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domingo, 5 de octubre de 2008

Emilio Álvarez Icaza “Políticos lucran con el miedo”

LOS POLITICOS SON UN ASCO, ESTAN AL SERVICIO DE LOS OLIGARCAS
ALVAREZ ICAZA, ¿PORQUE HABLA DE ESTE TEMA?
SI NO FUERA MAL PENSADA, PODRÍA ASEGURAR QUE "LE DIERON PERMISO" LOS MILLONARIOS PARA CASTIGAR A LOS POLITICOS
¿LOS OLIGARCAS ESTAN EN CONTRA DE CALDERÓN? DE QUÉ MÁS SE TIENE QUE ENTERAR EL PUEBLO....
¿DE CUÁNDO ACÁ LES INTERESA EL BIENESTAR DE LA GENTE?
AHORA NOS VAN A ENGAÑAR CON LA VERDAD, ¿..PA´ QUÉ?

MEJOR QUE HABLE DEL JUICIO POLITICO A CALDERÓN

“Políticos lucran con el miedo” : Emilio Álvarez Icaza, presidente de la CDHDF
De la redacción de Excelsior
Advierte que, de forma peligrosa, se vincula la desesperación social por la inseguridad con las agendas electorales y recuerda que para combatir al crimen también existen reglas

El presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), Emilio Álvarez Icaza, advierte que actualmente algunos actores políticos intentan obtener beneficios del ambiente de temor que impera en la sociedad ante los índices de delincuencia en el país. “De manera muy peligrosa, casi diría que perversa, se está vinculando esa desesperación legítima de la gente (provocada por la inseguridad) con una agenda electoral y eso es peligrosísimo”, afirmó. Durante una entrevista con Pascal Beltrán del Río, para el programa Así se habla —que se transmitirá esta noche, a las 22:30 horas, por Cadenatres, en el canal 28 de televisión abierta y 128 de Cablevisión—, el ombudsman capitalino señaló también que la lucha contra el crimen organizado no puede realizarse a cualquier costo.

“(Se debe entender) que para la seguridad hay reglas, para el Estado hay reglas. (...) No puede ser que la Policía Judicial torture a una persona, porque entonces lo que pasa es que el Estado comete delitos para combatir el delito”, expresa.

—En este ambiente de delincuencia que estamos viviendo, ¿una crisis de seguridad pública implica retos para el trabajo del ombudsman capitalino?

—Absolutamente, me parece que es momento de cruzar agendas. Es un momento donde la agenda de la seguridad tiene que verse desde el enfoque de los derechos humanos y la agenda de los derechos humanos tiene que verse con la preocupación de la seguridad.

—Antes iba cada una por su lado...

—Generalmente han sido agendas separadas, lo cual es una equivocación porque la seguridad es, en sí misma, un derecho humano.

“Es una de las razones básicas por las cuales se creó el Estado, la de protegernos, proteger a los nuestros, nuestro patrimonio, nuestra seguridad, nuestra vida y eso lleva a la obligación del Estado, porque los derechos de las personas son obligaciones de los Estados. Y ahí radica justamente la necesidad de entender que tenemos derecho a vivir sin miedo. Y tenemos derecho a vivir sin miedo a los delincuentes, pero también tenemos derecho a vivir sin miedo a los malos servidores públicos.”

—¿Es posible decir que en este momento hay desesperación pública?

—Sin duda.

—En el contexto de una delincuencia desatada y la poca eficacia de la autoridad de todos los niveles para combatirla, ¿no se convierte de repente a la policía, a la procuración de justicia, en la administradora de la venganza pública?

—Ése es el grave riesgo, que ante la incapacidad del aparato de justicia, que tiene como resultado altísimos niveles de impunidad, se provoque una espiral muy perversa de desesperación. Y, como siempre, la desesperación es mala consejera, por lo que podrían generarse dinámicas de presión de discusiones que ya tuvimos en los 90. Hay que recordar que esto es un repunte de una discusión que tuvimos hace años y entonces lo que ocurre es que pasamos de la procuración de justicia a la administración de la venganza y hay administradores de esa venganza que son servidores públicos que actúan como se les pega la gana y, a veces, por tener buenas ideas, se abren puertas muy peligrosas de discrecionalidad que acaban generando contextos no sólo de extraordinarios abusos, sino de injusticias dramáticas.

—¿Por qué a veces se genera la percepción de que hay que dejar trabajar a los cuerpos de seguridad pública, pero luego no se toma en cuenta que los cuerpos de seguridad pública no son precisamente impolutos?

—Hay quienes desde el servicio público, en la seguridad, dicen: ‘¡Hombre, estábamos mejor con Durazo!’ Recientemente una joven policía de la ciudad me lo dijo, era una joven de 22 años que no había ni nacido en esos momentos.

—Es cierto que en aquella época, en los años del autoritarismo priista, no veíamos decapitaciones, no veíamos secuestros como los vemos hoy o, por lo menos, no el mismo número. ¿Había otro clima social respecto de la delincuencia en ese tiempo?

—Hay que poner los términos de las comparaciones justas porque sí había ‘ríos Tula’ y sí había desaparecidos y sí había todo un aparato que negociaba directamente.

“Creo que el tema es de una enorme complejidad. Hay, por ejemplo, un fenómeno creciente de toda la cultura del narco, no sólo de lo que significa este país como espacio de tránsito o de producción, sino como mercado.

“El incremento en el consumo es alarmante. Eso es un tema que la sociedad mexicana ha rehusado discutir, es un tema que los padres de familia y la sociedad y las instituciones de prevención no acaban de ver como prioridad y también es un tema donde uno se pregunta: ‘A ver, explíquenme y por qué tenemos el mercado de armas que tenemos en el país. ¿No será que los camiones que van con droga, regresan con armas? ¿Y dónde están las aduanas?, ¿dónde están las Fuerzas armadas?, ¿y dónde está la cooperación con Estados Unidos?’ Porque resulta que nosotros acabamos siendo un mercado privilegiado ilegal de armas y la cooperación internacional no dice nada.
Advierte que, de forma peligrosa, se vincula la desesperación social por la inseguridad con las agendas electorales y recuerda que para combatir al crimen también existen reglas

El presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), Emilio Álvarez Icaza, advierte que actualmente algunos actores políticos intentan obtener beneficios del ambiente de temor que impera en la sociedad ante los índices de delincuencia en el país.

“De manera muy peligrosa, casi diría que perversa, se está vinculando esa desesperación legítima de la gente (provocada por la inseguridad) con una agenda electoral y eso es peligrosísimo”, afirmó.

Durante una entrevista con Pascal Beltrán del Río, para el programa Así se habla —que se transmitirá esta noche, a las 22:30 horas, por Cadenatres, en el canal 28 de televisión abierta y 128 de Cablevisión—, el ombudsman capitalino señaló también que la lucha contra el crimen organizado no puede realizarse a cualquier costo.

“(Se debe entender) que para la seguridad hay reglas, para el Estado hay reglas. (...) No puede ser que la Policía Judicial torture a una persona, porque entonces lo que pasa es que el Estado comete delitos para combatir el delito”, expresa.

—En este ambiente de delincuencia que estamos viviendo, ¿una crisis de seguridad pública implica retos para el trabajo del ombudsman capitalino?

—Absolutamente, me parece que es momento de cruzar agendas. Es un momento donde la agenda de la seguridad tiene que verse desde el enfoque de los derechos humanos y la agenda de los derechos humanos tiene que verse con la preocupación de la seguridad.

—Antes iba cada una por su lado...

—Generalmente han sido agendas separadas, lo cual es una equivocación porque la seguridad es, en sí misma, un derecho humano.

“Es una de las razones básicas por las cuales se creó el Estado, la de protegernos, proteger a los nuestros, nuestro patrimonio, nuestra seguridad, nuestra vida y eso lleva a la obligación del Estado, porque los derechos de las personas son obligaciones de los Estados. Y ahí radica justamente la necesidad de entender que tenemos derecho a vivir sin miedo. Y tenemos derecho a vivir sin miedo a los delincuentes,
pero también tenemos derecho a vivir sin miedo a los malos servidores públicos.”

—¿Es posible decir que en este momento hay desesperación pública?

—Sin duda.

—En el contexto de una delincuencia desatada y la poca eficacia de la autoridad de todos los niveles para combatirla, ¿no se convierte de repente a la policía, a la procuración de justicia, en la administradora de la venganza pública?

—Ése es el grave riesgo, que ante la incapacidad del aparato de justicia, que tiene como resultado altísimos niveles de impunidad, se provoque una espiral muy perversa de desesperación. Y, como siempre, la desesperación es mala consejera, por lo que podrían generarse dinámicas de presión de discusiones que ya tuvimos en los 90. Hay que recordar que esto es un repunte de una discusión que tuvimos hace años y entonces lo que ocurre es que pasamos de la procuración de justicia a la administración de la venganza y hay administradores de esa venganza que son servidores públicos que actúan como se les pega la gana y, a veces, por tener buenas ideas, se abren puertas muy peligrosas de discrecionalidad que acaban generando contextos no sólo de extraordinarios abusos, sino de injusticias dramáticas.

—¿Por qué a veces se genera la percepción de que hay que dejar trabajar a los cuerpos de seguridad pública, pero luego no se toma en cuenta que los cuerpos de seguridad pública no son precisamente impolutos?

—Hay quienes desde el servicio público, en la seguridad, dicen: ‘¡Hombre, estábamos mejor con Durazo!’ Recientemente una joven policía de la ciudad me lo dijo, era una joven de 22 años que no había ni nacido en esos momentos.

—Es cierto que en aquella época, en los años del autoritarismo priista, no veíamos decapitaciones, no veíamos secuestros como los vemos hoy o, por lo menos, no el mismo número. ¿Había otro clima social respecto de la delincuencia en ese tiempo?

—Hay que poner los términos de las comparaciones justas porque sí había ‘ríos Tula’ y sí había desaparecidos y sí había todo un aparato que negociaba directamente.

“Creo que el tema es de una enorme complejidad. Hay, por ejemplo, un fenómeno creciente de toda la cultura del narco, no sólo de lo que significa este país como espacio de tránsito o de producción, sino como mercado.

“El incremento en el consumo es alarmante. Eso es un tema que la sociedad mexicana ha rehusado discutir, es un tema que los padres de familia y la sociedad y las instituciones de prevención no acaban de ver como prioridad y también es un
tema donde uno se pregunta: ‘A ver, explíquenme y por qué tenemos el mercado de
armas que tenemos en el país. ¿No será que los camiones que van con droga, regresan con armas? ¿Y dónde están las aduanas?, ¿dónde están las Fuerzas armadas?, ¿y dónde está la cooperación con Estados Unidos?’ Porque resulta que nosotros acabamos siendo un mercado privilegiado ilegal de armas y la cooperación internacional no dice nada.



Kikka Roja

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