Obama frente a la nueva multipolaridad de Latinoamérica
Alfredo Jalife-Rahme
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Barack Obama, durante la cena en su honor celebrada el jueves pasado en el Museo Nacional de AntropologíaFoto José Carlo González
Obama encontró en Trinidad y Tobago, donde planeó intensamente el retorno triunfal de Cuba, a una mayoría de 31 mandatarios de América Latina (AL), muy diferente al enternecedor entreguismo de Calderón, quien prodigó sin rubor la transfrontera –con todo y sus yacimientos gaseros– al NORAD/Comando Norte de Estados Unidos, además de haber cedido el Golfo de México al Comando Sur (justo es reconocerlo, con la connivencia de los dos líderes priístas camarales, Beltrones y Gamboa).
Calderón ha militarizado exageradamente todas las actividades civiles de México, país otrora pacifista y pacífico y con un ejército entrenado para la paz, y lo ha convertido en el cobayo de la guerra irregular del Pentágono (ver Bajo la Lupa, 15/4/09).
Al unísono de la anexión militar de México por el Pentágono, Calderón adoptó la truculenta agenda energética neoliberal de Estados Unidos (EU) –que forma parte del ASPAN foxiano: Alianza para la Seguridad (¡súper sic!) y la Prosperidad (¡super-sic!) de América del Norte– mediante la controvertida bonificación de la emisión de los gases invernadero, y se olvidó por completo de citar –ya no se diga exigir la demolición– el muro de la ignominia que militarizó unilateralmente Baby Bush.
A contracorriente histórica global, Calderón –quien resultó más fanático del caduco Tratado de Libre Comercio de América del Norte que el mismo Obama–, se hunde en el Titanic de la añeja unipolaridad y no se entera aún del nuevo giro multipolar bajo el que opera la mayoría del resto de los 31 mandatarios latinoamericanos. Calderón tampoco entiende el significado de competitividad, que mastica sin cesar, y donde el México neoliberal ocupa un peor que mediocre lugar global.
Así como Obama halló a la mayoría de 31 mandatarios muy ajenos a la dependencia unipolar de Calderón, los latinoamericanos en su conjunto encontraron a un Obama muy dispuesto a reconciliarse y diametralmente opuesto al unilateralismo de Baby Bush.
La quinta Cumbre de las Américas es muy distinta a su primera edición en Miami, en 1994, cuando el entonces vicepresidente, Al Gore, lanzó la hoy extinta Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), enterrada por los muy creativos mandatarios de la zona en la cuarta cumbre en Mar del Plata, donde la hilarante pareja Fox-Martita se querelló con medio mundo (incluyendo a Cristina Fernández, quien sería la futura presidenta argentina).
Durante la cuarta cumbre, Baby Bush usó como caballo de Troya al locuaz Fox para socavar la cohesión latinoamericana que rechazó heroicamente su suicidio mediante el veneno del ALCA.
En la quinta cumbre le ha sido imposible a Calderón vender la exagerada militarización y la narcotización (en su doble sentido) de México (que atenta nominalmente contra la democracia civil, ya no se diga los derechos humanos), y su entrega neoliberal de los hidrocarburos, como único modelo a seguir por el resto de la mayoría de AL que ha tomado ya la ruta irreversible de la liberación tutelar (de la doctrina Monroe), económica y financiera en la nueva era multipolar.
Obama se cercioró de la existencia de tres posturas diferentes en AL: 1. la calderonista (inviable para la mayoría de América Latina donde el México neoliberal ha quedado aislado); 2. el ALBA, de gran avanzada y creatividad geopolítica, que juega espléndidamente a la multipolaridad: dispuesta a negociar con Obama, pero lejos de la capitulación a la unipolaridad, mientras construye puentes con Europa, Medio Oriente, África, China, Rusia e India, y 3. la del gigante brasileño, en el intermedio del ALCA y el ALBA, pero con el descubrimiento de representar a una de las potencias emergentes del siglo XXI junto al RIC (Rusia, India y China).
Por la conformación de sus reuniones grupales en Puerto España, Obama aceptó conspicuamente la existencia de tres regiones geoeconómicas de AL: Sudamérica, Centroamérica y el Caribe –donde el México calderonista, con un muro ignominioso en pleno rostro transfronterizo, ha quedado totalmente a la deriva al haber colocado todas sus cartas en la fallida integración norteamericana, sobre todo, humana y migratoria.
No se puede negar que a casi 100 días de haber llegado a la Casa Blanca, Obama goza de una luna de miel global, que comparte con su esposa Michelle, mediante la obamanía de la que AL no es ajena. Pero tampoco será tarea sencilla restañar las heridas que Baby Bush dejó abiertas con sal en todo el mundo, en particular, en la zona.
La administración Obama se encuentra inquieta por el proceso de pérdida de su posición, ya no se diga de su liderazgo, en AL, por lo que durante la cumbre ha usado toda su seducción para ejercer una perezagruska latina: la reactivación de las relaciones con los países de la región.
Obama ya se percató de la imposibilidad de calderonizar a la mayoría del resto de 31 países de América Latina –más seguros y afirmativos que nunca en su historia.
Detrás de la reconciliación seductora de la obamanía, cuando EU ha pasado a la defensiva en la región, se encuentra el propósito avieso de detener y hasta de balcanizar la expansión asombrosa del ALBA, constituida por Venezuela, Cuba, Bolivia, Dominica, Nicaragua y Honduras, además de Ecuador y Paraguay como invitados.
El problema de Obama es que el México calderonista no es imitable ni vendible (resulta hasta contraproducente mercadológicamente) y anda en búsqueda de regímenes cómodos (v.gr. Colombia, Perú y Chile) para crear una alianza anti-ALBA bajo la férula militar de EU.
Al escribir estas líneas, durante la cumbre todavía Obama no se atrevía a sacar del tintero la idea bushiana de crear un nuevo foro de los países del hemisferio, basado en la Iniciativa Vías de Prosperidad (¡súper sic!) de las Américas (comunicado de la Casa Blanca, 24/11/08), como resurrección velada (ahora sí que por otras vías) de la fenecida ALCA, que ejerza contrapeso a la integración sudamericana de Unasur, susceptible de convertirse en el siglo XXI en uno de los principales polos geopolíticos del planeta.
Dos días después del citado comunicado de la Casa Blanca, el ALBA levantó creativamente la puja con el lanzamiento del proyecto de una divisa común (el sucre).
El discurso neoliberal entreguista de Calderón durante la visita de Obama a México fue una vulgar reproducción de varios de los siete puntos del comunicado de la Casa Blanca bushiana sobre las Vías de Prosperidad de las Américas donde participaron en la ciudad de Nueva York los mandatarios y representantes de los gobiernos de Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, EU, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú y República Dominicana.
A riesgo de incinerase en los infiernos de la historia, varios de los citados, por presión y/o represión, aceptarán gustosamente formar una alianza contra el ALBA y, si se puede, contra Unasur.
Sea lo que fuere, la mayoría de AL viró a la multipolaridad.Y esto Obama lo constató mejor que nadie.
kikka-roja.blogspot.com/
Calderón ha militarizado exageradamente todas las actividades civiles de México, país otrora pacifista y pacífico y con un ejército entrenado para la paz, y lo ha convertido en el cobayo de la guerra irregular del Pentágono (ver Bajo la Lupa, 15/4/09).
Al unísono de la anexión militar de México por el Pentágono, Calderón adoptó la truculenta agenda energética neoliberal de Estados Unidos (EU) –que forma parte del ASPAN foxiano: Alianza para la Seguridad (¡súper sic!) y la Prosperidad (¡super-sic!) de América del Norte– mediante la controvertida bonificación de la emisión de los gases invernadero, y se olvidó por completo de citar –ya no se diga exigir la demolición– el muro de la ignominia que militarizó unilateralmente Baby Bush.
A contracorriente histórica global, Calderón –quien resultó más fanático del caduco Tratado de Libre Comercio de América del Norte que el mismo Obama–, se hunde en el Titanic de la añeja unipolaridad y no se entera aún del nuevo giro multipolar bajo el que opera la mayoría del resto de los 31 mandatarios latinoamericanos. Calderón tampoco entiende el significado de competitividad, que mastica sin cesar, y donde el México neoliberal ocupa un peor que mediocre lugar global.
Así como Obama halló a la mayoría de 31 mandatarios muy ajenos a la dependencia unipolar de Calderón, los latinoamericanos en su conjunto encontraron a un Obama muy dispuesto a reconciliarse y diametralmente opuesto al unilateralismo de Baby Bush.
La quinta Cumbre de las Américas es muy distinta a su primera edición en Miami, en 1994, cuando el entonces vicepresidente, Al Gore, lanzó la hoy extinta Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), enterrada por los muy creativos mandatarios de la zona en la cuarta cumbre en Mar del Plata, donde la hilarante pareja Fox-Martita se querelló con medio mundo (incluyendo a Cristina Fernández, quien sería la futura presidenta argentina).
Durante la cuarta cumbre, Baby Bush usó como caballo de Troya al locuaz Fox para socavar la cohesión latinoamericana que rechazó heroicamente su suicidio mediante el veneno del ALCA.
En la quinta cumbre le ha sido imposible a Calderón vender la exagerada militarización y la narcotización (en su doble sentido) de México (que atenta nominalmente contra la democracia civil, ya no se diga los derechos humanos), y su entrega neoliberal de los hidrocarburos, como único modelo a seguir por el resto de la mayoría de AL que ha tomado ya la ruta irreversible de la liberación tutelar (de la doctrina Monroe), económica y financiera en la nueva era multipolar.
Obama se cercioró de la existencia de tres posturas diferentes en AL: 1. la calderonista (inviable para la mayoría de América Latina donde el México neoliberal ha quedado aislado); 2. el ALBA, de gran avanzada y creatividad geopolítica, que juega espléndidamente a la multipolaridad: dispuesta a negociar con Obama, pero lejos de la capitulación a la unipolaridad, mientras construye puentes con Europa, Medio Oriente, África, China, Rusia e India, y 3. la del gigante brasileño, en el intermedio del ALCA y el ALBA, pero con el descubrimiento de representar a una de las potencias emergentes del siglo XXI junto al RIC (Rusia, India y China).
Por la conformación de sus reuniones grupales en Puerto España, Obama aceptó conspicuamente la existencia de tres regiones geoeconómicas de AL: Sudamérica, Centroamérica y el Caribe –donde el México calderonista, con un muro ignominioso en pleno rostro transfronterizo, ha quedado totalmente a la deriva al haber colocado todas sus cartas en la fallida integración norteamericana, sobre todo, humana y migratoria.
No se puede negar que a casi 100 días de haber llegado a la Casa Blanca, Obama goza de una luna de miel global, que comparte con su esposa Michelle, mediante la obamanía de la que AL no es ajena. Pero tampoco será tarea sencilla restañar las heridas que Baby Bush dejó abiertas con sal en todo el mundo, en particular, en la zona.
La administración Obama se encuentra inquieta por el proceso de pérdida de su posición, ya no se diga de su liderazgo, en AL, por lo que durante la cumbre ha usado toda su seducción para ejercer una perezagruska latina: la reactivación de las relaciones con los países de la región.
Obama ya se percató de la imposibilidad de calderonizar a la mayoría del resto de 31 países de América Latina –más seguros y afirmativos que nunca en su historia.
Detrás de la reconciliación seductora de la obamanía, cuando EU ha pasado a la defensiva en la región, se encuentra el propósito avieso de detener y hasta de balcanizar la expansión asombrosa del ALBA, constituida por Venezuela, Cuba, Bolivia, Dominica, Nicaragua y Honduras, además de Ecuador y Paraguay como invitados.
El problema de Obama es que el México calderonista no es imitable ni vendible (resulta hasta contraproducente mercadológicamente) y anda en búsqueda de regímenes cómodos (v.gr. Colombia, Perú y Chile) para crear una alianza anti-ALBA bajo la férula militar de EU.
Al escribir estas líneas, durante la cumbre todavía Obama no se atrevía a sacar del tintero la idea bushiana de crear un nuevo foro de los países del hemisferio, basado en la Iniciativa Vías de Prosperidad (¡súper sic!) de las Américas (comunicado de la Casa Blanca, 24/11/08), como resurrección velada (ahora sí que por otras vías) de la fenecida ALCA, que ejerza contrapeso a la integración sudamericana de Unasur, susceptible de convertirse en el siglo XXI en uno de los principales polos geopolíticos del planeta.
Dos días después del citado comunicado de la Casa Blanca, el ALBA levantó creativamente la puja con el lanzamiento del proyecto de una divisa común (el sucre).
El discurso neoliberal entreguista de Calderón durante la visita de Obama a México fue una vulgar reproducción de varios de los siete puntos del comunicado de la Casa Blanca bushiana sobre las Vías de Prosperidad de las Américas donde participaron en la ciudad de Nueva York los mandatarios y representantes de los gobiernos de Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, EU, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú y República Dominicana.
A riesgo de incinerase en los infiernos de la historia, varios de los citados, por presión y/o represión, aceptarán gustosamente formar una alianza contra el ALBA y, si se puede, contra Unasur.
Sea lo que fuere, la mayoría de AL viró a la multipolaridad.Y esto Obama lo constató mejor que nadie.
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