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martes, 20 de mayo de 2008

La iglesia del Vaticano dice no al aborto y no al tratamiento de la esterilidad

Javier Flores*
“Defensa de la vida”: algunas contradicciones

1. El mundo dividido. La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre la despenalización del aborto en el Distrito Federal no es un asunto de interés exclusivo para México. La existencia de posturas irreconciliables en nuestro país refleja la polarización que existe a escala mundial y que tiene como centro el estatus del embrión humano.

Un antecedente es el debate que se dio entre 2001 y 2004 en el seno de la Organización de Naciones Unidas sobre la clonación. A diferencia de lo que ocurre hoy en México, ahí se manifestaron abiertamente dos posturas. Una de naturaleza religiosa, representada por el Vaticano y respaldada por Estados Unidos, encabezando a un grupo numeroso de naciones pobres de África y América Latina, cuyo argumento central fue la defensa de la vida y la dignidad humanas desde la concepción, como lo predica el dogma de la Iglesia católica. Por otro lado, un conjunto también numeroso de naciones con elevados niveles educativos y científico-técnicos, que apoyaron el empleo de células embrionarias para la investigación con fines terapéuticos. Al final, si bien se acordó condenar todo tipo de clonación, al no tratarse de una resolución de carácter vinculante, cada nación quedó en libertad de decidir sobre este tema.

El debate sobre la despenalización del aborto en México, al tener también como núcleo el estatus del embrión, ocurre dentro de este contexto mundial. La respuesta que den los magistrados de la SCJN será una definición de cómo quedará ubicado nuestro país ante este dilema a escala mundial, si al lado de un bloque neoscurantista, en el que el Vaticano define la orientación de las políticas públicas a partir de dogmas, o bien con base en criterios científicos, es decir, racionales. Cabe recordar que el aborto es un grave problema de salud pública.

2. El significado legal de la concepción. La Iglesia católica ha modificado a lo largo de la historia su postura respecto del origen de la vida y la persona humanas. Desde el punto de vista de esta religión, la concepción es el momento en el que Dios infunde el alma a los “hombres”. A partir del siglo XIX se decidió correlacionar este evento metafísico con un hecho biológico: la unión el óvulo con el espermatozoide. Así, se considera a la concepción y la fecundación como equivalentes. Pero, si bien esta analogía ha penetrado en algunos resquicios de nuestra legislación, no está definido con nitidez en las leyes qué se entiende por concepción. ¿Se trata acaso de la infusión del alma, como lo entiende la Iglesia católica? ¿Es la unión de las células sexuales? ¿Es cuando un técnico introduce un espermatozoide o el núcleo de una célula al óvulo? No soy abogado, pero aquí hay un problema serio. Para defender la vida primero debe estar claro que se entiende por concepción, para evitar caer en contradicciones.

3. Algunas contradicciones. Si el embrión en las etapas de cigoto, mórula o blastocisto es un ser humano y una persona –de acuerdo con los argumentos de la Iglesia católica y sus seguidores–, entonces, independientemente de su origen, todo cigoto, mórula o blastocisto en nuestra especie, debido a que presentan las características anatómicas y funcionales del embrión, sería una persona. Desde este punto de vista, los embriones humanos producto de la clonación reproductiva deberían contar con protección legal. A menos que se introduzca un elemento condicionante sobre su origen –lo que representaría un hecho discriminatorio–, si la SCJN decidiera en favor de la argumentación del Vaticano y sus seguidores estaría extendiendo involuntariamente un aval a los productos de la clonación reproductiva. Lo anterior muestra que la defensa de la vida y la dignidad del embrión tienen un límite para la Iglesia. Es válida en unas condiciones y en otras no. Lo mismo ocurriría en el caso de los embriones resultantes de las diferentes modalidades de las tecnologías de reproducción asistida (TRA).

4. La falacia de la defensa de la vida. Para la Iglesia católica, no toda vida humana debe ser defendida. La esterilidad es un problema serio de nuestro tiempo. Es un tema médico. Las tecnologías de reproducción asistida (TRA) son una solución a la infertilidad. Puede decirse que están orientadas a la vida. Millones de personas que no pueden tener hijos encuentran una esperanza en estas técnicas. Pero prácticamente todas las modalidades de las TRA son condenadas por el Vaticano. ¿Por qué? Porque para la Iglesia y sus seguidores hay valores superiores a la defensa de la vida. Por ejemplo: la inseminación artificial es aceptada si el donador es el esposo (autóloga), pero es condenada si se trata de un donador anónimo (heteróloga). Quiere decir que hay un valor superior al de la vida, en este caso el sacramento del matrimonio.

Así, la defensa de la vida se convierte en un eslogan que funciona en unos casos sí y en otros no, según convenga.

* Una versión de este texto fue presentada el pasado 14 de mayo en la reunión Voces desde la

academia sobre la despenalización del aborto, organizada por el Grupo Mujeres y Ciencia y el Colegio de Académicas Universitarias de la UNAM.

SACERDOTES HIPOCRITAS, RACISTAS Y LADRONES

Kikka Roja

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