- Con 74 votos a favor y 25 en contra, el proyecto regresa a la Cámara de Representantes
- Aprueba el Senado de EU una versión endulzada del rescate
- Algunos gobiernos estatales y municipales están por quedarse sin recursos financieros pues no tienen acceso a créditos
- En riesgo, nóminas de maestros, bomberos y otros servidores públicos
- Ira contra Wall Street y condena popular contra la clase política por el manejo de la crisis
David Brooks (Corresponsal)
Ampliar la imagen El líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, anuncia ante los periodistas en el Capitolio los resultados de la votación sobre el paquete económico de rescate El líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, anuncia ante los periodistas en el Capitolio los resultados de la votación sobre el paquete económico de rescate Foto: Reuters
Nueva York, 1º de octubre. Ante la ira popular tanto contra Wall Street por provocar la crisis como contra Washington por no prevenirla, y ahora por su incompetencia en actuar para enfrentarla, el Senado aprobó hoy una nueva versión del rescate financiero más grande desde la Gran Depresión. Con un abrumador voto bipartidista de 74 a favor contra 25, el Senado junto con la Casa Blanca y los dos candidatos presidenciales (ambos senadores) buscaron salvar el rescate, después de que la Cámara de Representantes sorprendió a todos (incluso a sí misma) al rechazar el paquete financiero el lunes. El proyecto aprobado esta noche por la cámara alta contiene nuevas iniciativas diseñadas para “endulzar” la propuesta y para cambiar la opinión de suficientes legisladores de la cámara baja, donde su derrota el lunes provocó pánico en los mercados financieros. La Cámara de Representantes retomará el proyecto este viernes y podría votarlo ese mismo día o el fin de semana.
Aunque la bolsa de valores recuperó ayer una mitad del desplome histórico de 777 puntos del lunes, y hoy prevaleció una calma relativa (acabó con una baja de unos 20 puntos), ante el cauto optimismo de que el rescate sería aprobado por el Senado y finalmente por la cámara a fines de esta semana, los mercados de crédito continuaron congelados con consecuencias ya tangibles de esta crisis en la vida económica nacional. Algunos gobiernos estatales (incluyendo el más grande, California) y municipales advirtieron que están por vaciar sus recursos financieros al no tener acceso a flujos de crédito, y si eso no cambia pronto podrían no poder pagar nóminas de maestros, bomberos y otros servidores públicos. Varias empresas de todo el país empezaron a reportar problemas, ya que utilizan el crédito a corto plazo para financiar nóminas y compras. Gigantescas corporaciones como Ford y Chrysler reportan un desplome de las ventas durante el último mes, porque consumidores que antes tenían acceso a crédito para comprar autos, ahora los bancos se los niegan. Más aún, la tasa de interés que cobran los bancos para préstamos entre ellos continúa llegando a niveles astronómicos –el más alto desde 2001.
Esta situación, junto con la dramática baja récord que borró 1.1 billones de dólares en sólo un día en la bolsa de valores de Nueva York, está incrementando la presión sobre los legisladores para “hacer algo” ya. Aunque las encuestas evidencian una división entre quienes favorecen y no el plan de rescate, la mayoría reprueba a la clase política por el manejo de la crisis, y se profundiza el pesimismo sobre el futuro económico inmediato del país. Varios legisladores reportaron hoy que después de la reacción de los mercados bursátiles el lunes y los efectos de la paralización de los mercados de crédito, sus bases electorales que antes se oponían al rescate, ahora instaban a sus representantes políticos a apoyarlo. En una encuesta del Washington Post/ABC News difundida hoy, una mayoría abrumadora teme que el rechazo del paquete, como hizo la cámara el lunes, profundizará la crisis financiera. Pero a la vez, en una encuesta de CBS News, también difundida hoy, sólo 39 por ciento cree que el rescate ayudará a todos, donde más de la mitad sospecha que sólo ayudará a Wall Street, y 34 por ciento cree que evitará un colapso de la economía estadunidense.
Además de que la crisis genera pesimismo, es evidente la creciente ira popular contra la cúpula política. Un sondeo del Washington Post y otro de CBS News difundidos esta noche evidenciaron el nivel más alto de reprobación –70 por ciento– a un presidente en la historia moderna de las encuestas (desde los años 30). El presidente George W. Bush ahora está empatado con Harry Truman en apuntarse el nivel más bajo de aprobación en la historia moderna, con 22 por ciento. A la vez, la encuesta de CBS News también registra una baja estima para el Congreso; sólo 15 por ciento aprueba su gestión, el nivel más bajo en esta encuesta desde 1977. Según CBS News, sólo uno de cada cuatro estadunidenses aprueban la manera en que el presidente y la legislatura están manejando la crisis financiera. Con tan poca confianza en la cúpula, 89 por ciento considera que la economía está mal, que es el nivel más alto registrado por este medio. Y 76 por ciento cree que la economía empeorará.
Ante esto, la cúpula política de ambos partidos ahora busca no sólo la manera de restablecer la “confianza” en los mercados, sino también de rescatar la confianza pública en los gobernantes. Por lo tanto, una vez más, Bush, líderes de ambos partidos en ambas cámaras del Congreso y los dos principales candidatos presidenciales presentaron una imagen de unidad en respaldar el paquete de rescate para el sector financiero, y todos subrayaron que no es para salvar a los ricos de Wall Street sino a la economía nacional y al estadunidense común.
Barack Obama y John McCain regresaron a Washington y votaron a favor del paquete, en sus funciones de senadores, e instaron a todos a hacer lo mismo. McCain, sobre todo, está pagando las consecuencias de todo esto por estar vinculado a Bush, y las encuestas más recientes registran que, junto con la bolsa de valores, sus fortunas políticas, por ahora, también se están desplomando.
El proyecto aprobado por el Senado contiene nuevas medidas, incluyendo reducciones de impuestos por más de 100 mil millones (lo cual, obviamente, implica una deuda pública adicional, ya que no hay una medida correspondiente para financiar estos recortes), un incremento de un año en el monto asegurado en cuentas bancarias por el gobierno federal (de 100 mil a 250 mil), y medidas no relacionadas con el rescate, pero que son deseadas por algunos legisladores o que dificultan un voto en su contra. La negociación política de este proyecto es visible en que la propuesta inicial fue de menos de tres cuartillas, se incrementó a 110 en la primera versión ante la cámara el lunes, y ahora ha llegado a ser un tomo de más de 450. Con el voto del Senado, las nuevas medidas dentro del paquete, y la creciente preocupación pública ante la ineptitud política, se espera que la presión sobre los representantes de la cámara baja será lo suficientemente abrumadora como para lograr su aprobación.
Los ciudadanos se encuentran atrapados en una situación donde su rechazo a la idea de que los contribuyentes deberían rescatar a los banqueros se combina con la realidad de que el derrumbe del sector financiero los afecta directamente, desde sus deudas personales, su acceso a crédito para pagar gastos, sus viviendas, autos, educación y salud, como también ahora sus empleos. La ira contra la clase política, por lo tanto, es palpable por todo el país.
Kikka Roja