JENARO VILLAMIL
MÉXICO, DF, 29 de septiembre (apro).- Ingenuidad o buena fe son las dos únicas cualidades que no se le pueden atribuir a las constantes apariciones de Carlos Salinas de Gortari.
Convencido que transformará las máscaras que lo inmortalizaron como un Chupacabras político para convertirlas en los rostros de un gran negociador, de un socialité (según la revista Quién ), de un salvador de la patria ante la "década perdida", de estadista y hasta padrino de bodas y de destapes a modo que puede influir sobre los destinos del país, el exmandatario reapareció en el mismo estado donde decenas de jóvenes anónimos hicieron mofa de su figura, echando mano de las mismas botargas que lo inmortalizaron como El Innombrable.
Veracruz forma parte de la nueva gira de rehabilitación pública que Salinas arrancó el 1 y 2 de agosto, cuando se placeó en plan "turístico" por Oaxaca, acompañado por el gobernador Ulises Ruiz.
En esa entidad fue a dictar una conferencia ante empresarios pertenecientes a la comunidad libanesa, a recibir alabanzas de comensales "sembrados" en el café La Parroquia y a demostrar que él sigue siendo no sólo un economista enterado, sino un factor de poder político ineludible.
Sueña con seguir ejerciendo las facultades metaconstitucionales que lo convirtieron en un presidente poderoso y temido, pero ahora desde su máscara de académico, conferencista y exmandatario que busca la reconciliación.
A Salinas no le interesa sólo hacer gala de sus buenos oficios. Los gobernadores salientes de Veracruz, Oaxaca y Puebla forman parte del corredor de mandatarios estatales que pretenden competir al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por la nominación presidencial del 2012.
Fidel Herrera, Ulises Ruiz y Mario Marín –el "club de los feos" los llaman algunos-- forman parte de un grupo informal que rivaliza con Enrique Peña Nieto, el "guapo" y el delfín más aventajado de la nueva generación salinista que pretende recuperar el poder.
Para quien sabe leer entre líneas –y los priistas son expertos en eso--, Salinas está demostrando que puede ser juez y parte en la contienda interna del PRI, que él es el único jefe máximo que les queda –por eliminación, por exilio o por "súbito envejecimiento"-- entre los expresidentes vivos o moribundos del PRI.
Sin embargo, sus dulces palabras para apoyar el proyecto fiscal del presidente panista Felipe Calderón, más que a respaldo suenan a un recordatorio de la capacidad que tiene aún Salinas para vetar, restar o sumar votos en la Cámara de Diputados.
"Hay un esfuerzo del presidente (Calderón) al que todos, desde los distintos ámbitos que estemos, tenemos que sumar. Más que señalamientos de lo que falta, hay que sumar", afirmó en tono doctoral Salinas después de reunirse con cerca de 400 empresarios veracruzanos.
La palabra clave fue "sumar". Y Salinas sabe sumar. Con sus 32 diputados federales, Veracruz es la segunda entidad con mayor número de diputados del PRI. Sólo la supera el Estado de México, donde el "carro completo" aplicado sobre la base de mucho dinero e infomerciales en Televisa y TV Azteca, le permitieron al Grupo Atlacomulco computar 38 diputados federales.
Las otras dos entidades clave son Oaxaca y Puebla, que aportaron 11 y 16 legisladores del PRI a la bancada que coordina Francisco Rojas, un antiguo amigo y excolaborador de Salinas. Entre las cuatro entidades suman casi cien diputados federales.
Por si fuera poco, Salinas también lleva puesta la máscara de asesor informal de la Secretaría de Hacienda.
Pieza clave en la asignación de recursos presupuestarios para los estados es su concuño José Antonio González Anaya, coordinador de asesores del titular de esta dependencia, Agustín Carstens.
Este personaje tiene la "cartera" o la chequera abierta para todas aquellas entidades que ahora reclaman recursos para cubrir los faltantes provocados por la crisis económica y el despilfarro en los comicios del 2009.
Y una última máscara que siempre le queda bien a Salinas es la de revirarle a sus críticos con el "beso de la bruja". Convencido que devolverá "golpe por golpe", le declaró al periódico Milenio que le extrañaban las críticas del diputado panista Javier Corral, pues en varias ocasiones se reunió en privado con el legislador chihuahuense para recibir "apoyos".
Durante la comparecencia del secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, en la Cámara de Diputados el jueves pasado, Corral recordó las agrias acusaciones del expresidente Miguel de la Madrid en contra de su sucesor, difundidas por Carmen Aristegui en MVS.
En aquella ocasión, Salinas operó de inmediato y decretó que De la Madrid padecía ciertas lagunas mentales que le impedían entender las preguntas que le formularon los reporteros. De paso, Salinas también regañó a Aristegui por haber "abusado" de las malas condiciones de un pobre anciano.
La máscara del derecho de réplica no le queda muy bien al licenciado Salinas. El expresidente pretende silenciar e 'invisibilizar' a sus críticos –"ni los veo ni los oigo"--, a través de sus acuerdos con Televisa y TV Azteca, las dos empresas más beneficiadas durante su sexenio con concesiones, prebendas fiscales y publicidad.
Por supuesto, nadie le ha preguntado a Salinas dónde estaba él, un gran economista enemigo de los monopolios, cuando se quiso imponer la Ley Televisa en marzo de 2006.
Frente a eso, la insidia contra Corral suena más a un golpe bajo para luego recetarnos lo que siempre ha sido su respuesta ante muchos de los expedientes abiertos en su contra: "Todo es política ficción".
Convencido que transformará las máscaras que lo inmortalizaron como un Chupacabras político para convertirlas en los rostros de un gran negociador, de un socialité (según la revista Quién ), de un salvador de la patria ante la "década perdida", de estadista y hasta padrino de bodas y de destapes a modo que puede influir sobre los destinos del país, el exmandatario reapareció en el mismo estado donde decenas de jóvenes anónimos hicieron mofa de su figura, echando mano de las mismas botargas que lo inmortalizaron como El Innombrable.
Veracruz forma parte de la nueva gira de rehabilitación pública que Salinas arrancó el 1 y 2 de agosto, cuando se placeó en plan "turístico" por Oaxaca, acompañado por el gobernador Ulises Ruiz.
En esa entidad fue a dictar una conferencia ante empresarios pertenecientes a la comunidad libanesa, a recibir alabanzas de comensales "sembrados" en el café La Parroquia y a demostrar que él sigue siendo no sólo un economista enterado, sino un factor de poder político ineludible.
Sueña con seguir ejerciendo las facultades metaconstitucionales que lo convirtieron en un presidente poderoso y temido, pero ahora desde su máscara de académico, conferencista y exmandatario que busca la reconciliación.
A Salinas no le interesa sólo hacer gala de sus buenos oficios. Los gobernadores salientes de Veracruz, Oaxaca y Puebla forman parte del corredor de mandatarios estatales que pretenden competir al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por la nominación presidencial del 2012.
Fidel Herrera, Ulises Ruiz y Mario Marín –el "club de los feos" los llaman algunos-- forman parte de un grupo informal que rivaliza con Enrique Peña Nieto, el "guapo" y el delfín más aventajado de la nueva generación salinista que pretende recuperar el poder.
Para quien sabe leer entre líneas –y los priistas son expertos en eso--, Salinas está demostrando que puede ser juez y parte en la contienda interna del PRI, que él es el único jefe máximo que les queda –por eliminación, por exilio o por "súbito envejecimiento"-- entre los expresidentes vivos o moribundos del PRI.
Sin embargo, sus dulces palabras para apoyar el proyecto fiscal del presidente panista Felipe Calderón, más que a respaldo suenan a un recordatorio de la capacidad que tiene aún Salinas para vetar, restar o sumar votos en la Cámara de Diputados.
"Hay un esfuerzo del presidente (Calderón) al que todos, desde los distintos ámbitos que estemos, tenemos que sumar. Más que señalamientos de lo que falta, hay que sumar", afirmó en tono doctoral Salinas después de reunirse con cerca de 400 empresarios veracruzanos.
La palabra clave fue "sumar". Y Salinas sabe sumar. Con sus 32 diputados federales, Veracruz es la segunda entidad con mayor número de diputados del PRI. Sólo la supera el Estado de México, donde el "carro completo" aplicado sobre la base de mucho dinero e infomerciales en Televisa y TV Azteca, le permitieron al Grupo Atlacomulco computar 38 diputados federales.
Las otras dos entidades clave son Oaxaca y Puebla, que aportaron 11 y 16 legisladores del PRI a la bancada que coordina Francisco Rojas, un antiguo amigo y excolaborador de Salinas. Entre las cuatro entidades suman casi cien diputados federales.
Por si fuera poco, Salinas también lleva puesta la máscara de asesor informal de la Secretaría de Hacienda.
Pieza clave en la asignación de recursos presupuestarios para los estados es su concuño José Antonio González Anaya, coordinador de asesores del titular de esta dependencia, Agustín Carstens.
Este personaje tiene la "cartera" o la chequera abierta para todas aquellas entidades que ahora reclaman recursos para cubrir los faltantes provocados por la crisis económica y el despilfarro en los comicios del 2009.
Y una última máscara que siempre le queda bien a Salinas es la de revirarle a sus críticos con el "beso de la bruja". Convencido que devolverá "golpe por golpe", le declaró al periódico Milenio que le extrañaban las críticas del diputado panista Javier Corral, pues en varias ocasiones se reunió en privado con el legislador chihuahuense para recibir "apoyos".
Durante la comparecencia del secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, en la Cámara de Diputados el jueves pasado, Corral recordó las agrias acusaciones del expresidente Miguel de la Madrid en contra de su sucesor, difundidas por Carmen Aristegui en MVS.
En aquella ocasión, Salinas operó de inmediato y decretó que De la Madrid padecía ciertas lagunas mentales que le impedían entender las preguntas que le formularon los reporteros. De paso, Salinas también regañó a Aristegui por haber "abusado" de las malas condiciones de un pobre anciano.
La máscara del derecho de réplica no le queda muy bien al licenciado Salinas. El expresidente pretende silenciar e 'invisibilizar' a sus críticos –"ni los veo ni los oigo"--, a través de sus acuerdos con Televisa y TV Azteca, las dos empresas más beneficiadas durante su sexenio con concesiones, prebendas fiscales y publicidad.
Por supuesto, nadie le ha preguntado a Salinas dónde estaba él, un gran economista enemigo de los monopolios, cuando se quiso imponer la Ley Televisa en marzo de 2006.
Frente a eso, la insidia contra Corral suena más a un golpe bajo para luego recetarnos lo que siempre ha sido su respuesta ante muchos de los expedientes abiertos en su contra: "Todo es política ficción".
Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx
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