Tula, otra refinería
Miguel Ángel Granados Chapa
15 Abr. 09
No nos asombre que la refinería que será construida en Tula, según la decisión anunciada ayer por Pemex, se llame Carlos Romero Deschamps. Es probable, por lo menos, que el interés particular del líder nacional petrolero haya sido uno de los factores no explícitos considerados para escoger a aquella ciudad hidalguense como sede de la "nueva capacidad de refinación" según la expresión insistentemente repetida por Jesús Reyes Heroles, director de la empresa petrolera nacional.
Entre las ventajas de Tula sobre las otras nueve opciones examinadas se encuentra su conectividad, en que centró su discurso el gobernador Miguel Ángel Osorio, cuando se presentó el 25 de marzo al certamen en que junto con sus colegas de Campeche, Guanajuato, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz expuso la conveniencia de que su estado fuera elegido para erigir la planta productora de combustibles, primera que se construirá en tres décadas.
En efecto, la región escogida se encuentra próxima a los centros de consumo, especialmente la zona metropolitana de la Ciudad de México, y no distante de las fuentes de aprovisionamiento. Eso explica por qué en el Estudio de viabilidad para construir una nueva (sic, pues no se construye lo viejo) refinería, elaborado por Pemex y remitido a los diputados en julio pasado, la antigua capital tolteca ocupaba el segundo lugar, sólo superada por Tuxpan. Construir el oleoducto desde Nuevo Teapa, de donde fluirá el crudo a procesar, implicaba según el cálculo de aquel análisis una inversión de 769 millones de dólares y el poliducto, por donde saldría su producción al consumo, sólo 64 millones más. El total, de 852 millones, resultaba superior a los 637 millones calculados para Tuxpan, enclave dejado fuera por consideraciones que acaso se hayan explicado al gobernador Fidel Herrera. Ayer por la mañana, antes de hacer pública la decisión, Reyes Heroles la comunicó vía telefónica a los gobernadores interesados y quizá adujo no sólo las razones para la selección de Tula (y Salamanca, como sede suplente, y destinataria de un proyecto lateral de reconfiguración) y la causas por las que no prosperó el proyecto de cada interlocutor.
De seguro ni siquiera a los priistas habría dicho que entre los factores considerados en la selección contó el interés personal y gremial de Carlos Romero Deschamps, secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. Desde hace más de 35 años la plaza laboral del dirigente se ubica en la Sección 35, a que pertenecían quienes laboraban en la refinería de Azcapotzalco. Cuando ésta fue abandonada y su función trasladada a Tula, donde a partir de 1976 se construyó la refinería Miguel Hidalgo, el personal emigró también, lo mismo que su sección sindical. Conviene a Romero Deschamps que crezca, con las contrataciones que reclame la nueva refinería, el número de miembros de la 35, donde tiene su cuartel general y ejerce pleno dominio. En caso de que fuera preciso generar una nueva sección para los trabajadores de la planta cuya sede se ha resuelto, desde la suya el dirigente nacional podría influir para crearla conforme a su visión e intereses. Hay que recordar que aun después de la caída en desgracia de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, que pertenecía a la región norte del sindicato, el liderazgo gremial se rotaba entre aquella comarca, la del centro y la del sur. Esa movilidad ha sido eliminada, o dejada en receso por Romero Deschamps, que encabeza directamente el sindicato desde 1993 (a diferencia de La Quina, que hacía elegir a líderes nacionales procedentes de las regiones y sujetos a su tutela). De modo que en la dinámica sindical es crucial contar con un enclave propio y vigoroso.
Si Pemex hizo ese servicio al líder sindical, se abstuvo de tomar en cuenta otro factor que hubiera sido imprescindible considerar: el ecológico. El Premio Nobel de Química Mario Molina y el ex rector de la UNAM Francisco Barnés inquirieron al gobernador Osorio acerca de la contaminación que padece la región ahora escogida para la refinería. El mandatario no contestó arguyendo que su ponencia no incluía los términos técnicos. Fue una omisión grave de que se hizo partícipe quien haya decidido dañar a Tula con una nueva fuente de contaminación (por más que se haya avanzado en procesos limpios de refinación). Durante décadas la industria cementera y las aguas negras procedentes del Distrito Federal, que se utilizan para el riego agrícola, ensuciaron el ambiente en la comarca. La modernidad agravó la situación, pues la termoeléctrica de la CFE y la refinería de Pemex son fuente de nuevas formas de envenenamiento.
Tula podría perder el certamen que ya ha ganado si no garantiza seguridad jurídica a los predios donde se levante la refinería. En un término de 100 días debe adquirir más de 700 hectáreas y donarlas a Pemex. De no hacerlo se revertirá la decisión a favor de Hidalgo. No hay problema. Desde su comparecencia Osorio Chong ofreció esos terrenos. Más aún: el requisito parece haber sido copiado de su propuesta. El gobernador está obligado, frente a sus gobernados, a transparentar el proceso. Precisar cuánto se pagó y a quiénes por las tierras que terminarán siendo patrimonio nacional. Habrá quienes juzguen proeza de su gobierno haber conseguido en vísperas electorales esta carta de triunfo. Que no ensucien esa hazaña la corrupción, el negocio chueco.
Cajón de Sastre
Por otros motivos Tula puede ser una comarca llamativa en los próximos meses, hasta el día de las elecciones federales. Sólo falta saber si hoy queda inscrito como candidato del Partido Acción Nacional, como se barruntaba, el ex procurador general de la República general Rafael Macedo de la Concha. Aunque su ficha oficial lo hace capitalino, ha dejado circular la especie de que nació en Atitalaquia, para ser candidato por el quinto distrito, con cabecera en Tula. Su ya confirmado adversario priista es Ramón Ramírez Valtierra, que era secretario de Planeación y Desarrollo Regional (y antes fue contralor). Las hablillas palaciegas lo hacen el favorito de su amigo el gobernador para la hora de la sucesión, y como paso previo se convertirá en legislador (aunque están dando el mismo paso otros aspirantes) si es que el PAN no se empeña en derrotarlo.
Entre las ventajas de Tula sobre las otras nueve opciones examinadas se encuentra su conectividad, en que centró su discurso el gobernador Miguel Ángel Osorio, cuando se presentó el 25 de marzo al certamen en que junto con sus colegas de Campeche, Guanajuato, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz expuso la conveniencia de que su estado fuera elegido para erigir la planta productora de combustibles, primera que se construirá en tres décadas.
En efecto, la región escogida se encuentra próxima a los centros de consumo, especialmente la zona metropolitana de la Ciudad de México, y no distante de las fuentes de aprovisionamiento. Eso explica por qué en el Estudio de viabilidad para construir una nueva (sic, pues no se construye lo viejo) refinería, elaborado por Pemex y remitido a los diputados en julio pasado, la antigua capital tolteca ocupaba el segundo lugar, sólo superada por Tuxpan. Construir el oleoducto desde Nuevo Teapa, de donde fluirá el crudo a procesar, implicaba según el cálculo de aquel análisis una inversión de 769 millones de dólares y el poliducto, por donde saldría su producción al consumo, sólo 64 millones más. El total, de 852 millones, resultaba superior a los 637 millones calculados para Tuxpan, enclave dejado fuera por consideraciones que acaso se hayan explicado al gobernador Fidel Herrera. Ayer por la mañana, antes de hacer pública la decisión, Reyes Heroles la comunicó vía telefónica a los gobernadores interesados y quizá adujo no sólo las razones para la selección de Tula (y Salamanca, como sede suplente, y destinataria de un proyecto lateral de reconfiguración) y la causas por las que no prosperó el proyecto de cada interlocutor.
De seguro ni siquiera a los priistas habría dicho que entre los factores considerados en la selección contó el interés personal y gremial de Carlos Romero Deschamps, secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. Desde hace más de 35 años la plaza laboral del dirigente se ubica en la Sección 35, a que pertenecían quienes laboraban en la refinería de Azcapotzalco. Cuando ésta fue abandonada y su función trasladada a Tula, donde a partir de 1976 se construyó la refinería Miguel Hidalgo, el personal emigró también, lo mismo que su sección sindical. Conviene a Romero Deschamps que crezca, con las contrataciones que reclame la nueva refinería, el número de miembros de la 35, donde tiene su cuartel general y ejerce pleno dominio. En caso de que fuera preciso generar una nueva sección para los trabajadores de la planta cuya sede se ha resuelto, desde la suya el dirigente nacional podría influir para crearla conforme a su visión e intereses. Hay que recordar que aun después de la caída en desgracia de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, que pertenecía a la región norte del sindicato, el liderazgo gremial se rotaba entre aquella comarca, la del centro y la del sur. Esa movilidad ha sido eliminada, o dejada en receso por Romero Deschamps, que encabeza directamente el sindicato desde 1993 (a diferencia de La Quina, que hacía elegir a líderes nacionales procedentes de las regiones y sujetos a su tutela). De modo que en la dinámica sindical es crucial contar con un enclave propio y vigoroso.
Si Pemex hizo ese servicio al líder sindical, se abstuvo de tomar en cuenta otro factor que hubiera sido imprescindible considerar: el ecológico. El Premio Nobel de Química Mario Molina y el ex rector de la UNAM Francisco Barnés inquirieron al gobernador Osorio acerca de la contaminación que padece la región ahora escogida para la refinería. El mandatario no contestó arguyendo que su ponencia no incluía los términos técnicos. Fue una omisión grave de que se hizo partícipe quien haya decidido dañar a Tula con una nueva fuente de contaminación (por más que se haya avanzado en procesos limpios de refinación). Durante décadas la industria cementera y las aguas negras procedentes del Distrito Federal, que se utilizan para el riego agrícola, ensuciaron el ambiente en la comarca. La modernidad agravó la situación, pues la termoeléctrica de la CFE y la refinería de Pemex son fuente de nuevas formas de envenenamiento.
Tula podría perder el certamen que ya ha ganado si no garantiza seguridad jurídica a los predios donde se levante la refinería. En un término de 100 días debe adquirir más de 700 hectáreas y donarlas a Pemex. De no hacerlo se revertirá la decisión a favor de Hidalgo. No hay problema. Desde su comparecencia Osorio Chong ofreció esos terrenos. Más aún: el requisito parece haber sido copiado de su propuesta. El gobernador está obligado, frente a sus gobernados, a transparentar el proceso. Precisar cuánto se pagó y a quiénes por las tierras que terminarán siendo patrimonio nacional. Habrá quienes juzguen proeza de su gobierno haber conseguido en vísperas electorales esta carta de triunfo. Que no ensucien esa hazaña la corrupción, el negocio chueco.
Cajón de Sastre
Por otros motivos Tula puede ser una comarca llamativa en los próximos meses, hasta el día de las elecciones federales. Sólo falta saber si hoy queda inscrito como candidato del Partido Acción Nacional, como se barruntaba, el ex procurador general de la República general Rafael Macedo de la Concha. Aunque su ficha oficial lo hace capitalino, ha dejado circular la especie de que nació en Atitalaquia, para ser candidato por el quinto distrito, con cabecera en Tula. Su ya confirmado adversario priista es Ramón Ramírez Valtierra, que era secretario de Planeación y Desarrollo Regional (y antes fue contralor). Las hablillas palaciegas lo hacen el favorito de su amigo el gobernador para la hora de la sucesión, y como paso previo se convertirá en legislador (aunque están dando el mismo paso otros aspirantes) si es que el PAN no se empeña en derrotarlo.
Correo electrónico: miguelangel@granadoschapa.com
kikka-roja.blogspot.com/