- Bancomext, sacrificado
- Reinvención total y reforma
- El olvido del Legislativo
Con más prisa que inteligencia, el Senado de la República está a punto de aprobar la reforma de la banca de desarrollo recientemente enviada por el inquilino de Los Pinos, la cual comienza (y concluye, todo indica) con la fusión de Nacional Financiera (Nafin) y el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), dos instituciones del Estado creadas para fines distintos en 1934 y 1937, respectivamente.
¡Sorpresa! Los mismos partidos políticos y sus representaciones en el Legislativo que hoy apuran la citada fusión, cinco años atrás se pronunciaron exactamente en sentido contrario, cuando la anterior intentona se dio en el sexenio foxista (el de las ideas muy cortas y la lengua extremadamente larga le llamó proceso de reinvención total de la banca de desarrollo en México, aunque el objetivo fue exactamente el mismo que hoy pretende la reforma calderonista).
A mediados de 2004 los integrantes de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, con la salvedad panista, rechazaron tajantemente la propuesta foxista (operada por el entonces secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz, hoy empleado de trasnacional telefónica) por considerarla una solución inadecuada que lesiona aún más la capacidad del Estado mexicano y del sistema financiero para apoyar el desarrollo sostenido y equitativo de México... El Congreso estima que preservar estos dos bancos es un imperativo nacional, dado que la banca extranjera no apoya a la planta productiva. Liquidarlos o fusionarlos es privar al país de instrumentos eficaces de política.
Pues bien, en el olvido quedó tal rechazo y advertencia, y ayer la Junta de Coordinación Política del Senado de la República acordó aprobar la referida reforma, con lo que la fusión de Nafin y Bancomext parece un hecho consumado, de tal suerte que esos mismos partidos políticos que en 2004 tajantemente la impugnaron hoy están muy cerca de privar al país de instrumentos eficaces de política, como ellos mismos subrayaron a quien fuera director de Nacional Financiera durante el sexenio foxista, Mario Laborín (quien permaneció en el puesto hasta el 31 de diciembre de 2008), un distinguido delfín del otrora Grupo Monterrey y ex directivo de Bancomer, el mismo personaje que pasó la estafeta a otro ex directivo de Bancomer (también ex presidente de los banqueros en México y del Consejo Coordinador Empresarial), Héctor Rangel Domene, ahora encargado de cuidar los intereses de la banca del Estado. Todo un poema para el harakiri que muy cerca está de cometerse.
De cualquier forma el gobierno foxista (como el actual) se empeñó en desaparecer por la vía de los hechos a Bancomext, retirándole todo tipo de asignación presupuestal y trasladándole la responsabilidad de voluminosos empréstitos a empresas privadas autorizados por Los Pinos, más por razones políticas que financieras. Así, de 1994 a 2005 el crédito de esta institución se desplomó 60 por ciento y la cartera vigente 63 por ciento, mientras se desmoronaban las utilidades hasta acumular 146 millones de dólares en pérdidas. Como siempre, a los trabajadores de la institución se les pasó la factura: la plantilla de personal se redujo 42 por ciento. Con Fox se aplicaron cuatro recortes. Además, se cerraron consejerías en el exterior, módulos comerciales y centros de operación en diversos estados de la República, debilitándose el capital humano y la infraestructura de apoyo integral a la cadena producción-exportación.
Como bien ha denunciado el sindicato del citado banco, el gobierno federal obligó a seguir ese camino, pero nunca se preocupó por resolver el quid del asunto: la ausencia de una política industrial y de competitividad sistémica, combinada con la creencia de que, por razones de costos, era conveniente fusionar o desaparecer al Bancomext. Esta creencia derivó en acciones y omisiones que redujeron sensiblemente la histórica contribución de la banca pública al desarrollo económico.
Así, el impulso de la actividad exportadora se vio mermado por un gobierno que presumía lo fuertes que somos en este renglón. De 1994 a 2005 el financiamiento de la banca comercial al sector privado, como porcentaje del PIB, se desplomó de 43 a 8 por ciento, pero sus utilidades netas –especialmente a partir de 2000– crecieron como la espuma. Por si fuera poco, ya con Calderón, el gobierno asignó recursos presupuestales a otras entidades del sector público para programas y acciones de promoción del comercio exterior, como en el caso de la Sagarpa y la Secretaría de Economía (2 mil 400 y mil millones de pesos, respectivamente, en apoyos y gastos relacionados con la promoción del comercio exterior), mientras a la institución que por ley está encargada de tales funciones se le retiró todo recurso fiscal para ese fin.
Desde tiempos de Salinas y Zedillo, sin olvidar a la dupla Fox-Calderón, el Bancomext carga con onerosos rescates (WTC, Gutsa y Juan Diego Gutiérrez Cortina, familia incluida, así como inversiones privadas de mexicanos en telefonía cubana y carreteras chilenas, por ejemplo) por capricho del inquilino de Los Pinos en turno. A pesar de ello, de muchos de estos rescates el citado banco logró salir airoso con recursos propios. Eso pasó ayer, y pasa hoy.
Financieramente asfixiado por los alegres compromisos del inquilino de Los Pinos en turno, Bancomext es calificado de ineficiente, cuando las demás instituciones financieras del Estado son pertrechadas con recursos presupuestales. Por instrucciones presidenciales, en todas las crisis este banco del Estado debió rescatar a los empresarios cercanos al poder. Y sigue en ello.
De la crisis actual, va un rápido balance de algunos senadores del PT y PRD: “el gobierno federal, a través de Nafin y Bancomext, instrumentó un (nuevo) Fobaproa Empresarial… El total de este programa de ‘garantías bursátiles’ contempló 50 mil millones de pesos, y hasta el momento lo único que se sabe es que son 10 las grandes empresas que acudieron al esquema, entre ellas Coppel con mil 491 millones de pesos de Bancomext; Cemex, mil 420 millones de Nafin; y Soriana, mil 50 millones de Bancomext… (también) se conoce que se ha apoyado a ocho empresas por 14 mil millones: Vitro, mil millones de Bancomext, además de Comercial Mexicana, 3 mil millones de Nafin”, ambas instituciones públicas a cargo de un ex presidente de los banqueros privados y del Consejo de Administración de BBVA-Bancomer.
Las rebanadas del pastel
En síntesis, ésa es la reinvención total de Fox o, si se prefiere, la reforma de Calderón.
cfvmexico_sa@hotmail.com - mexicosa@infinitum.com.mx
¡Sorpresa! Los mismos partidos políticos y sus representaciones en el Legislativo que hoy apuran la citada fusión, cinco años atrás se pronunciaron exactamente en sentido contrario, cuando la anterior intentona se dio en el sexenio foxista (el de las ideas muy cortas y la lengua extremadamente larga le llamó proceso de reinvención total de la banca de desarrollo en México, aunque el objetivo fue exactamente el mismo que hoy pretende la reforma calderonista).
A mediados de 2004 los integrantes de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, con la salvedad panista, rechazaron tajantemente la propuesta foxista (operada por el entonces secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz, hoy empleado de trasnacional telefónica) por considerarla una solución inadecuada que lesiona aún más la capacidad del Estado mexicano y del sistema financiero para apoyar el desarrollo sostenido y equitativo de México... El Congreso estima que preservar estos dos bancos es un imperativo nacional, dado que la banca extranjera no apoya a la planta productiva. Liquidarlos o fusionarlos es privar al país de instrumentos eficaces de política.
Pues bien, en el olvido quedó tal rechazo y advertencia, y ayer la Junta de Coordinación Política del Senado de la República acordó aprobar la referida reforma, con lo que la fusión de Nafin y Bancomext parece un hecho consumado, de tal suerte que esos mismos partidos políticos que en 2004 tajantemente la impugnaron hoy están muy cerca de privar al país de instrumentos eficaces de política, como ellos mismos subrayaron a quien fuera director de Nacional Financiera durante el sexenio foxista, Mario Laborín (quien permaneció en el puesto hasta el 31 de diciembre de 2008), un distinguido delfín del otrora Grupo Monterrey y ex directivo de Bancomer, el mismo personaje que pasó la estafeta a otro ex directivo de Bancomer (también ex presidente de los banqueros en México y del Consejo Coordinador Empresarial), Héctor Rangel Domene, ahora encargado de cuidar los intereses de la banca del Estado. Todo un poema para el harakiri que muy cerca está de cometerse.
De cualquier forma el gobierno foxista (como el actual) se empeñó en desaparecer por la vía de los hechos a Bancomext, retirándole todo tipo de asignación presupuestal y trasladándole la responsabilidad de voluminosos empréstitos a empresas privadas autorizados por Los Pinos, más por razones políticas que financieras. Así, de 1994 a 2005 el crédito de esta institución se desplomó 60 por ciento y la cartera vigente 63 por ciento, mientras se desmoronaban las utilidades hasta acumular 146 millones de dólares en pérdidas. Como siempre, a los trabajadores de la institución se les pasó la factura: la plantilla de personal se redujo 42 por ciento. Con Fox se aplicaron cuatro recortes. Además, se cerraron consejerías en el exterior, módulos comerciales y centros de operación en diversos estados de la República, debilitándose el capital humano y la infraestructura de apoyo integral a la cadena producción-exportación.
Como bien ha denunciado el sindicato del citado banco, el gobierno federal obligó a seguir ese camino, pero nunca se preocupó por resolver el quid del asunto: la ausencia de una política industrial y de competitividad sistémica, combinada con la creencia de que, por razones de costos, era conveniente fusionar o desaparecer al Bancomext. Esta creencia derivó en acciones y omisiones que redujeron sensiblemente la histórica contribución de la banca pública al desarrollo económico.
Así, el impulso de la actividad exportadora se vio mermado por un gobierno que presumía lo fuertes que somos en este renglón. De 1994 a 2005 el financiamiento de la banca comercial al sector privado, como porcentaje del PIB, se desplomó de 43 a 8 por ciento, pero sus utilidades netas –especialmente a partir de 2000– crecieron como la espuma. Por si fuera poco, ya con Calderón, el gobierno asignó recursos presupuestales a otras entidades del sector público para programas y acciones de promoción del comercio exterior, como en el caso de la Sagarpa y la Secretaría de Economía (2 mil 400 y mil millones de pesos, respectivamente, en apoyos y gastos relacionados con la promoción del comercio exterior), mientras a la institución que por ley está encargada de tales funciones se le retiró todo recurso fiscal para ese fin.
Desde tiempos de Salinas y Zedillo, sin olvidar a la dupla Fox-Calderón, el Bancomext carga con onerosos rescates (WTC, Gutsa y Juan Diego Gutiérrez Cortina, familia incluida, así como inversiones privadas de mexicanos en telefonía cubana y carreteras chilenas, por ejemplo) por capricho del inquilino de Los Pinos en turno. A pesar de ello, de muchos de estos rescates el citado banco logró salir airoso con recursos propios. Eso pasó ayer, y pasa hoy.
Financieramente asfixiado por los alegres compromisos del inquilino de Los Pinos en turno, Bancomext es calificado de ineficiente, cuando las demás instituciones financieras del Estado son pertrechadas con recursos presupuestales. Por instrucciones presidenciales, en todas las crisis este banco del Estado debió rescatar a los empresarios cercanos al poder. Y sigue en ello.
De la crisis actual, va un rápido balance de algunos senadores del PT y PRD: “el gobierno federal, a través de Nafin y Bancomext, instrumentó un (nuevo) Fobaproa Empresarial… El total de este programa de ‘garantías bursátiles’ contempló 50 mil millones de pesos, y hasta el momento lo único que se sabe es que son 10 las grandes empresas que acudieron al esquema, entre ellas Coppel con mil 491 millones de pesos de Bancomext; Cemex, mil 420 millones de Nafin; y Soriana, mil 50 millones de Bancomext… (también) se conoce que se ha apoyado a ocho empresas por 14 mil millones: Vitro, mil millones de Bancomext, además de Comercial Mexicana, 3 mil millones de Nafin”, ambas instituciones públicas a cargo de un ex presidente de los banqueros privados y del Consejo de Administración de BBVA-Bancomer.
Las rebanadas del pastel
En síntesis, ésa es la reinvención total de Fox o, si se prefiere, la reforma de Calderón.
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