José Luis Muñoz Soria: CARTA : Guadalupe Loaeza

Carta Abierta Guadalupe Loaeza Visita su BLOG 20 Nov. 08 Para nuestro imprescindible periódico por sus XV años. Atención: jefe delegacional en Cuauhtémoc, Señor José Luis Muñoz Soria. P r e s e n t e. Señor delegado, sé que no me va a hacer caso, no obstante, desde que era niña, siempre me enseñaron que no hay peor lucha que la que no se hace. Por ello decidí escribirle para expresarle mi frustración, mi decepción, pero sobre todo, mi im-po-ten-cia. Sé que en estos momentos la solicitud que le haré le resultará tal vez frívola, sin importancia, e incluso hasta fuera de lugar, debido a la situación de tantas y tantas incertidumbres que vivimos todos los días los mexicanos. Por otra parte, también sé que está usted muy ocupado, y que seguramente en su delegación, la más compleja de todas, existen problemas de toda índole: el ambulantaje, la basura, las bandas juveniles, la prostitución, los asaltos, los giros negros, etcétera, etcétera. Si a todo lo anterior le suma la enorme responsabilidad que representa el Centro Histórico, no hay duda de que se ha de encontrar sumamente abrumado. Sin embargo, no sé a quién recurrir. Usted es el único que puede hacer algo respecto a una de las plazas más emblemáticas y bonitas de la colonia Roma: la Río de Janeiro. (A lo mejor, ni sabe dónde se encuentra. Mire, señor delegado, es la que tiene la enorme escultura del David en medio de una fuente y que está en la colonia Roma Norte, es decir, entre Insurgentes y Cuauhtémoc. ¿Sabe dónde está la colonia Roma Norte?). No se puede usted imaginar en qué estado encontré la Plaza Río de Janeiro después de haber estado dos semanas ausente de la ciudad. Regresé a México muy tarde por la noche. Al otro día, debido al cambio de horario, me desperté prácticamente en la madrugada, de allí que hubiera decidido salir a caminar para hacer un poco de ejercicio. Nunca lo hubiera hecho. En primer lugar me topé con que la pequeña barda que da justo frente al edificio donde vivo seguía hecha pedazos. ¿Se da cuenta que lleva así más de cuatro semanas y por lo visto a nadie de la delegación le importa? También están destruidos los pequeños arbustos, todos secos y que un día estuvieron de pie. A partir de ese momento el aspecto de destrucción y de abandono del parque comenzó a entristecerme. "¿Por qué no han venido a arreglar la reja si ya lleva tanto tiempo en esas tan desastrosas condiciones? ¿Por qué en mi país no respetan, como en otros, las zonas verdes? ¿Por qué todo tiende a deteriorarse? ¿Por qué le importarán tan poco a las autoridades los parques de la ciudad? ¿Por qué hay tanta basura en el suelo, tantas bolsas y botellas de plástico por donde quiera? ¿Por qué si hoy es domingo, supuestamente el día que pasea la familia, el parque se ve tan desolado, sucio, descuidado y totalmente dejado de la mano de Dios, (del delegado)? ¿Por qué seremos una sociedad tan mal educada que tira basura y que contamina? ¿Nos veremos los vecinos obligados a salir a barrer el parque? ¿Tendremos que pagar un servicio privado de limpieza? ¿Y si el lunes le llamo a un herrero para que venga a arreglar la reja, no nada más del tramo que está frente al edificio donde vivo, sino en todos los demás tramos?". Todo esto me preguntaba, señor delegado, con una actitud de derrota absoluta. Me enojaba que recién llegada a mi país, luego, luego, me sintiera tan decaída y tan deprimida. Al ver la fachada totalmente derruida de una de las casas porfirianas que enmarcan al parque me dije: "Todo lo que me rodea y veo en estos momentos es un reflejo, un microcosmos, de cómo se encuentra mi país. No es casual que una de las zonas más emblemáticas de la ciudad se encuentre en este estado. ¿Qué pasa? ¿Dónde diablos está el delegado? Seguramente, hoy domingo y a estas horas, está durmiendo sin imaginarse que hay una señora que está caminando por la Plaza Río de Janeiro con el ánimo totalmente abatido. No, a él no le importa lo que yo piense, ni lo que sienta, así como tampoco le importa en qué estado se halla esta plaza. A él lo que le importa es su chamba, su carrera política y sus quincenas. Sé que si le voy a llamar por teléfono para quejarme por el estado en que se encuentra la plaza me dirán que está muy ocupado, y que después se va a reportar conmigo. Ya lo he intentado. Y así ha sido. Sé que si finalmente voy a verlo personalmente para presentarle mi queja me escuchará condescendientemente pero no hará nada. Me sonreirá, me escuchará, me comentará algunos de sus proyectos, pero, finalmente, me dará el avión. Mientras tanto, el parque seguirá deteriorándose y la reja seguirá igual. Y yo continuaré con el hígado hecho fru-fru (como decía doña Lola), y seguiré caminando todas las mañanas, hasta que me resigné y ya no me enoje y termine por ya no ver la reja destruida ni los arbustos todos secos, tirados en el suelo". Todo esto me decía, señor delegado, en tanto caminaba y caminaba hasta que me cansé y regresé a mi casa toda entristecida y con muchas ganas de escribir este artículo, esta Carta Abierta, para que todos mis lectores supieran que al delegado de la Cuauhtémoc no le importan los parques de su delegación. Estuche de monerías: En un formato novedoso, por medio de imágenes en un ágil video, Fidel Herrera, gobernador de Veracruz, rindió, el sábado pasado, su cuarto Informe de Gobierno. El mandatario veracruzano dijo que la obra pública sin precedente no es logro de un solo hombre, sino del concurso de los tres niveles de gobierno: "A los 300 puentes físicos que se han construido durante estos cuatro años seguiremos sumando y tendiendo más puentes, más comunicación y más diálogo con todos los actores políticos y sociales del estado". No hay duda de que Fidel Herrera, gracias a su capacidad de ubicuidad, se la pasa tendiendo puentes (los 365 días del año), pero no nada más físicos, sino muy solidarios entre el pueblo veracruzano. Todo el mundo sabe que el gobernador es intrínsecamente bueno y que es muy sensible al dolor humano. Tan es así que siempre presta el helicóptero que tiene a su servicio para trasladar enfermos graves. Además, a donde invitan a Fidel, va: que a un bautizo, que a unos quince años, que a una comida o que a un baile de danzón de la tercera edad. Y por si fuera poco, Fidel cuenta con un magnífico sentido del humor, habla perfectamente bien francés e italiano. Si no me creen, pregúntenle a los veracruzanos. Correo electrónico: gloaeza@yahoo.com

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