Comer chicharrón Bastó un pequeño reportaje sin importancia de nuestro rancho en la revista Quién, para que todo el mundo se nos volviera a echar encima. ¿Verdad, Vicente, que lo bailado ya nadie no los quita? Como bien dices tú, “aquellos que dicen que esta propiedad es producto de dinero robado o del dinero que nos dejó la presidencia tendrán que comer chicharrón”. ¡Qué envidiosa es la gente en México! Bastó un pequeño reportaje sin importancia de nuestro rancho en la revista Quién, para que todo el mundo se nos volviera a echar encima. Hasta la revista Proceso, de esta semana, hizo gran escándalo. Pero, ¿sabes qué?, en el fondo me dan risa todas esas críticas. Son tan infantiles, tan poco fundamentadas... Lo que sucede es que no soportan vernos tan felices y tan enamorados. No soportan el hecho de que nos hubiéramos organizado tan bien después de Los Pinos. ¿Qué pensaban, que al terminar el sexenio nos íbamos a quedar con los brazos cruzados?, ¿que íbamos a vivir en una casucha de interés social?, ¿que terminaríamos huyendo del país o ocultándonos? Créeme, Vicente, que antes de aceptar que vinieran los de Quién, lo pensé mucho, pero después reflexioné y me dije que lo mejor era que la opinión pública supiera la forma tan sencilla en que vivimos; la manera tan sana y tan común y corriente que se desarrolla nuestra vida en el campo. Créeme que acepté el reportaje sin ningún afán de protagonismo. Lo hice tan de buena fe. En realidad lo que quería era mostrar, en primer lugar, tu proyecto y que no vivimos en medio de tanta opulencia como se dice. Quería que todo el mundo descubriera cuán cerca estamos de la naturaleza y cómo ahora, gracias a Dios, tenemos tiempo para nadar, montar a caballo, gozar de nuestras 300 hectáreas y leer... Quería gritar a los cuatro vientos que aunque nos podemos dedicar a una vida tranquila nos sentimos vivos, jóvenes, fuertes y con mucha energía y que con tu pensión de 205 mil 122.06 pesos podía hacer milagros. ¿Verdad, Vicente, que sería muy egoísta de nuestra parte no compartir con los demás todas estas bendiciones que hemos recibido del Señor? Como bien le dijiste al reportero de la revista, Alberto Tavira Álvarez: “Marta y yo tenemos la conciencia tranquila porque no hemos engañado ni robado a nadie y mucho menos al erario”. Y yo agregaría que también mis hijos tienen la conciencia tranquila. A ti te consta, el trabajo que les ha costado de hacerse de un pequeño capital. Ay, Vicente, nunca entenderé porqué insisten en atacarnos tanto. Hagamos lo que hagamos, invariablemente, terminan por criticarnos. Ni modo, es el precio que tenemos que pagar por haberle hecho tanto bien a México a lo largo de seis años. Sinceramente no entiendo porqué les enojó tanto el reportaje de la revista... Y eso que no dejé que fotografiaran nuestros walking closets con sus zapateras ni nuestra cocina tipo industrial ni las cabañas para los invitados ni la cava con las mejores reservas de vino ni el gimnasio ni las habitaciones de los muchachos ni las caballerizas ni las cocheras ni mi despensa ni el enorme lago donde hay tantos pescaditos ni los vestidores de la piscina ni nuestra recámara principal ni los baños ni los patos ni los venados ni los pavos reales ni las terrazas ni los patios interiores ni el breakfast ni tampoco los establos, el sembradío de agave azul, los estanques con cientos de miles de litros de agua y mucho menos los plantíos donde cultivamos brócoli, papa y maíz. Ay, Vicente, me temo lo que siempre he temido, que nos tienen envidia. Nos odian porque no hemos cambiado y seguimos viviendo como en Los Pinos. ¿A poco criticaron a Ronnie y a Nancy Reagan, como nos critican a nosotros, cuando salieron de la Casa Blanca y se fueron a su rancho de California? Pero dejémonos de todas esas malas vibraciones y pensemos en relajarnos. Así, relajarnos y relajarnos... ¡Qué hombre tan guapo!... ¿quiere usted bailar conmigo?, ¿me regala un besito?, ¿se quiere usted casar conmigo por la Iglesia , como Dios manda para que recibamos aún más bendiciones? Mire, cómo me tengo que parar de puntitas para darle sus besitos. ¿Verdad que usted no extraña para nada Los Pinos?, ¿verdad que vivimos mejor en el rancho que allá? A ver, a ver... ¿Quién fue el mejor presidente de México?, ¿quién llevó al país a la transición?, ¿quién sacó a los priistas de Los Pinos?, ¿quién salvó a México de su peor enemigo Andrés Manuel López Obrador?, ¿quién hizo que ganara Felipillo?, ¿quién quiere a su cisne, a la señora Marta y a su única primera dama?, ¿quién es la pareja de conferencistas mejor pagada del país? Y, ¿quién sigue siendo presidente de la República Mexicana ? Usted, usted y nadie más que usted. Ya en serio, Vicente, aunque estamos muy contentos disfrutando de nuestro rancho, tenemos que seguir adelante con nuestros proyectos. Acuérdate que para este año todavía te faltan 30 conferencias, más seis que daremos conjuntamente con los temas de libertad, honestidad, transparencia, democracia, migración y liderazgo. No podemos fallar, acuérdate que nos pagan en dólares y en euros. No te olvides que todavía nos falta terminar de construir el centro de estudios, biblioteca y tu museo donde se encontrará toda la información y cada una de tus acciones de tu gobierno. ¡Qué bueno que te trajiste de Los Pinos al rancho los documentos oficiales, fotos, videos, tus discursos y todos los regalos que nos hicieron!... Pero lo más importante fue que te hubieras traído todos los documentos referentes al desafuero. No hay nada como la transparencia. ¡Treinta millones de documentos para consulta en línea! Eso sí no se los podías dejar... Tu centro será el tesoro del saber... Ni modo, no nos dio tiempo de dejar un registro. ¿Qué no se darán cuenta el lío que es cambiarse de casa?, ¿quién va a estar pensando en dejar un registro? Y ahora nos salen que la ley castiga con penas de dos a siete años de prisión el delito de sustracción de documentos de oficinas federales. ¡Están locos! Imagínate, aún no he desempacado mil 500 cajas que están guardadas en los sótanos del rancho. No sé cuándo voy a tener tiempo, con todo lo que me falta por hacer para Vamos México. Tania Castillo está terminando los estados financieros. ¿Verdad, Vicente, que no ceso de trabajar con amor y pasión, pero sobre todo con honestidad? ¿Verdad que mi misión es construir y siempre servir a los demás?, ¿verdad que lo único que me interesa es trabajar por mis hermanos indígenas y a favor de la dignidad de las mujeres? ¡Qué digan misa, Vicente! Como bien le dijiste al reportero, hay que vivir la vida intensamente, cabalgar todo el tiempo, porque aquel que no está en movimiento, empieza a morir. Ése es nuestro pensamiento fundamental. Mejor vámonos a montar a caballo al cerro con Vicentito... y olvidarnos de todo... Porque lo bailado ya nadie nos lo quita. gloaeza@yahoo.com |
Kikka Roja
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