Raymundo Riva Palacio
Tiro de gracia
Domingo, 15 de Febrero de 2009
Luis Téllez ha tenido muchos días malos en su carrera pública. Él tuvo que poner la cara junto con Arsenio Farrell ante un encolerizado Carlos Salinas para notificarle que su hermano Raúl había sido detenido. También viajó de urgencia a Washington, con el país a punto de irse a una moratoria de deuda, para iniciar la negociación del rescate financiero que realizó el presidente Bill Clinton en 1995. Diseñó y operó la reforma al artículo 27 constitucional, y fue el único dentro del gobierno de Felipe Calderón que pudo mantener la calma y la articulación cuando en Los Pinos se tiraron al drama por la muerte de su querido Juan Camilo Mouriño. Pero lo que le pasó en menos de 48 horas este jueves y viernes, posiblemente es, hasta ahora, la peor pesadilla de su vida.
A Téllez le dispararon dos ráfagas de grabaciones y correos electrónicos a la cabeza. El primero le pegó debajo de la línea de flotación personal, metiéndolo, por un lado, en un conflicto familiar, y por el otro, en un enfrentamiento con el ex presidente Salinas, y con el ex presidente Ernesto Zedillo, y con su actual jefe, el presidente Calderón. El jueves se difundió por la radio el fragmento de una conversación que fue grabada accidentalmente por un teléfono celular, donde afirmaba que Salinas "se había robado la mitad de la partida secreta" cuando estuvo en Los Pinos, a lo que siguió, para darle verosimilitud a la especie, la difusión de varios correos electrónicos que lo comprometían en lo personal, pero que nada tenían que ver con una responsabilidad pública. El segundo golpe vino el viernes, con la difusión de ocho grabaciones más de su celular, donde se refiere agriamente a varios miembros de la Comisión Federal de Competencia, un órgano con el que supuestamente debía trabajar en armonía, y a quienes acusa de traición.
Diana Pando, que se enamoró de Téllez –a quien no conoció personalmente, pero con quien sostuvo una relación epistolar por internet-, se sintió despechada y desde hace más de dos años quería vengarse de él, "por el maltrato", mediante la difusión de la grabación donde inculpaba a Salinas. Esta grabación se realizó cuando trabajaba para el sector privado, y lo importante fue un dicho, no la sustancia probatoria de lo que hablaba. Lo que dijo en una comida de amigos fue lo que muchos mexicanos piensan, pero visto en el contexto de sus altos cargos en el gobierno, un mal trabajo periodístico de falta de verificación –qué tal si el escándalo no lo es tal-, lo puso en la picotilla. La verdad es que en su paso por los gobiernos de Salinas y Zedillo, Téllez nunca tuvo acceso a la partida presidencial, que por definición es tan secreta como discrecional. Pequeño detalle de Téllez: se le olvidó mencionar tan tremendo dato.
Téllez es viejo amigo y compañero en el ITAM, de Ana Paula Gerard, la actual esposa de Salinas, con lo cual ese desliz irresponsable lo mete directamente en un conflicto con la pareja, que le tenía gran confianza. Pero dada la cercanía de Téllez con el equipo más cercano de Zedillo, ¿podrá creer el ex presidente que su sucesor no piensa lo mismo y que lo investigaron? Salinas ha tratado de explicar los destinos de la partida secreta, pero es como meterse en un pantano: entre más se mueve, más se hunde. La palabra de Téllez lo jala hacia abajo. ¿Y Zedillo? Lo mete también en un problema. Si lo que importa en la cultura mexicana no es la realidad sino lo que parece, ¿por qué entonces Zedillo, si su ex coordinador de asesores acusó a Salinas, no lo investigó? Zedillo fue metido inopinadamente en un problema político, y bien podría exigirle quien quiera pasarle cuentas, que explique porqué nunca investigó a Salinas. En la extraña dialéctica mexicana, si no lo investigó debe ser que también es cómplice.
La falta de sustancia en esta parte del escándalo es irrelevante. El escándalo es lo que prevalece, por lo que el presidente Calderón debe estar en la disyuntiva sobre el qué hacer con su secretario. Tomó a todos por sorpresa en Los Pinos, que el jueves por la mañana le recomendaron a Téllez que evaluara la conveniencia de responder a Pando. No diseñaron una estrategia de manejo de crisis, y dejaron que Téllez saliera a dar una conferencia de prensa sin haber investigado –como el manual político rezaba-, de dónde podría haber salido el estímulo a la señorita Pando para que revelara, en la coyuntura actual, lo que hace años tiene en su poder. Cabría también la posibilidad de que hubiera actuado por iniciativa propia, encontrando propagandistas para ventilar sus diferendos personales. Y si fuera este el caso, otros encontraron terreno cultivado para divulgar ocho nuevas grabaciones que, estas sí, fueron realizadas durante su actual cargo y se refieren al trabajo que le encargó el Presidente.
Nuevamente, el escándalo oculta el fondo. Durante todo el viernes, el tema central fue lo que dijo o quiso decir Téllez, si incurrió en un tráfico de influencias, si manipuló la realidad. En ningún momento parece haber violado la ley, pero es irrelevante. La única violación a la ley que se dio es que cometieron un acto de espionaje en su contra al tener intervenido su teléfono, y que hay dolo y un propósito deliberado por perjudicarlo, que es el acto de entregar a la prensa una copia de las grabaciones. La víctima es el malo de toda esta película, cuya caída es celebrada por muchos y alentada por fuerzas oscuras que deben sentir que es el momento en que pague facturas. El costo está siendo sumamente alto. Con los correos electrónicos, su estabilidad familiar fue puesta en riesgo. Con las grabaciones del viernes, su futuro como secretario está en entredicho. Téllez está herido de muerte pública. Le dieron dos tiros de gracia y probaron que la venganza, con sangre fría, sabe mejor.
r_rivapalacio@yahoo.comA Téllez le dispararon dos ráfagas de grabaciones y correos electrónicos a la cabeza. El primero le pegó debajo de la línea de flotación personal, metiéndolo, por un lado, en un conflicto familiar, y por el otro, en un enfrentamiento con el ex presidente Salinas, y con el ex presidente Ernesto Zedillo, y con su actual jefe, el presidente Calderón. El jueves se difundió por la radio el fragmento de una conversación que fue grabada accidentalmente por un teléfono celular, donde afirmaba que Salinas "se había robado la mitad de la partida secreta" cuando estuvo en Los Pinos, a lo que siguió, para darle verosimilitud a la especie, la difusión de varios correos electrónicos que lo comprometían en lo personal, pero que nada tenían que ver con una responsabilidad pública. El segundo golpe vino el viernes, con la difusión de ocho grabaciones más de su celular, donde se refiere agriamente a varios miembros de la Comisión Federal de Competencia, un órgano con el que supuestamente debía trabajar en armonía, y a quienes acusa de traición.
Diana Pando, que se enamoró de Téllez –a quien no conoció personalmente, pero con quien sostuvo una relación epistolar por internet-, se sintió despechada y desde hace más de dos años quería vengarse de él, "por el maltrato", mediante la difusión de la grabación donde inculpaba a Salinas. Esta grabación se realizó cuando trabajaba para el sector privado, y lo importante fue un dicho, no la sustancia probatoria de lo que hablaba. Lo que dijo en una comida de amigos fue lo que muchos mexicanos piensan, pero visto en el contexto de sus altos cargos en el gobierno, un mal trabajo periodístico de falta de verificación –qué tal si el escándalo no lo es tal-, lo puso en la picotilla. La verdad es que en su paso por los gobiernos de Salinas y Zedillo, Téllez nunca tuvo acceso a la partida presidencial, que por definición es tan secreta como discrecional. Pequeño detalle de Téllez: se le olvidó mencionar tan tremendo dato.
Téllez es viejo amigo y compañero en el ITAM, de Ana Paula Gerard, la actual esposa de Salinas, con lo cual ese desliz irresponsable lo mete directamente en un conflicto con la pareja, que le tenía gran confianza. Pero dada la cercanía de Téllez con el equipo más cercano de Zedillo, ¿podrá creer el ex presidente que su sucesor no piensa lo mismo y que lo investigaron? Salinas ha tratado de explicar los destinos de la partida secreta, pero es como meterse en un pantano: entre más se mueve, más se hunde. La palabra de Téllez lo jala hacia abajo. ¿Y Zedillo? Lo mete también en un problema. Si lo que importa en la cultura mexicana no es la realidad sino lo que parece, ¿por qué entonces Zedillo, si su ex coordinador de asesores acusó a Salinas, no lo investigó? Zedillo fue metido inopinadamente en un problema político, y bien podría exigirle quien quiera pasarle cuentas, que explique porqué nunca investigó a Salinas. En la extraña dialéctica mexicana, si no lo investigó debe ser que también es cómplice.
La falta de sustancia en esta parte del escándalo es irrelevante. El escándalo es lo que prevalece, por lo que el presidente Calderón debe estar en la disyuntiva sobre el qué hacer con su secretario. Tomó a todos por sorpresa en Los Pinos, que el jueves por la mañana le recomendaron a Téllez que evaluara la conveniencia de responder a Pando. No diseñaron una estrategia de manejo de crisis, y dejaron que Téllez saliera a dar una conferencia de prensa sin haber investigado –como el manual político rezaba-, de dónde podría haber salido el estímulo a la señorita Pando para que revelara, en la coyuntura actual, lo que hace años tiene en su poder. Cabría también la posibilidad de que hubiera actuado por iniciativa propia, encontrando propagandistas para ventilar sus diferendos personales. Y si fuera este el caso, otros encontraron terreno cultivado para divulgar ocho nuevas grabaciones que, estas sí, fueron realizadas durante su actual cargo y se refieren al trabajo que le encargó el Presidente.
Nuevamente, el escándalo oculta el fondo. Durante todo el viernes, el tema central fue lo que dijo o quiso decir Téllez, si incurrió en un tráfico de influencias, si manipuló la realidad. En ningún momento parece haber violado la ley, pero es irrelevante. La única violación a la ley que se dio es que cometieron un acto de espionaje en su contra al tener intervenido su teléfono, y que hay dolo y un propósito deliberado por perjudicarlo, que es el acto de entregar a la prensa una copia de las grabaciones. La víctima es el malo de toda esta película, cuya caída es celebrada por muchos y alentada por fuerzas oscuras que deben sentir que es el momento en que pague facturas. El costo está siendo sumamente alto. Con los correos electrónicos, su estabilidad familiar fue puesta en riesgo. Con las grabaciones del viernes, su futuro como secretario está en entredicho. Téllez está herido de muerte pública. Le dieron dos tiros de gracia y probaron que la venganza, con sangre fría, sabe mejor.
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