Como Colosio, Mouriño murió insultado
Que quede constancia que muchos de quienes se autoproclaman pensadores de la izquierda progresista lo trataron de hacer pedazos por ser gallego, gachupín. Mouriño: el arquitecto del triunfo de Felipe Calderón en las elecciones de 2006 (según su compañero, amigo y hoy presidente del PAN, Germán Martínez). Algo que jamás podrían perdonarle los mezquinos ni los enemigos. Mouriño: blanco de una tautología de verdades a medias y mentiras redondas en la que son tan expertos los imbéciles.
Mouriño: llegó demasiado pronto, y demasiado mal, a la Secretaría de Gobernación. Nunca, y aquí el nunca es literal, pudo reponerse del misil de los contratos familiares en Pemex que certeramente le lanzó López Obrador. No fue un político hábil. Cuando murió, un plantón de 200 antorchistas llevaba un mes obligándolo a entrar al Palacio de Covián por la puerta de servicio. Murió joven, como los héroes. Por eso también su muerte es un presentimiento shakespeareano: la sombra del destino que se acerca. El 2006, los contratos de Pemex, la guerra contra el crimen, los golpes de septiembre y octubre contra el crimen, el jet que cae en Periférico y Reforma. El encono, el odio patriótico. Mouriño, como Colosio, murió en la hora de los escalofríos. Como Colosio, pasó en un instante de las arenas movedizas al panteón de los grandes mitos de la política mexicana. Quién iba a decir que el destino de su biografía fuera convertirse en literatura. Inexorablemente, diría Onetti, la imaginación de muchos terminará haciendo la literatura que él, discretamente, escribió sólo viviendo.
Mouriño: llegó demasiado pronto, y demasiado mal, a la Secretaría de Gobernación. Nunca, y aquí el nunca es literal, pudo reponerse del misil de los contratos familiares en Pemex que certeramente le lanzó López Obrador. No fue un político hábil. Cuando murió, un plantón de 200 antorchistas llevaba un mes obligándolo a entrar al Palacio de Covián por la puerta de servicio. Murió joven, como los héroes. Por eso también su muerte es un presentimiento shakespeareano: la sombra del destino que se acerca. El 2006, los contratos de Pemex, la guerra contra el crimen, los golpes de septiembre y octubre contra el crimen, el jet que cae en Periférico y Reforma. El encono, el odio patriótico. Mouriño, como Colosio, murió en la hora de los escalofríos. Como Colosio, pasó en un instante de las arenas movedizas al panteón de los grandes mitos de la política mexicana. Quién iba a decir que el destino de su biografía fuera convertirse en literatura. Inexorablemente, diría Onetti, la imaginación de muchos terminará haciendo la literatura que él, discretamente, escribió sólo viviendo.
Descanse en paz.
gomezleyva@milenio.com
¿POR FIN EN QUE QUEDAMOS? SI O NO, SI DECIR LA VERDAD INSULTA PUES MALA SUERTE, PERO ¿Y LA VERDAD?
QUE DIGAN LA VERDAD, Y YA, ASUNTO OLVIDADO,
¡¿QUE LE PASÓ A MOURIÑO?!
A MEXICO QUE LE VA A PASAR? CON QUIEN QUEDAMOS ¿CON LOS GRINGOS O CON LOS ESPAÑOLES? ¿DE QUE TAMAÑO ES EL SAQUEO?
Kikka Roja
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