Entrevista Calderón-Zepeda
02 de marzo de 2009
La entrevista de Jorge Zepeda Patterson a Felipe Calderón revela que, para él, la violencia del narcotráfico es el problema más grave del país, al punto de empezar a rebasar el umbral de seguridad del régimen. Calderón empieza a cobrar conciencia de que su fórmula para los dos primeros años tendrá que ser modificada. Argumenta por qué no serviría regresar a los enfoques de las últimas décadas, pero no esclarece cuáles son los ajustes necesarios a su política ni parece haber terminado de decidir con quiénes los realizaría.
La falta de contundencia en su propuesta, más allá de su voluntad de enfrentar el problema, proviene de las contradicciones conceptuales que la entrevista revela.
La primera contradicción está entre sus conceptos de seguridad y derechos humanos. El crimen puede ser una amenaza a la vida, la tranquilidad, la libertad, la propiedad y en general a la ley, pero no es “la mayor amenaza a los derechos humanos”. Éstos existen, o no, en relación a la autoridad.
Una confusión al respecto es la que dio lugar a graves violaciones de derechos en América Latina. Es la que llevó a graves errores del gobierno de Bush para enfrentar el terrorismo (que ahora el gobierno de Obama corrige). Se puede ser firme y eficaz en el combate al crimen y a la vez respetuoso de los derechos humanos. En eso radica la fortaleza de la democracia constitucional.
La segunda contradicción está entre eficacia estatal y conveniencia electoral. Ahora que la inseguridad le ha empezado a costar electoralmente al gobierno, ha buscado desviar el golpe hacia los gobernadores, el antiguo régimen y la oposición. Le han respondido en los mismos términos. Es tan costosa la utilización política del tema que incluso empezó a hacer estragos dentro de las propias filas del PAN.
Después de estos jaloneos, se habrá aprendido que este tema no se puede manejar con oportunismo político, porque regresa como un bumerán. Sin una efectiva coordinación y el respaldo de todas las fuerzas políticas, es imposible reequilibrar el poder a favor del Estado.
La tercera contradicción está entre complicidad y autoridad moral. A la pregunta de “Entre la necesidad de gobernabilidad y atacar la corrupción, y que lo primero se comió a lo segundo”, Felipe Calderón prácticamente no responde; cuando que la corrupción y la impunidad están arruinando la gobernabilidad.
Cada acto de impunidad que se registra, cada hachazo al tronco de la legitimidad que se da desde el propio terreno de las instituciones, no hace sino debilitar al gobierno y dar argumentos a quienes actúan fuera de la ley.
En la coyuntura, la entrevista explica, pero no posiciona ni convoca. Al futuro, será una referencia importante: si el gobierno resuelve sus contradicciones conceptuales y políticas, la entrevista será el anticipo de un golpe de timón que mejorará los resultados; si no lo hace, los ajustes en la política de seguridad que prefigura, en vez de resolver, podrían agravar la crisis.
La falta de contundencia en su propuesta, más allá de su voluntad de enfrentar el problema, proviene de las contradicciones conceptuales que la entrevista revela.
La primera contradicción está entre sus conceptos de seguridad y derechos humanos. El crimen puede ser una amenaza a la vida, la tranquilidad, la libertad, la propiedad y en general a la ley, pero no es “la mayor amenaza a los derechos humanos”. Éstos existen, o no, en relación a la autoridad.
Una confusión al respecto es la que dio lugar a graves violaciones de derechos en América Latina. Es la que llevó a graves errores del gobierno de Bush para enfrentar el terrorismo (que ahora el gobierno de Obama corrige). Se puede ser firme y eficaz en el combate al crimen y a la vez respetuoso de los derechos humanos. En eso radica la fortaleza de la democracia constitucional.
La segunda contradicción está entre eficacia estatal y conveniencia electoral. Ahora que la inseguridad le ha empezado a costar electoralmente al gobierno, ha buscado desviar el golpe hacia los gobernadores, el antiguo régimen y la oposición. Le han respondido en los mismos términos. Es tan costosa la utilización política del tema que incluso empezó a hacer estragos dentro de las propias filas del PAN.
Después de estos jaloneos, se habrá aprendido que este tema no se puede manejar con oportunismo político, porque regresa como un bumerán. Sin una efectiva coordinación y el respaldo de todas las fuerzas políticas, es imposible reequilibrar el poder a favor del Estado.
La tercera contradicción está entre complicidad y autoridad moral. A la pregunta de “Entre la necesidad de gobernabilidad y atacar la corrupción, y que lo primero se comió a lo segundo”, Felipe Calderón prácticamente no responde; cuando que la corrupción y la impunidad están arruinando la gobernabilidad.
Cada acto de impunidad que se registra, cada hachazo al tronco de la legitimidad que se da desde el propio terreno de las instituciones, no hace sino debilitar al gobierno y dar argumentos a quienes actúan fuera de la ley.
En la coyuntura, la entrevista explica, pero no posiciona ni convoca. Al futuro, será una referencia importante: si el gobierno resuelve sus contradicciones conceptuales y políticas, la entrevista será el anticipo de un golpe de timón que mejorará los resultados; si no lo hace, los ajustes en la política de seguridad que prefigura, en vez de resolver, podrían agravar la crisis.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista
kikka-roja.blogspot.com/
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