Notas de la semana
05 de octubre de 2008
El futuro siempre está a dieta
Escena: el futuro inmediato. Personajes: un secretario de Hacienda de un país hipotético e hipotecado y su equipo de mercadotecnia.
Secretario (que devora dona por dona, platillo por platillo): Les suplico un esfuerzo de imaginación. La gran crisis se viene, la gran crisis no se va, y nosotros nos iremos y no comeremos más. ¿Cómo le hago para persuadir a la población de que el derrumbe en Estados Unidos nos hace los mandados?... Ah, y si lo primero que me quieren proponer es lo que pienso, ni se les ocurra. Mi apariencia no es un contrasentido, y no pienses modificarla.
Mercadotécnico I: Creo, o más bien sé, porque no me pagan por creer, que la confianza siempre es consecuencia de la inocencia. Usted, jefe, tiene que salir y decirle a la nación: “Ni se preocupen. Antes, cuando a los Buenos Vecinos les daba gripe, a nosotros nos daba pulmonía. Eso ya se acabó”.
Secretario de H: ¿Qué no lo he dicho ya un titipuchal de veces? Oigan, y por cierto, ¿qué es un titipuchal?
Mercadotécnico II: Sí, lo ha dicho pero lo ha fraseado mal. El otro día nos salió con que: “Antes si a los Queridos Gringos les daba tosferina, nosotros ni siquiera podíamos nacer”. Y acuérdese del choteo que le cayó encima. Acuérdese que le dijeron el doctor Albertico Limonta de la nueva era.
Secretario de H: ¿Y quién es Albertico Limonta?
Mercadotécnico III: Una ocurrencia del redactor de este artículo, que es de los que creen que en materia de telenovelas existe la memoria histórica, y que todavía quedan personas que vieron El derecho de nacer.
Secretario de H: A ver, volvamos a la mercadoestrategia. ¿Qué mensaje debo enviar?
Mercadotécnico I: Algo ligerito y estudiantil. Diga por ejemplo que no es el león como lo pintan, o que a caballo dado no se le ve colmillo, o que de 10 que se quieren bien con uno que coma basta.
Secretario de H: Los refranes no están mal para las comidas familiares donde todos tienen el mismo origen o deberían tenerlo, pero éste es un país multicultural, así que el mensaje debe ir de un lado a otro como si fuera vendedor de lotería. A ver, imaginen, que se les ocurra algo.
Mercadotécnico III: ¿Por qué no prueba esto? Sale con un disfraz de Halloween y les dice:
“Amigos, amigos, no se espanten, no griten”. Se quita la máscara del Hombre Lobo y continúa: “No se apaniquen. No soy el Hombre Lobo, soy el secretario de Hacienda y les aseguro que también en las noches de luna llena continúo en mi puesto inspirándoles sensaciones de seguridad. Así que calma”.
Secretario de H: Me encanta, ¿pero no podría salir mejor con una máscara de Drácula? De niño, le causaba terror a mis hermanos y eso que soy hijo único.
Mercadotécnico I: ¡Ya está! Le voy a proponer la gran solución. Aparece una calle del Centro Histórico con gente que carga maletas que deben ser pesadísimas a juzgar por sus expresiones de fatiga. Se oyen tiros y gritos: “Policía, deténgalas, están saqueando mi tienda./ No se lleve mis pasteles, es todo lo que tengo para postre./ Si no sale de aquí inmediatamente, lo mato a plazos y tengo muy buenos cobradores”. Se escuchan sirenas de ambulancias. Sale usted a cuadro y les dice como no queriendo: “¿Saben por qué empezó toda esta bronca que acabó con las finanzas de un sano país neoliberal? Porque no le creyeron a su secretario de Hacienda que les decía que todo iba de pelos…”
Secretario (que devora dona por dona, platillo por platillo): Les suplico un esfuerzo de imaginación. La gran crisis se viene, la gran crisis no se va, y nosotros nos iremos y no comeremos más. ¿Cómo le hago para persuadir a la población de que el derrumbe en Estados Unidos nos hace los mandados?... Ah, y si lo primero que me quieren proponer es lo que pienso, ni se les ocurra. Mi apariencia no es un contrasentido, y no pienses modificarla.
Mercadotécnico I: Creo, o más bien sé, porque no me pagan por creer, que la confianza siempre es consecuencia de la inocencia. Usted, jefe, tiene que salir y decirle a la nación: “Ni se preocupen. Antes, cuando a los Buenos Vecinos les daba gripe, a nosotros nos daba pulmonía. Eso ya se acabó”.
Secretario de H: ¿Qué no lo he dicho ya un titipuchal de veces? Oigan, y por cierto, ¿qué es un titipuchal?
Mercadotécnico II: Sí, lo ha dicho pero lo ha fraseado mal. El otro día nos salió con que: “Antes si a los Queridos Gringos les daba tosferina, nosotros ni siquiera podíamos nacer”. Y acuérdese del choteo que le cayó encima. Acuérdese que le dijeron el doctor Albertico Limonta de la nueva era.
Secretario de H: ¿Y quién es Albertico Limonta?
Mercadotécnico III: Una ocurrencia del redactor de este artículo, que es de los que creen que en materia de telenovelas existe la memoria histórica, y que todavía quedan personas que vieron El derecho de nacer.
Secretario de H: A ver, volvamos a la mercadoestrategia. ¿Qué mensaje debo enviar?
Mercadotécnico I: Algo ligerito y estudiantil. Diga por ejemplo que no es el león como lo pintan, o que a caballo dado no se le ve colmillo, o que de 10 que se quieren bien con uno que coma basta.
Secretario de H: Los refranes no están mal para las comidas familiares donde todos tienen el mismo origen o deberían tenerlo, pero éste es un país multicultural, así que el mensaje debe ir de un lado a otro como si fuera vendedor de lotería. A ver, imaginen, que se les ocurra algo.
Mercadotécnico III: ¿Por qué no prueba esto? Sale con un disfraz de Halloween y les dice:
“Amigos, amigos, no se espanten, no griten”. Se quita la máscara del Hombre Lobo y continúa: “No se apaniquen. No soy el Hombre Lobo, soy el secretario de Hacienda y les aseguro que también en las noches de luna llena continúo en mi puesto inspirándoles sensaciones de seguridad. Así que calma”.
Secretario de H: Me encanta, ¿pero no podría salir mejor con una máscara de Drácula? De niño, le causaba terror a mis hermanos y eso que soy hijo único.
Mercadotécnico I: ¡Ya está! Le voy a proponer la gran solución. Aparece una calle del Centro Histórico con gente que carga maletas que deben ser pesadísimas a juzgar por sus expresiones de fatiga. Se oyen tiros y gritos: “Policía, deténgalas, están saqueando mi tienda./ No se lleve mis pasteles, es todo lo que tengo para postre./ Si no sale de aquí inmediatamente, lo mato a plazos y tengo muy buenos cobradores”. Se escuchan sirenas de ambulancias. Sale usted a cuadro y les dice como no queriendo: “¿Saben por qué empezó toda esta bronca que acabó con las finanzas de un sano país neoliberal? Porque no le creyeron a su secretario de Hacienda que les decía que todo iba de pelos…”
Kikka Roja
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