José A. Crespo Elecciones y pulso ciudadano Como en todo proceso electoral, conviene ir tomando el pulso de la ciudadanía ante los acontecimientos políticos, las fricciones provocadas por el proceso mismo, y la oferta de candidatos y partidos. El mejor instrumento para ello —aunque no el único— lo constituyen las encuestas y los sondeos profesionales, varios de los cuales han sido publicados en estos días y nos sugieren las siguientes ideas: 1) El PRI sigue a la cabeza, rondando el porcentaje de votos que permitiría conformar una mayoría absoluta. Según una encuesta de El Universal (9/feb/09), incluso se va abriendo la brecha entre el tricolor y su más cercano seguidor, el PAN, con 15 puntos porcentuales de distancia. Y, desde luego, el PRD se ubica en el tercer sitio con su voto duro histórico, cercano a 16 por ciento. No tenemos elementos aún para saber si ese voto se va a fragmentar y cuánto de él irá a parar al PC y el PT, hoy formalmente enfrentados con el PRD pese a que Andrés López Obrador siga llamando a la unidad: “No hay que pelearnos los del PRD, PT y Convergencia. Debemos estar unidos” (8/feb/09). Es el PRD justamente el que más opiniones negativas acumula (“nunca votaría por ese partido”), mientras que, irónicamente, el PRI es el que menos negativas concita. 2) Que el PRI acceda al primer lugar en la Cámara baja es casi seguro, a menos que algo muy extraño suceda. Lo cual dejará al gobierno de Felipe Calderón aún más debilitado. Él mismo así lo reconoció al ser entrevistado por Pascal Beltrán del Río: “No puedo engañar a nadie; cualquier presidente desearía tener un respaldo amplio en el Congreso. Y si es mayoritario, qué bueno” (Excélsior, 9/feb/09). Pero el PAN no tendrá mayoría, ni siquiera relativa. La caída del PAN sería explicable a partir de que la mayoría ciudadana considera que la economía y la seguridad van muy mal: 75% piensa que la delincuencia se ha incrementado y 66% cree que la economía ha empeorado. Pero, paradójicamente, también la mayoría considera que las políticas de Calderón van suficientemente bien y que, si acaso, algunas debieran mejorarse. 3) Algo curioso —pero típico de México— es que la mayoría de ciudadanos piensa que los programas, las estrategias y las políticas de Calderón en materia económica o de seguridad deben continuar, si acaso con algunas correcciones (Milenio, 6/feb/08). Sólo 30% piensa que debe haber un viraje radical (como el que, en materia de narcotráfico, sugieren tres presidentes latinoamericanos, comisionados por la ONU). Si la mayoría piensa que las políticas del gobierno van más o menos bien, lo lógico sería que refrendaran tal convicción votando por el partido del gobierno; pero todas las encuestas reflejan un descenso de la intención del voto para el blanquiazul. Cosas del electorado mexicano. 4) También hay mediciones con respecto a la controversia entre el IFE y las televisoras. ¿Qué piensan los ciudadanos? Según encuesta telefónica de Excélsior (9/feb/09) y, como cabría esperarlo, a la gran mayoría de la población le parece mal que se hagan interrupciones en pleno evento para transmitir la publicidad de partidos y del IFE (62%). A 61% le desagrada que los spots se transmitan juntos en bloques de tres o seis minutos, lo cual forma parte de la estrategia de las televisoras para generar animadversión entre los ciudadanos (si bien ya hubo arreglo al respecto entre los medios y el IFE). Sin embargo, una mayoría de 47% piensa que el esquema de comunicación electoral debiera quedarse como está, frente a 37% que cree que el tiempo de publicidad electoral debiera reducirse (yo coincido con quienes piensan que debiera haber mucho menos tiempo de spots, para dar lugar a espacios de debate entre partidos). Pero, también, 57% considera bien la disposición legal de otorgar al IFE y los partidos tres minutos de cada hora, en tiempos oficiales. El contenido de los promocionales del IFE son del mayor agrado del auditorio, incluso por arriba que el de diversos productos comerciales. Pero en el piso de la valoración están, y no es de extrañar, las emisiones de los partidos. 5) Las televisoras dieron un buen golpe mediático al IFE que, pese a sus aclaraciones en el sentido de que él no ordenó las interrupciones, no alcanzó a todo el público. Así, según una encuesta telefónica de Milenio (9/feb/09), 56% responsabiliza al IFE de las interrupciones y sólo 23% a las televisoras. La estrategia de las televisoras les ha resultado rentable, pues han dado un paso más para eventualmente echar abajo la reforma electoral. Por cierto, al respecto, Calderón dejó muy clara su postura. Dijo: “Me parece mal que, sea cual sea la causa de esta deficiencia (IFE), se utilice esto para desprestigiar a instituciones democráticas, como al IFE, o la ley misma. Finalmente, son la ley y las instituciones las que pueden garantizar la viabilidad de la República” (Excélsior, 9/feb/09). Se infiere que Calderón considera que las interrupciones fueron parte de una estrategia deliberada para desprestigiar a las instituciones democráticas, como al IFE o a la ley electoral. Las televisoras no lograron engañarlo, como sí lo hicieron con buena parte de su auditorio. Y esa encuesta refleja también lo obvio: a la mayoría de encuestados (51%) le molestan los mensajes partidarios y dice que sólo conseguirán “aburrir” al público. Pero, aún así, un no despreciable 34% considera “bueno que nos mantengan informados de las elecciones”. Probablemente estamos ante ciudadanos con un encomiable estoicismo cívico. Por lo pronto, hoy el IFE definirá si las televisoras incurrieron en violación a la norma, en cuyo caso habría una sanción, misma que podría ser diluida o suspendida por otras autoridades, como de hecho ya ha ocurrido en ocasiones anteriores, con lo cual se facilitan nuevos desafíos a la ley. |
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