- Esa “práctica común” constituye un claro delito vinculado con el tráfico de humanos, acusa
- Millonarios compran niñas para hacerlas sirvientas: Inmujeres
- Familias adineradas van a comunidades y compran una mujer por 11 mil pesos
Pablo Navarrete dijo que se trata de romper con los usos y costumbres en algunas comunidades. Foto: Héctor Téllez
El Instituto Nacional de las Mujeres alertó sobre casos de familias millonarias que, para “no batallar con el personal doméstico y ahorrarse algunos pesos”, viajan a comunidades indígenas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Campeche a comprar niñas que ponen a trabajar como sirvientas, de 5 de la mañana a 12 de la noche.
Pablo Navarrete, coordinador de Asuntos Jurídicos del Inmujeres, explicó que aun cuando no hay un caso concreto para denunciar ante la PGR, indaga sobre la “práctica común” que llevan a cabo esas familias, y que constituye un claro delito vinculado con la trata de personas.
“En el Inmujeres supimos que en casas del Distrito Federal esta práctica es común; van a Oaxaca, compran una mujer por 11 mil pesos, como el caso que estamos indagando, y las traen para el trabajo doméstico en situación de auténtica esclavitud, sin condiciones mínimas laborales y establecidas por la ley. Esto ya rompe con usos y costumbres, habla de trata de personas”, aclaró.
Por el momento, abundó, no han avanzado en Inmujeres en la investigación, debido a que la misma gente que denunció el acto comenzó a proteger a la supuesta dama de la sociedad, la cual, por cierto, hizo gala de su compra y lo único que llegó a inquietarla es que la jovencita no entiende español.
“Este fenómeno se da en un contexto de una complicidad tal, que hace difícil tener acceso a estos casos desde el punto de vista judicial; sin embargo, creemos que la dimensión de este fenómeno está extendida a muchos lugares del país, sobre todo, en la capital, donde mujeres de dinero llegan al extremo de la compra de seres humanos porque no quieren batallar con personal que les bota el trabajo”, acotó.
Las mujeres de algunas comunidades indígenas, abundó, son vendidas por esta cuestión de usos y costumbres, por ganado, dinero, un costal de maíz o hasta por dos cajas de refrescos y de cerveza.
“Las mujeres que son vendidas piensan que eso es normal y correcto por tratarse de una práctica de antaño, y lo que estamos haciendo en Inmujeres es tratar de romper con esa creencia y generar nuevas formas de convivencia, a fin de lograr que las mujeres no sean vistas como objetos, sino como sujetos”, dijo.
Pero la labor no es sencilla, sobre todo cuando sobre carreteras de Chiapas, Oaxaca y Guerrero es común observar a hombres montando en el burro y a mujeres cargando la leña. “Eso habla mucho de la constitución social que tienen en sus comunidades”, acotó.
De acuerdo con el Inmujeres, en diversos estados resulta más peligroso y penalizado robar una vaca que vender, maltratar o abusar sexualmente de una mujer, manteniéndola en un lugar contra su voluntad o sometiéndola a situaciones de esclavitud laboral.
En Campeche, Tamaulipas y Michoacán, por ejemplo, se castiga hasta con tres años de cárcel a quien mate a una mujer, pero la pena llega a cuadruplicarse si el infractor roba ganado.
“En Campeche, la pena por robarse una cabeza de ganado es de tres a cinco años; en Tamaulipas, de 12 a 13 años, y en Michoacán, de seis a 12 años”, precisó.
- Claves
Las sanciones
• En 20 códigos penales del país, un hombre que se vale de la violencia o del engaño para robarse a una mujer, abusar sexualmente de ella y mantenerla secuestrada, se libra de cualquier responsabilidad delictiva si acepta casarse con su víctima.
• Este tipo de robo está considerado en los estados de Baja California Sur, Campeche y Coahuila, así como en Colima, Chiapas, Durango, Hidalgo, Estado de México, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Veracruz y Zacatecas.
México • Blanca ValadezEl Instituto Nacional de las Mujeres alertó sobre casos de familias millonarias que, para “no batallar con el personal doméstico y ahorrarse algunos pesos”, viajan a comunidades indígenas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Campeche a comprar niñas que ponen a trabajar como sirvientas, de 5 de la mañana a 12 de la noche.
Pablo Navarrete, coordinador de Asuntos Jurídicos del Inmujeres, explicó que aun cuando no hay un caso concreto para denunciar ante la PGR, indaga sobre la “práctica común” que llevan a cabo esas familias, y que constituye un claro delito vinculado con la trata de personas.
“En el Inmujeres supimos que en casas del Distrito Federal esta práctica es común; van a Oaxaca, compran una mujer por 11 mil pesos, como el caso que estamos indagando, y las traen para el trabajo doméstico en situación de auténtica esclavitud, sin condiciones mínimas laborales y establecidas por la ley. Esto ya rompe con usos y costumbres, habla de trata de personas”, aclaró.
Por el momento, abundó, no han avanzado en Inmujeres en la investigación, debido a que la misma gente que denunció el acto comenzó a proteger a la supuesta dama de la sociedad, la cual, por cierto, hizo gala de su compra y lo único que llegó a inquietarla es que la jovencita no entiende español.
“Este fenómeno se da en un contexto de una complicidad tal, que hace difícil tener acceso a estos casos desde el punto de vista judicial; sin embargo, creemos que la dimensión de este fenómeno está extendida a muchos lugares del país, sobre todo, en la capital, donde mujeres de dinero llegan al extremo de la compra de seres humanos porque no quieren batallar con personal que les bota el trabajo”, acotó.
Las mujeres de algunas comunidades indígenas, abundó, son vendidas por esta cuestión de usos y costumbres, por ganado, dinero, un costal de maíz o hasta por dos cajas de refrescos y de cerveza.
“Las mujeres que son vendidas piensan que eso es normal y correcto por tratarse de una práctica de antaño, y lo que estamos haciendo en Inmujeres es tratar de romper con esa creencia y generar nuevas formas de convivencia, a fin de lograr que las mujeres no sean vistas como objetos, sino como sujetos”, dijo.
Pero la labor no es sencilla, sobre todo cuando sobre carreteras de Chiapas, Oaxaca y Guerrero es común observar a hombres montando en el burro y a mujeres cargando la leña. “Eso habla mucho de la constitución social que tienen en sus comunidades”, acotó.
De acuerdo con el Inmujeres, en diversos estados resulta más peligroso y penalizado robar una vaca que vender, maltratar o abusar sexualmente de una mujer, manteniéndola en un lugar contra su voluntad o sometiéndola a situaciones de esclavitud laboral.
En Campeche, Tamaulipas y Michoacán, por ejemplo, se castiga hasta con tres años de cárcel a quien mate a una mujer, pero la pena llega a cuadruplicarse si el infractor roba ganado.
“En Campeche, la pena por robarse una cabeza de ganado es de tres a cinco años; en Tamaulipas, de 12 a 13 años, y en Michoacán, de seis a 12 años”, precisó.
- Claves
Las sanciones
• En 20 códigos penales del país, un hombre que se vale de la violencia o del engaño para robarse a una mujer, abusar sexualmente de ella y mantenerla secuestrada, se libra de cualquier responsabilidad delictiva si acepta casarse con su víctima.
• Este tipo de robo está considerado en los estados de Baja California Sur, Campeche y Coahuila, así como en Colima, Chiapas, Durango, Hidalgo, Estado de México, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Veracruz y Zacatecas.
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