relacionada con el ingreso en los puntajes en lectura en América Latina que en cualquier otro país, con las excepciones de Portugal y Estados Unidos. Los puntajes en matemáticas nos narran un cuento ligeramente distinto. La dispersión de los puntajes en México parece menor que en el promedio de la OCDE y (similar a los resultados encontrados en lectura) menos que los observados en Estados Unidos. En contraste con la mayoría de los países de la OCDE, donde se puede observar mayor variación en aprendizaje dentro de las escuelas, la variación en el aprendizaje en América Latina refleja ampliamente las diferencias entre escuelas, que mayormente se deben a brechas en talento y motivación entre estudiantes, a la efectividad de los maestros, o al origen socioeconómico del cuerpo estudiantil dentro de una escuela.
Estos factores influyen en el aprendizaje en todas las escuelas de forma muy parecida, suavizando el desempeño a través del sistema educativo del que se trate. Lo contrario es verdad en América Latina. La variación en el aprendizaje se origina en las diferencias en inversiones, infraestructura y recursos (humanos y financieros) entre escuelas. Así, los resultados producidos por los sistemas educativos a través de la región tienden a estar estratificados por el ingreso, localidad y otros factores exógenos, en mayor grado que en la mayoría de los países de alto ingreso. Un aumento en el promedio de años de educación implica mayor acceso a la educación a todos los niveles y para todas las poblaciones. De esta manera, el progreso que la región ha hecho, en términos de aumentar el promedio de años de escolaridad se refleja en una más equitativa distribución de la educación dentro de sus sociedades. En el transcurso de los 40 años entre 1960 y 2000, la región redujo su coeficiente Gini de educación (por reducción entiéndase 0.08), pero las desigualdades de ingresos han aumentado. Un elemento de la ecuación de cobertura y desempeño es el nivel de gasto por estudiante que, dependiendo del país, está actualmente en el rango anual de 150 a mil 700 dólares en América Latina y el Caribe, comparado con 4 mil 100, promedio, en la OCDE.
Las rebanadas del pastel: El nuevo año arranca normal, sin variaciones, es decir, con una catarata de aumentos en los precios, aderezados con melosos discursos para que "vivamos mejor". Por cierto, los mayores incrementos se dan, como siempre, en los productos de la canasta básica, y los menores en los salarios.
cfvmx@yahoo.com.mx/ cfv@prodigy.net.mx
4 de Enero de 2007
México SA
Carlos Fernández-Vega
Con información privilegiada, Gil Díaz se va a trasnacional
* Los barones del dinero lo acogen en agradecimiento a las fenomenales ganancias que les facilitó Francisco Gil Díaz, el sacrosanto secretario de Hacienda del "cambio", no tuvo la delicadeza de esperar un poco más, así fuera para guardar las formas. Lo recomendaba la prudencia, pero el "sepulturero" del Fobaproa tenía prisa por aceptar la regalía, es decir, integrarse al consejo de administración de HSBC, una de las trasnacionales financieras que en México sentaron sus reales.
Algunos creen que con ese movimiento Gil Díaz se quitó la careta, pero esa es una calumnia, por la simple y sencilla razón que nunca se la puso: alrededor de 65 por ciento del sistema bancario que opera en el país se extranjerizó en el sexenio foxista (con este personaje en la Secretaría de Hacienda) hasta llegar a 90 por ciento, a un ritmo casi tres veces superior al registrado durante el zedillato; la banca acumuló cerca de 200 mil millones de pesos en utilidades netas (más los pagarés), el grueso de ellas provenientes de comisiones, exención fiscal, especulación bursátil y cambiaria y nutridos favores gubernamentales; con Gil Díaz a cargo de la SHCP, a la banca trasnacional (más una institución mexicana), contra viento y marea se le cubrieron los jugosos pagarés Fobaproa, se "enterraron" expedientes comprometedores, se ocultó información relativa al "rescate", "desaparecieron" créditos relacionados y se "borró" cartera chatarra ilegalmente asumida por el Fobaproa, especialmente de Banamex, y tantas otras gracias para cuya comisión nunca se puso la careta.
MONERO RAPÉ A finales de marzo pasado comentamos en este espacio que algunas crónicas periodísticas dieron cuenta del profundo cariño y reconocimiento de los banqueros a Francisco Gil Díaz durante la 69 convención gremial en Acapulco. "Lo ovacionaron de pie durante un minuto con 26 segundos", narraban. Y no pudo ser de otra manera, porque cada uno de los 86 segundos que los generosos barones del dinero destinaron para aclamar a su secretario de Hacienda lo valuaban en más de 2 mil 900 millones de pesos, de tal suerte que la ovación completa dio cuenta de los 250 mil millones que los bancos que operan en el país acumularon, hasta esa fecha, en utilidades netas a lo largo del "cambio", más 110 mil millones en pagarés Fobaproa (al cierre de 2006, el valor de cada uno de esos 86 segundos de aplausos se incrementó a 3 mil 605 millones de pesos). Gil Díaz, escribimos entonces, se despidió de los banqueros ("emocionado casi hasta las lágrimas", de acuerdo con las citadas crónicas) como secretario de Hacienda, porque la de Acapulco fue la última convención gremial en la que participó como funcionario del "cambio", lo que no necesariamente implica que la estrecha relación entre ellos se desvanezca. Por el contrario, los barones del dinero al estilo del empleado del mes, aunque en este caso del sexenio consideran seriamente incorporarlo de manera oficial a sus filas...
Y lo incorporaron. Treinta y tres días después de abandonar su oficina en la Secretaría de Hacienda, Gil Díaz se incorpora (con el portafolios atiborrado de información privilegiada) como "consejero independiente" al máximo órgano de decisiones del HSBC Holdings Plc, la trasnacional financiera que en México adquirió el otrora banco Bital (que a su vez engulló al Banco del Atlántico), privatizado en junio de 1992 y entregado a la Casa de Bolsa Prime, con Antonio del Valle Ruiz a la cabeza (quien por cierto ahora tiene un nuevo banco llamado Va por Más, autorizado por Gil Díaz), ex cabeza visible del Banco de Crédito y Servicios (Bancrecer) antes de la expropiación lopezportillista. Como se nota, todo queda en famiglia, y lo raro habría sido que Gil Díaz regresara al ITAM como humilde catedrático. Cuando concluyó el sexenio salinista, en el que se desempeñó como subsecretario de Ingresos, este personaje se fue a dirigir la telefónica Avantel de Roberto Hernández (el de Banamex, que poco después vendió, libre de impuestos, a Citigroup). Ahora, como ex secretario de Hacienda, se va a trabajar con los de HSBC, a cuyos dueños servirá, sin duda, mejor que a México. Tampoco hay que ser tan drásticos, porque el de Gil Díaz es uno entre muchos casos de ex funcionarios públicos (entre los que destaca Ernesto Zedillo, el de las mil chambas), quienes indistintamente despachan en el sector público o en el privado (saludos a Diego Fernández de Ceballos, Santiago Creel y Fauzi Hamdan), funcionan con reglas propias y son gestores de los principales consorcios nacionales y trasnacionales. Aquí se ha comentado que este tipo de personajes ayer despachaban como secretarios de Hacienda, Comercio o Energía; negociaban tratados de libre comercio en nombre del gobierno o privatizaban la nación; "renegociaban" la deuda externa; "rescataban" y "saneaban" bancos, carreteras, ingenios o líneas aéreas, y abrían puertas al capital foráneo justo donde la Constitución lo prohibía. Poco después se ponen al servicio de las firmas con las que, desde el poder público, "renegociaron", "rescataron" y "sanearon". Y más adelante regresan a la función pública.
Ejemplos sobran, aunque sobresalen Luis Téllez (ex jefe de la Oficina de la Presidencia y ex secretario de Energía con Zedillo, pasó al servicio de The Carlyle Group y se vinculó con Televisa, Grupo México y hoy despacha como secretario de Comunicaciones y Transportes); Pedro Aspe (secretario de Hacienda en el salinato, ahora encabeza una empresa "promotora de proyectos" inversión privada en energía, principalmente, amén de pertenecer al consejo de administración de Televisa) y Jaime Serra (secretario de Comercio con Salinas, de Hacienda efímero con Zedillo y actual cabeza de SAI Consultores y del Nafta Fund of Mexico, amén de integrante de los consejos de administración de Grupo Ferroviario Mexicano, Vitro y Grupo México, entre otros).
México SA
Carlos Fernández-Vega
Con información privilegiada, Gil Díaz se va a trasnacional
* Los barones del dinero lo acogen en agradecimiento a las fenomenales ganancias que les facilitó Francisco Gil Díaz, el sacrosanto secretario de Hacienda del "cambio", no tuvo la delicadeza de esperar un poco más, así fuera para guardar las formas. Lo recomendaba la prudencia, pero el "sepulturero" del Fobaproa tenía prisa por aceptar la regalía, es decir, integrarse al consejo de administración de HSBC, una de las trasnacionales financieras que en México sentaron sus reales.
Algunos creen que con ese movimiento Gil Díaz se quitó la careta, pero esa es una calumnia, por la simple y sencilla razón que nunca se la puso: alrededor de 65 por ciento del sistema bancario que opera en el país se extranjerizó en el sexenio foxista (con este personaje en la Secretaría de Hacienda) hasta llegar a 90 por ciento, a un ritmo casi tres veces superior al registrado durante el zedillato; la banca acumuló cerca de 200 mil millones de pesos en utilidades netas (más los pagarés), el grueso de ellas provenientes de comisiones, exención fiscal, especulación bursátil y cambiaria y nutridos favores gubernamentales; con Gil Díaz a cargo de la SHCP, a la banca trasnacional (más una institución mexicana), contra viento y marea se le cubrieron los jugosos pagarés Fobaproa, se "enterraron" expedientes comprometedores, se ocultó información relativa al "rescate", "desaparecieron" créditos relacionados y se "borró" cartera chatarra ilegalmente asumida por el Fobaproa, especialmente de Banamex, y tantas otras gracias para cuya comisión nunca se puso la careta.
MONERO RAPÉ A finales de marzo pasado comentamos en este espacio que algunas crónicas periodísticas dieron cuenta del profundo cariño y reconocimiento de los banqueros a Francisco Gil Díaz durante la 69 convención gremial en Acapulco. "Lo ovacionaron de pie durante un minuto con 26 segundos", narraban. Y no pudo ser de otra manera, porque cada uno de los 86 segundos que los generosos barones del dinero destinaron para aclamar a su secretario de Hacienda lo valuaban en más de 2 mil 900 millones de pesos, de tal suerte que la ovación completa dio cuenta de los 250 mil millones que los bancos que operan en el país acumularon, hasta esa fecha, en utilidades netas a lo largo del "cambio", más 110 mil millones en pagarés Fobaproa (al cierre de 2006, el valor de cada uno de esos 86 segundos de aplausos se incrementó a 3 mil 605 millones de pesos). Gil Díaz, escribimos entonces, se despidió de los banqueros ("emocionado casi hasta las lágrimas", de acuerdo con las citadas crónicas) como secretario de Hacienda, porque la de Acapulco fue la última convención gremial en la que participó como funcionario del "cambio", lo que no necesariamente implica que la estrecha relación entre ellos se desvanezca. Por el contrario, los barones del dinero al estilo del empleado del mes, aunque en este caso del sexenio consideran seriamente incorporarlo de manera oficial a sus filas...
Y lo incorporaron. Treinta y tres días después de abandonar su oficina en la Secretaría de Hacienda, Gil Díaz se incorpora (con el portafolios atiborrado de información privilegiada) como "consejero independiente" al máximo órgano de decisiones del HSBC Holdings Plc, la trasnacional financiera que en México adquirió el otrora banco Bital (que a su vez engulló al Banco del Atlántico), privatizado en junio de 1992 y entregado a la Casa de Bolsa Prime, con Antonio del Valle Ruiz a la cabeza (quien por cierto ahora tiene un nuevo banco llamado Va por Más, autorizado por Gil Díaz), ex cabeza visible del Banco de Crédito y Servicios (Bancrecer) antes de la expropiación lopezportillista. Como se nota, todo queda en famiglia, y lo raro habría sido que Gil Díaz regresara al ITAM como humilde catedrático. Cuando concluyó el sexenio salinista, en el que se desempeñó como subsecretario de Ingresos, este personaje se fue a dirigir la telefónica Avantel de Roberto Hernández (el de Banamex, que poco después vendió, libre de impuestos, a Citigroup). Ahora, como ex secretario de Hacienda, se va a trabajar con los de HSBC, a cuyos dueños servirá, sin duda, mejor que a México. Tampoco hay que ser tan drásticos, porque el de Gil Díaz es uno entre muchos casos de ex funcionarios públicos (entre los que destaca Ernesto Zedillo, el de las mil chambas), quienes indistintamente despachan en el sector público o en el privado (saludos a Diego Fernández de Ceballos, Santiago Creel y Fauzi Hamdan), funcionan con reglas propias y son gestores de los principales consorcios nacionales y trasnacionales. Aquí se ha comentado que este tipo de personajes ayer despachaban como secretarios de Hacienda, Comercio o Energía; negociaban tratados de libre comercio en nombre del gobierno o privatizaban la nación; "renegociaban" la deuda externa; "rescataban" y "saneaban" bancos, carreteras, ingenios o líneas aéreas, y abrían puertas al capital foráneo justo donde la Constitución lo prohibía. Poco después se ponen al servicio de las firmas con las que, desde el poder público, "renegociaron", "rescataron" y "sanearon". Y más adelante regresan a la función pública.
Ejemplos sobran, aunque sobresalen Luis Téllez (ex jefe de la Oficina de la Presidencia y ex secretario de Energía con Zedillo, pasó al servicio de The Carlyle Group y se vinculó con Televisa, Grupo México y hoy despacha como secretario de Comunicaciones y Transportes); Pedro Aspe (secretario de Hacienda en el salinato, ahora encabeza una empresa "promotora de proyectos" inversión privada en energía, principalmente, amén de pertenecer al consejo de administración de Televisa) y Jaime Serra (secretario de Comercio con Salinas, de Hacienda efímero con Zedillo y actual cabeza de SAI Consultores y del Nafta Fund of Mexico, amén de integrante de los consejos de administración de Grupo Ferroviario Mexicano, Vitro y Grupo México, entre otros).
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