ALVARO DELGADO MÉXICO, D.F., 13 de octubre (apro).- En medio de la vorágine por la crisis económica, que exhibe sin atenuantes la ineptitud de Felipe Calderón y la facción que con él se atrinchera en sus privilegios --con la especulación del dólar--, reaparece el depuesto presidente del Instituto Federal Electora (IFE), Luis Carlos Ugalde, para ofrecer un libro que se enmarca en el profundo conflicto político y social que padece el país por la elección presidencial del 2006. Ambos fenómenos --la crisis económica que hace ya estragos en la población más pobre, incluyendo a la asustadiza clase media, y el libro de Ugalde-- podrían parecer inconexos, pero uno y otro forman parte de la historia reciente de México, por la participación clave de Ugalde en la entronización de Calderón, pupilos los dos de Elba Esther Gordillo, la líder magisterial que actúa impunemente y cuya más reciente desvergüenza ha sido regalar vehículos de medio millón de pesos a 59 incondicionales. Así lo viví. Testimonio de la elección presidencial de 2006, la más competida en la historia moderna de México, es el largo título del libro de Ugalde, del que el semanario Proceso publica esta semana una selección que exhibe las "presiones" a las que fue sometido por Vicente Fox, Gordillo y Calderón para declarar a este último ganador de la elección presidencial, así como las que padeció de la coalición Por el Bien de Todos para favorecer a Andrés Manuel López Obrador. Ugalde se describe en su libro como garante incorruptible de la autonomía e independencia del IFE frente a éstas y otras supuestas presiones ejercidas por Gordillo y Manlio Fabio Beltrones para recomendarle funcionarios al inicio de su gestión, y cuando --después de las controvertidas elecciones-- se planeaba su destitución y la de los otros consejeros. Aunque el libro narra acontecimientos previos y posteriores al 2 de julio, es en esta fecha en que Ugalde vivió las "horas dramáticas", entre las 8 y 12 de la noche. "Es una historia hasta ahora desconocida, que describe cómo se comportaron los principales actores políticos del país en la situación --límite e inesperada-- de una elección tan cerrada que impedía saber quién había ganado." Su negativa para declarar ganador a Calderón, la noche del 2 de julio, implicó a Ugalde severas recriminaciones de Fox y Gordillo, a quien --asegura-- ni siquiera le tomó la llamada, lo mismo que a Calderón. En su libro, Ugalde narra que Fox, "con tono seco y altivo", le dijo que era una lástima que no hubiera anunciado ganador, porque todas las encuestas serias mostraban un ganador claro. "Me dijo que estaba colocando al país en una situación de ingobernabilidad por no haber dado ganador." Igual que lo hizo con Calderón, que le telefoneó poco después de las ocho de la noche del 2 de julio, Ugalde no aceptó hablar con la dirigente magisterial, quien lo maldijo a través de su secretario particular, Alejandro Ríos Camarena. "Ella había sido gestora de mi elección como presidente del IFE en 2003 y en ese momento más crítico de mi gestión mi secretario particular le negaba hablar conmigo. Lo insultó y le dijo que se arrepentía de haber votado por mí como presidente del IFE años antes." Gordillo le envió a Ugalde el mensaje de que le faltó valor para declarar ganador: "Tiempo después una persona que había presenciado la conversación de Elba Esther con mi secretario particular narró que estaba furiosa. Quería que anunciara que Calderón había ganado. Al colgar conmigo habría dicho: 'Le faltaron huevos a Ugalde'". El recurso de Ugalde para, supuestamente, tomar distancia de Fox y Gordillo es impecable como embuste: Si fue capaz de no ceder a las presiones de ambos, entonces es falsa la acusación de fue copartícipe en el "fraude electoral"; y si no tuvo valor -"huevos", dijo ella-- para declarar ganador a Calderón, quiere decir que sí lo tuvo para defender los principios democráticos. En realidad, Ugalde actúa con maña: Los actos de supuesta gallardía que cuenta en su libro jamás serán desmentidos por Fox ni por Gordillo, tan proclives ambos al escándalo y la impunidad de sus actos. Por ejemplo, Ugalde revela conversaciones que serían comprometedoras para esos dos personajes: Fox, quien en 2004 le dijo que sería neutral, en realidad hizo una estudiada campaña mediática para impedir el triunfo de López Obrador, como le aseguró el vocero Rubén Aguilar: "Fox pensaba que México no podía regresar a la época del PRI, bajo la sombra de un populista como López Obrador'. Más que un asunto de favorecer a Calderón, lo esencial era que MLO no ganara. Para Fox no importaba si Calderón estaba de acuerdo o no con su estrategia. Para él lo importante era garantizar que se mantuviera su proyecto de gobierno y que AMLO no llegara a Los Pinos." Gordillo, en tanto, evitó postular como candidato presidencial de Nueva Alianza a Jorge Castañeda, porque le restaba votos al PAN, tal como le habían dicho Fox, Marta Sahagún y Santiago Creel, todavía secretario de Gobernación. Pero ella siempre jugó con esa posibilidad, aunque con la condición de que el inescrupuloso exanciller declinase por Calderón: "El 30 de mayo del 2006, a pocas semanas de la jornada electoral, Elba Esther le dijo a Castañeda por última vez que si aceptaba la candidatura, ella quitaba a (Roberto) Campa." Ugalde apenas si aborda la intromisión, ilegal, de los organismos empresariales y asociaciones civiles panistas en una campaña de spots de radio y televisión que comenzó en junio, que costó casi 200 millones de pesos; y la justifica por las críticas que recibían de López Obrador. "Hasta ese momento la clase empresarial del país se había mantenido en una esfera de discreción. Mientras López Obrador los acusaba y agredía, ellos se reservaban sus opiniones", escribe. Así, aunque exhibe ampliamente a Fox como un impostor por su deseo de influir en el electorado para evitar el triunfo de López Obrador, apenas si le hace un reproche, en forma de preguntas. "La interrogante central es si el conflicto después del 2 de julio es consecuencia de que las contiendas fueron inequitativas. Si Fox no hubiera hablado y los empresarios no hubieran transmitido sus spots, ¿López Obrador habría aceptado el resultado que no le favoreció? Y, más importante quizá, ¿habría ganado Felipe Calderón?" De Calderón se ocupa para exhibirlo como incongruente, por no defenderlo de la reforma electoral que lo depuso, pero ni siquiera cuenta si en alguna de sus reuniones le hizo ver que aceptar la remoción de los consejeros electorales implicaba reconocer que hubo fraude electoral. Inclusive, la última vez que lo vio como presidente del IFE, el 14 de diciembre del 2007, después de que trató de inmiscuirse en el organismo al pedirle que se quedara como presidente, escribió que "la relación concluía de manera cordial y respetuosa". En su libro Ugalde entra en contradicciones que le restan también credibilidad: Según él, el 30 de octubre se enteró, por la llamada que recibió de Gordillo, de que sería propuesto como presidente del IFE, pero páginas adelante cuenta que "días antes" personeros de ella misma le habían planteado esa posibilidad. Más aún, yo mismo, tres semanas antes de ese 30 de octubre, le pleantee a Ugalde una entrevista para Proceso, con el fin de que dijera públicamente para qué quería ser consejero electoral, en vista de la opacidad con la que manejaban los diputados la auscultación. Después de insistirle en la necesidad de la transparencia, aceptó. Quedamos de vernos para la entrevista formal el martes 15 de octubre, pero el viernes previo, por la noche, me llamó para vernos en un bar de la colonia Condesa. "Discúlpame, pero no puedo hablar", me dijo. "Cualquier cosa que yo diga puede echar abajo la negociación. Pero te prometo que hablaremos." --La entrevista es ahora o no es. --No puedo, de veras -me decía, compungido--. Se cae la negociación. Y está en juego la presidencia. --Por eso, comprométete con la sociedad: Di para qué quieres ser presidente del IFE. No quiso asumir ese acto de gallardía, como no la asume en general en su libro, que concluye con el reparto indiscriminado de responsabilidades. Al final del libro, no al principio, en los dos últimos párrafos, Ugalde se lava las manos: La responsabilidad de las decisiones que asumió el IFE durante el proceso electoral fue compartida por los nueves consejeros electorales. Yo tenía una responsabilidad especial, como representante de la institución y su cara más visible. Pero, de la misma manera que todos los órganos colegiados, las decisiones fueron resultado, entre otros factores, de la deliberación, del voto y del veto mayoritario de las coaliciones cambiantes. Aunque yo fui la cara visible, los aciertos y los errores que haya cometido son responsabilidad compartida. Esta es la estatura de Ugalde. Apuntes Es posible anticipar algo con lo que el gobierno de Calderón pretende distraer de la gravedad de la crisis: No habrá revelaciones sobre la identidad de los especuladores que, en horas, minaron en 10% las reservas del Banco de México. La razón es sencilla: Son los que sostienen a este personaje frívolo que no sólo es capaz de guardar silencio ante la desvergüenza de Elba Esther Gordillo, sino que ha dado la orden de ratificar el contubernio en el plano electoral, con la coalición del PAN con Nueva Alianza... Eso sí, Calderón blande el garrote contra cualquier disidencia, incluyendo la de opinión... Todo indica que Nueva Izquierda, la facción que ha terminado de apoderarse del PRD, se sumará al contubernio con Calderón y el priismo que encabeza Beltrones. La reforma petrolera, cuyas ganancias se ha entregado por adelantado en abultados portafolios, se perfila para ser aprobada. Comentarios: delgado@proceso.com.mx Me presionaron... Luis Carlos Ugalde Poco menos de dos años después de abandonar la presidencia del IFE, Luis Carlos Ugalde decide hacer revelaciones. Un ejemplo, entre muchos: El 2 de julio de 2006, Elba Esther Gordillo y Vicente Fox -quien buscó impedir a toda costa el triunfo de López Obrador e insistió en no retirar los spots de la campaña negativa-, así como el propio Felipe Calderón, lo presionaron para que anunciara prematuramente tendencias electorales en favor del michoacano. En su libro de memorias, titulado Así lo viví. Testimonio de la elección presidencial de 2006, la más competida de la historia moderna de México, de cuyo original para imprenta Proceso obtuvo una copia, Ugalde se pregunta si el actual ocupante de Los Pinos pudiera haber ganado sin la intervención de Fox, los virulentos spots y las campañas inequitativas... En una selección de Álvaro Delgado, presentamos fragmentos del texto, que será publica- do por la editorial Grijalbo. Eran las 10:30 de la noche del jueves 30 de octubre del 2003. Estaba con mi novia, Lía Limón, en una cena en casa de su amiga Lorena Reveles, en la colonia Del Valle de la Ciudad de México. Esa noche era particularmente relevante para mí. Al día siguiente la Cámara de Diputados elegiría y votaría a los nuevos consejeros del Instituto Federal Electoral que, de acuerdo con la Constitución, fungirían en el cargo hasta el 2010. (...) Sonó mi celular. Contesté. Del otro lado de la línea estaba Elba Esther Gordillo, coordinadora del grupo parlamentario del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la Cámara de Diputados. (...) Me dijo que le daba mucho gusto informarme que 'los compañeros del PRI' me querían proponer para ser presidente del IFE. (...) -Te agradezco mucho la deferencia y, por supuesto, acepto ser considerado y votado como nuevo consejero presidente del IFE -contesté a Elba Esther. (...) Concluida la conversación, regresé a la sala donde Lía y sus amigas continuaban disfrutando de la cena. Le pedí que nos fuéramos. (...) Mientras nos despedíamos, sonó nuevamente el celular. Una voz me dijo: -Háblale a Roberto Madrazo, a la suite del hotel Four Season, y dile lo que le tienes que decir. La voz anónima colgó sin dejar rastro ni señas de lo que significaba hablarle a Madrazo y decirle 'lo que le tienes que decir'. (...) Hablar con Madrazo era importante porque, en ese mes de octubre de 2003, crecía la versión de un creciente distanciamiento entre él y Elba Esther Gordillo (...) Era indispensable, por lo tanto, contar con el aval de ambos para generar confianza en el PRI. (...) Ya en el coche, en el trayecto a mi casa, finalmente llamé al Four Seasons (...) y contestó la voz de Roberto Madrazo. '¿Qué era lo que le tenía que decir?', pensé nuevamente. No iba a ofrecer nada a cambio (...) -Roberto, habla Luis Carlos Ugalde. Te llamo para agradecer tu confianza para ser considerado como nuevo presidente del IFE. Ten la seguridad de que el IFE se conducirá con legalidad e imparcialidad, y que siempre existirá un canal de diálogo con todos los partidos políticos. (...) -Muchas felicidades, Luis Carlos -dijo Madrazo antes de colgar. No sabía entonces que, tiempo después, al amparo de una interpretación legal, el PRI de Madrazo pediría al IFE y a mi persona aliviar y 'facilitar' el pago de su deuda (multa de mil millones de pesos por el Pemexgate), y que la negativa a hacerlo contribuiría a sembrar la distancia. Los recomendados * A pesar de que, sin lograrlo, intentó influir en algunas decisiones del IFE, mi experiencia con Elba Esther Gordillo fue cordial durante esos primeros meses. Sólo años después, el 2 de julio de 2006, intentaría presionarme. Maldeciría mi nombre. (...) Pocas semanas después de haber llegado al IFE, cuando discutíamos el nombre del nuevo secretario o secretaria ejecutiva, luego de revisar decenas de nombres, hubo una candidata finalista: María del Carmen Alanís, directora de Capacitación Electoral y Educación Cívica del IFE. Poco antes de votar el nombramiento, Fernando González, yerno de Elba Esther, me llamó. Me expresó que su jefa estaba preocupada por la cercanía de Alanís con el diputado Manlio Fabio Beltrones. Temían que por medio de ella el diputado interviniera en la vida interna del instituto. (...) Le dije a Fernando que, al margen de la cercanía de Alanís y Beltrones, la propuesta de ella era mía, no de él. Le narré que la conocía de años (...) Después de escucharme, Fernando reiteró que si nombraba a Alanís como secretaria ejecutiva habría molestia y desconfianza. 'Dile a Ugalde que Alanís les va a hacer mucho daño', habría dicho Elba Esther en esos días, según me narró Fernando tiempo después. (...) En los primeros meses de 2005 el entonces diputado del PRI Manlio Fabio Beltrones me mandó un mensaje con el nombre de un candidato para que fuera nombrado contralor del IFE. (...) Entrevisté al enviado de Manlio Fabio. Se trataba de José Manuel Moreno Aguiñiga (...) Avisé al recomendador que no había apoyo para la designación (...) Un amigo me dijo: 'Manlio nunca olvida, cuídate'. En esta ocasión, además, había un dato muy peculiar. José Manuel Moreno Aguiñiga era concuño del diputado Beltrones. Estaba casado con Carmina Sánchez, hermana de Sylvia Sánchez, esposa de Beltrones. Castañeda y Elba Esther (...) (Jorge) Castañeda me platicó tiempo después que Elba Esther Gordillo 'coqueteó' en varias ocasiones con la idea de que él fuera el candidato de Nueva Alianza. En 2005, según él, tanto el presidente Fox, como su esposa y Santiago Creel, secretario de Gobernación, le habían dicho a Elba Esther que Castañeda le quitaría votos al PAN y que era necesario desechar la idea. No obstante, ella jugó con la posibilidad, incluso la víspera de que (Roberto) Campa fuera postulado. No sólo eso: El 30 de mayo de 2006, a pocas semanas de la jornada electoral, Elba Esther le dijo a Castañeda por última vez que, si aceptaba la candidatura, ella quitaba a Campa. La condición implícita era que declinara a favor de Calderón antes de la jornada electoral. Castañeda podía ser un candidato exitoso, pero nada justificaría que esa candidatura afectara la candidatura del PAN. (...) Miguel Ángel Jiménez, operador muy cercano a 'la maestra', me narró algo semejante: Castañeda había sido el candidato natural de 'la maestra', pero las encuestas mostraban que le 'robaría' votos a Calderón: de acuerdo con las encuestas internas que Jiménez revisaba, generaba 6% de la intención del voto, pero le reducía votos al futuro candidato del PAN. Y por esa razón, según Jiménez, porque le restaba votos a Calderón, 'la maestra' optó por la candidatura de Roberto Campa. Fox contra AMLO (...) Poco antes de que iniciaran las campañas presidenciales, el gobierno de Vicente Fox lanzó, en enero de 2006, una campaña masiva en radio y TV para presumir los logros de su administración. Los spots buscaban influir en el ánimo de los ciudadanos (...) Nunca se refirió a López Obrador por su nombre, pero el destinatario de sus críticas era claro. Rubén Aguilar, vocero del presidente Fox, me platicó tiempo después que el presidente actuaba por iniciativa propia, porque estaba convencido de que había que defender su proyecto de gobierno (...) 'Fox pensaba que México no podía regresar a la época del PRI, bajo la sombra de un populista como López Obrador'. Más que un asunto de favorecer a Calderón, lo esencial era que AMLO no ganara. 'Para Fox no importaba si Calderón estaba de acuerdo o no con su estrategia. Para él lo importante era garantizar que se mantuviera su proyecto de gobierno y que AMLO no llegara a Los Pinos. Fox pensaba que era su derecho actuar y que no violaba ninguna ley al hacerlo', me dijo Rubén Aguilar. (...) La mañana del domingo 19 de febrero de 2006, antes de acudir al IFE para presidir la reunión en la que se aprobaría el acuerdo de neutralidad, fui a Los Pinos, motu proprio, a conversar con el presidente de la República (...) Supe, por su rostro adusto y distante, que la conversación sería álgida. (...) Recuerdo que la primera vez que comí con él en Los Pinos, en julio de 2004, me aseguró que sería plenamente neutral en 2006. (...) Su rostro de aquella primera comida contrastaba con el que tenía esa mañana, mientras ingresaba en la sala acompañado de Carlos Abascal, secretario de Gobernación. Sus primeras palabras fueron de reclamo. Me dijo que no le veía sentido a esa reunión. Que acababa de leer en los periódicos que ya estaba todo listo para prohibirle hablar, decir, actuar. Si su opinión no contaba, dijo, ¿cuál era el propósito de ese encuentro? Ante su pregunta dije: 'Señor presidente, al margen de que ya esté todo acordado, vengo a exponerle las razones por las cuales hemos decidido aprobar las medidas de neutralidad'. No había concluido mi primera idea cuando me interrumpió. Se quejó de que el presidente de la República no pudiera hablar ni decir lo que pensaba, incluso si atacaban a su esposa, Marta (...) Me dijo que era respetuoso de la ley y de las instituciones. Que respetaría al IFE el 2 de julio, pero me reclamó: 'No se valen estas prohibiciones'. -Señor presidente, hace seis años, como candidato opositor, usted exigió que el gobierno se mantuviera al margen de las elecciones y acusó al entonces presidente de la República y al PRI de querer organizar un fraude y manipular la elección. Me parece que para ser congruente debe usted ser sensible a las acusaciones que ahora le hacen el PRD y el PRI -le dije a Fox. Ante mi cuestionamiento, dijo que las condiciones del país eran muy diferentes: 'Antes había abusos, ahora no'. Ninguno de mis argumentos parecía convencerlo. Sus derechos políticos y su deseo de influir en el electorado le importaban más que su obligación de mantener la gobernabilidad del país. (...) Esa mañana supe que el presidente no sería un activo para el proceso electoral y que el IFE y demás autoridades electorales tendrían que ir solos a la contienda más conflictiva de la historia moderna de México. La interrogante central es si el conflicto después del 2 de julio es consecuencia de que las contiendas fueron inequitativas. Si Fox no hubiera hablado y los empresarios no hubieran transmitido sus spots, ¿López Obrador habría aceptado el resultado que no le favoreció? Y, más importante quizá, ¿habría ganado Felipe Calderón? Lo que a Ugalde le faltó Hacia las 11:40 de la noche (del 2 de julio de 2006), poco antes de entrar a la última sesión del Consejo General, cuando iba a bordo de la camioneta que me transportaba a la sala de sesiones, hablé con el presidente. La charla fue ríspida y desagradable. -Señor presidente, como ya lo ha escuchado, la elección está tan cerrada que no pudimos anunciar quién ha ganado la elección para presidente de la República. Esperaba una respuesta de apoyo institucional. No la hubo. Con tono seco y altivo me dijo que era una lástima que no hubiera anunciado ganador. Según él, todas las encuestas 'serias' mostraban un ganador claro (...) Me dijo que estaba colocando al país en una situación de ingobernabilidad por no haber dado ganador. En ese momento me enojé y exalté. ¡Cómo era posible que Fox le reclamara a la autoridad electoral y, con sus palabras, sugiriera como error no dar ganador! El IFE es una autoridad que da resultados si los hay, y nuestra función no era anunciar triunfos 'para que hubiera gobernabilidad', sino dar resultados, aunque éstos fueran que, con base en la información dura, todavía no había ganador. (...) Con su tono y actitud, Fox pretendía transferirme a mí la culpa de la posible ingobernabilidad del país. Olvidaba que sus declaraciones durante las campañas habían contribuido a construir un clima conflictivo. Molesto, le dije: -Mi función como presidente del IFE es respetar los acuerdos del Consejo General y acatar la decisión del Comité del Conteo Rápido. El comité me informó que la elección está tan cerrada que es imposible saber quién ganó. Y así lo hice. Colgamos de manera abrupta. Yo estaba bastante molesto. Supongo que él lo estaba más. Cuando estaba bajando de la camioneta (...) Ríos Camarena recibió en su teléfono una llamada de Elba Esther Gordillo. -Habla Elba Esther Gordillo. Comuníqueme con Luis Carlos Ugalde -le dijo la lideresa magisterial. -El doctor Ugalde no puede tomar la llamada, está a punto de entrar a la sesión del Consejo General. -¡Cómo que no puede tomar la llamada! Usted no sabe quién soy. Mientras caminábamos para ingresar a la sala de sesiones, observé a Alejandro contrariado. En ese momento no sabía con quién hablaba. Elba Esther le decía: -Necesito hablar con él, porque está poniendo al país en una situación muy grave. Necesito hablar con él antes de que inicie la sesión. Ríos Camarena insistió: -No puedo comunicárselo. La doble negativa de Alejandro enfureció a 'la maestra'. Ella había sido gestora de mi elección como presidente del IFE en 2003 y en el momento más crítico de mi gestión mi secretario particular le negaba hablar conmigo. Lo insultó y le dijo que se arrepentía de haber votado por mí como presidente del IFE años antes. -Ha sido el peor error de mi vida -dijo Elba Esther. Alejandro cortó la llamada. (...) Eran las 11:45 de la noche. Mientras entrábamos en el salón de sesiones sentí un ambiente tenso. Muy diferente de la sesión de esa mañana. Sonó nuevamente el teléfono de Ríos Camarena. -Necesito hablar con el consejero presidente. Era nuevamente Elba Esther Gordillo. -No puede tomarle la llamada -reviró Ríos Camarena. -Dígale que le faltó valor para decir quién ganó. (...) Tiempo después una persona que había presenciado la conversación de Elba Esther con mi secretario particular me narró que estaba furiosa. Quería que anunciara que Calderón había ganado. Al colgar (...) habría dicho: -Le faltaron huevos a Ugalde. La incongruencia de Calderón (Ese mismo 2 de julio, antes de que Ugalde hablara con Fox, Ríos Camarena había contestado otra llamada.)** (Ríos Camarena) me dijo: 'Felipe Calderón quiere hablar contigo'. Hice una exclamación silenciosa con los brazos, en tono de rechazo. (...) Todas las reglas eran conocidas y estaban a la vista. (...) -El doctor Ugalde no está tomando llamadas de ningún candidato -contestó de manera inmediata Ríos Camarena, al observar mi reacción. Del otro lado de la línea insistían en que Calderón quería hablar conmigo. -Lo lamento -dijo Ríos Camarena-, es una decisión tomada hace días y no hablará con ningún candidato. Desde las cuatro de la tarde, Felipe Calderón tenía la certeza de que había ganado la elección, y quería que el presidente del IFE lo anunciara (...) Sin embargo, partía de un error. Efectivamente, iba literalmente arriba en la mayoría de las encuestas de salida, pero la distancia que lo separaba era tan pequeña que el conteo rápido sería insuficiente para determinar, con plena certeza, que el candidato del PAN era el triunfador esa noche. (Durante la campaña, cuando el TEPJF ordenó al IFE suspender los spots donde se calificaba a López Obrador como 'un peligro para México', Calderón también había hablado telefónicamente con Ugalde.) Argumentó que si el IFE los prohibía (los spots), se estaría limitando la libertad de expresión y se daría un golpe a la democracia. Su tono de voz reflejaba molestia. Expresó que era inadmisible que los consejeros cediéramos frente a las pretensiones del PRD. Me dijo que tenía derecho a decir lo que pensaba, y que el IFE no se lo podía prohibir. (...) Le dije que la señal del Tribunal Electoral era muy clara. 'Los magistrados quieren que se detengan las campañas negativas. Si no lo hacemos nosotros -explicaba-, lo harán ellos, y yo no puedo permitir que el IFE sea omiso frente a un mensaje claro de los magistrados'. (...) El tono de la charla era áspero. Calderón insistía en que no teníamos derecho a retirar sus spots. -Lo lamento mucho, pero mi voto es a favor del retiro de los spots y no lo cambiaré -reiteré al candidato del PAN. Con el paso del tiempo he recordado varias veces esa conversación. He reflexionado sobre el contraste entre el Felipe Calderón que como candidato era defensor de la libertad de expresión, a costa de lo que fuera, y el Felipe Calderón que como presidente publicó una reforma constitucional, en noviembre de 2007, que prohíbe el tipo de publicidad política que él mismo empleó contra AMLO y que defendió ante mí en abril de 2006. (El 28 de agosto de 2007, por la noche, Ugalde se reunió con el presidente Calderón.) Sabía que, dadas las posturas claras de los actores, PRD y Manlio Fabio Beltrones (PRI), la decisión final (de remover a los consejeros) dependía de él y de su partido. (...) En contraste con la última vez que habíamos conversado, ahora lo notaba dubitativo y ambivalente. (...) Mientras yo hablaba, observaba su gesticulación y su actitud. Se veía preocupado. Antes de entrar en su oficina esperaba una ratificación de su promesa de diciembre de 2006, de que defendería la independencia del instituto (...) -Presidente, mi cargo me obliga a defender al IFE. No es correcto ni bueno para el país que para lograr una reforma fiscal y lograr una aparente reconciliación nacional, ficticia y pasajera, se sacrifique al IFE y a sus consejeros. Esperaba que el presidente me atajara para decirme que defendería al IFE. Esperaba que el Calderón demócrata que yo recordaba saliera a darme la garantía de que cuidaría a las instituciones. Esperaba la empatía del jefe del Estado mexicano. Esperé en vano (...) Proceso.com.mx |
Kikka Roja
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