Proceso Ricardo Ravelo
Pese a la guerra contra el narco desatada por el gobierno calderonista, los cárteles de la droga gozan de cabal salud. Un mapa de la criminalidad elaborado por la Policía Federal muestra cómo las organizaciones delictivas se reorganizan y establecen nuevas alianzas. En ese contexto son preocupantes las insólitas declaraciones del titular de la Sedena, quien reconoció –después de cinco años de guerra y alrededor de 50 mil muertos– que “el crimen organizado ya puso en grave riesgo la seguridad interna del país”.
Los cárteles de la droga siguen ejerciendo su dominio en todo el país pese a la guerra emprendida por Felipe Calderón para desarticularlos y no obstante que la presencia militar y policiaca se ha multiplicado. A poco más de cinco años de que el Ejecutivo federal ordenó la militarización del país, la redes criminales de cinco cárteles –Los Zetas, La Familia Michoacana y los de Sinaloa, Juárez y el Golfo– ya dominan más de la mitad del territorio nacional. Tal expansión se ha dado pese a las bajas que esas organizaciones han sufrido por detenciones o muertes de sus líderes.
Un mapa delictivo elaborado por la División de Inteligencia e Investigación de la Policía Federal (PF), así como un análisis de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal y de la consultora estadunidense Stratfor dan cuenta de un reacomodo de cárteles en el último año. Ahí sobresale el creciente dominio de Los Zetas en 21 entidades, seguido por el Cártel de Sinaloa, afincado en 19 estados, algunos de los cuales viven baños de sangre por la pugna territorial entre ambas organizaciones. Según el análisis de la SSP, ambas organizaciones “cuentan con apoyo político y policiaco” que les permite ejercer controles en la vida pública y comercial de regiones y municipios. El segundo bloque de cárteles lo forman La Familia Michoacana –que controla 10 estados–, el de Juárez –encabezado por Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, y que domina 19 entidades– y el del Golfo, que tiene fuerte presencia en cinco estados más. El mapa criminal elaborado por la PF muestra las zonas de mayor conflicto, como los estados de Veracruz, Durango y Guerrero, donde tienen fuerte presencia hasta tres cárteles. De ahí se derivan los enfrentamientos por el control no sólo de las plazas y el trasiego de drogas, sino de las operaciones paralelas al narcotráfico: extorsiones, secuestros y el cobro de piso a los dueños de restaurantes, bares, prostíbulos y centros de apuestas.
El informe sostiene que Los Zetas –que apenas hace tres años alcanzaron el rango de cártel– dominan más estados que el Cártel de Sinaloa, aunque la organización encabezada por Joaquín El Chapo Guzmán es la que más ha crecido fuera de México: su presencia se extiende a 52 países y su jefe es considerado por la agencia antidrogas estadunidense (DEA) como el capo con más poder en el planeta. En la información sobre el reparto territorial –que Proceso pudo conocer– se indica que el narcotráfico ya ejerce un dominio absoluto en todo el país y no hay ningún territorio libre de la presencia de sus células, que ocasionan violencia e inestabilidad social. Los datos coinciden con las declaraciones del jueves 9 hechas por el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, en el 99 aniversario de la Marcha de la Lealtad, al afirmar que en muchas latitudes del país el espacio de la seguridad está totalmente rebasado por el crimen organizado, cuyas redes mantienen bajo control a algunas instituciones del Estado y han colocado en grave riesgo la seguridad interna del país.
En el informe de la PF también se observa que hay entidades como Nuevo León, Michoacán, Veracruz, Campeche y Quintana Roo –por citar sólo algunas– donde operan hasta tres cárteles con la protección de las corporaciones policiacas y las autoridades municipales y estatales, lo que ha generado altos niveles de violencia debido a las luchas de poder.
Geografía criminal
El mapa criminal detallado por la PF y los datos de la SSP detallan la manera en que se extienden las redes de los cárteles en la geografía nacional. También identifican a los grupos que ejercen mayor dominio en las entidades consideradas clave para el trasiego nacional e internacional de drogas: destacan Chihuahua, Michoacán, Chiapas y Yucatán.
De igual forma queda claro en la información de la SSP que las muertes y detenciones de narcotraficantes y sicarios no han sido suficientes –por más que el gobierno pregone lo contrario en cientos de spots publicitarios– para detener el crecimiento de los cárteles en todo el país.
Estos son los datos duros del informe gubernamental:
Los Zetas están presentes en Campeche, Chiapas, Coahuila, Colima, Chihuahua, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas.
El Cártel de Sinaloa –que agrupa a tres organizaciones más: La Resistencia, el Cártel Guadalajara Nueva Generación y Los Matazetas– ocupa el segundo lugar en cuanto a dominio territorial. Está presente en Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Coahuila, Chiapas, Colima, Durango, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, Sonora, Sinaloa y Quintana Roo.
La Familia Michoacana –quizás el cártel que más ha crecido de 2005 a la fecha y que el gobierno federal ha declarado extinguido en dos ocasiones– está más que viva, de acuerdo con el diagnóstico de la SSP. Con amplias redes de sicarios y testaferros controla Chiapas, Baja California, Estado de México, Guanajuato, Colima, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Querétaro y Tamaulipas.
El Cártel de Juárez, uno de los más viejos del país y cuya fundación se remonta a los setenta –lo fundó Pablo Acosta Villarreal en Ojinaga, Chihuahua– tampoco ha sido mermado a pesar de la guerra que enfrenta con el Cártel de Sinaloa, el Ejército y la Marina. Bajo el liderazgo de El Viceroy, quien suele pasearse a la luz del día por la Comarca Lagunera, también opera en Chiapas, Chihuahua, Durango, Jalisco, Coahuila, Quintana Roo, Oaxaca y Zacatecas.
El crecimiento de estas organizaciones criminales ha sido vertiginoso, a pesar de que cientos de sus operadores han caído prisioneros o muertos en enfrentamientos con el Ejército, la Marina o grupos rivales. Pese a ello, su capacidad de reemplazar a sus piezas “es sorprendente”, de acuerdo con el informe de la SSP, pues logran reposicionarse rápidamente.
En esta dinámica sobresalen Los Zetas y el Cártel de Sinaloa. Creados en 1997 con desertores del Ejército, Los Zetas comenzaron a operar como escudo protector del capo Osiel Cárdenas. En 2009 la DEA los reconoció como un cártel bien organizado, violento y uno de los que mejor diversificó sus tareas criminales. La SSP estima que desde su fundación y a la fecha este grupo ha perdido a unos mil 600 miembros, pero se mantiene actualmente como el más numeroso en el país.
Por su parte el Cártel de Sinaloa ha recibido fuertes golpes en su estructura. El gobierno ha festinado la caída de varios de sus operadores y cerebros financieros tanto en México como en Sudamérica. Pese a ello la organización domina el trasiego de droga desde Colombia, Perú y Venezuela hacia México y Estados Unidos.
En medio de la guerra contra el crimen organizado y en particular el narcotráfico, su expresión más violenta, sobresale la búsqueda del personaje más publicitado por la DEA: El Chapo Guzmán. Según la agencia estadunidense existe un plan de acción para ubicar su paradero, aunque lo que llama notablemente la atención es que mientras más se le persigue, mayor es el crecimiento de su cártel.
Para la DEA, el de Sinaloa es el cártel más poderoso no sólo de México sino del mundo, en tanto que para la PF y la SSP la organización de Los Zetas es la que más territorio domina en el país.
Alianzas
La disputa territorial de los cárteles –y el incremento imparable de la violencia– no es el único problema que enfrenta el gobierno calderonista en su último año. Otro elemento que pone en entredicho la efectividad de la estrategia gubernamental de seguridad es que los cárteles han podido sellar alianzas estratégicas aun en medio del combate que las autoridades libran contra ellos.
No es todo: también han logrado extenderse más allá del territorio nacional, particularmente a Colombia, Perú, Costa Rica, Venezuela y Panamá, entre otros países, donde han tendido sus redes criminales para garantizar el suministro de drogas y para lavar sus ganancias.
En cuanto a las llamadas narcoalianzas, el más reciente informe de la consultora estadunidense Stratfor establece que otros seis cárteles se han aliado a los grupos que actualmente dominan el mercado de las drogas en México.
Stratfor destaca que el Cártel de Sinaloa se alió con el del Golfo, con la Familia Michoacana y mantiene negociaciones muy avanzadas para sumar a Los Caballeros Templarios.
Otra alianza poderosa –y a eso se debe su espectacular presencia en la geografía nacional– es la que lograron Los Zetas con los cárteles de Juárez, Tijuana, Pacífico Sur y el Independiente de Acapulco.
Al respecto, la consultora Stratfor indica: “El Cártel del Golfo se ha mantenido con el control de Matamoros, aunque pelea la ciudad contra sus antiguos aliados, Los Zetas. Con ayuda del Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo ha repelido las ofensivas de Los Zetas en Matamoros y Reynosa, pero no ha tenido la fuerza necesaria para sacar a sus rivales de otras ciudades, como Monterrey.
“Por su parte Los Zetas, con la pérdida de 11 mandos medios y altos en diferentes plazas, continúan su pelea principal con el Cártel del Golfo, mientras se preocupan por entrenar y ayudar a sus aliados, los cárteles de Juárez, de Tijuana y el Independiente de Acapulco.”
Incluso con las alianzas que han establecido, algunos cárteles han perdido dominio territorial conforme otro grupo adquiere mayor poder mediante la protección oficial, destaca la consultora estadunidense.
Ejemplo de lo anterior es el Cártel de Juárez –el más poderoso de México en los noventa–, que se ha mantenido firme en la región fronteriza de Chihuahua pese a los embates del grupo encabezado por El Chapo Guzmán.
Según Stratfor, debido a fuertes disputas con rivales y a las divisiones internas el Cártel de Juárez ha perdido muchos territorios en el país. En ese sentido “es evidente que el bloqueo ejercido por el Cártel de Sinaloa ha sido efectivo para asfixiar a la organización de Carrillo Fuentes”.
Golpeado en su cimentación y en buena parte de su estructura, el Cártel de Tijuana ya domina muy poco territorio y, de acuerdo con el estudio de referencia, “parece empezar a subordinarse al Cártel de Sinaloa a cambio de poder traficar por la frontera con el estado de California, a pesar de que mantiene una alianza con Los Zetas, rivales del de Sinaloa”.
De reciente aparición, los cárteles del Pacífico Sur y el Independiente de Acapulco –ambos formados con exmiembros de la organización de los Beltrán Leyva– luchan por el control de Acapulco y la zona turística de Zihuatanejo.
Graves riesgos
La Familia Michoacana, indica el documento de la consultora estadunidense, no está debilitada ni mucho menos extinguida, como ha informado el gobierno federal. Buena parte de los miembros de este cártel –uno de los más sanguinarios– se transformó en lo que ahora se conoce como Los Caballeros Templarios, quienes han dado muestras de ser tan violentos como Los Zetas.
El análisis de la consultora abunda: “Después de lo que parecía la muerte repentina de La Familia Michoacana en enero del año pasado (2011), ahora aparece una fracción de ese cártel que se ha renombrado Los Caballeros Templarios, los cuales aparecieron a la luz pública a mediados de marzo. Otras partes de La Familia siguen operando con el mismo nombre. Esta división es muy reciente y aún no se sabe cuántos son, qué relación tienen con sus excompañeros de La Familia Michoacana y qué relación, si es que la hay, guardan con el Cártel de Sinaloa. Cabe destacar que previo a estos sucesos, La Familia parecía ser un cártel cercano al sinaloense”.
De acuerdo con el diagnóstico de Stratfor y los datos del área de inteligencia de la SSP, el Cártel Independiente de Acapulco podría desaparecer completamente en los próximos seis meses debido a que su estructura está en riesgo de dividirse. Por otro lado, el Cártel de Sinaloa pretende ocupar Guerrero y convertirse en la principal organización del Pacífico mexicano.
Y es que, de acuerdo con el estudio, el Cártel de Sinaloa “podría tomar la delantera” en la pelea por Acapulco y Durango, donde se pronostica una espiral de violencia más intensa que la sufrida en la actualidad por esas entidades.
Respecto de Los Zetas, Stratfor pronostica: “Mantendrán el control de Nuevo León en los próximos meses y su crecimiento será aún mayor en el Golfo de México, si resisten los embates del gobierno y de los cárteles del Golfo y de Sinaloa”.
Después de que el epicentro de la violencia se estableció en el norte del país, sobre todo en Nuevo León, Chihuahua y Durango, ahora la guerra entre los cárteles se trasladó hacia la zona Caribe-Golfo de México, donde cinco organizaciones criminales buscan reacomodo en el corredor Quintana Roo-Campeche-Tabasco, Veracruz y Tamaulipas.
En Veracruz la pugna es entre Los Zetas y el Cártel de Sinaloa. Pese a que esta entidad está bajo el control de la Marina, el narco sigue intocado y activo, pues apenas el martes 7 fue descubierta una fosa clandestina con al menos 15 cadáveres en el municipio de Acayucan.
Cuando faltan poco más de 10 meses para que concluya el sexenio calderonista, el gobierno federal ha empezado a reconocer su fracaso en la lucha contra el crimen organizado.
El jueves 9 el secretario de la Defensa admitió que el crimen organizado ya puso en grave riesgo la seguridad interna del país, pues en muchas latitudes del territorio nacional la seguridad pública está totalmente ausente.
“En algunas regiones del país la delincuencia organizada se apropió de las instituciones del Estado, y en ese apoderamiento diversificó sus poderosas actividades para despojar a la sociedad de lo que por derecho le corresponde, generando un clima de violencia inusitado”, dijo el general Galván.
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