• AICM núcleo de facturas...
La impunidad y la complicidad, mi estimado, son compañeros inseparables. Algo simpático y gracioso debe tener este régimen de improvisados que ha originado en sólo 18 meses una ola de revuelos, preocupaciones y ocupaciones de propios y extraños. Entre algunos círculos económicos es evidente que los destinos para cambiar de residencia han aumentado proporcionalmente al violento desmadre que, es obvio, está fuera de control. Las codiciadas plazas que por rutas y territorios hoy son epicentro de ejecuciones y ajustes de cuentas, muy pronto se sumarán aquellas donde, tranquilamente, están asentadas las familias de los traviesos. El foco de alarma se activa, my friend, cuando la “guerra” se vuelve sicológica y jiribillas mediáticas han sobrado para tantear un terreno donde el Estado no ha sido capaz de garantizar los niveles mínimos de seguridad y la aplicación del Estado de Derecho. Palabrita desconocida en el diccionario de ocurrencias jurídicas blanquiazul estrenado en los tiempos en que México sufrió los excesos de la parejita presidencial (no sea mal pensado, la de Marta y Vicente, of course), los hermanos, los jijastros y varios amigos incómodos. Época donde los excedentes petroleros fueron la caja chica para hacer raterías y picardías sin consecuencia alguna.
La impunidad es el sello azul. Ayer y hoy.
El tesorito presidencial de Bucareli sale (muy tarde) a cuadro afirmando la legalidad de su firma en un claro tráfico de influencias para beneficiar empresas familiares. El secretario particular de Felipe Calderón envía atentos saludos y estupendas prome$as a una revista para evitar el escándalo sobre sus interesantes pasos por Pemex. Pese a acusaciones y denuncias por corrupción contra el ex gobernador de Yucatán, se le premia con un cargo en el gabinete federal. El secretario del Trabajo (sucio) está en el reflector jurídico sobre su controvertida postura en un delicado (y millonario) conflicto de interés, y ni hablar del señalamiento chino sobre su rol en la tenebra de los dólares decomisados en una residencia de las Lomas.
La corrupción y la complicidad son los timbres sexenales.
Todas combinadas, amable lector, son una mezcla en la cual los ingredientes cardinales son la incertidumbre, los excesos, el descrédito, la sospecha y la desconfianza. No hay castigo para los responsables de atropellar la ley o para los implicados en escándalos judiciales. No hay consecuencias. ¿Cuál será la razón? ¿Por ser del inner circle presidencial? ¿O por haber vivido las complicidades del proceso electoral —donde por cierto ahí viene oootro libro sobre la vida de Elba Esther, su relación con Fox y su simpático operativo 2006— que entronizó con un 0.56% a Calderón? ¿O porque tienen la clave de algún divertido botón que pondría en aprietos al jefecito? ¿O porque en sus álbumes de fotos hay algunas verdaderamente exquisitas como las desproporciones de algún aniversario en julio de 2007…? O lo más grave… ¿por el incontrolable ego y la arrogancia presidencial en la autoafirmación…?
Es lo único que explicaría que el Gymboree de Los Pinos y su departamento de Alimentos, Bebidas y Entretenimiento —que tiene secuestrado a su residente— no alerte al michoacano sobre la inmensidad de focos rojos coronados con la cereza de la Iniciativa Mérida y su megatubazo en el epicentro de la confianza en estos chicuelos en el poder... del no poder.
Todo está basado en la confianza. En la certidumbre. La credibilidad. En la aplicación irrestricta de la ley. No more but no less…
El ejemplo del sindicato minero —que hoy entre 0600 y 0700 estrena 24 horas de paro nacional— y la Toma de Nota de su líder donde la autoridad, léase Lozano, está atropellando la ley laboral, violando la autonomía sindical, jugando y amagando a que sus chicharrones truenan en un conflicto que ha demostrado unidad y resistencia, son pruebas adicionales que la ley es elástica y de quien la ejercita. No hay límites ni márgenes. El poder para hacer y deshacer es absoluto. No hay contrapesos. Hay inconsistencias, arrebato, berrinches, chantajes, acosos y prepotencia... mucha prepotencia. La que da, my friend, el ser cómplice y testigo.
La que tonifica la ceguera presidencial.
Inmersa como tesorito en su mar profundo con su recelo e indecisión. Con su inseguridad... de su soledad.
Por la Mirilla
¡¡Ah!! El maravillosos mundo del AICM y sus atractivos (intereses con la SSP-F) decomisos que no tardan, again, en ajustar cuentas.
La impunidad es el sello azul. Ayer y hoy.
El tesorito presidencial de Bucareli sale (muy tarde) a cuadro afirmando la legalidad de su firma en un claro tráfico de influencias para beneficiar empresas familiares. El secretario particular de Felipe Calderón envía atentos saludos y estupendas prome$as a una revista para evitar el escándalo sobre sus interesantes pasos por Pemex. Pese a acusaciones y denuncias por corrupción contra el ex gobernador de Yucatán, se le premia con un cargo en el gabinete federal. El secretario del Trabajo (sucio) está en el reflector jurídico sobre su controvertida postura en un delicado (y millonario) conflicto de interés, y ni hablar del señalamiento chino sobre su rol en la tenebra de los dólares decomisados en una residencia de las Lomas.
La corrupción y la complicidad son los timbres sexenales.
Todas combinadas, amable lector, son una mezcla en la cual los ingredientes cardinales son la incertidumbre, los excesos, el descrédito, la sospecha y la desconfianza. No hay castigo para los responsables de atropellar la ley o para los implicados en escándalos judiciales. No hay consecuencias. ¿Cuál será la razón? ¿Por ser del inner circle presidencial? ¿O por haber vivido las complicidades del proceso electoral —donde por cierto ahí viene oootro libro sobre la vida de Elba Esther, su relación con Fox y su simpático operativo 2006— que entronizó con un 0.56% a Calderón? ¿O porque tienen la clave de algún divertido botón que pondría en aprietos al jefecito? ¿O porque en sus álbumes de fotos hay algunas verdaderamente exquisitas como las desproporciones de algún aniversario en julio de 2007…? O lo más grave… ¿por el incontrolable ego y la arrogancia presidencial en la autoafirmación…?
Es lo único que explicaría que el Gymboree de Los Pinos y su departamento de Alimentos, Bebidas y Entretenimiento —que tiene secuestrado a su residente— no alerte al michoacano sobre la inmensidad de focos rojos coronados con la cereza de la Iniciativa Mérida y su megatubazo en el epicentro de la confianza en estos chicuelos en el poder... del no poder.
Todo está basado en la confianza. En la certidumbre. La credibilidad. En la aplicación irrestricta de la ley. No more but no less…
El ejemplo del sindicato minero —que hoy entre 0600 y 0700 estrena 24 horas de paro nacional— y la Toma de Nota de su líder donde la autoridad, léase Lozano, está atropellando la ley laboral, violando la autonomía sindical, jugando y amagando a que sus chicharrones truenan en un conflicto que ha demostrado unidad y resistencia, son pruebas adicionales que la ley es elástica y de quien la ejercita. No hay límites ni márgenes. El poder para hacer y deshacer es absoluto. No hay contrapesos. Hay inconsistencias, arrebato, berrinches, chantajes, acosos y prepotencia... mucha prepotencia. La que da, my friend, el ser cómplice y testigo.
La que tonifica la ceguera presidencial.
Inmersa como tesorito en su mar profundo con su recelo e indecisión. Con su inseguridad... de su soledad.
Por la Mirilla
¡¡Ah!! El maravillosos mundo del AICM y sus atractivos (intereses con la SSP-F) decomisos que no tardan, again, en ajustar cuentas.
Kikka Roja
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