La nueva geopolítica y el poder declinante de EU, según Brzezinski y el IISS
Alfredo Jalife-Rahme
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Policías afganos indagan en los restos de un autobomba tras un ataque suicida contra militares italianos, el jueves pasado en Kabul, con saldo de 16 personas muertas, incluidos seis soldados del país europeoFoto Ap
A sus 81 años, en el ocaso de su vida pero todavía muy vigoroso intelectualmente, Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional de Jimmy Carter e íntimo de Barack Obama, está diciendo cosas impronunciables sobre la ya inocultable decadencia de Estados Unidos (ver Bajo la Lupa, 9/9/09).
Durante la principal conferencia en Ginebra, auspiciada por el muy influyente Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Gran Bretaña (IISS, por sus siglas en inglés), Brzezinski lanzó una bomba comparativa entre la debacle soviética en Afganistán y la inminente derrota de Estados Unidos en el mismo suelo, considerado por los historiadores serios como el cementerio de los imperios y que la administración Obama ha extendido hasta Pakistán (donde inició el colapso helénico de Alejandro Magno, quizá el máximo cuan efímero conquistador de todos los tiempos).
Sus palabras pueden parecer brutales a quienes aún no se enteran de la ineluctable decadencia multidimensional estadunidense que legó Baby Bush a Obama: Corremos de hecho el riesgo de replicar, obviamente sin intención (sic) alguna, lo que sucedió a los soviéticos (BBC; 11/9/09).
No es una revelación menor viniendo del verdadero arquitecto de la trampa islámica tendida a los soviéticos en Afganistán, como confesó el mismo Brzezinski a la revista francesa Le Nouvel Observateur: llegamos a Afganistán hace casi ocho años, y derrocamos a los talibanes con 300 soldados. Ocho años más tarde, hemos empezado a movernos a un nivel de fuerza militar que se aproxima al compromiso soviético y nuestros máximos militares dicen que no estamos ganando militarmente.
¿A qué se equiparará la derrota de Estados Unidos y la OTAN en el binomio hoy inextricable de Afganistán/Pakistán? ¿A Vietnam, Irak, o al mismo Afganistán de hace 20 años que desembocó en la disolución del imperio soviético (Radar Geopolítico, Contralínea, 147, 6/9/09)?
Con todo nuestro debido respeto a los sepultureros de ocasión, pero la decadencia de Estados Unidos se manifestó en forma diáfana en su derrota militar en Irak frente a la guerrilla sunnita cuando no pudo controlar el petróleo. La inminente derrota estadunidense en Afganistán constituye un clavo más en su féretro iraquí.
A juicio del geoestratega Brzezinski, quien se definió como amigo crítico del atribulado presidente, la agenda de Obama sufre de embotellamiento y el tiempo corre en su contra en Afganistán, en el proceso de paz estancado en Medio Oriente y en el contencioso nuclear iraní: el inmenso (sic) riesgo del desempeño de Obama en la escena internacional puede no estar al nivel de la escala de sus ambiciones globales.
A De Defensa (14/9/09), centro de pensamiento estratégico europeo, no se le escapa la oportunidad de colocar el fatalismo de Brzezinski en el marco de la decadencia de Estados Unidos: el viejo (sic) Brzezinski está cansado. Deja aflorar su verdadero sentimiento sobre la situación del mundo y, en especial, sobre la situación de la potencia estadunidense en el mundo, implícitamente percibida como la extraña duplicación del fin de la URSS.
Con justa razón, De Defensa fustiga la proclividad a imaginar (sic) en el sistema estadunidense cualidades maquiavélicas fuera de lo común para controlar al mundo. No es así, su sistema es como los demás, vulnerablemente falible, y su caída ocasionará más ruido y daño debido a su pesadez de potencia usurpada, de sus ambiciones y sus vanidades acumuladas.
Cinco días más tarde a la brutal confesión de Brzezinski, el mismo IISS –en su séptima revisión anual de los asuntos mundiales: la nueva geopolítica– diagnostica que un Estados Unidos debilitado puede empezar a retirarse de la escena internacional sin ninguna ayuda (¡supersic!) de sus aliados.
Para el IISS, que se alaba como la autoridad (¡supersic!) líder en seguridad global, Obama no tiene más alternativa que solicitar la ayuda de China, Rusia, Irán (¡supersic!) y otros (sic) para lidiar con los problemas acuciantes del planeta.
IISS asevera que a escala doméstica, Obama basó su campaña electoral en el lema atractivo de sí se puede, pero lamentablemente a escala internacional tendrá que argüir que no puede. El centro de pensamiento británico comenta correctamente que la influencia de Estados Unidos en el mundo declina debido a los fracasos de los años bushianos, el ascenso de China, Rusia (¡supersic!) y la Unión Europea (CBS News, 15/9/09).
En su reporte anual explaya que las guerras de Estados Unidos contra grupos insurgentes en Irak y Afganistán han expuesto los límites (¡supersic!) de su musculatura militar, mientras el casi colapso (sic) de los mercados financieros mundiales socavó la base económica de la que dependía tal fuerza muscular.
¿Dónde quedó el concepto peregrino de que Estados Unidos, hoy emasculado, podía librar dos o más guerras simultáneas que tanto cacarearon sus estrategas en su guerra sicológica contra sus adversarios potenciales?
Para no salir humillado, Estados Unidos necesita paradójicamente la ayuda de Rusia e Irán, tanto en Irak como en el binomio Afganistán/Pakistán, cuando a sus aliados, como los británicos, les urge empacar cuanto antes.
La evaluación del IISS es impecable: “Estados Unidos perdió la tracción en sus esfuerzos para contener el programa nuclear iraní y llevar la paz a Medio Oriente. […] Claramente (¡supersic!), la participación de EU en el poder global, medido en cualquier forma, se encuentra en declive”. Este aserto lúcido no asombrará para nada a los dilectos lectores de Bajo la Lupa.
Otro centro de pensamiento británico, Chatham House, en voz de su director, Robin Niblett, expresó que el ascenso del poder relativo de China, India, Rusia y la Unión Europea dificultó a Estados Unidos ejercer su influencia.
Llama la atención el triple desprecio de Brzezinski, IISS y Chatham House al inocultable ascenso de Brasil, quien brilla intensamente en el BRIC y que, guste o no, forma parte del nuevo orden hexapolar (ver Bajo la Lupa, 13/9/09).
Niblett considera que varios países han desarrollado nuevos anticuerpos al liderazgo global estadunidense: además del ascenso de poderes regionales, “Estados Unidos es percibido como parte del problema y no como su solución en varios temas, que incluyen el cambio climático, la crisis financiera, y el fracaso del proceso de paz en Medio Oriente. […] También carga la maleta de políticas fallidas y de un abordaje financiero fracasado”, en referencia específica a la administración bushiana, lo cual tendrá que reparar urgentemente Obama.
Por si quedaba duda del declive estadunidense, Obama, quien parece oficiar más de sepulturero que de presidente, rectificó acertadamente la política nuclear con Rusia al abandonar la sicótica aventura bushiana de imponer su miniguerra de las galaxias en la República Checa y en Polonia, lo cual tendrá repercusiones dramáticas en la nueva geopolítica global.
kikka-roja.blogspot.com/
Durante la principal conferencia en Ginebra, auspiciada por el muy influyente Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Gran Bretaña (IISS, por sus siglas en inglés), Brzezinski lanzó una bomba comparativa entre la debacle soviética en Afganistán y la inminente derrota de Estados Unidos en el mismo suelo, considerado por los historiadores serios como el cementerio de los imperios y que la administración Obama ha extendido hasta Pakistán (donde inició el colapso helénico de Alejandro Magno, quizá el máximo cuan efímero conquistador de todos los tiempos).
Sus palabras pueden parecer brutales a quienes aún no se enteran de la ineluctable decadencia multidimensional estadunidense que legó Baby Bush a Obama: Corremos de hecho el riesgo de replicar, obviamente sin intención (sic) alguna, lo que sucedió a los soviéticos (BBC; 11/9/09).
No es una revelación menor viniendo del verdadero arquitecto de la trampa islámica tendida a los soviéticos en Afganistán, como confesó el mismo Brzezinski a la revista francesa Le Nouvel Observateur: llegamos a Afganistán hace casi ocho años, y derrocamos a los talibanes con 300 soldados. Ocho años más tarde, hemos empezado a movernos a un nivel de fuerza militar que se aproxima al compromiso soviético y nuestros máximos militares dicen que no estamos ganando militarmente.
¿A qué se equiparará la derrota de Estados Unidos y la OTAN en el binomio hoy inextricable de Afganistán/Pakistán? ¿A Vietnam, Irak, o al mismo Afganistán de hace 20 años que desembocó en la disolución del imperio soviético (Radar Geopolítico, Contralínea, 147, 6/9/09)?
Con todo nuestro debido respeto a los sepultureros de ocasión, pero la decadencia de Estados Unidos se manifestó en forma diáfana en su derrota militar en Irak frente a la guerrilla sunnita cuando no pudo controlar el petróleo. La inminente derrota estadunidense en Afganistán constituye un clavo más en su féretro iraquí.
A juicio del geoestratega Brzezinski, quien se definió como amigo crítico del atribulado presidente, la agenda de Obama sufre de embotellamiento y el tiempo corre en su contra en Afganistán, en el proceso de paz estancado en Medio Oriente y en el contencioso nuclear iraní: el inmenso (sic) riesgo del desempeño de Obama en la escena internacional puede no estar al nivel de la escala de sus ambiciones globales.
A De Defensa (14/9/09), centro de pensamiento estratégico europeo, no se le escapa la oportunidad de colocar el fatalismo de Brzezinski en el marco de la decadencia de Estados Unidos: el viejo (sic) Brzezinski está cansado. Deja aflorar su verdadero sentimiento sobre la situación del mundo y, en especial, sobre la situación de la potencia estadunidense en el mundo, implícitamente percibida como la extraña duplicación del fin de la URSS.
Con justa razón, De Defensa fustiga la proclividad a imaginar (sic) en el sistema estadunidense cualidades maquiavélicas fuera de lo común para controlar al mundo. No es así, su sistema es como los demás, vulnerablemente falible, y su caída ocasionará más ruido y daño debido a su pesadez de potencia usurpada, de sus ambiciones y sus vanidades acumuladas.
Cinco días más tarde a la brutal confesión de Brzezinski, el mismo IISS –en su séptima revisión anual de los asuntos mundiales: la nueva geopolítica– diagnostica que un Estados Unidos debilitado puede empezar a retirarse de la escena internacional sin ninguna ayuda (¡supersic!) de sus aliados.
Para el IISS, que se alaba como la autoridad (¡supersic!) líder en seguridad global, Obama no tiene más alternativa que solicitar la ayuda de China, Rusia, Irán (¡supersic!) y otros (sic) para lidiar con los problemas acuciantes del planeta.
IISS asevera que a escala doméstica, Obama basó su campaña electoral en el lema atractivo de sí se puede, pero lamentablemente a escala internacional tendrá que argüir que no puede. El centro de pensamiento británico comenta correctamente que la influencia de Estados Unidos en el mundo declina debido a los fracasos de los años bushianos, el ascenso de China, Rusia (¡supersic!) y la Unión Europea (CBS News, 15/9/09).
En su reporte anual explaya que las guerras de Estados Unidos contra grupos insurgentes en Irak y Afganistán han expuesto los límites (¡supersic!) de su musculatura militar, mientras el casi colapso (sic) de los mercados financieros mundiales socavó la base económica de la que dependía tal fuerza muscular.
¿Dónde quedó el concepto peregrino de que Estados Unidos, hoy emasculado, podía librar dos o más guerras simultáneas que tanto cacarearon sus estrategas en su guerra sicológica contra sus adversarios potenciales?
Para no salir humillado, Estados Unidos necesita paradójicamente la ayuda de Rusia e Irán, tanto en Irak como en el binomio Afganistán/Pakistán, cuando a sus aliados, como los británicos, les urge empacar cuanto antes.
La evaluación del IISS es impecable: “Estados Unidos perdió la tracción en sus esfuerzos para contener el programa nuclear iraní y llevar la paz a Medio Oriente. […] Claramente (¡supersic!), la participación de EU en el poder global, medido en cualquier forma, se encuentra en declive”. Este aserto lúcido no asombrará para nada a los dilectos lectores de Bajo la Lupa.
Otro centro de pensamiento británico, Chatham House, en voz de su director, Robin Niblett, expresó que el ascenso del poder relativo de China, India, Rusia y la Unión Europea dificultó a Estados Unidos ejercer su influencia.
Llama la atención el triple desprecio de Brzezinski, IISS y Chatham House al inocultable ascenso de Brasil, quien brilla intensamente en el BRIC y que, guste o no, forma parte del nuevo orden hexapolar (ver Bajo la Lupa, 13/9/09).
Niblett considera que varios países han desarrollado nuevos anticuerpos al liderazgo global estadunidense: además del ascenso de poderes regionales, “Estados Unidos es percibido como parte del problema y no como su solución en varios temas, que incluyen el cambio climático, la crisis financiera, y el fracaso del proceso de paz en Medio Oriente. […] También carga la maleta de políticas fallidas y de un abordaje financiero fracasado”, en referencia específica a la administración bushiana, lo cual tendrá que reparar urgentemente Obama.
Por si quedaba duda del declive estadunidense, Obama, quien parece oficiar más de sepulturero que de presidente, rectificó acertadamente la política nuclear con Rusia al abandonar la sicótica aventura bushiana de imponer su miniguerra de las galaxias en la República Checa y en Polonia, lo cual tendrá repercusiones dramáticas en la nueva geopolítica global.