Gustavo Castillo García El 26 de julio de 1968, miles de estudiantes participaron en dos marchas autorizadas (en ese entonces se tenía que solicitar permiso al gobierno). Pero fueron reprimidos por los granaderos con bombas de gas lacrimógeno y toletazos cuando intentaron llegar al Zócalo. La violencia se extendió desde la zona aledaña a la Alameda Central hasta las inmediaciones del Palacio Nacional. La Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) convocó a una manifestación de la Plaza de la Ciudadela al Casco de Santo Tomás, a las cuatro de la tarde, para protestar por la invasión policiaca de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y por la represión contra estudiantes, maestros y trabajadores de esas escuelas, tres días antes. Por su parte, la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED) organizó una marcha de Salto del Agua al Hemiciclo a Juárez, donde se realizó un mitin para conmemorar el 15 aniversario del asalto al cuartel Moncada, que daría inicio a la revolución cubana. En esta última movilización, de acuerdo con informes de la Procuraduría General de la República (PGR), grupos porriles ligados a la FNET, encabezados por los hermanos García Reyes, mejor conocidos como Los Chóforos, se “colaron” en el grupo de oradores e incitaron y convencieron a los presentes de marchar al Zócalo. Un participante en esa movilización refiere que no sabían “que iban a una celada y que la calle de Madero se convertiría en una ratonera sin salida, porque grupos de granaderos estaban escondidos en las calles perpendiculares”. Una vez acorralados, fueron reprimidos. Datos de aquella época, recogidos por la agencia de noticias Afp, refieren que el enfrentamiento entre estudiantes y policías dejó un saldo de “500 personas heridas”, entre ellas varios uniformados, incluidos el subjefe de la policía preventiva, coronel Raúl Mendiolea Cerecero, y el jefe del Servicio Secreto (SS), Raúl Estrada. Hubo dos momentos en que se extendió la violencia, el más grave se inició al filo de las ocho de la noche en la calle Madero, de San Juan de Letrán (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas) a Palma, y se extendió hasta Balderas, pero hubo otros puntos donde los granaderos atacaron a los estudiantes en el centro de la capital. Los uniformados agredieron a alumnos de las preparatorias 2 y 3 en las calles Justo Sierra, El Carmen, Argentina, Guatemala, Primo Verdad y Moneda, a menos de 300 metros del Palacio Nacional. A las nueve y media de la noche, miembros de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y del SS allanaron las oficinas del Comité Central del Partido Comunista Mexicano y ocuparon los talleres donde se imprimía su periódico, La voz de México. La persecución de comunistas inició en la misma sede del partido, donde fueron detenidos Agustín Montiel, Prócoro Gómez, Clemente Rivera Martínez, así como los reporteros Raúl Patricio Pobrete Sepúlveda y José Oviedo. En el café Las Américas, que se localizaba en Insurgentes casi esquina con Baja California, en la colonia Roma Sur, la policía detuvo a Arturo Zama Escalante, Rubén Valdespino, Félix Goded Andrew y Pedro Castillo Salgado; parte de la dirección de la Juventud Comunista se salvó de la aprehensión, ya que en esos días participaba en el noveno Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en Sofía, Bulgaria. También fueron arrestados el peruano Salvador Ríos Pérez, la estadunidense Mika Salter Seeger y el puertorriqueño William Rosado Laporte. Para el gobierno, las aprehensiones de los extranjeros probaban el supuesto involucramiento de agentes comunistas internacionales en los acontecimientos que se registraban en la capital del país. Los miembros del Partido Comunista protestaron por “el ataque y saqueo completamente injustificado” a sus instalaciones, y denunciaron que con esto se pretendía dar la impresión de que estaban relacionados con “los desórdenes que la propia policía causó”. Documentos de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), dependiente de Secretaría de Gobernación, refieren que la movilización de la FNET partió de la Plaza de la Ciudadela con rumbo al Casco de Santo Tomás a las cuatro de la tarde, y que participaron alrededor de 8 mil personas; en las mantas que portaban en esa manifestación ya se pedía: “fuera Cueto y Mendiolea”, mandos de la policía capitalina y del cuerpo de granaderos, respectivamente. Los mismos reportes señalan que para las 17:45 horas, unos 500 estudiantes se desprendieron inicialmente del contingente politécnico en el Monumento a la Revolución, pero la mitad se reintegró a la movilización; el otro grupo decidió manifestarse en la Plaza de la Constitución. De este último contingente ya no hubo seguimiento oficial. A las 18:30 horas otro informe de la DGIPS, firmado con las siglas DMN, señalaba: “a las 18:30 un grupo aproximado de unos 3 mil estudiantes, después de haber estado en el centro deportivo de la Escuela Superior de Comercio y Administración, ubicado en la calle Carpio, gritando ‘Zócalo, Zócalo’, se dirigen por las calles de Instituto Técnico Industrial, en su camino gritan ‘que vengan los granaderos, chingue a su madre la policía’”. La DFS reportó: “llegaron hasta la calle de San Juan de Letrán a bordo de camiones del servicio urbano, y más tarde emprendieron la caminata por la calle 5 de Mayo. Al ver esa gran cantidad de gente, los hermanos García Reyes y otros agitadores instigan a la multitud para que se traslade a la Plaza de la Constitución, aun cuando sabían que el Zócalo era tabú para cualquier tipo de protesta en México”. Al respecto, el imprescindible libro El Movimiento Estudiantil de México, escrito por Ramón Ramírez y publicado por Era en 1969, señala que a los manifestantes, “cuando ya se acercaban al Zócalo, les salió al frente una compañía de granaderos. “Muchos estudiantes fueron víctimas de los macanazos y gases lacrimógenos que lanzaron los policías (…) desde el principio de la lucha, el general Raúl Mendiolea Cerecero, subjefe de la Policía Preventiva del Distrito Federal, estuvo coordinando la labor de sus subalternos, indicándoles la forma en que debían repeler a los estudiantes”. Los alumnos del IPN apedrearon a Mendiolea Cerecero y a Raúl Estrada, y según Afp, resultaron con heridas en la cara. Minutos después, los integrantes de la FNET se refugiaron en el Hemiciclo a Juárez, donde el mitin de la CNED se desarrollaba “en completa tranquilidad”. A las 19:20, otro informe de la DGIPS, refiere que “al mismo tiempo un estudiante de la vocacional 5, no identificado, junto con Arturo Martínez Nateras, presidente de la CNED, exhortó a los presentes a incorporarse a la manifestación que va rumbo al Zócalo, encabezada por estudiantes del IPN, expresando que no debe importarles los riesgos que corran”. En el Hemiciclo a Juárez se quedó parte de los manifestantes que conmemoraban el inicio de la revolución cubana. Los estudiantes que decidieron caminar al Zócalo fueron emboscados “entre Palma e Isabel la Católica, por 5 de Mayo y Madero; el contingente fue dispersado y el cordón de seguridad avanza hasta Isabel la Católica para terminar de dispersar a los estudiantes”. Un grupo de granaderos cerró el paso a quienes pretendían salir del lugar en la esquina de San Juan de Letrán y Madero. “Los uniformados pensaron que no nos defenderíamos”, refiere el testimonio de un participante. A las 19:45 horas, agrega ese informe, “los granaderos están interceptando la columna de estudiantes a la altura de Isabel la Católica con Madero”. “19:55 horas, en estos momentos egresan (sic) los estudiantes que se dirigían al Zócalo, ya que no pudieron llegar, porque los dirigentes de la Central y del IPN los exhortaron a que no debía buscarse otra agresión. Aproximadamente hay mil estudiantes.” A las ocho de la noche, los que se habían quedado en el Hemiciclo a Juárez, junto con los que habían logrado huir de la zona de Madero, entre Palma y San Juan de Letrán, son nuevamente agredidos: “llegan los granaderos a disolver a los manifestantes”. Para las nueve de la noche, algunos estudiantes que habían escapado de la trampa que les tendió la policía enfilaron hacia el barrio universitario, cerca del Palacio Nacional, y se refugiaron en las escuelas cercanas. El libro blanco del 68 elaborado por la PGR refiere que “las columnas se replegaron nuevamente hacia la Alameda, no sin que varios provocadores subieran a las azoteas de los edificios vecinos arrojando proyectiles desde la altura, y logrando así que el encuentro entre policías y manifestantes se generalizara. “Los grupos de choque causaron destrozos a varios aparadores de casas comerciales, a teléfonos públicos y a las alcantarillas, cometiendo además valiosos robos.” Los informes oficiales señalan que los granaderos habían actuado “enérgicamente”, y una vez que “despejaron las calles” del centro de la ciudad, desde avenida Juárez hasta Argentina, “dejaron guardias en lugares estratégicos”. Los estudiantes colocaron barricadas. El conflicto se había iniciado. |
Kikka Roja