Cristina Barros y Marco Buenrostro
En los mercados de México se encontrará lo que se produce en la región y también lo que se intercambia con otras poblaciones a veces muy lejanas. Uno de esos mercados es el de Pátzcuaro, Michoacán. Ahí, los domingos se llenan de color. Las mujeres con sus llamativos delantales de tela de cuadros bellamente bordados ordenan sobre una manta los productos de la milpa o ékuaro.
Las hojas de la planta de maíz aparecen dobladas suavemente; servirán para envolver las corundas. Habrá elotes con granos de diversos colores: blancos, rojos, negros, azul oscuro, jaspeados; también frijol nuevo cuando es su tiempo y chiles frescos de distintas variedades.
Algunos montones de aguacates criollos muestran su cáscara negra o verde reluciente. Hay también calabacitas tiernas alargadas y redondas. En verano destacan los hongos. Los manojos de manzanilla y los de anís silvestre, si es tiempo de lluvias, se usarán para hacer aromáticas infusiones.
El pescado fresco y seco también es una mercancía frecuente, en especial los charales; llegan de las lagunas de los alrededores. Sobre un tablón puesto en alto, un joven parte sandías y las coloca de manera atractiva. Su color y frescura invitan a los compradores. En otros puestos hay chirimoyas, guayabas y pomarrosas. Más allá encontramos panes variados. Un hombre labra con destreza cucharas de madera en los ratos que le quedan libres entre cliente y cliente.
Este colorido y la variedad de productos es resultado de la continuidad cultural. Pátzcuaro fue desde antes de la invasión española un importante centro político, religioso y comercial. En distintos días de la semana otras poblaciones tenían también días de mercado. Era el caso de Tzintzuntzan, Pareo y Sáueto, hoy conocido como Santiago Azajo.
Los españoles reconocieron su ubicación estratégica en relación con la costa, la tierra caliente e incluso con lugares más distantes como Taxco, Guerrero, y aun Zacatecas. Carlos Paredes Martínez menciona en su artículo El mercado de Pátzcuaro y los mercaderes tarascos en los inicios de la época colonial, un documento de 1554 según el cual, aquéllos llevaron a las minas de Zacatecas dos carretas de membrillos y una de queso; el viaje duró 55 días.
La población de Churumuco en tierra caliente era pródiga en productos, por ser los indios muy labradores, según se relata en las Relaciones geográficas citadas por el mismo autor. Se cultivaban, a orillas del Balsas, sandías, melones, camotes, frijoles, chile, tomates y maíz. Hasta ahí llegaban los pobladores de Pátzcuaro, a comprar, pues Churumuco era considerado alhóndiga y troje de todos.
marcri44@yahoo.com.mx
LA JORNADA
kikka-roja.blogspot.com
En los mercados de México se encontrará lo que se produce en la región y también lo que se intercambia con otras poblaciones a veces muy lejanas. Uno de esos mercados es el de Pátzcuaro, Michoacán. Ahí, los domingos se llenan de color. Las mujeres con sus llamativos delantales de tela de cuadros bellamente bordados ordenan sobre una manta los productos de la milpa o ékuaro.
Las hojas de la planta de maíz aparecen dobladas suavemente; servirán para envolver las corundas. Habrá elotes con granos de diversos colores: blancos, rojos, negros, azul oscuro, jaspeados; también frijol nuevo cuando es su tiempo y chiles frescos de distintas variedades.
Algunos montones de aguacates criollos muestran su cáscara negra o verde reluciente. Hay también calabacitas tiernas alargadas y redondas. En verano destacan los hongos. Los manojos de manzanilla y los de anís silvestre, si es tiempo de lluvias, se usarán para hacer aromáticas infusiones.
El pescado fresco y seco también es una mercancía frecuente, en especial los charales; llegan de las lagunas de los alrededores. Sobre un tablón puesto en alto, un joven parte sandías y las coloca de manera atractiva. Su color y frescura invitan a los compradores. En otros puestos hay chirimoyas, guayabas y pomarrosas. Más allá encontramos panes variados. Un hombre labra con destreza cucharas de madera en los ratos que le quedan libres entre cliente y cliente.
Este colorido y la variedad de productos es resultado de la continuidad cultural. Pátzcuaro fue desde antes de la invasión española un importante centro político, religioso y comercial. En distintos días de la semana otras poblaciones tenían también días de mercado. Era el caso de Tzintzuntzan, Pareo y Sáueto, hoy conocido como Santiago Azajo.
Los españoles reconocieron su ubicación estratégica en relación con la costa, la tierra caliente e incluso con lugares más distantes como Taxco, Guerrero, y aun Zacatecas. Carlos Paredes Martínez menciona en su artículo El mercado de Pátzcuaro y los mercaderes tarascos en los inicios de la época colonial, un documento de 1554 según el cual, aquéllos llevaron a las minas de Zacatecas dos carretas de membrillos y una de queso; el viaje duró 55 días.
La población de Churumuco en tierra caliente era pródiga en productos, por ser los indios muy labradores, según se relata en las Relaciones geográficas citadas por el mismo autor. Se cultivaban, a orillas del Balsas, sandías, melones, camotes, frijoles, chile, tomates y maíz. Hasta ahí llegaban los pobladores de Pátzcuaro, a comprar, pues Churumuco era considerado alhóndiga y troje de todos.
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