El Plan
Luis Javier GarridoEl gobierno espuriete de Felipe Calderón, antes de cumplir un año está entregando el control del territorio mexicano y de nuestros recursos vitales a Estados Unidos.
1. El Plan México, como se le conoce en Washington y en la prensa internacional, conocido desde hace por lo menos seis años, y cuya nueva etapa fue anunciada por George W. Bush el 22 de octubre al incluirlo en el paquete de ayuda solicitado al Congreso estadunidense para la guerra contra Irak, no es otra cosa que una expresión formal más de la estrategia definida por la Casa Blanca en función de los intereses de las grandes corporaciones trasnacionales ante la crisis energética y financiera que ha gestado el capitalismo neoliberal, y que luego del 11 de septiembre de 2001 se enuncia como una lucha “contra el terrorismo internacional”.
2. El Plan México supone tanto a) el control absoluto por parte de consorcios trasnacionales, en función de los intereses estratégicos de Estados Unidos, de los recursos básicos de México, y en particular de los energéticos (petróleo y electricidad), de la minería y hasta del agua; y b) el control directo de agencias del gobierno estadunidense sobre las fronteras, las costas, el Istmo, el mar territorial y el espacio aéreo mexicano, todo ello con el argumento de que Washington está en guerra permanente contra el terrorismo internacional, de que nuestros recursos son vitales para ellos y de que, por otro lado, los aparatos del Estado mexicano no son confiables y resultan incapaces de generarles la supuesta seguridad que requieren.
3. La administración de Bush busca, en otras palabras, conforme a la nueva doctrina hegemónica de Estados Unidos, establecer en México un más pleno y abierto sistema de dominación, similar al que está buscando en Irak y en Afganistán y pretende hacerlo en Irán, en función también de su petróleo y de su interés geopolítico, nada más que aquí no por la vía de una guerra, sino por la dócil sumisión del gobernante espurio Felipe Calderón ante George W. Bush y por la complicidad de la burocracia gobernante, en este caso de las elites del PAN y el PRI en el poder (y también de un sector del PRD), lo cual les está resultando una tarea mucho más fácil que la que llevan a cabo en Medio Oriente y en Asia.
4. El proceso se había ya profundizado con el primer gobierno panista encabezado por Vicente Fox, que fue permitiendo gradualmente la injerencia de agentes estadunidenses encubiertos en territorio mexicano, en aeropuertos, aduanas y oficinas públicas, hasta culminar con Calderón que, con profunda indignidad, ha puesto abiertamente al Ejército Mexicano a cumplir tareas decididas por la Agencia de Control de Drogas de Washington, la tristemente célebre DEA.
5. La prensa mexicana está teniendo ahora la “misión estratégica” de ocultar las dimensiones de todo, pretendiendo, por una parte, que es un simple plan antinarco cuando en realidad es una cesión de la soberanía nacional y el narco es sólo la cobertura que hace posible la injerencia, y hablando, por la otra, de una supuesta iniciativa “mexicana”, llamándolo de manera eufemística Iniciativa Mérida, cuando en el Congreso estadunidense y en la prensa de todo el mundo se le llama el Plan México.
6. El “acuerdo”, que ya se sabe que no es acuerdo, según El País del domingo 21 es el plan más ambicioso de Estados Unidos en el continente y supone “la participación militar de diversos organismos de seguridad estadunidenses” en México y el entrenamiento futuro de las tropas mexicanas en Fort Bragg (Carolina del Norte) y Fort Benning (Georgia).
7. El engaño de la prensa mexicana no ha durado mucho, pues en todas partes se le reconoce como Plan México y se habla de lo que entraña, porque al comparecer el miércoles 24 ante comisiones del Senado la canciller Patricia Espinosa hubo de reconocer que no conoce el documento que se nos está imponiendo, pero que sabe que lo que se busca es “proteger del terrorismo” a Estados Unidos y porque, poniendo la cereza en el pastel, el subsecretario de Defensa, Stephen Johnson, informó que esa protección de México a Estados Unidos costará a nuestro país 7 mil millones de dólares, lo que confirmó el embajador mexicano Sarukhán, llevándose severa regañada.
8. La gravísima situación que se está produciendo no es más que consecuencia de las políticas entreguistas de Carlos Salinas, que aparece hoy más que nunca como un poder fundamental tras el trono, pues la ex canciller Rosario Green, senadora del PRI, se ha limitado a actuar como comparsa, al igual que sus compañeros de bancada, y a avalar todo.
9. El TLC de Bush padre y Salinas significó en 1993 el desmantelamiento del campo mexicano y de la planta productiva nacional, la migración de millones de campesinos mexicanos a Estados Unidos y la cancelación de una vía propia de desarrollo para el país; el Plan México de Bush hijo y Calderón sienta en 2007 las bases para el desmantelamiento del Estado nacional, convierte al pueblo mexicano en objetivo estratégico en las futuras guerras de Estados Unidos y culmina el distanciamiento de nuestro país con el resto de pueblos de América Latina.
10. La noticia de que Agustín Carstens, titular de Hacienda, había pactado en Washington con el FMI un seguro para proteger a las multinacionales con cargo al pueblo de México en caso de “riesgo político”, generó hace días un escándalo, acrecentado por la información de que varias naciones del continente están por romper con el Fondo. El Plan México, que se pretende apruebe el Senado, debe ser ahora repudiado por todos, sin olvidar que Calderón y sus colaboradores pueden ser enjuiciados, procesados y destituidos por traición a la patria conforme al artículo 108 constitucional.
2. El Plan México supone tanto a) el control absoluto por parte de consorcios trasnacionales, en función de los intereses estratégicos de Estados Unidos, de los recursos básicos de México, y en particular de los energéticos (petróleo y electricidad), de la minería y hasta del agua; y b) el control directo de agencias del gobierno estadunidense sobre las fronteras, las costas, el Istmo, el mar territorial y el espacio aéreo mexicano, todo ello con el argumento de que Washington está en guerra permanente contra el terrorismo internacional, de que nuestros recursos son vitales para ellos y de que, por otro lado, los aparatos del Estado mexicano no son confiables y resultan incapaces de generarles la supuesta seguridad que requieren.
3. La administración de Bush busca, en otras palabras, conforme a la nueva doctrina hegemónica de Estados Unidos, establecer en México un más pleno y abierto sistema de dominación, similar al que está buscando en Irak y en Afganistán y pretende hacerlo en Irán, en función también de su petróleo y de su interés geopolítico, nada más que aquí no por la vía de una guerra, sino por la dócil sumisión del gobernante espurio Felipe Calderón ante George W. Bush y por la complicidad de la burocracia gobernante, en este caso de las elites del PAN y el PRI en el poder (y también de un sector del PRD), lo cual les está resultando una tarea mucho más fácil que la que llevan a cabo en Medio Oriente y en Asia.
4. El proceso se había ya profundizado con el primer gobierno panista encabezado por Vicente Fox, que fue permitiendo gradualmente la injerencia de agentes estadunidenses encubiertos en territorio mexicano, en aeropuertos, aduanas y oficinas públicas, hasta culminar con Calderón que, con profunda indignidad, ha puesto abiertamente al Ejército Mexicano a cumplir tareas decididas por la Agencia de Control de Drogas de Washington, la tristemente célebre DEA.
5. La prensa mexicana está teniendo ahora la “misión estratégica” de ocultar las dimensiones de todo, pretendiendo, por una parte, que es un simple plan antinarco cuando en realidad es una cesión de la soberanía nacional y el narco es sólo la cobertura que hace posible la injerencia, y hablando, por la otra, de una supuesta iniciativa “mexicana”, llamándolo de manera eufemística Iniciativa Mérida, cuando en el Congreso estadunidense y en la prensa de todo el mundo se le llama el Plan México.
6. El “acuerdo”, que ya se sabe que no es acuerdo, según El País del domingo 21 es el plan más ambicioso de Estados Unidos en el continente y supone “la participación militar de diversos organismos de seguridad estadunidenses” en México y el entrenamiento futuro de las tropas mexicanas en Fort Bragg (Carolina del Norte) y Fort Benning (Georgia).
7. El engaño de la prensa mexicana no ha durado mucho, pues en todas partes se le reconoce como Plan México y se habla de lo que entraña, porque al comparecer el miércoles 24 ante comisiones del Senado la canciller Patricia Espinosa hubo de reconocer que no conoce el documento que se nos está imponiendo, pero que sabe que lo que se busca es “proteger del terrorismo” a Estados Unidos y porque, poniendo la cereza en el pastel, el subsecretario de Defensa, Stephen Johnson, informó que esa protección de México a Estados Unidos costará a nuestro país 7 mil millones de dólares, lo que confirmó el embajador mexicano Sarukhán, llevándose severa regañada.
8. La gravísima situación que se está produciendo no es más que consecuencia de las políticas entreguistas de Carlos Salinas, que aparece hoy más que nunca como un poder fundamental tras el trono, pues la ex canciller Rosario Green, senadora del PRI, se ha limitado a actuar como comparsa, al igual que sus compañeros de bancada, y a avalar todo.
9. El TLC de Bush padre y Salinas significó en 1993 el desmantelamiento del campo mexicano y de la planta productiva nacional, la migración de millones de campesinos mexicanos a Estados Unidos y la cancelación de una vía propia de desarrollo para el país; el Plan México de Bush hijo y Calderón sienta en 2007 las bases para el desmantelamiento del Estado nacional, convierte al pueblo mexicano en objetivo estratégico en las futuras guerras de Estados Unidos y culmina el distanciamiento de nuestro país con el resto de pueblos de América Latina.
10. La noticia de que Agustín Carstens, titular de Hacienda, había pactado en Washington con el FMI un seguro para proteger a las multinacionales con cargo al pueblo de México en caso de “riesgo político”, generó hace días un escándalo, acrecentado por la información de que varias naciones del continente están por romper con el Fondo. El Plan México, que se pretende apruebe el Senado, debe ser ahora repudiado por todos, sin olvidar que Calderón y sus colaboradores pueden ser enjuiciados, procesados y destituidos por traición a la patria conforme al artículo 108 constitucional.
Kikka Roja
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