Mauricio Garcés, quien destacó en el cine mexicano por sus personajes de galán encantador y por sus frases: las traigo muertas, ha de ser terrible tenerme y después perderme, y arrroooz, será recordado a 20 años de su muerte por parientes y amigos en el Centro Libanés, mañana martes. El homenaje incluye una magna exposición de fotografías, vestuario y trofeos que el actor y comediante cosechó a lo largo de su carrera. En entrevista con La Jornada, su hermano el fotógrafo Edmundo Féres Yázbek y, su primo, el actor Víctor Grayeb, consideran que el encanto de Mauricio Garcés, a quien también llamaban el zorro plateado, “radicaba en lo desvergonzado que era, no había diferencia entre la persona y el personaje, siempre era el mismo. Es el único ídolo mexicano que ha trascendido sin haber sido cantante; está a la altura de Pedro Infante, Jorge Negrete o Tin Tan. Sus películas se siguen trasmitiendo en la televisión con rating impresionante y los jóvenes lo han revalorado”. Mon, hermano del actor, recuerda: Tenía una gran habilidad para decir puntadas y captar la atención de la gente, todo lo que decía era brillante y simpático. De niño no era así, esa característica la fue adquiriendo con el tiempo, pero eso sí, siempre se sintió galán, desde los 14 años. En la escuela no era él quien abordaba a las muchachas que le gustaban, sino que pasaba a su lado, altivo y seguro de sí mismo para atraerlas y que ellas fueran las que se acercaran a él. Gutierritos y Cita Ponds Grayeb interviene: “A los 20 años quería ser actor de cine y famoso. En la película La muerte enamorada, le dieron unas líneas y lo hizo bien, después actuó en otras cintas con Pedro Armendáriz, Luis Aguilar y David Silva (El señor gobernador, Radio patrullas y Por querer a una mujer, respectivamente) pero no pasó nada. Luego un amigo nuestro lo invitó a hacer radionovelas; después se dedicó al teatro, pero el éxito le llegó con series de televisión como Gutierritos y Cita Ponds, con las que se ganó la simpatía del público. El cine lo volvió a llamar en 1958, cuando comenzó a hacer papeles más importantes”. Mon agrega: “Angélica Ortiz lo llamó para el protagónico Don Juan 67, dirigida por Carlos Vélez, quien le preguntó a Mauricio cuánto le iba cobrar, él le dijo: ‘Nada, sólo cómpreme todo el vestuario’. Le salió más caro. Luego hizo Fotógrafo de modelos y Modisto de señoras, cintas con las que se confirmó como gran seductor y galán. Aunque considero que su gran trabajo lo desarrolló en el teatro”. Vuelve a tomar la palabra Grayeb: “Don Juan 67 tiene una historia muy bonita, Mauricio me comentó: ‘Primo, haré una película en la que tengo toda la responsabilidad’. Le dije que si la estrenaban en el cine Roble –en esa época era el más importante– entonces era relevante. La cinta duró 16 semanas en cartelera. En teatro también tuvo mucho éxito de taquilla, al grado de llegar a ser socio de las obras, porque no le podían pagar un sueldo. Lamentablemente creo que a Mauricio no se le ha apreciado como merece; sin embargo, los jóvenes han hecho una revaloración de su trabajo. Al respecto, Mónica Maccise, organizadora del homenaje, también presente en la charla, explica: “Sólo una página de facebook dedicada a Mauricio tiene 40 mil fanáticos, todos jóvenes. Creo que es porque las formas de relacionarse entre hombres y mujeres han cambiado, y él representa el modelo de galán que ya no existe”. Mon, quien fotografió a su hermano a lo largo de su carrera –de un retrato ha hecho 500 mil copias–, rememora: “Siempre recordamos a Mauricio con anécdotas, bromas y risas. Está prohibido entristecerse. Y así fue su muerte, alegre. Él fumaba mucho, tres cajetillas diarias... un día antes de fallecer me dijo: ‘No se vale vivir mal, cuando no puedes valerte por ti mismo’. Él ya dependía de un respirador artificial; esa no era vida”. Sobre el mito de que Mauricio era un chico de mamá y homosexual, Mon señala: “Una vez un periodista publicó esa mentira, que fue creciendo hasta formar parte del mito. Pido que le pregunten a las actrices del cine nacional, pues salió con todas. Inclusive una vez a Claudia Islas le preguntaron sobre el tema, y respondió: ‘No se le va viva ninguna’. Pero es parte de la mitología que rodea a una figura como mi hermano. A él sólo le afectaba que se metieran con alguien de la familia, saltaba inmediatamente”. Quiero que me recuerden por hacer películas decentes, decía Retoma la palabra el primo de Mauricio y agrega: “Tenía un concepto muy hermoso de la familia. Decía: ‘Nunca haré algo en cine, teatro o televisión que no pueda ver la familia. Si trasciendo, que me recuerden por hacer películas dignas y decentes’; una vez le enviaron un guión en el que tenía que decir groserías y lo tiró a la basura. Además, era un ser generoso. En una ocasión preguntó a un actor, a quien veía trabajar muy duro, cuántos hijos tenía; le respondió que 10. Entonces Mauricio ordenó que le duplicaran el sueldo, que se lo descontaran a él. Ese tipo de detalles era lo que le valió el cariño de toda la gente que lo rodeaba... Lo he dicho muchas veces, el recuerdo de Mauricio Garcés va creciendo cada día, porque nos damos cuenta del tremendo actor que era, muchos han aprendido de él. También tuvo la admiración de otros galanes del cine. Por último, Mon dice: La exposición fotográfica que montamos para el homenaje consta de imágenes de sus películas y de las que capté, así como las placas de las obras que montó. También se exhiben dos sacos que son de locura: uno de maestro de ceremonias y otro de terciopelo rojo, que le compró su mamá. El homenaje Recordando a Mauricio Garcés será conducido por Juan Carlos Calderón, con la participación de Silvia Pinal, Irma Lozano y Claudia Islas, entre otros. La cita es en el Centro Libanés, mañana martes a las 20 horas. Entrada libre. Informes en el teléfono 5228-9933, extensión 3102, con Karla Rodríguez. |
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