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sábado, 15 de noviembre de 2008

EL GOBIERNO : TODA LA CULPA ES DEL PILOTO: ACCIDENTE POR DECRETO

QUÉ ESTÁ OCULTANDO EL GOBIERNO DE CALDERÓN ESPURIO... gobernación contra la empresa

Falla piloto en todo
Gobernación, responsable de validar a pilotos del Learjet 45
Detectan deficiencias en certificación del piloto y copiloto para operar el Learjet 45

Lilián Cruz reforma.com

Ciudad de México (15 de noviembre de 2008).- Las investigaciones realizadas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y peritos internacionales confirman que el accidente aéreo en el que perdieron la vida Juan Camilo Mouriño, anterior Secretario de Gobernación, y otras personas se debió a una falla humana. El titular de la SCT, Luis Téllez, afirmó que la impericia de quien, se aclara ahora, era el capitán de la aeronave, Martín de Jesús Oliva, se perfila como la principal causa del accidente aéreo del 4 de noviembre, en el que también murieron el ex subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos y 12 personas más. "La investigación revela presuntas deficiencias en el proceso de capacitación y certificación de ambos, piloto y copiloto, para operar el Learjet 45", aseguró Téllez. Los estudios realizados, añadió, mostraron "la falta de familiaridad del capitán con los instrumentos en cabina al fallar repetidamente en la introducción de datos en los sistemas electrónicos", de acuerdo con lo registrado en la grabadora de audio de la cabina, dado a conocer ayer.

Según el resultado de la investigación de campo, el piloto también desobedeció la instrucción del controlador aéreo de reducir la velocidad al realizar la maniobra de aproximación al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), ya que lo hizo un minuto y 12 segundos después de recibir la orden, lo que lo acercó a la turbulencia generada por el Boeing 767 que le precedía. Esta acción retardada provocó que el Learjet 45 se acercará a 4.15 millas náuticas, cuando el límite permitido por las normas internacionales, fijadas por la Organización Internacional de Aviación Civil, son 5 millas. El piloto, según la información de la SCT, no tuvo la capacidad para operar la aeronave ante la emergencia ocasionada por la turbulencia de estela que generó el Boeing 767-300 de Mexicana, que aterrizó primero, por lo que Álvaro Sánchez, quien, se precisa ahora, era el copiloto de la aeronave, tuvo que tomar el control del avión antes de impactarse. La grabación de las voces en cabina (que sólo se difundió de manera estenográfica y no en audio) revela que el piloto notó la turbulencia del Boeing e inmediatamente después registró pérdida de control de la aeronave, por lo que el copiloto pidió el mando para intentar levantar la nariz del Learjet sin lograrlo. Once segundos más tarde se impactó.

Gilberto López Meyer, director general de Aeropuertos y Servicios Auxiliares y jefe de la investigación, explicó que, antes de iniciar el viraje final hacia el AICM para el aterrizaje, el jet cambió su trayectoria de manera súbita y giró bruscamente a la derecha sobre su eje longitudinal para quedar invertido o casi invertido y posteriormente impactarse. La Secretaría de Comunicaciones informó también que una de las dos cajas negras del avión no registró información sobre la aeronave. Según la SCT, la grabadora de datos, que contiene aproximadamente 134 horas de información de datos de vuelo, no graba información de vuelo desde septiembre de 2006. Téllez insistió en que las investigaciones continuarán y que por el momento no se descarta ninguna hipótesis. Lo que sí desechó es que el evento fuer producto de un sabotaje o una explosión en la aeronave.

  • “Probado, que el Learjet se acercó al Boeing a distancia menor a la que indica la norma”
  • SCT: los pilotos del avionazo, desorientados e inexpertos
  • Evidencia señala que la tripulación no estaba bien familiarizada con la operación del aparato
  • No sabían si sobrevolaban Querétaro o Morelia, y confundían refinería de Tula con la de Salamanca
Roberto González Amador
La primera “hipótesis sólida” del gobierno federal para explicar la causa del accidente en que murieron el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y el ex responsable del combate al narcotráfico, José Luis Santiago Vasconcelos, apunta a impericia de los pilotos.Lo explicó así Luis Téllez, titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT):“La evidencia probada que tenemos indica que el Learjet 45 (en que viajaban los funcionarios), avión de peso medio, se acercó al Boeing 767-300, pesado, a una distancia menor a la que indica la norma.”También aseguró que el gobierno federal tiene “evidencia preliminar de que la tripulación no estaba suficientemente familiarizada con la operación” de la aeronave en que viajaba el responsable de la política interna del país, jefe del gabinete y amigo del titular del Ejecutivo federal. Ambos pilotos eran civiles y prestaban sus servicios para una empresa privada, Centro de Servicios de Aviación Ejecutiva SA de CV –con sede en la terminal aérea de Toluca–, cuyos dueños, hasta anoche, no han dado la cara.A ambas conclusiones llegó el gobierno federal después de finalizar la investigación en el sitio donde cayó el aparato el 4 de noviembre, en la zona oriente de las Lomas de Chapultepec, Distrito Federal. Una de las partes esenciales de la documentación divulgada este viernes por Téllez es la conversación en cabina entre el piloto y el copiloto, obtenida de una de las dos cajas negras del avión, que fueron analizadas en un laboratorio especializado en Washington DC, Estados Unidos, que recoge los 42 minutos de vuelo desde que el avión despegó en San Luis Potosí hasta que se estrelló a las 18 horas 46 minutos y 30 segundos de ese martes.Los dos tripulantes, el piloto Martín de Jesús Oliva Pérez y el copiloto Álvaro Sánchez y Jiménez, contaban con licencia vigente para volar y habían cumplido con sus exámenes médicos en febrero y marzo de este año, respectivamente.Sin embargo, aseguró Téllez Kuenzler, “la investigación revela presuntas deficiencias en el proceso de capacitación y certificación de ambos para operar el Learjet 45”. La transcripción de las conversaciones, recogida por la grabadora de la caja negra, “muestra la falta de familiaridad del capitán Oliva con los instrumentos en cabina, al fallar repetidamente en la introducción de datos en los sistemas electrónicos”, expuso el funcionario. Además, dijo, “resulta notoria la desorientación respecto a la ubicación geográfica, al dudar si sobrevolaban Querétaro o Morelia” (en línea recta son alrededor de 130 kilómetros) y confundir la refinería de Tula, Hidalgo, con la de Salamanca, Guanajuato, puntos que, en línea recta, están separados unos 250 kilómetros.Los datos ofrecidos ayer están fundamentados, explicó el funcionario, en investigaciones realizadas por los equipos de México, Estados Unidos y Gran Bretaña que recogieron todas las evidencias en el lugar de los hechos y las analizaron en laboratorios especializados.La información de las cajas negras, una que recoge los datos de vuelo y otra las conversaciones de los pilotos en cabina, fue obtenida en los laboratorios de la Oficina Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, agencia que es independiente del gobierno de ese país. Los documentos hechos públicos ayer están firmados por Joseph Sedor, representante de la NTSB, y fueron entregados por el gobierno de Estados Unidos al funcionario mexicano ante un notario público. La prensa recibió copias certificadas por Eduardo García Villegas, notario 15 del Distrito Federal.Como hizo el viernes de la semana pasada, Luis Téllez descartó que el avión en que viajaban tres tripulantes y seis funcionarios públicos hubiera caído a consecuencia de un acto de sabotaje o terrorismo. Y se presentó como más probable la hipótesis de una falla humana, aunque el funcionario afirmó que ninguna posibilidad está descartada, inclusive la del desplome por un acto criminal.El 4 de noviembre, el vuelo despegó del aeropuerto de San Luis Potosí a las 18:04 hora local, la misma del Distrito Federal, y transcurrió de manera normal hasta justo antes de la caída del avión, 42 minutos después, según los resultados del análisis en laboratorios.En la medida en que se acercó a la ciudad de México, el monitoreo del Learjet 45 fue transferido a una torre de control que tiene como función coordinar el tráfico y encauzarlo en flujo ordenado y continuo hasta su aterrizaje. En esa secuencia, el avión venía precedido por un Boeing 767-300 de Mexicana de Aviación procedente de Buenos Aires. En el momento en que ambos entraron en el flujo para aproximarse al aeropuerto capitalino, la distancia entre uno y otro era de seis millas náuticas (una milla náutica equivale a mil 852 metros).Según la explicación del titular de la SCT, a las 18:44:14 horas el controlador instruyó al Learjet 45 reducir su velocidad a 180 nudos (un nudo equivale a una milla náutica por hora), pero el piloto del avión no empezó a disminuir la velocidad sino un minuto y 12 segundos después, es decir, a las 18:45:26 horas, por lo que fue acercándose al avión que lo precedía. En el momento en que se perdió el contacto con el radar, estaba aproximadamente 4.15 millas náuticas atrás del Boeing 767-300. A las 18:45:58 horas Control de Aproximación instruyó a los pilotos contactar la frecuencia de la torre de control. Según el informe presentado ayer, el impacto ocurrió a las 18:46:30.El Boeing de Mexicana que venía de Buenos Aires pesa 175 toneladas y el Learjet 45 tiene un peso de 9.4 toneladas. La regulación estipula que entre naves de tales tonelajes debe haber una distancia mínima de cinco millas náuticas en una secuencia de aterrizaje. En el caso del accidente del 4 de noviembre, la distancia entre ambas, al momento en que el radar pierde el aparato en que viajaba Mouriño, era de 4.15 millas náuticas.Téllez explicó que el Learjet 45, aunque está clasificado como un avión de tamaño medio, se encuentra en el límite inferior de su categoría “y, por tanto, es más vulnerable que la mayoría de los aviones medianos a los efectos del fenómeno de turbulencia de estela”, dejado por la nave de mayor tamaño que va delante.Téllez relató:“La transcripción de la grabación de voces revela que en ese lapso el avión entró a una turbulencia que sorprendió a los tripulantes y que el piloto atribuyó a la estela del aparato que los precedía. A partir de ese momento, en cuestión de segundos, la situación empeoró: el piloto recurrió al copiloto, quien tenía más experiencia. Éste asumió y trató de retomar el control, pero no tuvo tiempo suficiente y se dieron expresiones de angustia, impotencia y desesperación, y se hizo el silencio.”El funcionario dijo que lo que revela la transcripción es confirmado por el resto de la investigación en campo. Esto es, que antes de iniciar el viraje final hacia el aeropuerto de la ciudad de México para el aterrizaje, el Learjet 45 cambió de trayectoria de manera súbita y giró bruscamente a la derecha sobre su eje longitudinal para quedar invertido o casi invertido. En ese momento los tripulantes realizaron una maniobra que buscaba enderezar la nave, pero el acelerado descenso los llevó a impactarse en tierra en una trayectoria contraria a la que llevaban antes. Una cámara de seguridad del Edificio Omega, de la avenida Campos Elíseos, captó la caída del avión. Esa imagen fue presentada ayer en la conferencia de prensa.La semana pasada, Téllez ofreció que el gobierno federal daría a conocer la grabación y las transcripciones de la caja negra que recoge las conversaciones de los pilotos, pero ésta no fue entregada.El funcionario argumentó que la decisión de no hacer públicas las cintas obedece a que “cuando ocurre un accidente aéreo las cajas negras contienen una información muy dramática de los últimos segundos de vida de los tripulantes y su análisis contribuye sustantivamente a la mejora continua de la seguridad en la navegación aérea”.Los pilotos del mundo han aceptado entregar la información “privada y muy dramática”, confiados en que será respetado su derecho a la privacidad, añadió.


Indagan presuntas irregularidades en trámites, iniciados en 2003
Gobernación, responsable de validar a pilotos del Learjet 45
Para mí fue atentado o falla mecánica por defecto, sotiene denunciante

Fabiola Martínez /I
La Secretaría de Gobernación (SG) tenía la responsabilidad de “validar” a la tripulación del Learjet 45 en el que perdieron la vida el titular de esta dependencia, Juan Camilo Mouriño, y ocho personas más. En el órgano de control interno de la dependencia está en curso una investigación sobre el proceso de compra y licitación de servicios para la aeronave, por presuntas irregularidades en los trámites, iniciados en 2003.De acuerdo con las bases de la licitación para el “Servicio de mantenimiento integral del Learjet 45”, clasificada como SG-N-DA-41/07, de diciembre de 2007 (último mes de la gestión del entonces titular de la SG, Francisco Ramírez Acuña), la empresa responsable tenía la obligación de proporcionar, los 365 días del año, los pilotos para operar el jet, quienes debían contar con liciencia vigente –específicamente para operar una aeronave del modelo referido– expedida por la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).En el documento se precisa: “La convocante de la licitación (Gobernación) será quien valide a la tripulación para cada vuelo”.Para vuelos programados –añade– “se solicitará (la tripulación) con 24 horas de anticipación y para vuelos urgentes con tres horas”, señala el apartado A1, titulado “Logística de vuelos”, de la licitación pública nacional, con clasificación 00004010-020-07 en Compranet (www.compranet.gob.mx).Tales eran las condiciones en que debía operar la aeronave en que solía viajar Mouriño, mientras que en tierra era custodiado (en el primer círculo de vigilancia personal) por al menos ocho elementos del Estado Mayor Presidencial.El Learjet 45, fabricado en Canadá, certificado desde septiembre de 1997 y matriculado para el gobierno mexicano en 2004, tiene una polémica trayectoria de operación; los documentos que muestran su historia se mantuvieron por mucho tiempo en reserva, gracias a la confidencialidad con que opera su comprador, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), dependiente de Gobernación.En mayo de 2007, una vez que el Cisen lo “entregó” administrativamente a la SG, fue pilotado por Manuel Estrada, quien renunció a su empleo un mes antes del percance del 4 de noviembre, como informó La Jornada el jueves pasado.Aunque no se ha informado de manera oficial, fuentes consultadas de la SG afirmaron que Estrada recibió observaciones supuestamente por no cumplir a cabalidad los protocolos de seguridad de la aeronave en que pereció Mouriño.Este diario solicitó una posición oficial a la SG respecto de los datos anteriores y de la información que se desprende de la licitación, pero hasta anoche no había respuesta.En la licitación, iniciada en la primera quincena de 2007, concursaron dos empresas: Servicios Aéreos Estrella SA de CV y Centro de Servicios de Aviación Ejecutiva SA de CV. Esta última obtuvo el contrato por servicios de mantenimiento integral a la aeronave, por un monto entre 5 millones 460 mil y 13 millones 650 mil pesos, según las cantidades fijadas por Gobernación en la convocatoria. Se desconoce el monto final por el cual se firmó.La licitación y, en particular, la junta de aclaración de bases estuvieron a cargo de Carlos Juraidini Rumilla, director de adquisiciones, almacenes e inventarios de la SG (entonces y hoy en funciones en esa responsabilidad); Efrén Galindo Amador, subdirector de adquisiciones; Araceli Guevara Sandoval, jefa del departamento de licitaciones de bienes, y Francisco González Muñoz, representante de la dirección general adjunta de recursos materiales y servicios generales. Como observador en el proceso, Gustavo Federico Jordán Ibarra, por el órgano interno de control.La empresa ganadora aceptó el contrato, en el cual se impone un sinnúmero de actividades y responsabilidades inherentes a la operación del jet: logística de vuelos; tráfico y despacho; administración del mantenimiento de la aeronave; ejecución de mantenimiento de la misma (de línea, preventivo y correctivo) e ingeniería y mantenimiento, entre otros.El licitante adjudicado –se precisa en el documento en cuestión– se compromete a administrar, controlar y tramitar lo conducente para hacer efectivas las garantías y derechos acreditados y estipulados en la póliza de servicio MSP Gold (maintenance service plan) y MSP, para obtener las partes necesarias para ambos motores y para la unidad de potencia auxiliar de la aeronave ante Honeywell, fabricante de los motores y de la APU.Agrega que el monto mensual a pagar durante 2008 para la póliza MSP Gold de los motores, MSP de la unidad de potencia auxiliar (APU) y Smart Parts del fuselaje y sistemas de la aeronave se calculará mensualmente conforme a los vuelos programados. De igual forma se estipula el número de servicios de mantenimiento a realizar en cada una de las partes del jet matrícula XC-VMC S/N 028.Tres días después de la caída del avión el ciudadano José Luis Moya interpuso en el órgano interno de control de la SG una denuncia por diversas irregularidades en el proceso de compra, licitación y servicio de mantenimiento de la aeronave, especialmente por las acciones de quienes integraron el comité de compra, funcionarios del Cisen, en el periodo en que fungió al frente de este organismo de inteligencia civil Eduardo Medina Mora, actual procurador general de la República.–¿Habría fallas o descuido en materia de seguridad nacional? –se le preguntó a Moya.–Lo más grave que encontré es que en cualquier reporte de la DGAC y de la SCT, en caso de un accidente aéreo, lo primero que tienes que saber es el historial del avión, y es lo primero que han ocultado. Nunca han querido reconocer ni informar nada acerca de la compra del avión, el costo o las reparaciones que se le hicieron.“Hay dos teorías que yo tengo presentes: la falla mecánica del avión, por defectuoso, y la otra es el atentado.”

Editorial
Responsabilidad y dudas

Ayer, a diez días del desplome del avión Learjet 45 en el que viajaban el ex titular de la Secretaría de Gobernación (SG), Juan Camilo Mouriño; el ex subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos y siete personas más, el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, afirmó que, según reportes preliminares, el suceso se debió a la turbulencia generada por un avión Boeing 767, de 175 toneladas, que precedía a la aeronave siniestrada, y a la falta de pericia y familiaridad de los tripulantes con el funcionamiento de su instrumental, atribuibles a “presuntas deficiencias en el proceso de certificación y operación” del piloto y el copiloto. Asimismo, el funcionario subrayó, como ha venido haciendo desde el pasado 4 de noviembre, que no hay indicio alguno de sabotaje.

Por su parte, la Procuraduría General de la República aseguró ayer mismo que se investigará al Centro de Servicios de Aviación Ejecutiva, empresa que obtuvo, a finales del año pasado, la licitación convocada por la SG para, entre otras cosas, hacerse cargo del mantenimiento de la aeronave accidentada, tener en regla la documentación técnica legal de ésta y proporcionar la tripulación debidamente capacitada y acreditada.

Los asertos de Luis Téllez resultan sumamente preocupantes porque revelan el grado de vulnerabilidad en que se encuentran los altos servidores públicos durante sus vuelos, y apuntan a un factor de alarma para la seguridad nacional. No puede entenderse, de entrada, por qué el gobierno federal concesiona a particulares las tareas de transportación aérea del segundo funcionario en importancia del gobierno federal, máxime cuando la circunstancia que se vive en el país –el entorno de alarmante inseguridad, en particular– demandaría, por elementales razones, que la responsabilidad sobre la vida del titular de la SG recayera en personal capacitado, perteneciente al propio aparato estatal e incluso subordinado al mando castrense, como ocurre con el personal del Estado Mayor Presidencial asignado para la protección del propio Mouriño en tierra.

En segundo lugar, al alegar la impericia de los pilotos, el gobierno federal no puede soslayar una responsabilidad de su parte. Es esclarecedor que en las bases de la licitación para el “Servicio de mantenimiento integral de la aeronave Lear Jet 45” haya quedado asentado que “la convocante (en este caso, la SG) será quien valide a la tripulación para cada vuelo”. La pregunta obligada es, entonces, si la dependencia efectuó la validación que tenía el deber de hacer y, en caso afirmativo, si lo hizo con el rigor que sería de esperarse. Adicionalmente, quedan por aclarar las presuntas irregularidades en los trámites de los procesos de compra y licitación de los servicios del avión siniestrado. Una investigación exhaustiva y satisfactoria demanda la atención puntual a tales consideraciones.

En suma, el hecho de que hasta el momento los resultados de las pesquisas permitan descartar la hipótesis de un atentado en contra de alguno de los funcionarios públicos fallecidos no debiera prestarse para que las autoridades abandonen su tarea de esclarecer de manera cabal, puntual y transparente los puntos oscuros que aún persisten en torno a los hechos ocurridos el pasado 4 de noviembre.


Kikka Roja

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