- Recibió de manos del jefe de Gobierno del DF el título de ciudadana distinguida
- La ciudad de México salda una deuda con Carrington, festeja Marcelo Ebrard
- La artista nos ha llenado de esculturas, magia y originalidad, expresan Poniatowska y Felguérez
Ampliar la imagen Leonora Carrington, acompañada de Elena Poniatowska y Manuel Felguérez, ayer, afuera del Antiguo Palacio del Ayuntamiento de la ciudad de México Foto: María Meléndrez Parada
Para la ciudad de México “ha sido, es y seguirá siendo un privilegio que Leonora Carrington haya elegido ésta para vivir”, afirmó Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal, al entregar ayer a la pintora, escultora y escritora surrealista, nacida en Inglaterra, pero radicada aquí desde 1942, una medalla y un pergamino en su calidad de “ciudadana distinguida”.
Si este “muy merecido” reconocimiento “se tardó”, ya que “debió de haber sido mucho antes”, de acuerdo con Ebrard, “de muchas maneras la ciudad se lo ha hecho saber. “Es un honor, Leonora, que seas una ciudadana de nuestra ciudad de México. Muchas gracias a ti por todo lo que haces. Te admiramos y queremos mucho.” Los invitados al acto, efectuado en la sala de cabildos del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, aplaudieron la entrega del reconocimiento. Estuvieron presentes Elena Poniatowska, Isaac Masri, Miriam Kaiser, Manuel Felguérez, Alan Glass y Gilberto Aceves Navarro, entre otros.
Artista de estirpe romántica
Carrington se veía emocionada y contenta. Entrevistada después, expresó agradecimiento: “La ciudad de México es mi hogar. Tengo casi 70 años aquí”.
Para Elena Poniatowska, la homenajeada ha llenado a México con “sus esculturas, su magia y su brujería, porque es una bruja, ¿no?” Su “originalidad” es lo que más admira Felguérez.
En el acto, Gabriel Weisz Carrington, hijo de la pintora, leyó el poema, Para Leonora, de su autoría.
Para el también escritor y poeta Alberto Blanco, Carrington es una artista, un ser humano, que “no se ha contentado con ver sólo una parte de la realidad. Al contrario, interesada en lo grande y lo pequeño, eso que en el simbolismo tradicional se conoce como los grandes y los pequeños misterios, nunca se ha desentendido de los grandes temas científicos o filosóficos. Lo mismo le interesa la astronomía que la astrología, la física cuántica, que los misterios de la sique. Pero tampoco le ha dado jamás la espalda a lo que podrían considerarse las minucias y los detalles de la realidad cotidiana: su familia, su casa, sus seres queridos, sus objetos queridos, sus amigos y sus mascotas”.
De acuerdo con Blanco, en Leonora conviven sin contradicción ninguna “un artista de profunda estripe romántica y aquí hablo del romanticismo inglés de William Blake, y de una persona eminentemente práctica”.
Para la ciudad de México “ha sido, es y seguirá siendo un privilegio que Leonora Carrington haya elegido ésta para vivir”, afirmó Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal, al entregar ayer a la pintora, escultora y escritora surrealista, nacida en Inglaterra, pero radicada aquí desde 1942, una medalla y un pergamino en su calidad de “ciudadana distinguida”.
Si este “muy merecido” reconocimiento “se tardó”, ya que “debió de haber sido mucho antes”, de acuerdo con Ebrard, “de muchas maneras la ciudad se lo ha hecho saber. “Es un honor, Leonora, que seas una ciudadana de nuestra ciudad de México. Muchas gracias a ti por todo lo que haces. Te admiramos y queremos mucho.” Los invitados al acto, efectuado en la sala de cabildos del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, aplaudieron la entrega del reconocimiento. Estuvieron presentes Elena Poniatowska, Isaac Masri, Miriam Kaiser, Manuel Felguérez, Alan Glass y Gilberto Aceves Navarro, entre otros.
Artista de estirpe romántica
Carrington se veía emocionada y contenta. Entrevistada después, expresó agradecimiento: “La ciudad de México es mi hogar. Tengo casi 70 años aquí”.
Para Elena Poniatowska, la homenajeada ha llenado a México con “sus esculturas, su magia y su brujería, porque es una bruja, ¿no?” Su “originalidad” es lo que más admira Felguérez.
En el acto, Gabriel Weisz Carrington, hijo de la pintora, leyó el poema, Para Leonora, de su autoría.
Para el también escritor y poeta Alberto Blanco, Carrington es una artista, un ser humano, que “no se ha contentado con ver sólo una parte de la realidad. Al contrario, interesada en lo grande y lo pequeño, eso que en el simbolismo tradicional se conoce como los grandes y los pequeños misterios, nunca se ha desentendido de los grandes temas científicos o filosóficos. Lo mismo le interesa la astronomía que la astrología, la física cuántica, que los misterios de la sique. Pero tampoco le ha dado jamás la espalda a lo que podrían considerarse las minucias y los detalles de la realidad cotidiana: su familia, su casa, sus seres queridos, sus objetos queridos, sus amigos y sus mascotas”.
De acuerdo con Blanco, en Leonora conviven sin contradicción ninguna “un artista de profunda estripe romántica y aquí hablo del romanticismo inglés de William Blake, y de una persona eminentemente práctica”.
Kikka Roja
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