Pelaje, exposición que mueve al espectador entre el erotismo y la repulsión
Ángel Vargas
Nadie puede permanecer inalterable ante la exposición Pelaje, que la pintora e instalacionista Gabriela Gutiérrez Ovalle presenta hasta este domingo en el Antiguo Palacio del Arzobispado. Acaso sea por la materia prima de la que se valió para crear sus piezas (cabello humano), acaso por la profundidad del contenido de cada una, que irremediablemente confronta al espectador con su sique y sensaciones; lo cierto es que el impacto es tan directo y frontal como contradictorio, según la sensibilidad.
Así, hay quienes encuentran un halo atractivo, sensual y erótico en cada una de esas obras, entre las que figuran cuadros, arte-objeto y una instalación. Otros, en contraste, experimentan una sensación desagradable, de escalofrío, o incluso repulsión. Reacciones que cumplen cabalmente el cometido que se planteó la artista plástica al concebir la exposición: Hacer –según explica– una una muestra inquietante que hablara en forma general del tema de los despojos, como una manera de provocar la reflexión sobre todo aquello que alguna vez cumplió una función y dejó de servir o simplemente fue desechado.
Gabriela Gutiérrez precisa que el suyo es un trabajo que habla siempre de la materia, de su disolución y su condensación, desde una postura crítica. En ese sentido, resalta que el cabello es un elemento que habla mucho de lo que es el ser humano. No sólo por estar asociado desde épocas remotas a la belleza o fealdad del individuo, así como a su sensualidad y erotismo; la jerarquía social, económica o política, o incluso al relacionarse con aspectos mitológicos, rituales o mágicos, como en la hechicería.
También, porque en cada cabello está contenido el ADN de cada persona, dice. Es como la esencia del cuerpo, del ser humano. En ese sentido, busco que ese aspecto sea comprendido por el espectador, que sea la propia materia la que se lo diga. La materia es para mí siempre el personaje principal.
Así, hay quienes encuentran un halo atractivo, sensual y erótico en cada una de esas obras, entre las que figuran cuadros, arte-objeto y una instalación. Otros, en contraste, experimentan una sensación desagradable, de escalofrío, o incluso repulsión. Reacciones que cumplen cabalmente el cometido que se planteó la artista plástica al concebir la exposición: Hacer –según explica– una una muestra inquietante que hablara en forma general del tema de los despojos, como una manera de provocar la reflexión sobre todo aquello que alguna vez cumplió una función y dejó de servir o simplemente fue desechado.
Gabriela Gutiérrez precisa que el suyo es un trabajo que habla siempre de la materia, de su disolución y su condensación, desde una postura crítica. En ese sentido, resalta que el cabello es un elemento que habla mucho de lo que es el ser humano. No sólo por estar asociado desde épocas remotas a la belleza o fealdad del individuo, así como a su sensualidad y erotismo; la jerarquía social, económica o política, o incluso al relacionarse con aspectos mitológicos, rituales o mágicos, como en la hechicería.
También, porque en cada cabello está contenido el ADN de cada persona, dice. Es como la esencia del cuerpo, del ser humano. En ese sentido, busco que ese aspecto sea comprendido por el espectador, que sea la propia materia la que se lo diga. La materia es para mí siempre el personaje principal.
kikka-roja.blogspot.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Comentarios. HOLA! deja tu mensaje ...