Astillero Julio Hernández López Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
El diputado Faustino Soto muestra una pancarta al presentar su voto durante la designación de los consejeros del Instituto Federal Electoral, ayer en la sesión de la Cámara El diputado Faustino Soto muestra una pancarta al presentar su voto durante la designación de los consejeros del Instituto Federal Electoral, ayer en la sesión de la Cámara Foto: José Carlo González Ayer comenzó a funcionar el Instituto Federal de la Exclusión Electoral: de la mano de los intereses del senador priísta Manlio Fabio Beltrones (y su ideólogo reformista, Jorge Alcocer) fue instalada en un tercio dominante una cómoda administración miniaturizada de los próximos procesos comiciales que desde ahora hace a un lado al segmento político y social que en 2006 quedó oficialmente 0.56 por ciento abajo del impugnado ganador. Fue una traslación de la doctrina “moderna” y “civilizada” del izquierdismo chuchista: el presidente de ese instituto envenenado fue propuesto “por el PRD”, pero responde más a los intereses del panismo y el priísmo; el estilo Zavaleta de San Lázaro llevado ahora a las piernas electorales: ¡Ruth vive, la farsa sigue! Con Leonardo Valdés Zurita (¿ZaValdeta?) se consuma el desplazamiento de la carta fuerte del PRD, el ministro Genaro Góngora Pimentel, y se consolida el proyecto de anexionismo que desarrollan la Nueva Izquierda y sus aliados, como el diputado Javier González Garza. Entre menos relevante y más condicionado fuera el nuevo consejero presidente del IFE más poder tendrían los verdaderos conductores del proceso de renovación, los legisladores priístas Beltrones y Gamboa, desde cuyos ámbitos informativos se había hecho filtrar días atrás la especie de que todo estaba arreglado ya a favor del citado Valdés Zurita. Ayer fue Elba Esther Gordillo la jefa de la facción que impuso a un débil Ugalde que llevó al despeñadero al IFE, ahora es el beltronismo –con sus aliados “de izquierda”– el que impone el estigma del grupismo y el futurismo al nuevo consejero presidente –débil, desconocido–. Ya está allí, en la silla directiva del IFE, el candidato natural a desarrollar el guión que los jefes priístas decidan una noche de julio de 2012. Pero ahora el ejecutor será “de izquierda”, propuesto por el PRD. Jugada presuntamente maestra. Fue el final de una larga historia mal llevada. Hubo violación a las reformas constitucionales aprobadas por esos mismos diputados que ayer cumplieron con la cruda realidad de votar en urnas transparentes y con métodos nuevos cuando en el fondo lo grave está en el incumplimiento del plazo establecido por ellos mismos para haber designado al trío de consejeros y el riesgo evidente de que alguien se inconforme con el proceso jurídico seguido hasta ahora e inicie un litigio judicial en busca de echar abajo lo realizado por Diódoro Carrasco, Emilio Gamboa, Héctor Larios y Javier González Garza. Embriaguez de poder legislativo que llevó a montar la farsa de la apertura de las plazas del IFE a ciudadanos que se sintieran con merecimientos y que concurrieron por cientos, llenando con creces varios de ellos los requerimientos técnicos y cívicos que supuestamente se buscaban para, con los mejores mexicanos, remontar el descrédito y la vergüenza de la administración Ugalde, canjeada calderónicamente por una reformilla fiscal que a fin de cuentas quedó tan empequeñecida como la moneda de canje llamada Nuevo IFE. Allí está como otro ejemplo de consolidaciones grupales el consejero electoral impulsado oficialmente por el PRI (Valdés Zurita, como se ha dicho, fue empujado oficialmente por el representante del PRD), Marco Antonio Baños, miembro distinguido del grupo que mediante reformas legales varias pretende allanar el camino al sonorense Beltrones para que en 2012 sea presidente de una República mínimamente restaurada conforme a sus actuales necesidades electorales. Beltrones tiene control sobre la presidencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que ejerce María del Carmen Alanís (relacionada con Emilio Rabasa, otro miembro del equipo central de Manlio Fabio). El nuevo consejero Baños tiene una larga experiencia en asuntos electorales y formó equipo en el IFE con la mencionada Alanís, cercanía y entendimiento que los llevó en 2006 a fundar Demos, una empresa de consultoría electoral. El conflicto de intereses que significa la venta de conocimiento especializado a personajes o partidos cuyos litigios luego serán atendidos y resueltos por esos mismos vendedores hizo que la propia Alanís se hubiese excusado en 2007, insólitamente, de participar en una sesión pública del tribunal electoral federal porque en ella se tratarían temas del partido Alternativa Socialdemócrata al que ella había asesorado anteriormente mediante Demos. ¿El consejero Baños también tendrá que excusarse de participar en asuntos que hayan sido abordados por esa misma empresa de asesoría electoral? La ronda de nombramientos se completó con Benito Nacif, cuyas cartas académicas le parecieron compartibles al PAN, que en estos momentos se da por bien servido con haber impedido el paso del ministro Góngora y de otros indeseables como el ex consejero Jaime Cárdenas. El beneplácito en las cúpulas del prianismo por la nueva conformación del IFE da muestra de lo bien servidos que quedaron sus intereses: el presidente de la República de Los Pinos se declara satisfecho de que se pueden lograr “acuerdos” y el candidato reformista a la Presidencia, Plutarco Elías Beltrones, elogia al súbitamente importante Valdés. La felicidad reina en el imperio de las alturas: quedaron como nuevos consejeros no quienes tuvieron mejores calificaciones en los exámenes de conocimientos (Valdés, Nacif y Baños se mantuvieron en el 3, mientras otros consiguieron 4, en la peculiar graduación establecida para el caso) sino quienes mejor se acomodaron a los naturales proyectos de los partidos que los nombraron y a cuyos intereses quedan explícitamente sujetos, con la salvedad de que el consejero presidente no responde realmente a los planteamientos del PRD sino de la fracción colaboracionista que juega a hacer alianzas circunstanciales con el PAN y el PRI. Sigue adelante, pues, el proceso de exclusión “institucional” de la corriente política y social encabezada por López Obrador. Controlados facciosamente el IFE, el Trife y la fiscalía para asuntos electorales (ocupada por una representante de Televisa), los comicios venideros seguirán siendo un asunto privado, de familias. Ya no es IFE sino EFE: En Familia Electoral. ¡Feliz fin de semana! |
Kikka Roja
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