• La memoria de Carlos
• El silencio del PAN
Marcela Gómez Zalce
Un solo enemigo, mi estimado, puede hacer más daño que el bien de diez amigos juntos. Curiosita la sordera del Tío Lolo que aqueja al PAN de Germán Martínez, y al tesorito superpoderoso de Bucareli, ante los tubazos de Carlos Salinas de Gortari contra el ex presidente Vicente Fox. Sobre todo porque la memoria es la primera que degenera con la edad y Carlos da muestras de ello al olvidar su (complicidad ahumada) simpática entrevista en marzo de 2002 cuando, relajado frente a las cámaras de CNN —en el marco de su primer libro del traspié, perdón, paso a la modernidad whatever—, elogiaba la administración del guanajuatense a la que consideraba como un trabajo responsable, comprometido con el país y con el bienestar de los mexicanos y deslizaba que el estar en México lo hacía sentirse como en su casa para pasar a la dosis de latigazos y golpes al régimen de Ernesto Zedillo.
Lo interesante, my friend, es que en aquel entonces el timing de su regreso con el pretexto del libro se dio en la coyuntura del PRI en la fase final de su elección entre Paredes y Madrazo. Y López Obrador era ya un peligro que atender dentro de esa ala moderada del PRD. Y sin coincidencias en política ficción, Carlos y Roberto se reunieron 24 horas después de la victoria.
Hoy, la receta es igual. Misma estrategia, diferente compendio. O sea en la coyuntura, different hell, same devil.
Aunque en este libro faltaron capítulos (¿perdidos?) como el divertido crecimiento del Cártel del Golfo en su sexenio y el asesinato del cardenal Posadas Ocampo, expediente vigente en el escritorio de Felipe Calderón, a quien ahora le toca la dosis de lambisconería salinista en momentos de evidente lasitud presidencial con delicados frentes abiertos donde lo que sobra es publicidad y mercadotecnia… gratis.
Como ingenuo ejemplo ahí tiene a los divertidos revoltosos del EPR que ya mandaron al nabo, sin escalas, las condiciones del tesorito presidencial (que no entiende que no entiende) para el dizque diálogo y esperan que las condiciones persistan para una propuesta seria y responsable. Y con estas líneas se mantienen en el epicentro mediático gracias a la estúpida irresponsabilidad del Gymboree y sus genialidades para revivir al cadáver de Gobernación, que ya los reconoció de facto como una fuerza beligerante a la que le arrastra el colmillo guerrillero...
Que sigue en su derecho de exigir la presentación del culebrón detrás de la desaparición de dos de sus miembros que data de las épocas traviesas donde Lino Celaya, Aristeo López Martínez y Alejandro Barrita desataron una ola de peligrosos excesos. En los periodos de apariciones y… desapariciones.
Cuando a Ulises Ruiz, harto del desmadre de la APPO & associates, Celaya le prometió poner orden en el desorden que ya es catástrofe. Sobre todo porque de esos tres... como los cerditos (o ¿eran perritos o lobitos?) ya sólo queda uno: Lino Celaya.
Epicentro para la conexión, mientras estuvo en Oaxaca, de otro megatravieso como Ardelio Vargas, protagonista en los desalojos magisteriales —por cierto junto a José Nemesio Lugo Félix, ejecutado en el DF y con cables relacionados con la tenebra del DC-9 y su atractivo cargamento— quien terminó de llevarse a Aristeo (hoy recién desempacado de Colombia) como “testigo protegido” a la PGR mientras Barrita... apareció ejecutado con pinta de barda incluida… dizque eperrista, yes?
Homicidio que, my friend, como sucede en Oaxaca, no ha sido puntualmente aclarado entre las bolas declarativas estatales donde hasta a los simpáticos Zetas metieron. Y ya se sabe aquella joya, mi estimado, de cómo preservar un… secreto. Y Barrita sabía.
Habría que preguntarle a la ex procuradora Lizbeth Caña, por cierto recién nombrada Auditora de Fiscalización whatever del estado (léase como fuero ante una posible investigación), sobre su fascinante señalamiento hacia las travesuras de Lino Celaya. El peso de una muy llamativa declaración de una procuradora estatal ameritaría, por lo menos, algunas ingenuas preguntas como parte del cacareado estado de derecho... si es que hay interés en llegar al fondo, ¿no le parece?
Porque aquí falta mando, decisión y voluntad para que finalicen los rounds de sombra y las pendejadas del gobierno estatal y al interior del gabinete civil en un asunto de seguridad nacional. Y los chicuelos del EPR podrán medirle, también, el agua táctica a sus camotes...
Prolongarse en este delicado juego, my friend, empalmará fechas. Y 2010 para Oaxaca suena como... único.
Lo interesante, my friend, es que en aquel entonces el timing de su regreso con el pretexto del libro se dio en la coyuntura del PRI en la fase final de su elección entre Paredes y Madrazo. Y López Obrador era ya un peligro que atender dentro de esa ala moderada del PRD. Y sin coincidencias en política ficción, Carlos y Roberto se reunieron 24 horas después de la victoria.
Hoy, la receta es igual. Misma estrategia, diferente compendio. O sea en la coyuntura, different hell, same devil.
Aunque en este libro faltaron capítulos (¿perdidos?) como el divertido crecimiento del Cártel del Golfo en su sexenio y el asesinato del cardenal Posadas Ocampo, expediente vigente en el escritorio de Felipe Calderón, a quien ahora le toca la dosis de lambisconería salinista en momentos de evidente lasitud presidencial con delicados frentes abiertos donde lo que sobra es publicidad y mercadotecnia… gratis.
Como ingenuo ejemplo ahí tiene a los divertidos revoltosos del EPR que ya mandaron al nabo, sin escalas, las condiciones del tesorito presidencial (que no entiende que no entiende) para el dizque diálogo y esperan que las condiciones persistan para una propuesta seria y responsable. Y con estas líneas se mantienen en el epicentro mediático gracias a la estúpida irresponsabilidad del Gymboree y sus genialidades para revivir al cadáver de Gobernación, que ya los reconoció de facto como una fuerza beligerante a la que le arrastra el colmillo guerrillero...
Que sigue en su derecho de exigir la presentación del culebrón detrás de la desaparición de dos de sus miembros que data de las épocas traviesas donde Lino Celaya, Aristeo López Martínez y Alejandro Barrita desataron una ola de peligrosos excesos. En los periodos de apariciones y… desapariciones.
Cuando a Ulises Ruiz, harto del desmadre de la APPO & associates, Celaya le prometió poner orden en el desorden que ya es catástrofe. Sobre todo porque de esos tres... como los cerditos (o ¿eran perritos o lobitos?) ya sólo queda uno: Lino Celaya.
Epicentro para la conexión, mientras estuvo en Oaxaca, de otro megatravieso como Ardelio Vargas, protagonista en los desalojos magisteriales —por cierto junto a José Nemesio Lugo Félix, ejecutado en el DF y con cables relacionados con la tenebra del DC-9 y su atractivo cargamento— quien terminó de llevarse a Aristeo (hoy recién desempacado de Colombia) como “testigo protegido” a la PGR mientras Barrita... apareció ejecutado con pinta de barda incluida… dizque eperrista, yes?
Homicidio que, my friend, como sucede en Oaxaca, no ha sido puntualmente aclarado entre las bolas declarativas estatales donde hasta a los simpáticos Zetas metieron. Y ya se sabe aquella joya, mi estimado, de cómo preservar un… secreto. Y Barrita sabía.
Habría que preguntarle a la ex procuradora Lizbeth Caña, por cierto recién nombrada Auditora de Fiscalización whatever del estado (léase como fuero ante una posible investigación), sobre su fascinante señalamiento hacia las travesuras de Lino Celaya. El peso de una muy llamativa declaración de una procuradora estatal ameritaría, por lo menos, algunas ingenuas preguntas como parte del cacareado estado de derecho... si es que hay interés en llegar al fondo, ¿no le parece?
Porque aquí falta mando, decisión y voluntad para que finalicen los rounds de sombra y las pendejadas del gobierno estatal y al interior del gabinete civil en un asunto de seguridad nacional. Y los chicuelos del EPR podrán medirle, también, el agua táctica a sus camotes...
Prolongarse en este delicado juego, my friend, empalmará fechas. Y 2010 para Oaxaca suena como... único.
Kikka Roja
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