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viernes, 6 de abril de 2007

Las utopías de Heberto Castillo

Jorge Sánchez Cordero

El próximo jueves 5 de abril se cumple el décimo aniversario de la muerte de Heberto Castillo, hombre de izquierda, de lucha social, a quien necesariamente se evoca y se extraña en estos tiempos de confusión política e ideológica. Lo hace en este personal, emocionado texto un amigo y colaborador suyo, Jorge Sánchez Cordero, quien lo asistió en “su disposición de última voluntad” y recuerda...

...si hablas con multitudes sin perder la honradez y paseas con reyes sin perder tu humildad; si no pueden hacerte daño tus enemigos -pero tampoco tus amigos-; y todo el mundo cuenta contigo -más no en exceso- si no desapovechas ni un segundo de cada minuto de tu carrera, la tierra y cuanto en ella existe son para ti; y sólo, sólo entonces serás, finalmente un hombre...

Extracto del poema IF... de rudyard Kipling. Traducción libre del autor

Evocar la figura de Heberto Castillo, uno de los más ilustres personajes de nuestro pasado reciente, continúa provocándome un torbellino de sentimientos que imaginaba totalmente ocultos, muchos de ellos confusos, quizá porque se encuentren ya desdibujados por el paso del tiempo. Imposible que mi ánimo permanezca en un contexto objetivo: no puedo, pero tampoco lo deseo. He sido y seguiré siendo un admirador de las cualidades personales de Heberto Castillo; he profesado y seguiré profesando la fe en sus ideales; he compartido y seguiré compartiendo sus utopías.

Las turbulencias del movimiento estudiantil del 68 me tomaron por sorpresa en la preparatoria del Colegio Alemán, en esa época imbuida fuertemente por la socialdemocracia alemana, encabezada por Willy Brandt. Irremediablemente me involucré en el movimiento estudiantil. Fue mi primer encuentro con el maestro. Eminente profesor de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del IPN, el maestro Castillo, profesionista exitoso e independiente, quien jamás vivió del presupuesto, debía su prestigio, entre otras muchas aportaciones, a su gran innovación del sistema estructural tridimensional mixto, de acero y de concreto (Tridilosa), que le valió un gran reconocimiento en el extranjero. Para entonces había publicado diversos libros que formaban parte de la literatura básica en ingeniería. Pero el maestro Heberto Castillo era mucho más que un ingeniero civil, era un ingeniero cívico, siguiendo el símil feliz de Enrique Krauze.

Su prestigio y reconocimiento profesionales no lo inhibieron, empero, para involucrarse en movimientos sociales cuya suerte era, por decir lo menos, incierta. El movimiento estudiantil del 68, de vocación universal, tuvo características peculiares en cada nación donde se desarrolló, y el mexicano no fue la excepción. Las protestas y los disturbios se expandían en forma inquietante para el establishment. Praga, Chicago, París, Tokio, Belgrado, Roma, Santiago de Chile, figuraban en la lista conspicua de ciudades por cuyas calles deambulaba el espectro de “conjuras extranjeras”. Las utopías gobernaban nuestras ilusiones como estudiantes. Heberto Castillo era un utopista y su inserción en el movimiento estudiantil fue una consecuencia natural. Todos sufrimos la represión del 68, unos y otros en forma diversa; todos, sin embargo, experimentamos la fractura de la sociedad mexicana con la misma intensidad. La sociedad mexicana se vio obligada a pregonar dogmas como pocas veces en su historia. La claudicación de las ideas fue entonces la premisa del diálogo; su afirmación tuvo como respuesta las bayonetas; el apotegma del movimiento estudiantil francés del 68: il est interdit, d'interdire (está prohibido prohibir) fue considerado evidencia del propósito de disolución social; la juventud era per se síntoma de sospecha; la falta de veneración hacia la figura presidencial fue considerada prueba concluyente de subversión; la búsqueda de democracia y el ejercicio de la libertad de expresión eran los disolventes de las estructuras del Estado mexicano, y las acciones adoptadas contra los “delitos de opinión” su mejor antídoto. Al libre albedrío se le antepuso el dogma del Estado, como el mejor y único guardián de las conciencias mexicanas. A la demanda estudiantil de democratización, el Estado mexicano, como lo expresara Octavio Paz, contestó con la retórica “revolucionario-institucional”.

El 2 de octubre terminó el movimiento estudiantil. Había que castigar ejemplarmente. La crónica de Elena Poniatowska, contenida en La noche de Tlatelolco –un “collage de testimonios de historia oral”, como la misma autora la caracterizó–, hace innecesarios otro tipo de registros. El presente testimonio, que con gran pasión bosqueja la ruta de utopía en que destacó la figura de Heberto Castillo, no podía ser diferente. La ilusión democrática pregonada por el maestro se debatió constantemente en medio del autoritarismo existente en los dos extremos sociales, y siempre bajo el acecho de la arrogancia teológica y el fanatismo obcecado. Perdí de vista al maestro Castillo. No tardé en saber que se le había instruido proceso penal durante los años 69 a 71. Heberto Castillo había sido un luchador social desde temprana edad, e integró la dirigencia del Movimiento de Liberación Nacional en 1961. Resultaba una persona non grata para el régimen, y su participación en la Conferencia Latinoamericana por la Emancipación Económica, la Soberanía Nacional y la Paz en 1965 evidenciaba su filiación. Más aún, su propuesta junto con Salvador Allende y Cheddi Jaggan, cuyo resultado fue la fundación de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (Olas) en 1966, y su militancia en esa organización, lo convirtieron en un ciudadano bajo sospecha. Ante la ausencia de propuestas democráticas “institucionales”, el Estado mexicano recurrió a su lenguaje totalitario usual: la represión como forma de inhibición de toda forma de expresión, y la prisión como lugar idóneo para silenciar las ideas.

La prosa del maestro Castillo se inició en este período. Empezaron entonces a publicarse Libertad bajo protesta. Historia de un proceso; Apuntes para el quehacer político, y Si te agarran, te van a matar…

Las palabras de Castillo Martínez resultaron premonitorias: “... se trata de convencer a una sociedad de que hay caminos y de que, si éstos no existen, se hacen al andar. Que lo más peligroso es el inmovilismo o la intentona de echar para atrás el andar del tiempo, agitado y nervioso, de la república. Que esa es la manera más fácil de provocar la violencia en una sociedad autoritaria en sus costumbres políticas, rígida y, en sus malos momentos, desvertebrada...”.

Me reencontré con el maestro Castillo en la consecución de sus utopías, ahora en su militancia partidista y en mi ejercicio profesional de abogado y notario. El notariado era un santuario en contra de los amagos y acechos del Estado. Notarios de todos los orígenes, credos e ideologías, coadyuvamos en la creación de partidos políticos, especialmente los de la izquierda. En la época estaba en vigor la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE). Los partidos políticos debían fundarse mediante asambleas en las que la función notarial tenía una participación relevante. La secretaría de la antigua Comisión Federal Electoral, por disposición de la ley, le estaba atribuida al notariado.

El maestro Castillo fundó el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), por el que fue diputado en la LIII Legislatura de la Cámara de Diputados. Pero su peregrinar no terminó ahí. En su incesante brega por la democracia, fundó el Partido Mexicano Socialista (PMS), que lo postuló como candidato a la Presidencia de la República, nombramiento que declinó en favor de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Uno de sus grandes anhelos empezaba a cobrar un principio de realidad: la unificación de la izquierda mexicana. Una vez liberado el voto ciudadano, o para expresarlo mejor, cuando el voto mexicano resultó eficiente, el resultado era por demás previsible. Los primeros comicios presidenciales en este nuevo contexto no dejaron lugar a dudas: fueron las elecciones más controvertidas en la época postmoderna de nuestro país.

La lucha democrática se insertaba en lo sucesivo en un contexto diferente. Surgieron los primeros atisbos de una democracia mexicana. Notables miembros de la izquierda lo visualizaron con claridad: la derrota de 1988 la convirtieron en la fundación del Partido de la Revolución Democrática. El Estado mexicano, en su etapa de modernización, se veía impedido de recurrir a sus viejas prácticas, tan habituales como cómodas. La emergencia de una nueva conciencia en el ámbito interno, pero sobre todo en el externo –al cual ha sido especialmente sensible el gobierno–, lo inhabilitaban.

El maestro Castillo inició su campaña para gobernador en Veracruz en 1992, pero el Estado mexicano aprovechó la ambigüedad y contradicción de la legislación y la política electorales para poner, con generosidad, todos sus recursos al servicio del candidato oficial. Pocas veces en la historia de este país se ha visto una iniquidad de tal magnitud en una contienda política. La fe pública notarial, que cada vez con mayor vitalidad reivindica su independencia contra la proclividad del gobierno a cancelar los espacios independientes, significó nuevamente un santuario al que el maestro Castillo volvió. Lo asistí en su disposición de última voluntad. Estuvo acompañado de dos personajes a quienes este país, y quien esto escribe, debemos tanto: el jurista don Jorge Barrera Graf y don Julio Scherer García. Ambos desde su perspectiva y desde su propia ideología, fueron y han sido personajes de compromiso y entrega. Después de su acto de última voluntad, no volví a ver al maestro.

Ahora, al paso del tiempo, la figura de Heberto Castillo se acrecienta. La vida me dio la oportunidad de convivir con él. Tengo una excelente relación con Laura Itzel, de quien valoro y aprecio toda su amistad. Posiblemente lo que nos ha acercado tanto es que hayamos compartido a un luchador social desde perspectivas diferentes. En este río de aguas tan turbulentas, que ocultan absurdos y sufrimientos, existen remansos de paz en donde los espíritus creativos del pasado, como el del maestro Castillo, por la virtud del milagro de la memoria y la tradición, aún viven y trabajan, esculpen, edifican… y entonan. Muchos son los espíritus que nos acompañan con su legado: el legado cultural insólito a lo largo del camino de la vida, que constituye el hilo dorado del tejido de nuestra historia. Ahí se encuentra el maestro Heberto Castillo…

Proceso No. 01587, 1 de abril 2007, pág 32.

Heberto comprendió que sin libertad la vida no es: Julio Scherer García*

El fuerte abrazo filial en que se fundieron Julio Scherer García y Tere Juárez aquel sábado gris, cuando se fue Heberto, se extendió en una nota escrita a mano:

“Tere: Mantendré viva mi condición de hermano. Julio.”

Una semana después, en el Palacio de Bellas Artes, Julio Scherer García se unió al homenaje nacional que se le rindió a Heberto Castillo. Con un texto que envió para ser leído en público, el amigo de tres décadas despidió al hermano. Porque eso eran:

“A Heberto le di trato de hermano porque así lo quise. Recuerdo de él su ejemplo silencioso. Dominio el miedo que es del cuerpo, y venció la angustia, que es del alma"

"La claridad de su mirada lo hizo sabio. desde joven y hasta el último día comprendió que sin libertad la vida es trunca o no es. Desde ahí su empeño: hacer del lenguaje privado y del lenguaje público, un solo lenguaje, el único que libera. La palabra no engaña; el eco confunde, la mentira traiciona".

"Al igual que pensadores ilustres, sostuvo que la muerte pertenece a la vida y que la vida no es de la muerte. De ahí su fe en los hombres y la fidelidad a su mujer, a sus hijos, a sus compañeros, a sus amigos, a sus ideales, a su esfuerzo, a su buen humor, al ánimo alzado. "

"Fue muchas cosas: pintor, escultor, matemático, escritor y político, pero entre todas ellas sobresale: vivió para los demás"

"Muere el hombre al que se deja morir. No será tu caso amadísimo Heberto"

Proceso No. 01587, 1 de abril 2007, pág 33.

Kikka Roja

1 comentario:

  1. ¿QUIEN ES REALMENTE «LA DIVA» EL HOMOSEXUAL DE CUAUHTÉMOC CÁRDENAS SOLORZANO?

    El Cuauhtémoc del Mañana

    El Cuauhtémoc del mañana no puede ser sino el Cuauhtémoc de ayer. En eso por lo menos parece ser congruente y será, desde luego, absolutamente congruente y será candi­dato del PRD a ocupar nada menos que la presidencia de México, “El Cuauhtémoc de ayer” es el represen­tante del nepotismo que practicó en cuanto puesto público llegó a través de elección po­pular o sin ella.

    “EL Cuauhtémoc de ayer” no tuvo empacho en ocupar simultáneamente dos puestos públicos, dos nombramientos incompatibles entre sí “El Cuauhtémoc de ayer” incurrió en graves deficiencias administrativas y contables durante sus diferentes cargos oficiales. “El Cuauhtémoc de ayer” abandona en La Insolvencia a varias dependencias que le había sido encomendadas. “El Cuauhtémoc de ayer” otorgó canonjías a parientes, tíos, primos y amigos como sí el patrimonio del Estado fuera de su propiedad. “El Cuauhtémoc de ayer” atrasó marcadamente el desarrollo educativo de Michoacán cuando prohibió la Instalación de unidades profesionales de la Universidad La Salle y el Instituto Tecnológico I de Monterrey. “El Cuauhtémoc de ayer” emitió decretos de congelación de rentas que se tradujeron en una elevación sustancial de los precios de arrendamiento de vivienda, frenó la construcción de casas habitación y estimuló la aparición de invasiones y asentamientos humanos irregulares en los principales centros urbanos de Michoacán. “El Cuauhtémoc de ayer” decretó una ley que desapareció el Consejo Universitario, provocó una prolongada huelga estudiantil y laboral, así como la designación de rectores paralelos, es decir, le dio cabida indiscutiblemente al caos académico al final de su mandato “El Cuauhtémoc de ayer” congeló las tarifas de transporte urbano de pasajeros que, al privar debido mantenimiento a los autobuses en razón de la descapitalización natural, hizo de la ciudad de Morelia una urbe con las mismas dificultades de transportación que una del África septentrional. “El Cuauhtémoc de ayer” dio de baja a catorce de dieciséis magistrados designando a los nuevos funcionarios Judiciales con arreglo al nepotismo y a la cercanía política. “El Cuauhtémoc de ayer” aumentó sustancialmente el gasto corriente mediante la expansión del aparato burocrático, I la creación de un mayor numero de puestos de nivel superior y el incremento del sueldo y prestaciones de los funcionarios. “El Cuauhtémoc de ayer” recaudo Todo fondos para adquirir instalaciones de la petroquímica secundaria depositando los recursos aportados de buena fe por el público en cuentas partícula rea, cuyo destino se desconoce. ¿Qué tal “El Cuauhtémoc de ayer“? ¿Por qué ha de ser distinto del de mañana? Si “El Cuauhtémoc de ayer” disfrutó practicó el nepotismo, no tuvo empacho en ocupar dos puestos públicos incompatibles simultáneamente incurrió en malos manejos administrativos y contables, abandonó quebrados organismos paraestatales, atraso educativamente a Michoacán desquicio la estructura de precios de arrendamiento de vivienda, provoco invasiones y asentamientos humanos Irregulares, ocasiono huelgas estudiantiles y caos académico. Inutilizo el sistema de transportas de Morelia, designo arbitrariamente funcionarios

    Judiciales para asegurar su incondicionalidad desequilibro las finanzas publicas del estado al expandir el aparato burocrático incrementando desproporcionada mente los sueldos y recaudo fondos de particulares, cuyo destino bien valdría la pena conocer, no es difícil en este caso suponer cuál será la suerte de la ciudad

    De México si un candidato con semejantes debilidades morales, administrativas e incapacidad política. Llega a ser nada Menos que Jefe del Departamento del Distrito Federal nadie que vaya a emitir su voto a favor de Cuauhtémoc Cárdenas puede ni debe ignorar sus antecedentes públicos para estar en condiciones de elegir responsable a la persona que habrá de conducir el destino de esta gran urbe, la cabeza del país, que de venirse abajo por Incapacidad, ausencia de previsión, intolerancia, apatía, negligencia o terquedad o todos sus elementos juntos? Podría ocasionar un severo daño al resto de la nación que contempla atónica la suene política dé la capital de la República.

    EL CUAUHTEMOC MAYOR DE EDAD

    La biografía política de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano tiene tres etapas claramente definidas a partir de su mayoría de edad. En la primera etapa de 1959 a 1969, ocupó cargos públicos en organismos federales. En la segunda a solicitud de su mama fue favorecido por el presidente López Portillo quien en un lapso de menos de tres años lo propuso como candidato a senador lo nombró subsecretario Fores­tal y de la Fauna e Inclinó el fiel de la ba­lanza a su favor para que fuera gobernador de Michoacán. La tercera etapa de 1987 a 1997 es la lucha desesperada y vió­lenla para que se le sean reconocidos sus derechos de heredero de la Presidencia de México. Como detalles personales de su personalidad valdría la pena no perder de vista que el Cuauhtémoc de hoy se hizo re­tratar con Marcos en la selva chiapaneca. Más aún. Durante la visita del Papa Juan Pablo II a México. Cárdenas pidió que aquél fuera expulsado del territorio nacio­nal por considerarlo un extranjero inde­seable. ¿Qué tal? ¿Ya se le olvidó lo ante­rior a este hermoso pueblo sin memoria?.

    CUAUHTEMOC Y EL NEPOTISMO

    Cuauhtémoc, como beneficiario directo del nepotismo, fue secretario del Comité Técnico del Rió Balsas de 1959 al 62. Más tarde, fue director de Estudios de la mis­ma comisión. Simultáneamente fue nom­brado en 1964 residente de la construcción de la presa “La Villita”. Obra que fuera a cargo de la CFE. Este doble nombramiento de director y residente, es decir, el ejer­cicio de dos empleos al mismo tiempo le reportaron evidentes ventajas lucrativas al joven Cárdenas. También se desempeño como subdirector de la Siderurgica Las Truchas,

    CUAUHTEMOC ADMINISTRADOR

    Cuando Cuauhtémoc Cárdenas fue director del Fideicomiso Lázaro Cárdenas se registraron graves deficiencias administrativas y contables, al extremo de que no fue posible conocer el monto y distribución de las inversiones que se realizaron, en virtud de no existir la do­cumentación suficiente para apoyar las operaciones realizadas, según consta en diversas auditorias practicadas por di­versos despachos de profesionales. El in­geniero Cárdenas debería explicar ante la opinión pública si es que es cierto que se cobraron obras de almacenamiento de agua sin haberse éstas aparentemen­te ejecutadas. El fideicomiso quedó insta­lado en el caos a su salida ya que tam­poco se ha podido precisar el número, tipo y localización de las obras, pues los contratos no establecen lugar donde se efectuarían ni se proporcionó informa­ción sobre la terminación de las mismas. ¿Qué pasó con el dinero y las obras? El electorado se merece una explicación.

    Como un detalle adicional de su ges­tión como administrador, el fideicomiso a su cargo no pudo cumplir sus adeudos ni con Nafinsa ni con Banobras. El es­tado de insolvencia fue total. ¿Qué tal su papel como administrador?

    CUAUHTEMOC Y EL NEPOTISMO

    Siendo director del fideicomiso antes citado otorgó un contrato de maquila al señor Francisco Batel, suegro de Cuauhtémoc Cárdenas, por un total de casi dos millones ochocientos mil pesos, de los cuales el propio señor Batel presentó recibos sin requisitos fiscales, es decir, documentación hecha sobre la rodilla, inútil para efectos tributarios y particularmente útil para efectos defraúdantes. Además de lo anterior renovó una concesión a su abuela Albertina Bravo viuda de Solórzano para disfrutar 6,000 metros cúbicos de madera de oyamel. Extendió permisos de aprovechamiento forestal a tíos y primos como el caso de la com­pañía maderera La Guadiana por un pla­zo de 20 años cuando la ley solamente autorizaba diez… Otorgó facilidades ad­ministrativas a Clotilde Solórzano Bravo, a Lázaro y Cuauhtémoc Cárdenas Bravo y a Virginia, Victoria y Susana Solórzano Bravo para explotar los predios “El Ci­prés” y “Huirimangatío”, así como be­neficio a su propia madre y a Alejandro Solórzano mediante la entrega del predio Los Ajolotes en el Municipio de Hidalgo. ¿Cómo olvidar además la venta de dos hectáreas de terreno en el lugar denominado playa Eréndira, en el Municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán, nada menos que a su mamá doña Amalia Solórzano viuda de Cárdenas? ¿Más? ¿Toda vía más? Cárdenas no sólo vendió a su mamá importantes cantidades de terreno a través de maniobras poco claras sino también a su suegro el señor Fran­cisco Martins Batel, quien es poseedor de casi siete mil metros en la misma playa, al igual que Celeste Batel de Cárde­nas, su esposa, posee un predio de doce hectáreas denominado Las Lagunas en el municipio de Lázaro Cárdenas. Por si fuera poco lo anterior cuando Cárdenas fue gobernador nombró a Jor­ge Solórzano, su primo, como director de la Casa de la Artesanías; a Sergio Bátiz Solórzano, también su primo, como se­cretario de Programación y Presupuesto de la entidad y amigos incondicionales como Jesús Oregel, como jefe de com­pras del Gobierno del Estado.

    CUAUHTEMOC GOBERNADOR

    Promulgó una ley estatal de educación para frenar el crecimiento de plante­les escolares propiedad de particulares vinculados a la Iglesia católica, como si hubiera una sobreoferta de aulas y pupi­tres en Michoacán y en el resto del país. ¿Qué tal cuando prohibió que la Univer­sidad La Salle y el Tec de Monterrey se asentaran en Michoacán como si no se supiera que donde hay universidades y tecnológicos de esa naturaleza se dan abiertamente las posibilidades de desa­rrollo económico. ¿Respuesta? Se opuso a La Salle y al Tec. La ley inquilinaria provocó invasiones y asentamientos humanos en los principales centros urbanos del estado. El Cuauhtémoc gobernador desquició a la universi­dad, a los transportes, a la administración de justicia y a las finanzas públicas, ade­más de patrocinar grupos de choque que produjeron un imponente malestar.

    CUAUHTEMOC MECENAS

    Valdría la pena preguntarle a nuestro famoso poeta Hornero Aridjis cuál es su opinión después de que fue cesado violen­tamente por el gobernador Cárdenas después de que éste se negó a realizar el festi­val internacional de la poesía en Morelia y | le pidió a Aridjis que, a pesar de que los colegas de este último ya estaban en Mé­xico, volvieran sin más a sus países de ori­gen. Aridjis cesado, pudo, sin embargo, salvar el prestigio nacional de México apoyado por poetas mexicanos e instituciones que coadyuvaron a la realización del evento. El arte y la cultura del Distrito Federal en manos de Cuauhtémoc Cárde­nas no sería por lo visto muy aconsejable o mejor dicho, nada aconsejable o totalmente desaconsejable.

    CUAUHTEMOC INCENDIARIO

    Los asentamientos irregulares que aparecieron en las ciudades michoacanas de Morelia, Uruapan, Zamora y Lázaro Cárdenas como consecuencia de la ley inquilinaria hizo que surgieran organizaciones radicales como “Tierra y Libertad” o la “Unión Popular Solidaria” que acabaron por desquiciar las finanzas municipales. Como si no fuera suficiente lo anterior proliferaron las casas del estudiante originadas por la invasión de inmuebles de particulares tanto en Morelia como en Uruapan, invasiones que fueron promovidas por la administración cardenista que impulsó a organizaciones estudiantiles como la Federación Nacional, de Organizaciones Bolcheviques a reivindicar a los estudiantes universitarios rechazados. ¿Ya no es incendiario? ¿Y Marcos?

    CUAUHTEMOC CONTRATISTA

    Como fundador y director de la empresa INDE, S.A. y Constructora INDE

    Conductores, Cuauhtémoc Cárdenas fue contratista de PEMEX en aproximadamente quince importantes contratos en los que destacan la construcción de un gasoducto entre Tabasco y Veracruz; la construcción de una planta de amoniaco en Salamanca, Guanajuato; la instalación de un poliducto de doscientos sesenta y nueve kilómetros entre Zacatecas y Coahuila, otro de trescientos cuarenta kilómetros entre Monterrey y Durango, entre otras plantas hidrodesulfaradoras de diesil y turbosina en Salamanca y Minatitlan, respectivamente. Lo anterior viene al caso porque su padre el general Cárdenas afirmó el 29 de enero de 1967 que “el tiempo aclarará que Cuauhtémoc no es contratista. Ni él ni yo vamos a manchar la ejecutoria de 1934-1940″. Todo permite suponer que don Lázaro desconocía las evidencias documentales que acreditan a Cuauhtémoc como contratista. ¿Qué hubiera dicho de él?

    DESTRUCCION DE LAS MINAS DE INGUARAN

    La demolición de las minas de Inguarán municipio de la Huacana donde laboraban más de mil trabajadores, siendo Cuauhtémoc Gobernador de Michoacán les negó per­misos para continuar trabajando porque eran extranjeros dio manos librea a los obreros quienes se quedaron sin trabajo, dedicándo­se a destruir toda la unidad habitacional para extraer la varilla y venderla lo mismo hicieron con basculas, albercas y tuberías subterráneas de una a diez pulgadas de diá­metro emporio de trabajo lo convirtió Cuauhtémoc en ruinas como a la fecha se puede apreciar. Consideran que se requieren alre­dedor de Mil Millones de pesos actuales pa­ra volver a recuperar esa empresa.

    Si Cuauhtémoc es amante del nepotismo, ocupó simultáneamente dos puestos, incurrió en malos manejos administrativos, quebró organismos paraestatales, y atrasó procesos educativos, desquició el arrendamiento de viviendas, provocó invasiones y asentamientos irregulares, ocasionó huelgas estudiantiles y caos académico, inutilizó el sistema de trans­portes de su estado, patrocinó grupos in­cendiarios, pasó por encima del poder judicial, desequilibró las finanzas públicas, y mostró hasta la saciedad su incapacidad, su falta de habilidad como gobernante de Michoacán, ¿qué esperan del Cuauhtémoc del mañana quienes piensan votar por él a pesar de sus antecedentes demostrables como funcionario Público?

    Quien vote por Cuauhtémoc Cárdenas no debe sorprenderse ni por el nepotismo, ni por los malos manejos, ni por la influencia de su madre en los asuntos públicos, ni por la quiebra de paraestatales propiedad del Departamento del Distrito Federal, ni que la ciudad de México se vaya otros cuarenta años para atrás si se vuelve a legislar en materia de rentas congeladas, ni del caos urbano por una parálisis del sistema de transportes de la capital de la República, ni del desequili­brio de las finanzas públicas del Depar­tamento, ni de la demagogia ni de la des­trucción cultural de nuestra ciudad.

    Todos tenemos datos para comprobar la gestión de Cárdenas. Todos pueden comprobar sus antecedentes y si a pesar de eso lo favorecen con su voto nadie po­drá tener derecho a reclamar nada, ab­solutamente nada. Lo que nos espera es claro y transparente. Sólo esperaremos que la residencia oficial de Los Pinos no aparezca un día heredada a un Cárdenas ya que Cuauhtémoc siempre alegó que por el hecho de haber nacido en ese lu­gar, por derecho natural y político le co­rresponde volver por gravedad a dicha residencia.

    ¿Quién cree a los Cárdenas? ¿Necesi­taremos más pruebas para saber quién son los rateros y traidores de los Cárdenas del mañana?

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