- Deplora que se escamoteen recursos para la generación y transmisión de conocimientos
- Sin educación, una sociedad se condena a la maquila: Narro
- Recibe el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades otorgado a la UNAM
- La enseñanza superior debe ser accesible a todos bajo criterios de calidad y equidad, asevera
Armando G. Tejeda Corresponsal Periódico La Jornada Sábado 24 de octubre de 2009, p. 3
Madrid, 23 de octubre. La ciudad de Oviedo, capital de Asturias, se convirtió por un día, por unas horas, en uno de los centros neurálgicos del mundo, desde donde se lanzaron mensajes contundentes sobre el estado actual y el futuro del planeta. Las pandemias que nos acechan, el pasado reciente de enfrentamiento cerril por la división ideológica, la pobreza, la falta de oportunidades, la niñez y su futuro sombrío y la educación como única vía para no condenar a los países en vías de desarrollo a la maquila y a la medianía fueron algunos de los asuntos defendidos con estruendo y vehemencia en la ceremonia de entrega de los premios Príncipe de Asturias 2009.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) compartió escenario con otras instituciones y personalidades que han aportado algo singular, valioso al planeta. Ahí estaban, junto a José Narro, rector la máxima casa mexicana de estudios, Norman Foster, el arquitecto de la era global que mejor domina el espacio, la luz y la materia; el escritor albanés Ismail Kadaré, un hombre que enfrentó la tiranía de su país con cánticos voluptuosos de literatura y reflexión; y los representantes de la Organización Mundial de la Salud –nacida en 1948–, que ha luchado contra males atávicos en la historia de la humanidad: las pandemias, los virus que fulminan civilizaciones o las enfermedades que lenta, pero sistemáticamente van socavando poblaciones enteras.
Melodías mexicanas y gaitas
En un abarrotado Teatro Campoamor, lugar emblemático y querido en la capital asturiana, se reunieron como cada año personajes de las diversas ramas del saber, la investigación y la creación. Y ahí estaba la UNAM, con sus más de cuatro siglos de historia, con sus más de 300 mil alumnos, con la vastedad de su pasado guardado en sus aulas y en sus jardines. La universidad pública más grande y de mayor prestigio de Iberoamérica, que fue reconocida con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Antes de entrar en el teatro, el rector Narro escuchó melodías populares mexicanas entonadas por las tradicionales gaitas asturianas, instrumento de viento heredado del pasado celta de la región.
Los príncipes de Asturias, Letizia y Felipe, encabezaron el acto más importante del año para este principado. Un acto en el que las personas presentes y las millones que lo siguen por Internet y por televisión está centrado en los discursos, en los mensajes de esperanza y el diagnóstico, en ocasiones crudo, del estado del mundo.
El rector Narro abordó una cuestión vital: el asunto de la educación como única herramienta realmente útil para luchar contra la desesperanza, el atraso, la marginación y la pobreza.
Después de agradecer el respaldo de miles de personas e instituciones para que la UNAM fuera reconocida con este prestigioso galardón, Narro explicó que este reconocimiento se lo merecen por igual los millones de estudiantes que han pasado por sus aulas, los ex rectores y profesores que han derramado su conocimiento y dedicación, todas aquellas personas que han contribuido a construir la universidad pública más importante de Iberoamérica.
Luego, ya en un tono más severo, habló de futuro, de los riesgos latentes de condenar a un país como México a la maquila y la medianía.
Para el ser humano el conocimiento siempre ha sido importante, pero ahora es fundamental. No hay campo de la vida en el que no influya el saber. Por esto preocupa tanto el desinterés de algunos en la materia, como que en muchos sitios no sea una prioridad o que se le escamoteen los recursos para su generación y transmisión. Sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila, a la medianía en el desarrollo, señaló.
Narro también recordó a los miles de exiliados republicanos a quienes después de ser orillados a una diáspora cruel y prolongada, México les abrió las puertas y la UNAM les ofreció sus aulas para que impartieran sus cátedras, para que propagaran el conocimiento que el régimen de Francisco Franco despreció con odio y un fusil en la mano.
Narro, flanqueado por Foster y Kadaré, reivindicó de nuevo la importancia de la educación pública, laica y comprometida con la sociedad a la que sirve. Resulta indispensable reivindicar el derecho a la educación. Por ello es necesario insistir y volverlo a hacer. La educación es vía de la superación humana, de la individual y la colectiva. Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la historia. Como bien público y social, la educación superior debe ser accesible a todos bajo criterios de calidad y equidad. Por eso duele que en el mundo de hoy, con sus grandes desarrollos, vivan cerca de 800 millones de personas que no saben siquiera leer y escribir.
Por último, Narro lanzó un diagnóstico sobre la crisis que recorre el planeta: La oportunidad que nos ofrece el fracaso del sistema financiero es proponer nuevos esquemas de desarrollo que permitan a los jóvenes recuperar la esperanza en un futuro alentador.
El rector estuvo acompañado por una nutrida delegación de la UNAM, entre ellos los ex rectores Guillermo Soberón, Octavio Rivero, José Sarukhán, Juan Ramón de la Fuente, Jorge Carpizo y Francisco Barnés de Castro. Todos escucharon del anfitrión de los premios y de la ceremonia, del príncipe Felipe, estas palabras: la UNAM ha contribuido decisivamente a vertebrar, abrir y modernizar una sociedad que sin su existencia sería, sin ninguna duda, menos próspera y mucho menos vital.
Narro abandonó el abarrotado teatro con el acta del premio en la mano, mientras decenas de gaitas tocaban el himno asturiano.
Felicitación presidencial
En la ciudad de México, el presidente Felipe Calderón reiteró su felicitación a la UNAM por haber obtenido ese galardón.
En un comunicado de dos párrafos, la Presidencia señaló que la UNAM, institución de orgullo para todos los mexicanos, refrenda con ese reconocimiento su valor en la difusión académica, cultural y científica del país.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) compartió escenario con otras instituciones y personalidades que han aportado algo singular, valioso al planeta. Ahí estaban, junto a José Narro, rector la máxima casa mexicana de estudios, Norman Foster, el arquitecto de la era global que mejor domina el espacio, la luz y la materia; el escritor albanés Ismail Kadaré, un hombre que enfrentó la tiranía de su país con cánticos voluptuosos de literatura y reflexión; y los representantes de la Organización Mundial de la Salud –nacida en 1948–, que ha luchado contra males atávicos en la historia de la humanidad: las pandemias, los virus que fulminan civilizaciones o las enfermedades que lenta, pero sistemáticamente van socavando poblaciones enteras.
Melodías mexicanas y gaitas
En un abarrotado Teatro Campoamor, lugar emblemático y querido en la capital asturiana, se reunieron como cada año personajes de las diversas ramas del saber, la investigación y la creación. Y ahí estaba la UNAM, con sus más de cuatro siglos de historia, con sus más de 300 mil alumnos, con la vastedad de su pasado guardado en sus aulas y en sus jardines. La universidad pública más grande y de mayor prestigio de Iberoamérica, que fue reconocida con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Antes de entrar en el teatro, el rector Narro escuchó melodías populares mexicanas entonadas por las tradicionales gaitas asturianas, instrumento de viento heredado del pasado celta de la región.
Los príncipes de Asturias, Letizia y Felipe, encabezaron el acto más importante del año para este principado. Un acto en el que las personas presentes y las millones que lo siguen por Internet y por televisión está centrado en los discursos, en los mensajes de esperanza y el diagnóstico, en ocasiones crudo, del estado del mundo.
El rector Narro abordó una cuestión vital: el asunto de la educación como única herramienta realmente útil para luchar contra la desesperanza, el atraso, la marginación y la pobreza.
Después de agradecer el respaldo de miles de personas e instituciones para que la UNAM fuera reconocida con este prestigioso galardón, Narro explicó que este reconocimiento se lo merecen por igual los millones de estudiantes que han pasado por sus aulas, los ex rectores y profesores que han derramado su conocimiento y dedicación, todas aquellas personas que han contribuido a construir la universidad pública más importante de Iberoamérica.
Luego, ya en un tono más severo, habló de futuro, de los riesgos latentes de condenar a un país como México a la maquila y la medianía.
Para el ser humano el conocimiento siempre ha sido importante, pero ahora es fundamental. No hay campo de la vida en el que no influya el saber. Por esto preocupa tanto el desinterés de algunos en la materia, como que en muchos sitios no sea una prioridad o que se le escamoteen los recursos para su generación y transmisión. Sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila, a la medianía en el desarrollo, señaló.
Narro también recordó a los miles de exiliados republicanos a quienes después de ser orillados a una diáspora cruel y prolongada, México les abrió las puertas y la UNAM les ofreció sus aulas para que impartieran sus cátedras, para que propagaran el conocimiento que el régimen de Francisco Franco despreció con odio y un fusil en la mano.
Narro, flanqueado por Foster y Kadaré, reivindicó de nuevo la importancia de la educación pública, laica y comprometida con la sociedad a la que sirve. Resulta indispensable reivindicar el derecho a la educación. Por ello es necesario insistir y volverlo a hacer. La educación es vía de la superación humana, de la individual y la colectiva. Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la historia. Como bien público y social, la educación superior debe ser accesible a todos bajo criterios de calidad y equidad. Por eso duele que en el mundo de hoy, con sus grandes desarrollos, vivan cerca de 800 millones de personas que no saben siquiera leer y escribir.
Por último, Narro lanzó un diagnóstico sobre la crisis que recorre el planeta: La oportunidad que nos ofrece el fracaso del sistema financiero es proponer nuevos esquemas de desarrollo que permitan a los jóvenes recuperar la esperanza en un futuro alentador.
El rector estuvo acompañado por una nutrida delegación de la UNAM, entre ellos los ex rectores Guillermo Soberón, Octavio Rivero, José Sarukhán, Juan Ramón de la Fuente, Jorge Carpizo y Francisco Barnés de Castro. Todos escucharon del anfitrión de los premios y de la ceremonia, del príncipe Felipe, estas palabras: la UNAM ha contribuido decisivamente a vertebrar, abrir y modernizar una sociedad que sin su existencia sería, sin ninguna duda, menos próspera y mucho menos vital.
Narro abandonó el abarrotado teatro con el acta del premio en la mano, mientras decenas de gaitas tocaban el himno asturiano.
Felicitación presidencial
En la ciudad de México, el presidente Felipe Calderón reiteró su felicitación a la UNAM por haber obtenido ese galardón.
En un comunicado de dos párrafos, la Presidencia señaló que la UNAM, institución de orgullo para todos los mexicanos, refrenda con ese reconocimiento su valor en la difusión académica, cultural y científica del país.
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