Qué tal si deliramos por un ratito
Eduardo Galeano
el Financiero
Miércoles, 7 de marzo de 2012
Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible.
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones...
El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas.
Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez que cometen quienes viven por tener o por ganar en vez de vivir por vivir no más, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega.
En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar
sino los que quieran cumplirlo.
Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajaremos para vivir.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo
ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla.
Ni la policía no será la maldición de quienes no puedan comp
.
kikka-roja.blogspot.com/
Eduardo Galeano
el Financiero
Miércoles, 7 de marzo de 2012
Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible.
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones...
El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas.
Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez que cometen quienes viven por tener o por ganar en vez de vivir por vivir no más, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega.
En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar
sino los que quieran cumplirlo.
Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajaremos para vivir.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo
ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla.
Ni la policía no será la maldición de quienes no puedan comp
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