AGENDA CIUDADANAEntre 'Forbes' y 'The Economist'
Lorenzo Meyer
19 Mar. 09
Cuando falla la política interna, México aparece como problema en la agenda de Washington
México en la agenda norteamericana
Cuando México aparece en los temas de discusión del gobierno en Washington, generalmente no es por buenas razones. Dos de los grandes países latinoamericanos están hoy en la mesa de las discusiones de las autoridades norteamericanas: Brasil y México. El presidente brasileño acaba de visitar al norteamericano con buen resultado, al punto que ya se habla de la alianza Obama-Lula (El País, 15 de marzo). México, por su lado, está en el proceso de recibir una cadena de funcionarios federales de Estados Unidos: ya vino el jefe del Estado Mayor Conjunto y a fines de este mes llegará la secretaria de Estado a la que seguirán la secretaria de la Seguridad Interna y luego el procurador general. Las razones de estos viajes son opuestas: Brasil busca posicionarse como el gran interlocutor latinoamericano de Washington en tanto que México aparece en los radares políticos de Estados Unidos como un peligro a su seguridad.El gobernador de Texas ha pedido que se despliegue la Guardia Nacional en la frontera para evitar que se desborde hacia el norte la violencia incontrolada de sitios como Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Reynosa o Matamoros. Hasta ahora, a Obama no le parece que la militarización de la frontera sur sea la respuesta adecuada al problema mexicano, pero sus ayudantes ya están trabajando en el diseño de una "estrategia general" al respecto (The New York Times, 14 de marzo).Lo sorprendente no es que haya indicadores de preocupación norteamericana por las actividades y la furia del crimen organizado en México, sino que las señales de alarma hayan tardado tanto en sonar. El Diálogo Interamericano, una organización de estudios políticos con sede en Washington, acaba de presentar a Obama una agenda de 10 puntos para guiar su relación con América Latina. En el punto tres señala: "Es posible que México surja como el problema más importante en el Hemisferio Occidental si la violencia criminal continua escalando al punto de amenazar la seguridad del país"
(
http://www.thedialogue.org/uploads/2008_Sol_M__Linowitz_Forum /A_Second_Chance,_FINAL_to_post.pdf).
En las audiencias que han tenido lugar en el Congreso norteamericano, el subsecretario de Estado asistente para asuntos de narcotráfico calculó las ganancias de los cárteles mexicanos entre los 13 y los 25 mil millones de dólares anuales y la fuerza de trabajo a su disposición en 450 mil personas. La secretaria de Seguridad Interna declaró: "México tiene actualmente problemas de violencia que han llegado a un grado y nivel muy distintos, sin precedente". El Director Nacional de Inteligencia (DNI) informó a los legisladores que hay regiones en México donde el gobierno ya perdió el control (Reforma, 11 de marzo). Cualquier lector que haya consultado la serie sobre la "narcoguerra" publicada a partir del 1o. de marzo en La Jornada, ya tiene una idea de lo que quiso decir el DNI.
Los medios
Como suele suceder, fueron los medios norteamericanos los que empezaron a poner en duda la tesis oficial mexicana que atribuía los miles de asesinatos llevados a cabo por los cárteles de la droga en el país, a que el gobierno "iba ganando" esa lucha. La revista de negocios, conservadora, Forbes dedicó su edición de diciembre del 2008 a dar cuenta de que México corría el riesgo de deshacerse (meltdown) como resultado de la mezcla de narco-terror con el colapso de los precios del petróleo y el caos económico. Esa misma publicación en marzo del 2009, al hacer su ya famoso recuento de las mayores fortunas mundiales, puso en la lista de 793 personajes, junto a Carlos Slim, Alberto Bailleres, Ricardo Salinas, Germán Larrea y Emilio Azcárraga, a uno de los grandes narcotraficantes mexicanos: Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, a quien atribuyó una fortuna personal de mil millones de dólares, aunque en el sitio electrónico de la revista hay un cálculo de Stratfor -una firma de servicios de inteligencia en Austin, Texas- que la pone en los 12 mil millones de dólares y que, de ser cierto, pondría al narcotraficante de Sinaloa más cerca de Slim que de Azcárraga. Como sea, Forbes hizo su cálculo suponiendo que "El Chapo" controla entre un tercio y la mitad de la droga que se envía de México a Estados Unidos, que se queda con el 20 por ciento del dinero lavado por ese concepto por colombianos y mexicanos y cuyo montó oscila entre 18 mil y 39 mil millones de dólares.
Si, como asegura el gobierno mexicano, el narcotráfico va perdiendo la guerra, la fortuna de "El Chapo" no es un indicador de ello, sobre todo si se tiene en cuenta que apenas en 1990 ese sinaloense de origen rural organizó su propia "firma" -el término es de la revista- y que en 2001 escapó de una prisión de alta seguridad. En un país con poca movilidad social, el ascenso de "El Chapo" es espectacular.
La reacción
Para Felipe Calderón, "El Chapo" en Forbes fue la gota que derramó el vaso de su paciencia y declaró que había una campaña contra México en Estados Unidos. Es verdad que, por ejemplo, algunos personajes en la administración de Ronald Reagan sí orquestaron una campaña de prensa contra Miguel de la Madrid para forzarle a cambiar su posición en torno al conflicto en Centroamérica (Constantine Menges, Inside the National Security Council, Nueva York, 1988). Sin embargo, actualmente es difícil suponer un motivo similar que lleve a una revista de derecha a participar con el gobierno de Obama en una campaña contra un gobierno mexicano de derecha. Obama tiene más afinidad política con Lula de Brasil que con Calderón, pero también tiene ya una agenda suficientemente complicada para arreglar su economía y terminar las guerras en Iraq y Afganistán, como para inventarse un problema en México. El problema existe, es real.
La razón
En Estados Unidos la alarma sobre lo que ocurre en su frontera sur está motivada por las mismas razones que preocupan al mexicano común y corriente: la inseguridad se expande y conduce a una forma de vida colectiva miserable.
Desde finales del siglo XIX, lo que más valúa Estados Unidos en su relación con México es la estabilidad. Por eso Taft apoyó a Díaz y por lo mismo el embajador Morrow secundó de manera enfática a Calles para que en 1928 prolongara su mandato pese a la prohibición constitucional. En aras de la estabilidad mexicana Roosevelt limitó su presión sobre Cárdenas en los 1930 y por la misma razón Washington toleró que López Mateos tuviera una posición diferente frente a Cuba. Cuando los errores mayúsculos de política económica llevaron a las crisis al final de los gobiernos de Echeverría y López Portillo y al inicio del de Zedillo, Washington no dejó caer a México.
Hoy, Obama no puede ser indiferente a lo que aquí ocurre pues nuestros grandes problemas -económicos, sociales o de seguridad- son también parte de la agenda interna norteamericana. Obviamente, cada ayuda que México ha recibido de su vecino del norte ha implicado un costo.
Una mirada británica
No es Forbes la única revista internacional que ha abordado el problema mexicano. También lo acaba de hacer The Economist (7-13 de marzo). Esta prestigiada publicación conservadora señala que la guerra contra las drogas a nivel mundial acaba de cumplir 100 años, y que no se ve posibilidad alguna de que la ganen los gobiernos. En vista de lo anterior, justifica la menos mala de las soluciones: la legalización del consumo de las drogas, aunque con restricciones. Argumenta que, si no se da ese paso, países con una institucionalidad débil como México -donde la lucha contra el narco ha cobrado 10 mil vidas desde que Calderón asumió el poder- pueden tornarse inviables y entonces las dificultades serán aún mayores.
El origen inmediato de nuestro problema con el narcotráfico es Estados Unidos, destino principal de las drogas y origen de las armas de los criminales organizados. Y es ahí donde, por razón de su gran poder, deben darse los primeros pasos para la legalización y control en el uso de las drogas, pues cuando México ha intentado iniciar la marcha por ese camino, la presión norteamericana lo ha frenado sin miramientos.
Ahora bien ¿es posible para Estados Unidos dar el gran viraje en relación al uso de sustancias prohibidas? Fue justo en medio de la Gran Depresión, en 1933, cuando el país vecino del norte puso fin a la prohibición de la fabricación y consumo del alcohol en 1920. Algo similar debería intentarse ya en relación a las drogas y por la misma razón: después de 100 años, la prohibición ha dado lugar a innumerables muertes, a una corrupción enorme y a un comercio mundial valuado en 320 mil millones de dólares anuales. Tanto en Estados Unidos como en México es tiempo de intentar algo que sí funcione.
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