- Sostiene que ni la más brutal de las represiones puede demoler ese tipo de organización
- Sólo el exterminio masivo es capaz de derrotar los movimientos sociales: Zibechi
- El analista internacional presenta en México su obra Autonomías y emancipaciones. América Latina en Movimiento
- El volumen profundiza en los grupos anticapitalistas de la región
Ampliar la imagen El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Gilberto López y Rivas, y Ana Esther Ceceña, del Instituto de Investigaciones Económicas, comentaron la obra del periodista uruguayo en el Auditorio Che Guevara, de la Facultad de Filosofía y Letras Foto: Jesús Villaseca
Los movimientos sociales no pueden ser derrocados por la represión, por más terrible que ésta sea, salvo mediante el exterminio masivo de sus miembros, afirma Raúl Zibechi, periodista uruguayo y analista internacional, en su obra Autonomías y emancipaciones. América Latina en movimiento, que fue presentada en el Auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El acto, organizado por Jóvenes en resistencia alternativa, contó con la videoconferencia desde Uruguay del autor; sin embargo, por problemas de audio, la ponencia fue ininteligible.
El libro, publicado por Bajo Tierra Ediciones, fue comentado por el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Gilberto López y Rivas, y Ana Esther Ceceña, del Instituto de Investigaciones Económicas. Ambos analizaron las ideas del libro, el cual aborda el surgimiento de los movimientos sociales anticapitalistas en América Latina.
López y Rivas dijo que las características comunes de los movimientos sociales que Zibechi analiza son su territorialización, es decir, su arraigo a espacios físicos recuperados o conquistados mediante largas luchas; la búsqueda de la autonomía tanto de los estados como de los partidos políticos; la revaloración de la cultura y, entre otras, la afirmación de identidades de pueblos y sectores sociales.
Ejemplos de estos movimientos, asegura el autor, son los Sin Tierra (MST) de Brasil, el Zapatismo en México o la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador.
López y Rivas resaltó que el analista internacional uruguayo rompe esquemas al sostener que el cambio social emancipado no necesita ni de la centralización ni de la unificación, es más, este tipo de transformación va en contra de todo tipo de articulación que se propone desde el Estado, la academia y los partidos políticos, porque éstos abortan o sepultan el movimiento social.
Por su parte, Ana Esther Ceceña abordó los casos como Bolivia, donde dirigentes sociales acceden al poder gubernamental. “Frente a los desafíos que plantean los grandes poderes, están otros que provienen del ámbito más cercano a los procesos emancipatorios y me refiero a los movimientos que pasan por la idea de acceder al gobierno para, mediante los mecanismos institucionales, empezar a transformar la sociedad nacional”.
Señaló que el caso más emblemático es el boliviano, en el que siempre existió un gran movimiento social y que ahora, en su conjunto, llevaron a un luchador social un puesto presidencial. “Esto plantea un gran desafío y es que, cuando el candidato de los movimientos llega a la presidencia, quiere que los dirigentes de los movimientos ocupen las bancas del gabinete. Entonces cuando un dirigente social ocupa un cargo de ministro, transformamos el movimiento en una estructura de gobierno y esto provoca una turbulencia tanto en el movimiento como en las estructuras gubernamentales”.
En este sentido dijo no pronunciarse; sin embargo, subrayó que en los casos en los que se dé esta situación, los movimientos sociales deben aprender a convivir y/o enfrentar al gran poder sin endurecerse.
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El acto, organizado por Jóvenes en resistencia alternativa, contó con la videoconferencia desde Uruguay del autor; sin embargo, por problemas de audio, la ponencia fue ininteligible.
El libro, publicado por Bajo Tierra Ediciones, fue comentado por el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Gilberto López y Rivas, y Ana Esther Ceceña, del Instituto de Investigaciones Económicas. Ambos analizaron las ideas del libro, el cual aborda el surgimiento de los movimientos sociales anticapitalistas en América Latina.
López y Rivas dijo que las características comunes de los movimientos sociales que Zibechi analiza son su territorialización, es decir, su arraigo a espacios físicos recuperados o conquistados mediante largas luchas; la búsqueda de la autonomía tanto de los estados como de los partidos políticos; la revaloración de la cultura y, entre otras, la afirmación de identidades de pueblos y sectores sociales.
Ejemplos de estos movimientos, asegura el autor, son los Sin Tierra (MST) de Brasil, el Zapatismo en México o la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador.
López y Rivas resaltó que el analista internacional uruguayo rompe esquemas al sostener que el cambio social emancipado no necesita ni de la centralización ni de la unificación, es más, este tipo de transformación va en contra de todo tipo de articulación que se propone desde el Estado, la academia y los partidos políticos, porque éstos abortan o sepultan el movimiento social.
Por su parte, Ana Esther Ceceña abordó los casos como Bolivia, donde dirigentes sociales acceden al poder gubernamental. “Frente a los desafíos que plantean los grandes poderes, están otros que provienen del ámbito más cercano a los procesos emancipatorios y me refiero a los movimientos que pasan por la idea de acceder al gobierno para, mediante los mecanismos institucionales, empezar a transformar la sociedad nacional”.
Señaló que el caso más emblemático es el boliviano, en el que siempre existió un gran movimiento social y que ahora, en su conjunto, llevaron a un luchador social un puesto presidencial. “Esto plantea un gran desafío y es que, cuando el candidato de los movimientos llega a la presidencia, quiere que los dirigentes de los movimientos ocupen las bancas del gabinete. Entonces cuando un dirigente social ocupa un cargo de ministro, transformamos el movimiento en una estructura de gobierno y esto provoca una turbulencia tanto en el movimiento como en las estructuras gubernamentales”.
En este sentido dijo no pronunciarse; sin embargo, subrayó que en los casos en los que se dé esta situación, los movimientos sociales deben aprender a convivir y/o enfrentar al gran poder sin endurecerse.