Por Miguel Ángel Castillo | Corte de Caja –
Justo cuando pensábamos que se avecinaba una temporada de campañas repleta de las anquilosadas prácticas y discursos electoreros, donde incluso hay personajes que se repiten y se reciclan cada seis años, llega una vuelta de tuerca a esta historia que sacó del marasmo hasta al más somnoliento del público. Quién iba a decir que serían los blanquiazules los que realizarían un movimiento tan inesperado, que a más de uno dejó con la boca abierta, al designar a Isabel Miranda de Wallace como su candidata a la jefatura del gobierno del Distrito Federal. Esto lo cambia todo. Primero que nada, dejó con un palmo de narices a una terna de suspirantes panistas cuyo mal ánimo es proporcional a la escasez de té de tila que ya hay en la capital; y al mismo tiempo, nos mostró a un Gustavo Madero ejecutando un acto de prestidigitación que ni él mismo acaba de creerse. Acostumbrado a perder una y regalar otra, realizó un jugada de fantasía a tres bandas que movió todas las apuestas que tenían al PAN 100 a 1 en contra.