Vázquez Mota peor que Kahwagi, acusa Cordero; “voto libre”, exige la panista
ÁLVARO DELGADO
31 DE ENERO DE 2012 ·
NACIONAL
El debate panista.
Foto: PAN
MÉXICO, D.F. (apro).- En un marco de tensión extrema entre los equipos de los presidenciables del Partido Acción Nacional (PAN), ante latentes acciones fraudulentas en las elecciones del domingo y la filtración de grabaciones ilegales, Ernesto Cordero exhibió en el debate a Josefina Vázquez Mota por ser más faltista como diputada que Jorge Kahwagi, mientras que ésta evadió y llamó, una y otra vez, al voto “libre”.
Judicializada ya la elección por la denuncia que presentó hoy el equipo de Vázquez Mota ante la Procuraduría General de la República (PGR) por las grabaciones ilegales en las que llama “patán” a Cordero, y con un Santiago Creel que otra vez contrastó con sus contendientes, el espectro del fraude electoral campea entre los panistas, como hace seis años, cuando se impuso Felipe Calderón como candidato.
Luego de que ayer su equipo conformó células para vigilar el voto, que sin embargo se negaron a llamar “cazamapaches”, Vázquez Mota llamó a la militancia, en cada una de sus intervenciones, a votar con libertad, sin miedo, porque aseguró, en entrevista posterior al debate, que existen presiones.
Víctima de un operativo fraudulento en 2005, en Yucatán, cuyos autores quedaron impunes, como lo documentó el semanario Proceso, Creel fue más allá: Pidió a los funcionarios del gobierno federal, a los gobernadores, alcaldes y dirigentes del PAN no interferir de ninguna manera en el proceso electoral interno.
“Si lo hacen van a dividir y vamos a tener problemas”, advirtió Creel, quien fue el único de los precandidatos que habló de los pendientes del PAN, como el combate a los monopolios y la exigencia de transparencia a los sindicatos. Pero, a diferencia del primer debate, omitió, con Vázquez Mota y Cordero, el tema de la corrupción.
Pese a la promesa de la Comisión Nacional de Elecciones de que el formato propiciaría realmente un debate, a diferencia del celebrado hace una semana, el encuentro entre los tres precandidatos discurrió entre un listado de temas semejantes, que no podía ser de otra manera siendo los tres panistas y, acusó Cordero, porque a Vázquez Mota “no le gusta debatir”.
Cordero, sin embargo, no ofreció nada nuevo más que, según él, trayectoria y resultados –y una vez más continuador de los logros de “Vicente Calderón” (sic)–, mientras que Creel volvió a asumirse como él único que sabe cómo resolver el problema de la violencia y el político.
Vázquez Mota, elegantemente vestida con un saco color blanco y una blusa oscura, mirando siempre a la cámara, aunque con un temblor de manos evidente, no aludió tampoco a sus contendientes, anunció que en los próximos días se someterá a pruebas toxicológicas, junto con su equipo, y recitó sus ofertas y su experiencia como secretaria de Desarrollo Social, de Educación y como coordinadora de los diputados del PAN.
Pero fue justamente por este encargo que Cordero la cimbró con cifras rotundas sobre su desempeño como diputada: En la penúltima intervención, dijo que de enero a abril del año pasado, Vázquez Mota asistió sólo a 6% de las votaciones.
En otra intervención, Cordero amplió los datos: De 134 votaciones, estuvo ausente en 126. Sólo estuvo presente en 8. “De los 500 diputados fue la que más se ausentó”, acusó, sobre todo en votaciones de leyes clave, como de competencia económica, contra secuestros y migración.
Visiblemente temblorosa, con la dureza de su rostro, aunque aparentando aplomo, la diputada federal con licencia aseguró que, en realidad, asistió a entre 85 y 90% de las sesiones, y en su defensa citó las palabras de Calderón cuando ella se despidió como coordinadora de la bancada.
Creel, en su estrategia de ser el réferi, llamó a la unidad, a la que se sumó sólo Vázquez Mota, mientras que Cordero insistió en exhibirla como diputada faltista.
Y en esta última intervención, el contraste que Cordero hizo fue contundente: Vázquez Mota, dijo, fue último lugar en participaciones en las sesiones de la Cámara de Diputados, con sólo 6%, menos de la mitad que el coordinador del Partido Verde, Jorge Kahwagi, con reputación de desobligado.
“Los resultados se dan estando presentes”, afirmó Cordero, pero Vázquez Mota ya no respondió.
Salvo estos señalamientos de Cordero a Vázquez Mota, el segundo debate de los precandidatos presidenciales del PAN no ofreció mayores novedades, aunque la tensión entre ellos y sus equipos se intensificó hacia la elección del domingo.
Como lo adelantó un reportaje del semanario Proceso, la semana pasada, el resultado es incierto y el triunfo de Vázquez Mota, la favorita en las encuestas, depende de la capacidad de movilización de sus promotores, cuya fortaleza mayor en este ámbito corresponde a Cordero y los suyos, apoyado por la nómina federal que encabeza Calderón.
El proceso viciado que, en 2005, se vivió en Yucatán, Veracruz y Jalisco, se perfila ahora en Sonora, Guanajuato, Estado de México, Puebla y, otra vez, Veracruz.
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kikka-roja.blogspot.com/
ÁLVARO DELGADO
31 DE ENERO DE 2012 ·
NACIONAL
El debate panista.
Foto: PAN
MÉXICO, D.F. (apro).- En un marco de tensión extrema entre los equipos de los presidenciables del Partido Acción Nacional (PAN), ante latentes acciones fraudulentas en las elecciones del domingo y la filtración de grabaciones ilegales, Ernesto Cordero exhibió en el debate a Josefina Vázquez Mota por ser más faltista como diputada que Jorge Kahwagi, mientras que ésta evadió y llamó, una y otra vez, al voto “libre”.
Judicializada ya la elección por la denuncia que presentó hoy el equipo de Vázquez Mota ante la Procuraduría General de la República (PGR) por las grabaciones ilegales en las que llama “patán” a Cordero, y con un Santiago Creel que otra vez contrastó con sus contendientes, el espectro del fraude electoral campea entre los panistas, como hace seis años, cuando se impuso Felipe Calderón como candidato.
Luego de que ayer su equipo conformó células para vigilar el voto, que sin embargo se negaron a llamar “cazamapaches”, Vázquez Mota llamó a la militancia, en cada una de sus intervenciones, a votar con libertad, sin miedo, porque aseguró, en entrevista posterior al debate, que existen presiones.
Víctima de un operativo fraudulento en 2005, en Yucatán, cuyos autores quedaron impunes, como lo documentó el semanario Proceso, Creel fue más allá: Pidió a los funcionarios del gobierno federal, a los gobernadores, alcaldes y dirigentes del PAN no interferir de ninguna manera en el proceso electoral interno.
“Si lo hacen van a dividir y vamos a tener problemas”, advirtió Creel, quien fue el único de los precandidatos que habló de los pendientes del PAN, como el combate a los monopolios y la exigencia de transparencia a los sindicatos. Pero, a diferencia del primer debate, omitió, con Vázquez Mota y Cordero, el tema de la corrupción.
Pese a la promesa de la Comisión Nacional de Elecciones de que el formato propiciaría realmente un debate, a diferencia del celebrado hace una semana, el encuentro entre los tres precandidatos discurrió entre un listado de temas semejantes, que no podía ser de otra manera siendo los tres panistas y, acusó Cordero, porque a Vázquez Mota “no le gusta debatir”.
Cordero, sin embargo, no ofreció nada nuevo más que, según él, trayectoria y resultados –y una vez más continuador de los logros de “Vicente Calderón” (sic)–, mientras que Creel volvió a asumirse como él único que sabe cómo resolver el problema de la violencia y el político.
Vázquez Mota, elegantemente vestida con un saco color blanco y una blusa oscura, mirando siempre a la cámara, aunque con un temblor de manos evidente, no aludió tampoco a sus contendientes, anunció que en los próximos días se someterá a pruebas toxicológicas, junto con su equipo, y recitó sus ofertas y su experiencia como secretaria de Desarrollo Social, de Educación y como coordinadora de los diputados del PAN.
Pero fue justamente por este encargo que Cordero la cimbró con cifras rotundas sobre su desempeño como diputada: En la penúltima intervención, dijo que de enero a abril del año pasado, Vázquez Mota asistió sólo a 6% de las votaciones.
En otra intervención, Cordero amplió los datos: De 134 votaciones, estuvo ausente en 126. Sólo estuvo presente en 8. “De los 500 diputados fue la que más se ausentó”, acusó, sobre todo en votaciones de leyes clave, como de competencia económica, contra secuestros y migración.
Visiblemente temblorosa, con la dureza de su rostro, aunque aparentando aplomo, la diputada federal con licencia aseguró que, en realidad, asistió a entre 85 y 90% de las sesiones, y en su defensa citó las palabras de Calderón cuando ella se despidió como coordinadora de la bancada.
Creel, en su estrategia de ser el réferi, llamó a la unidad, a la que se sumó sólo Vázquez Mota, mientras que Cordero insistió en exhibirla como diputada faltista.
Y en esta última intervención, el contraste que Cordero hizo fue contundente: Vázquez Mota, dijo, fue último lugar en participaciones en las sesiones de la Cámara de Diputados, con sólo 6%, menos de la mitad que el coordinador del Partido Verde, Jorge Kahwagi, con reputación de desobligado.
“Los resultados se dan estando presentes”, afirmó Cordero, pero Vázquez Mota ya no respondió.
Salvo estos señalamientos de Cordero a Vázquez Mota, el segundo debate de los precandidatos presidenciales del PAN no ofreció mayores novedades, aunque la tensión entre ellos y sus equipos se intensificó hacia la elección del domingo.
Como lo adelantó un reportaje del semanario Proceso, la semana pasada, el resultado es incierto y el triunfo de Vázquez Mota, la favorita en las encuestas, depende de la capacidad de movilización de sus promotores, cuya fortaleza mayor en este ámbito corresponde a Cordero y los suyos, apoyado por la nómina federal que encabeza Calderón.
El proceso viciado que, en 2005, se vivió en Yucatán, Veracruz y Jalisco, se perfila ahora en Sonora, Guanajuato, Estado de México, Puebla y, otra vez, Veracruz.
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