- Fue referencia moral y línea de conducta para el grupo fundador del diario: Carmen Lira
- Chomsky, un icono para La Jornada en la lucha por contrarrestar la desinformación
La Sala Nezahualcóyotl, abarrotada para escuchar al prestigiado académico del MITFoto María Meléndrez Parada
Blanche Petrich
La directora general de La Jornada, Carmen Lira Saade, presentó ayer a Noam Chomsky ante un público ávido y expectante en la Sala Nezahualcóyotl, en Ciudad Universitaria. Y reconoció que el análisis chomskiano en torno a la industria mediática, que a lo largo de los años dejó al descubierto las miserias del periodismo estadunidense, que se describe a sí mismo como independiente, objetivo y profesional, fue una referencia moral y una línea de conducta para el grupo fundador de La Jornada hace 25 años.
Al organizar este proyecto periodístico, aspirábamos a romper la cáscara de uniformidad, autocensura y hegemonismo informativo de un conjunto de medios que constituían, en la práctica, un verdadero aparato propagandístico de Estado, señaló.
Queríamos romper los falsos consensos, contrastar las verdades oficiales con la verdad a secas, dar visibilidad a individuos y procesos sociales que no aparecían por ningún lado en el gran retrato del país que elaboraba la masa mediática, enredada en las redes de complicidad del régimen político.
Para conseguirlo, los fundadores del diario que nacía hace un cuarto de siglo encontraron en las tesis del académico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) conceptos esclarecedores. “Desde entonces, la función principal de La Jornada ha consistido en contrarrestar la desinformación imperante, en restituir el orden ético de las prioridades nacionales, trastocado por la corrupción inveterada y por un modelo neoliberal que no conoce otro dictado que el de maximizar las ganancias a costa de lo que sea”.
Por lo anterior, expresó la directora general mientras los reflectores ya iluminaban la serena figura de Chomsky –quien, pese a ser el autor más citado en la academia estadunidense, es también uno de los escritores más censurados, tanto en los medios de su país como en Corea–, su presencia en México ha sido para nosotros el mejor regalo que podrían habernos hecho en nuestro 25 aniversario.
En otro momento de su presentación, Carmen Lira –que antes de ocupar cargos directivos fue, sobre todo y por largo tiempo, reportera– aludió a otro de los grandes del periodismo mundial, que también ha sido referente para quienes hacen este diario:
Así como aprendimos de Ryszard Kapuscinski las maneras arduas para salir a buscar la verdad entre los verdaderos protagonistas de la historia, que son las sociedades y sus integrantes, del hombre que ahora va a platicar con ustedes hemos aprendido a evitar las trampas tendidas por el sistema político-económico para cooptar a los medios, neutralizar el sentido profesional de los informadores y, en última instancia, imponer en el público nociones distorsionadas.
Después de enfatizar que una de las claves de la persistencia de nuestro periódico ha sido la fidelidad a unos principios inspirados, en buena medida, por el análisis de nuestro oficio que Noam Chomsky ha venido desarrollando, concluyó: “la lucidez y la honestidad intelectual de Chomsky están, pues, en el centro de la relación entre La Jornada y un conjunto de lectores que él llamaría ciudadanos informados, y los jornaleros se lo agradecemos siempre, jornada tras jornada”.
Entonces sí, el hombre quedó solo en el escenario de la Neza. Y empezaron dos horas de disertación y comunión con el auditorio.
Al organizar este proyecto periodístico, aspirábamos a romper la cáscara de uniformidad, autocensura y hegemonismo informativo de un conjunto de medios que constituían, en la práctica, un verdadero aparato propagandístico de Estado, señaló.
Queríamos romper los falsos consensos, contrastar las verdades oficiales con la verdad a secas, dar visibilidad a individuos y procesos sociales que no aparecían por ningún lado en el gran retrato del país que elaboraba la masa mediática, enredada en las redes de complicidad del régimen político.
Para conseguirlo, los fundadores del diario que nacía hace un cuarto de siglo encontraron en las tesis del académico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) conceptos esclarecedores. “Desde entonces, la función principal de La Jornada ha consistido en contrarrestar la desinformación imperante, en restituir el orden ético de las prioridades nacionales, trastocado por la corrupción inveterada y por un modelo neoliberal que no conoce otro dictado que el de maximizar las ganancias a costa de lo que sea”.
Por lo anterior, expresó la directora general mientras los reflectores ya iluminaban la serena figura de Chomsky –quien, pese a ser el autor más citado en la academia estadunidense, es también uno de los escritores más censurados, tanto en los medios de su país como en Corea–, su presencia en México ha sido para nosotros el mejor regalo que podrían habernos hecho en nuestro 25 aniversario.
En otro momento de su presentación, Carmen Lira –que antes de ocupar cargos directivos fue, sobre todo y por largo tiempo, reportera– aludió a otro de los grandes del periodismo mundial, que también ha sido referente para quienes hacen este diario:
Así como aprendimos de Ryszard Kapuscinski las maneras arduas para salir a buscar la verdad entre los verdaderos protagonistas de la historia, que son las sociedades y sus integrantes, del hombre que ahora va a platicar con ustedes hemos aprendido a evitar las trampas tendidas por el sistema político-económico para cooptar a los medios, neutralizar el sentido profesional de los informadores y, en última instancia, imponer en el público nociones distorsionadas.
Después de enfatizar que una de las claves de la persistencia de nuestro periódico ha sido la fidelidad a unos principios inspirados, en buena medida, por el análisis de nuestro oficio que Noam Chomsky ha venido desarrollando, concluyó: “la lucidez y la honestidad intelectual de Chomsky están, pues, en el centro de la relación entre La Jornada y un conjunto de lectores que él llamaría ciudadanos informados, y los jornaleros se lo agradecemos siempre, jornada tras jornada”.
Entonces sí, el hombre quedó solo en el escenario de la Neza. Y empezaron dos horas de disertación y comunión con el auditorio.
kikka-roja.blogspot.com/
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