Amigas, amigos:
Cuarenta y cuatro días en resistencia civil pacífica. Ayer comentaba que estaba yo contento porque habíamos encontrado el camino para nuestro movimiento, la salida que tenemos que dar ante la actual crisis política del país. Les comentaba yo que es bastante injusto lo que pasa en una situación como esta, porque nos roban la elección, nos hacen fraude y encima de eso tenemos nosotros la responsabilidad de conducir un movimiento con la gente molesta, indignada ante el atropello, ante la vulneración de los derechos ciudadanos. Es un asunto complicado porque, aparte de ser agredidos, aparte del ultraje, nosotros tenemos que darle la salida y les comentaba yo de esta difícil disyuntiva: si aprieta uno mucho y se desborda el movimiento, se genera violencia y entonces no sólo nos acusan, nos culpan, sino que le da miedo a la gente y en vez de avanzar, retrocedemos. No, ustedes no tienen miedo, pero mucha gente sí tiene alguna preocupación por la violencia, por eso siempre hemos sostenido que este es un movimiento de resistencia civil pacífica, pero esa es una situación que hay que cuidar, que no haya desbordamiento. Porque en el otro extremo está el no hacer nada, el actuar con quietud, con pasividad, el quedarnos con los brazos cruzados y entonces surge la sospecha y se da pie para que nuestros adversarios, que nos pueden acusar de violentos si hay desbordamiento del movimiento, también nos acusan, si actuamos con pasividad, de traición al movimiento. Fíjense qué situación tan difícil. ¿Cómo lograr un equilibrio? ¿Cómo trazar un camino ante estos dos extremos? Y ese es el camino que ya encontramos entre todos, por eso fue muy acertado el quedarnos en Asamblea Permanente, porque todo esto sale del sentir de la gente, de estar escuchando opiniones de mucha gente. Aquí hemos estado reflexionando 44 días sobre qué es lo que más conviene a nuestro movimiento, y ya hemos trazado un camino que pasa por la Convención Nacional Democrática. Creo que eso fue muy afortunado. Y vamos, lo decía ayer, por buen camino, ya encontramos la salida y es algo muy productivo y es algo también innovador, es decir, no estamos siguiendo el mismo esquema de lo políticamente correcto, estamos innovando y es a partir de nuestra realidad, no estamos copiando lo que se ha presentado en otros países sino es algo que está surgiendo de nuestra realidad y que tiene como antecedente lo que ha sido lo mejor de nuestra historia política nacional. Me da mucho gusto que esta salida tenga estos antecedentes, lo que han hecho en otros momentos mexicanos y dirigentes que han luchado por la dignidad, por la justicia y por la democracia. Por eso siempre decimos que la historia es la maestra de la vida, el que no sabe de dónde viene difícilmente va a saber hacia dónde va, el que no sabe de dónde viene difícilmente va a encontrar el camino, va a encontrar la salida ante una situación como ésta. Ya nosotros tenemos ese camino. ¿Cuál es el antecedente histórico? Hay en nuestra Constitución el derecho del pueblo a decidir sobre la forma de su gobierno.
Yo he venido insistiendo en que nos ampara el Artículo 39 de la Constitución, que es el que nos da pie a la convocatoria para la Convención Nacional Democrática y es un artículo que tiene profundas raíces históricas en nuestro país y que la redacción actual, que es la misma, la redacción actual que tiene que ver con el Constituyente del 1917 y que es la misma redacción que tenía el Articulo 39 de la Constitución de 1857, esta redacción de que la soberanía reside en el pueblo, que el pueblo tiene en todo momento el derecho inalienable de cambiar la forma de su gobierno, tiene más atrás un origen. Y yo les quiero confesar algo, me gusta más cómo estaba redactado en 1814, en la Constitución de Apatzingán. En esencia significa lo mismo, pero me gusta más esa redacción que es la que da el sustento a lo que vamos a hacer en la Convención Nacional Democrática. Por eso quiero volver a leer cómo estaba redactado el actual Artículo 39 en el Congreso de Apatzingán, que correspondía al Artículo 4 de la Constitución de Apatzingán. Miren qué decía, decía lo siguiente y es un texto extraordinario: “Como el gobierno no se instituye por honra o interés particular de ninguna familia, de ningún hombre ni clase de hombres, sino para la protección y seguridad de todos los ciudadanos, unidos voluntariamente en sociedad; éstos —los ciudadanos, el pueblo— tienen derecho incontestable a establecer el gobierno que más les convenga, alterarlo, modificarlo y abolirlo totalmente cuando su felicidad lo requiera”. Y eso es lo que vamos a hacer nosotros. Cuando la felicidad del pueblo lo requiera. Saben que se abandonó la palabra, el concepto, el término felicidad en el discurso político y nosotros tenemos que rescatar la palabra felicidad, porque al final de cuentas todo lo que hacemos es para procurar la felicidad de nuestro pueblo, esa es la esencia de todo lo que hacemos. Seguramente también ustedes y muchos mexicanos se preguntan cuál será el objetivo central de la Convención porque, como hemos dicho en otras ocasiones, estas asambleas son más que informativas, tienen que ver con un proceso de enseñanza-aprendizaje.
Desde mi punto de vista, el objetivo central de la Convención debe ser sentar las bases para iniciar un proceso de construcción y establecimiento de una nueva República. Eso es lo que se va a iniciar en la Convención, una nueva República. Vamos hacia la construcción y el establecimiento de una nueva República. ¿Por qué razón estamos nosotros proclamando la construcción y el establecimiento de una nueva República? Porque millones de mexicanos, mujeres, hombres, sentimos que ya no es posible vivir en una República simulada y que el actual régimen político está podrido de corrupción, de influyentismo y de impunidad. Millones de mexicanos sabemos que las actuales instituciones están al servicio de una minoría rapaz que no le importa el destino de la Nación, ni mucho menos la suerte de la mayoría de nuestro pueblo que se ahoga en la injusticia y la pobreza. Millones de mexicanos pudimos constatar que con el fraude electoral del 2 de julio quedó de manifiesto que los privilegiados mantienen tomadas las instituciones y que no les importa pisotear la voluntad popular ni violar los principios constitucionales, cuando está de por medio la defensa de sus intereses y de sus privilegios. Millones de mexicanos estamos conscientes de que debemos hacer a un lado la farsa democrática y hacer valer una democracia real, auténtica, verdadera, donde el poder surja realmente del pueblo y se ejerza en su beneficio, que debemos luchar para que la democracia no sólo sea un sistema político sino, como señala el Artículo 3 de la Constitución, una forma de vida que se exprese en todos los espacios y en todos los órdenes de la sociedad. Por todas estas razones es que convocamos a la Convención Nacional Democrática, con la representación de todos los pueblos de México, para iniciar todos juntos y desde abajo la construcción de una nueva República, lo que implica cuando menos el establecimiento de cuatro condiciones básicas: Uno. Una nueva economía. Nosotros sostenemos, y vamos a luchar, sostenemos que hay que cambiar la actual política económica porque no ha funcionado, porque no ha habido crecimiento económico ni generación de empleos y por eso millones de mexicanos han tenido por necesidad que abandonar el país para buscar trabajo del otro lado de la frontera. Hay que cambiar la actual política económica porque el salario de los trabajadores es realmente humillante. Según cifras oficiales, el 85 por ciento de los mexicanos tiene ingresos menores a cuatro salarios mínimos, es decir, el 85 por ciento de los mexicanos gana menos de 5 mil 400 pesos mensuales y esto es una gran injusticia.
La nueva economía significa impulsar las actividades productivas, crear empleos, mejorar el salario y la calidad de vida de la gente. También significa sacar al país del estancamiento económico, pero el crecimiento económico tiene que darse con una distribución equitativa de los beneficios. No basta crecer: los beneficios del desarrollo debe llegar a las mayorías. En esencia, queremos el progreso con justicia, porque el llamado progreso sin justicia es retroceso. Queremos la modernidad, pero forjada desde abajo y para todos. Dos. Una nueva forma de hacer política. A partir de que este noble oficio no es asunto exclusivo de los políticos sino asunto de todos, como aquí se ha venido llevando a la práctica desde hace 44 días, hay que hacer a un lado al político tradicional, al político prepotente, fantoche, mediocre y ladrón que tanto daño le ha hecho al país. Es indispensable una nueva generación de políticos que sea gente de principios, con dimensión social, honestos, austeros y con autoridad moral. Hombres y mujeres decididos a guiarse por valores más elevados que sus aspiraciones personales, capaces de entender que el poder sólo adquiere sentido y se convierte en virtud cuando se ejerce en beneficio de los demás. Tres. Una nueva convivencia social. No es posible que en nuestro país unos cuantos lo tengan todo mientras la mayoría de la población carezca hasta de lo más indispensable. Es un imperativo ético luchar por la justicia social. Además, debe entenderse que si persiste la enorme desigualdad no habrá para nadie garantías de seguridad, ni de tranquilidad, ni de paz. Necesitamos establecer una nueva convivencia social, más humana y más igualitaria. De ahí que la nueva República tendrá como objetivo principal el establecimiento de un Estado de Bienestar, un Estado igualitario y fraterno en el que los pobres, los débiles y los olvidados encuentren protección ante incertidumbres económicas, desigualdades sociales, desventajas y otras calamidades; una sociedad donde se pueda vivir sin angustias ni temores. Ese Estado igualitario y fraterno debe concebir como ideal la protección del ser humano desde la cuna hasta la tumba. Ese es nuestro ideal. ¿Y qué necesitamos, como punto cuatro, en una nueva República? Necesitamos una nueva legalidad. Es inaceptable que la justicia en México sólo sirva para legalizar los despojos que comete el fuerte, es inaceptable que haya impunidad para los delincuentes de cuello blanco y que sólo se castigue al que no tiene con qué comprar su inocencia. Además, hay que crear un nuevo andamiaje institucional y con ese propósito reformar la Constitución, lograr un nuevo orden que le dé sustento a la nueva República. En suma, con la Convención vamos a inaugurar una etapa nueva en la vida pública de nuestro país. Y debe quedar claro: No sólo se trata de mejorar las condiciones materiales de la gente, mucho menos de frivolidades ni de ambiciones personales. Se trata de emprender una transformación tajante, una verdadera purificación de la vida pública porque aspiramos a vivir en una sociedad mejor, donde el dinero no triunfe sobre la moral y la dignidad del pueblo, donde el ser humano valga por su trabajo, por su rectitud y por su generosidad, sin importar el color de la piel ni la condición social.
A esto es a lo que aspiramos, esto es lo que vamos a tratar en la Convención Nacional Democrática.
No tenemos nada que temer, vamos a salir bien porque tenemos al pueblo, está la gente con nosotros, ustedes y muchos más, millones de mexicanos. Este movimiento agrupa, aglutina a mucha gente no sólo con imaginación y con talento, sino participa en este movimiento mucha gente con principios, con ideales, con convicciones, mucha gente de buenos sentimientos. Por eso no vamos a fracasar. Estoy absolutamente seguro de que vamos a salir adelante, que tenemos al pueblo, tenemos ideales, tenemos principios, tenemos sentimientos y tenemos un programa para construir una nueva República. Eso es lo importante. Siguen los trabajos para la Convención Nacional Democrática en todo el país, hay reuniones, hay asambleas, se están registrando los delegados, mañana vamos a dar el último corte del número de delegados, ya pasa del medio millón de delegados inscritos para la Convención Nacional Democrática. Van a estar presentes de todos los pueblos. Imagínense el esfuerzo que están haciendo en todos los estados, porque no hay recursos, no hay dinero, los compañeros están haciendo colectas, están haciendo rifas, están buscando la manera de tener recursos para la transportación. Ya también muchos están agrupándose para venir juntos, el que tiene un automóvil puede invitar a uno, a dos, para que puedan transportarse y llegar el día 16, a las 3 de la tarde, que comienza la Convención.
Hoy me decían, por ejemplo, que de Baja California, estamos hablando de donde comienza nuestra patria, allá la gente ya está comprando de su bolsa los boletos, ya hay más de 100 delegados que han comprado de su bolsa los boletos para asistir a la Convención el día 16. Y así de todo el territorio nacional. Vamos hacia adelante, amigas, amigos. Ya escucharon ustedes con Jesusa Rodríguez que el festival artístico va a ser de primer orden para el día 15, nos vamos a congregar aquí el día 15 desde el mediodía y desde luego aquí vamos a celebrar el Grito de Independencia. Mañana vamos a hablar más sobre el programa del día 15 y sobre la Convención.
Muchas gracias de todo corazón a todas, a todos ustedes. Estamos juntos, seguimos juntos y con la moral en alto.
¡Viva la Convención!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
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